Italia
Sobre el funeral de Salvatore Ricciardi. Despedirse de un amigo y un compañero, volver a ocupar el espacio público

Tener que respetar una norma ilógica, irracional, es el ejercicio de obediencia y sumisión por antonomasia. Nunca será «demasiado pronto» para rebelarse a esa obligación. Hay que hacerlo ahora, para que después no sea demasiado tarde.
Italia Ricciardi
La última despedida a Salvo, cantando Su, comunisti della capitale! «Questa città ribelle e mai domata / dalle rovine e dai bombardamenti…» [¡Arriba, comunistas de la capital! «Esta ciudad rebelde y jamás domada / por las ruinas y los bombardeos…»] Wu Ming
18 abr 2020 14:08

De entre las medidas tomadas durante esta emergencia, la prohibición de asistir a funerales es una de las más deshumanizantes.

¿En nombre de qué idea de «vida» se han tomado estas medidas? En la retórica dominante de estas semanas, la vida se ha reducido casi enteramente a la supervivencia del cuerpo, en detrimento de cualquier otra dimensión de éste. En esto hay una fortísima connotación tanatofóbica (del griego Thanatos, muerte), de un enfermizo miedo a morir.

La tanatofobia permea nuestra sociedad desde hace décadas. Ya en 1975, el historiador Phillipe Ariès, en su fundamental Historia de la muerte en occidente, constataba que la muerte, en las sociedades capitalistas, había sido «domesticada», burocratizada, en parte desritualizada y separada lo más posible de la categoría de los vivos, para «evitar […] a la sociedad el desasosiego y la emoción demasiado fuertes» de morir, y mantener la idea de que la vida «siempre es feliz o debe al menos parecerlo».

Para llegar a ese punto, proseguía, había sido estratégico «el cambio del lugar en el que se muere. Ya no se muere en casa, entre los familiares. Se muere en el hospital, solos […], porque se ha vuelto inapropiado morir en casa». La sociedad, sostenía, debe «darse cuenta lo menos posible de que la muerte ha pasado». He aquí por qué muchos rituales ligados a la muerte se consideraban ya impropios y en fase de dimisión.

Salvatore Ricciardi, de 80 años, era un pilar de la izquierda antagonista romana. Expreso político, se ha ocupado del tema carcelario, de las luchas en las cárceles y las condiciones de los presos

Ya antes del estado de emergencia que estamos viviendo, la ritualidad ligada a la muerte se había reducido al mínimo. Por ese motivo, nos han impresionado desde siempre las expresiones de su resurgimiento. Basta pensar en el éxito mundial de una película como Las invasiones bárbaras de Denys Arcand.

Hace cuarenta y cinco años, Ariès escribía: «Ya nadie tiene la fuerza o la paciencia de esperar durante semanas un momento [la muerte] que ha perdido parte de su significado.» ¿Y de qué habla la película canadiense del 2003 si no de un grupo de personas que espera durante semanas –en un contexto de convivialidad y ritualidad laica– la muerte de un amigo?

Hace ocho años nos esforzamos, junto a otras muchas personas, por construir un ámbito de convivialidad y ritualidad laica en torno a un querido amigo y compañero, Stefano Tassinari, en las semanas que precedieron y en la ceremonia que sucedió a su muerte. Muchas de nuestras reflexiones sobre este tema se remontan a entonces.

Si la ritualidad ligada a la muerte se había reducido ya al mínimo, con la prohibición de asistir al funeral de un ser querido ha sido aniquilada.

