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Memoria histórica
En reparación de la memoria de Francisco Granado Gata, combatiente antifranquista
Historiador y coordinador-director de los Campos de trabajo de memoria histórica de la ARHMEX.
En su documental Queridísimos verdugos, rodado en 1977, Basilio Martín Patino reunió en el desaparecido Mesón de los Castúos de Badajoz, que estaba en la calle Manuel Cancho, a dos de los últimos verdugos del régimen franquista, Vicente López Copete y Antonio López Sierra. Allí, entre borrachera y cante flamenco, ambos verdugos se jactaron de los muchos y muy variados asesinatos que cometieron en nombre del Estado, como ejecutores de la Audiencia de Barcelona y de Madrid, profesionales del muy español garrote vil, con escenificación incluida sobre una banqueta del procedimiento a seguir para descoyuntar al condenado, en la que Vicente hacía de verdugo y Antonio de ajusticiado. Entre los muchos que mataron, como diligentes funcionarios, estaba un paisano de la provincia de Badajoz, Francisco Granado Gata, en la prisión de Carabanchel, la madrugada del 17 de agosto de 1963. Apenas unos minutos después de romperle el cuello, se lo rompieron también a Joaquín Delgado Martínez. Por tamaña proeza, en la que fueron asistidos por guardias civiles, policías y carceleros, cobraron una prima de 7.000 pesetas cada uno que, seguramente, se gastaron en cogerse una buena melopea.
El caso “Granado/Delgado” y el sistema represivo franquista
Se ha escrito mucho sobre Delgado y Granado, los dos jóvenes anarquistas cuya ejecución siguió a la de Julián Grimau, miembro del PCE. A Grimau, como no lograron matarle tirándole por la ventana del segundo piso de la Dirección General de Seguridad, Puerta del Sol en Madrid, le fusilaron en el campo de tiro de Carabanchel, el 20 de abril de ese año. Poco después, a finales de julio, eran detenidos Francisco Granado Gata, de 27 años, natural de Valencia del Ventoso (Badajoz), casado y con tres hijos, y Joaquín Delgado Martínez, de 29 años de edad, natural de Cardona (Barcelona), soltero. Ambos eran miembros de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias.
Memoria histórica
Memoria viva Que con su nombre y rostro difundido viva eternamente
Integrantes del grupo Defensa Interior, creado por CNT con intención de hostigar al régimen de Franco y apoyar a los presos, habían llegado desde Francia a España poco antes de ser detenidos. Tras su detención, en apenas 17 días, fueron encarcelados, torturados, juzgados, sentenciados y asesinados. Todo ello en un proceso sumarísimo en consejo de guerra por un atentado con bombas que no habían cometido, como se demostraría fehacientemente años después. Según diversas fuentes, en su tortura participaron los inspectores de la Brigada Político-Social Saturnino Yagüe y Enrique González Herrera, entre otros. Hasta el mismo Director General de Seguridad, Carlos Arias Navarro, El carnicero de Málaga, después presidente de Gobierno con Franco, se empleó a fondo con las torturas, soltando algún que otro tortazo. De todo ello, del proceso y del inmerecido olvido en el que estos dos anarquistas, combatientes antifranquistas, cayeron tras su asesinato, dio extensa y documentada noticia Carlos Fonseca en su libro Garrote vil para dos inocentes, El caso Delgado-Granado, Edición en Temas de Hoy, Madrid, 1998. Un año antes, en 1997, se estrenaba el documental Granado y Delgado, un crimen legal, realizado por Lala Gomá. En este documental prestaban declaración los verdaderos autores de los atentados que fueron atribuidos a los dos libertarios.
La documentación del consejo de guerra seguido contra Delgado y Granado, repleto de irregularidades, no deja dudas. No se buscaba castigar a los culpables, sino manifestar ante el mundo entero que la dureza criminal del régimen de Franco no había variado un ápice desde el golpe de Estado de julio de 1936. Como colofón, al año siguiente, 1964, el Régimen celebró los “25 años de paz”.
La manipulación de la memoria franquista del papel de la resistencia contra su régimen
Al igual que los guerrilleros que luchaban en la sierra y eran considerados como “bandidos” por el franquismo, para deshumanizar y quitar el componente de combatientes contra la dictadura, del mismo modo se identificaba a cualquier tipo de resistencia. La memoria gráfica sobre Delgado y Granado se comienza a tejer el 3 de agosto de 1963, cuando el periódico ABC, edición de Madrid, publica en su portada su detención. Bajo sus fotografías, en las que aparecen con evidentes signos de tortura, figura también la de la plana mayor de la Dirección General de Seguridad y Brigada Político-Social, los sicarios del Régimen.
