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Memoria histórica
La Cárcel Vieja de Cáceres, lugar de memoria histórica
Juana Doña, la militante comunista que pasó 18 años de su vida en las cárceles franquistas y se libró de una condena a muerte, narró en su libro Desde la noche y la niebla, mujeres en las cárceles franquistas, la historia de Pilar, una de las muchas compañeras de celda que tuvo en la cárcel de Ventas, en Madrid.
Pilar, joven también comunista, cayó prisionera de los legionarios de Franco en el frente de Talavera a la caída de la tarde del 28 de agosto de 1936. Tenía solo 16 años y había acudido desde su pueblo en La Mancha a la defensa de Madrid, donde perdería a su padre.
Carabanchel
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A día siguiente de ser hecha presa, Pilar fue llevada junto a otros a Navalmoral de la Mata, donde durante la mañana fueron fusilados 14 milicianos, entre ellos algunas mujeres. El 30 de agosto Pilar y el resto de supervivientes, entre los que iban muchos heridos, fueron subidos a unos camiones en dirección a Cáceres, pero a la mitad del trayecto, al pasar por un puente sobre el río Tajo, los camiones pararon e hicieron descender a los presos, separando a los hombres de las mujeres. Tras fusilar a los hombres con ráfagas de ametralladora, los fascistas discutieron acerca de si echar o no sus cadáveres al río, a lo cual se opuso un oficial por tener órdenes de Millán Astray de parar con esa práctica en aquella zona. Al parecer, las autoridades de Lisboa habían advertido al militar golpista “que no tiraran más cadáveres al Tajo, porque desembocaban en Lisboa y era todo un espectáculo”. Contrariados, los militares traidores a la República hicieron una pira con los cadáveres y le prendieron fuego.
En el convoy quedaron solo ocho mujeres, entre las que se encontraba Pilar, que nunca pudo desprenderse del olor a carne quemada. No supieron el motivo por el que no habían sido asesinadas en aquel momento, hasta llegar a la cárcel de Cáceres, la que es hoy conocida como cárcel vieja.
Nada más llegar, las ocho mujeres fueron metidas en una sala donde había seis legionarios. Los hombres desnudaron brutalmente a las mujeres rasgándoles la ropa y las obligaron a practicarles felaciones, consumando las violaciones. Pilar y otra mujer se libraron de ser violadas, por ser “la más joven y, según decían, las más fea”, pero fueron obligadas a ver “las más repugnantes prácticas sexuales, la violación de sus compañeras, el horror de sus caras ahogadas, su tremendo martirio”. Después dejaron a las mujeres tiradas sobre la losa de la sala durante dos días.
Durante los años de la guerra y primeros de la posguerra (hubo) sacas de cerca de 500 personas con destino a ser asesinadas por piquetes militares, junto con otras casi 300 que murieron dentro de la prisión
Pilar estuvo presa en la cárcel de Cáceres hasta mediados de 1938, cuando tres de las de Talavera fueron puestas en libertad. Las dejaron en la puerta de la prisión de una ciudad que no conocían, vestidas con un saco, rapadas y hechas un puro esqueleto. Estuvieron en la puerta de la cárcel vieja mucho tiempo, como animales acorralados, sin saber a dónde ir, hasta que se acordaron de la dirección de una tal Isabel a la que habían fusilado hacía unos meses. Hasta que lograron llegar a esta casa pasaron toda una odisea. Incluso les tiraron piedras por su aspecto, que llamaba bastante la atención. Finalmente, dieron con la casa en Cáceres, donde las acogieron. Pocos meses después, Pilar volvería de nuevo a la cárcel, debido a su implicación con la guerrilla, sufriendo varios traslados hasta coincidir en la de Ventas con Juana Doña, a quien relató su historia (Juana Doña, obra citada, Ediciones de la Torre, 1978, pág. 209 y siguientes).
Este viernes, 25 de junio de 2021, a las 17:30, se celebrará un acto en el que se reivindica la Cárcel Vieja de Cáceres como un lugar de memoria, relacionado con la represión franquista, los Derechos Humanos y la paz, en el que intervendrán José Hinojosa Durán, historiador y vicepresidente de AMECECA (Asociación Memorial en el Cementerio de Cáceres) y Pablo Mayoral Rueda, preso político antifranquista en esa cárcel y Presidente de La Comuna, asociación de presxs y represaliadxs por el franquismo, ambas organizaciones convocantes.
En los años noventa fue el lugar de reclusión de algunos insumisos extremeños, quienes se negaron a cumplir el servicio militar, sin que perdiera, a pesar de los nuevos tiempos de libertad, su carácter de cárcel política.
Iniciada su construcción a principios de 1934, la Prisión provincial de Cáceres aún estaba inacabada cuando, a partir del golpe de estado de 1936, se convierte en centro de reclusión adonde irían a parar los llamados “elementos desafectos al régimen”, contabilizándose durante los años de la guerra y primeros de la posguerra sacas de cerca de 500 personas con destino a ser asesinadas por piquetes militares, junto con otras casi 300 que murieron dentro de la prisión, según se expresa en el manifiesto publicado en abril de 2021 por los organizadores del acto. A mediados de los años cuarenta llegaron detenidos a esta cárcel muchos de los enlaces guerrilleros antifranquistas que operaban por la provincia de Cáceres, y en la primera mitad de los sesenta fue el lugar donde cumplieron sus penas más de doscientos opositores al franquismo, la mayoría de otras provincias.
Con el tiempo, llegada la democracia y una vez construido el nuevo Centro Penitenciario de Cáceres, la cárcel vieja pasó a ser la cárcel para presos menores de 21 años. En los años noventa fue el lugar de reclusión de algunos insumisos extremeños, quienes se negaron a cumplir el servicio militar, sin que perdiera, a pesar de los nuevos tiempos de libertad, su carácter de cárcel política. A día de hoy, es de justicia y un acto de reparación que dicho lugar sea conservado, antes de su derrumbe total, como lugar de memoria antifascista y de defensa de los derechos humanos y la paz, reivindicaciones de las organizaciones convocantes.