En la sombra, orquestando una campaña de intoxicación informativa ya ensayada con el caso Grimau, está el joven Manuel Fraga Iribarne, Ministro de Información y Turismo, miembro del Consejo de Ministros de Franco que firmaría todas estas sentencias de muerte y, con el tiempo, uno de los llamados “padres” de la actual Constitución española, fundador del partido político de derechas que hoy lleva el nombre de Partido Popular.
Frente a esa memoria tejida por el franquismo, falsa y torticera, se yergue con dignidad los intentos de la familia y de diversas organizaciones confederales anarcosindicalistas por restituir la inocencia de Delgado y Granado. Pilar Vaquerizo, la viuda de Granado, lo dijo muy claro cuando presentó por primera vez, en compañía del hermano de Delgado, un recurso de revisión de condena ante la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, el 3 de febrero de 1998: “Solo queremos que se sepa la verdad, que mataron a dos inocentes”.
Frente a esa memoria tejida por el franquismo, falsa y torticera, se yergue con dignidad los intentos de la familia y de diversas organizaciones confederales anarcosindicalistas por restituir la inocencia de Delgado y Granado
De nada le sirvió en un país donde los jueces franquistas aún no han sido juzgados, ni lo serán. A día de hoy la Justicia española, donde tanto franquismo sociológico y heredado hay, sigue considerando a estos dos combatientes antifranquistas como terroristas merecedores del garrote que acabó con sus vidas, a pesar de las evidencias de su inocencia y de la clara vulneración de su derecho a un juicio justo.
Desde hace ya años, en Extremadura se vienen realizando diversas actividades y homenajes para mantener viva la memoria de estos combatientes libertarios. Ya en el año 2003 la CNT de Extremadura, junto con Tomás Granado Pozo y su compañera Pilar Mulet, de quienes hablaremos más adelante, organizaron el primer acto en Valencia del Ventoso, reivindicando la figura de Francisco Granado como combatiente antifranquista. El 1 de octubre de 2015, el Pleno del Ayuntamiento de Valencia del Ventoso aprobó, por mayoría, la propuesta de la alcaldía de apoyar y colaborar en los actos de la ARMHEX (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura), en coordinación con la familia de la víctima, a los que se sumaron CNT y CGT. En dicha propuesta también se contemplaba hacer público, de forma simbólica, el carácter radicalmente ilegítimo e injusto de la condena de Francisco Granado y reconocer a éste como víctima de la represión franquista, así como el reconocimiento público de la ignominia del juicio militar sin garantías, al que fue sometido junto con su compañero Joaquín Delgado.
Memoria histórica
Memoria histórica La restitución moral de las víctimas del franquismo. El caso de Juan Antonio Codes (I)
Por fin, el domingo 18 de octubre de 2015, bajo unas “negras tormentas” que descargaron torrenciales lluvias, se celebró en Valencia del Ventoso el homenaje de Francisco Granado, con la intervención del presidente de la ARMHEX, el alcalde de la localidad y la emotiva intervención de Richard Granado, hijo de Francisco.
Aunque no pudieron estar presentes físicamente, sí estuvieron en el recuerdo Tomás Granado y Pilar Mulet, que tanto habían luchado por este reconocimiento. Posteriormente fue descubierto un busto de Francisco Granado, realizado por su hijo Richard. Una compañera colocó un pañuelo rojinegro en su cuello, cantando a continuación todas las personas presentes la canción anarquista “A las barricadas”, como homenaje.
Guerra y represión en Extremadura
Como señala el historiador J. Martín Bastos (Exposición “Tras las Huellas de la Memoria Histórica de Extremadura”, ARMHEx/2017), miles de personas, la mayoría trabajadoras del campo y obreras, fueron asesinadas durante la guerra civil y el franquismo “dejando en la pobreza y la desesperación a sus familias”. La represión que a partir de julio de 1936 se puso en práctica en Extremadura por parte de los golpistas contra el gobierno de la II República tenía como objetivo la eliminación del enemigo. Respondía a una estrategia perfectamente planificada para ejercer un terror indiscriminado que acabó con la vida de, al menos, 13.200 personas en Extremadura. Son cifras que siguen aumentando a medida que avanzan las investigaciones (Espinosa, F, Chaves Palacios, J., Lama, JM, Ibarra Cayetano, Chaves, Candela y otros investigadores locales). Esta represión se manifestó también de otras maneras como las condenas a prisión de miles de extremeños y extremeñas por sus ideas o la represión económica que se llevó a cabo a partir de la Ley de Responsabilidades Políticas, la incautación de bienes, multas, depuración de funcionarios públicos o el exilio.
El testimonio de Tomás Granado
Tomás Granado Pozo, ya fallecido, era primo de Francisco Granado. También nació en Valencia del Ventoso, en 1933. Su padre era obrero del campo y de ideas socialistas. Ante el avance rebelde de la Columna Madrid, también conocida como “Columna de la Muerte”, como definió Francisco Espinosa, el padre de Tomás se incorporó a las milicias republicanas que intentaban detener ese avance. Siguió combatiendo hasta que, finalizada la guerra, pasó a Francia, donde se estableció. Cuando se inició la guerra, Tomás era muy pequeño, pero aun así recordaba ver caer en Zafra, alrededor del pilar de San Benito, los pasquines que los aviones rebeldes tiraban pidiendo la rendición y la entrada, brutal, de las tropas procedentes de África.
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De esta época recuerda a su padre en el exilio, su madre a cargo de los hijos, parte de la familia sin trato con ellos por ser “rojos”. Tomás, en un castellano con expresiones francesas, nos narraba sus recuerdos y lo duro de aquellos tiempos (Olmedo Alonso, A. (coord.). Espacios, lugares y personas de la Guerra Civil en la provincia de Badajoz, 2005).
Terminada la guerra, ante el abierto rechazo de la población e incluso de parte de sus mismos allegados, la familia de Tomás decidió marchar a Francia. Su madre vendió los pocos bienes y se hizo con un salvoconducto para llegar a Girona. Antes de llegar, fueron detenidos por la Guardia Civil y encarcelados: su madre, su abuela y él, mientras su hermano, más pequeño, ingresó en un hospicio. Los primeros estuvieron dos meses en la Modelo de Barcelona, de allí pasaron a la cárcel de Yeserías (Madrid) y luego a la cárcel de Badajoz, a la que Tomás describía con cierta sorna: “era maravillosa, una suciedad, que ni para los cerdos...”. Finalmente, pudieron entrar en Francia y conocer la realidad de los exiliados españoles, cómo habían sido tratados y las esperanzas frustradas por volver a su tierra. Tomás conoció allí las ideas libertarias a través de su compañera, Pilar Mulet, hija de exiliados catalanes, también militantes cenetistas.
“Si yo llegué a las ideas fue por Pilar, cuando nos conocimos, conocí a los padres, fui a conferencias, (ellos, los anarquistas) no querían ser mandados por un presidente, un secretario... Cuando vi las asambleas, donde se elegía presidente, se nombraba, secretario de actas, pensé ¡esto es lo que me gusta! Luego nos fuimos a la ciudad de Quillán, donde organizamos las Juventudes Libertarias[1] de Quillán”.
La lucha contra la dictadura franquista era una de las principales tareas de estas organizaciones en el exilio. Pasada la primera época en el extranjero, tras la II Guerra Mundial, los hijos de los exiliados comienzan a tomar el relevo en la lucha antifranquista, pero también algunos de los jóvenes que inicialmente habían emigrado desde España buscando trabajo. Hasta allí llegó Francisco Granado, también de Valencia del Ventoso, primo de Tomás. Sobre su primo Francisco, nos contaba Tomás que había llegado a Francia como “emigrante económico”, pero luego conoció la realidad de los exiliados y la lucha antifranquista. Contactó con las Juventudes Libertarias, en las que se integró, así como en un grupo clandestino que actuaba en España, aunque ellos en aquella época ni siquiera sabían que ambos militaban en la misma organización y su primo, además, en un grupo libertario que actuaba en la clandestinidad, en el interior de España.
Pasada la primera época en el extranjero, tras la II Guerra Mundial, los hijos de los exiliados comienzan a tomar el relevo en la lucha antifranquista, pero también algunos de los jóvenes que inicialmente habían emigrado desde España buscando trabajo
En una misión, tras llegar a España como enlaces, fueron detenidos él y Joaquín Delgado[2], con el resultado de su detención, torturas y ejecución mediante garrote, tal y como hemos narrado. La dictadura franquista utilizó el caso para que sirviera de escarmiento en un momento en el que empezaban las primeras huelgas obreras y de estudiantes universitarios. La prensa y los medios de comunicación de la dictadura franquista, con Fraga Iribarne a la cabeza, fabricaron el caso y se encargaron de propagar esa idea, de tal forma que se tomó como verdad y su memoria quedó asociada a unos hechos en los que no habían participado, como se ha evidenciado mediante pruebas fehacientes.
La necesaria reparación para la memoria de los combatientes antifranquistas
El derecho de resistencia a la opresión es un derecho reconocido a los pueblos frente a gobernantes de origen ilegítimo que autoriza la desobediencia y el uso de la fuerza con el fin de derrocarlos y reemplazarlos por otros legítimos. El derecho a la resistencia fue incluido de forma explícita en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) de la Revolución Francesa. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948, leemos en su preámbulo que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”; y que es “esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.
Por su parte, la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática (BOE» núm. 252, de 20/10/2022), en su artículo 5. Declaración de ilegalidad e ilegitimidad de órganos y nulidad de sus resoluciones, con respecto al sistema judicial instaurado por el franquismo para acabar con la oposición política, dice: (…)
2. Por ser contrarios a Derecho y vulnerar las más elementales exigencias del derecho a un juicio justo (…) se declara en todo caso la nulidad de las condenas y sanciones y la ilegalidad e ilegitimidad del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, el Tribunal de Orden Público, así como los Tribunales de Responsabilidades Políticas y Consejos de Guerra constituidos por motivos políticos, ideológicos, de conciencia o creencia religiosa, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 4 de la presente ley.
En el año 2003 se realizó un acto en Valencia del Ventoso en recuerdo de Francisco y Joaquín. Así lo veía Tomás:
“(...) hasta hoy el pueblo donde nació ha “renegao”, y la familia, han creído lo que dijo el franquismo, que era un terrorista. Francisco y Joaquín eran luchadores antifranquistas, idealistas, ¡tenían la obligación, como todos los antifranquistas, de hacer algo para no estar sometidos! ¡Hoy día, si alguien se lo hubiera cargado (a Franco), sería un héroe!”.
Por ello, Tomás Granado Pozo reivindicaba la memoria de su primo, Francisco Granado Gata, y de todos los luchadores antifranquistas, intentando que se anulen los procedimientos, que llenos de irregularidades y basados en las leyes de una dictadura, condenaron a tantas personas.
“Francisco y Joaquín ha habido muchos en España, dice Tomás, pero hoy dando la razón a ellos es darle la razón a todos los que murieron siendo inocentes. La única culpa ha sido amar la libertad, querer echar fuera al felón. Hoy es el momento de revisar el caso. Considero que a mi primo lo agarrotaron, pero luego lo mataron otra vez, porque le echaron cieno encima (con la versión que el franquismo hizo creer y que aún perdura, incluso entre algunos familiares y paisanos).
El próximo 19 de agosto, en este año de 2023, coincidiendo con el 60 aniversario de su ejecución, la ARMHEx, mujeres y hombres, miembros de los sindicatos CNT y CGT, junto con otras entidades y familiares, se acercarán como todos los veranos hasta Valencia del Ventoso para colocar el pañuelo “rojinegro” en el cuello del busto que Richard, hijo de Francisco Granado, dedicó a su padre y que está instalado en el patio del Centro Socio-Cultural “Los solares” de su pueblo, como reconocimiento y homenaje a todos aquellos combatientes antifranquistas que lucharon por un mundo mejor. Quedan invitadas todas aquellas personas que lleven un mundo justo en sus corazones.
Granado y Delgado fueron militantes anarquistas, pero su figura trasciende las siglas de las Juventudes Libertarias en las que militaron. Ambos son patrimonio de todos los resistentes antifascistas y, como tal, merecen el reconocimiento público como combatientes por la libertad- Verdad, Justicia y Reparación.
[1] Esta entidad estaba adherida a la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias en el exilio. Casi todas las organizaciones políticas y sindicales españolas se reorganizaron en el exilio, intentando mantener una estructura operativa que recordaba las formas de organización en España. Tomás estaba afiliado a la regional de Andalucía-Extremadura de las Juventudes Libertarias en el exilio. No obstante, aunque toleradas, no podían ejercer ni actuar política o sindicalmente en Francia. Su labor era de apoyo y propaganda antifranquista, aunque también se instalaron grupos que desde Francia se introducían en España para actuar contra el franquismo o mantener contactos con las estructuras clandestinas de las organizaciones antifranquistas que actuaban en el interior del país.
[2] También militante libertario, hijo de exiliados españoles en Francia. Joaquín Delgado Martínez (Cardona –Barcelona-, 4 de marzo de 1934 / Madrid, 17 de agosto de 1963).