Ya el pasado 25 de marzo, difundimos la hermosa carta de un párroco de la región de Romaña, Paolo Tondelli, consternado por las escenas a las que le tocaba asistir:

«Y así me encuentro delante del cementerio, con los tres hijos de una madre viuda que ha muerto sola en el hospital, porque la situación actual no permite asistir a los enfermos. Y ahora ellos no pueden entrar en el cementerio, las medidas en vigor no se lo permiten. Y lloran: no han podido despedirse de la madre cuando ha dejado de vivir y no pueden despedirse de ella ni siquiera ahora mientras la entierran. Nos paramos ante la verja del cementerio, en la calle; me siento amargado y enfadado, me viene a la cabeza un intenso pensamiento: ni siquiera a un perro se le lleva así a la sepultura. Creo que se ha exagerado un poco en la aplicación de este tipo de normas, asistimos a una deshumanización de momentos imprescindibles de la vida de cualquier persona. Como cristiano, como ciudadano, no puedo callarme […] Me digo a mí mismo: estamos intentando defender la vida, pero nos estamos arriesgando a no salvaguardar el misterio que se une a ella.»

«Misterio» que no es una prerrogativa de la fe cristina o de una sensibilidad religiosa, que no coincide con la fuerza y con el creer en un alma inmortal, y sobre el que nos hacemos preguntas todos y todas: ¿qué significa vivir? Y, añadimos, ¿qué distingue el vivir del simple tirar pa’lante o del simple no-morir?

Dicho esto, quien es creyente y practicante ha vivido la suspensión de las ceremonias ligadas al culto –misas fúnebres incluidas– como un ataque a la propia forma de vida. No por casualidad, entre los ejemplos de organización clandestina de los que hemos hablado estos días, hemos incluido la persecución catacúmbica de la vida pública cristiana.

Para recuperar los libros de primaria, una maestra fue al centro, se llevó los libros escondidos en un carro de la compra y se los entregó a dos padres resto de padres y madres pudieran ir a recogerlos

Tenemos testimonios directos que cuentan que en muchas parroquias los fieles han seguido yendo a misa, a pesar de que los carteles sobre las puertas de las iglesias dijeran que habían sido suspendidas. El “núcleo duro” de la parroquia se reúne a pesar de todo, en el comedor del convento, en la casa del cura, en la sacristía y, en algunos casos, en la misma iglesia. Veinte, treinta personas, que quedaban a través del boca a boca. En especial el jueves pasado, para la misa de Jueves Santo.

Lo mismo se puede decir de los funerales. También en este caso tenemos testimonios directos de curas que han oficiado pequeños ritos, con los familiares cercanos, sin publicidad.

En los últimos días, hemos identificado tres tipologías de desobediencia a los aspectos más estúpidos e inhumanos del lockdown [distanciamiento social, N. del T.].

Desobediencias individuales

El gesto individual es a menudo invisible, pero en ocasiones resulta vistoso, como en el caso del corredor de la playa desierta de Pescara, acosado por los policías sin un mínimo fundamento epidemiológico. Un vídeo que se ha hecho viral, y que ha tenido el mérito de mostrar lo absurdo de ciertas normas y de su obtusa aplicación.

Seguir saliendo a correr ha sido, objetivamente y en su resultado, una performance muy eficaz, una acción de resistencia y de “teatro conflictual”. El hecho de haber seguido saliendo a correr distingue cualitativamente ese episodio de otros muchos que hemos publicado en Giap, que son “solo” testimonios de represión. Como ha escrito Luigi Chiarella «Yamunin», el vídeo recuerda «a un pasaje de Masa y poder de Elias Canetti respecto al acto de agarrar, el cual es, sí, un gesto de la mano, pero también y sobre todo el “acto decisivo en que el poder se manifiesta, de la forma más evidente y desde los tiempos más remotos, entre animales y entre personas”. Más adelante, dice –y aquí llega la parte pertinente al episodio del runner– que “existe, no obstante, un segundo acto de poder, no tan vistoso pero no por ello menos esencial. A veces se olvida, bajo la gran conmoción que suscita el hecho de agarrar, la existencia de una acción paralela y prácticamente igual de importante: el no dejarse agarrar”. El vídeo […] me ha recordado lo potente y liberatorio que es no dejarse agarrar. No olvido que, si se huye, se huye para volver con nuevas armas, aunque mientras tanto lo importante es no dejarse agarrar.»

Desobediencias clandestinas en grupo

Se trata de aquellas practicadas, como decíamos, por los parroquianos que se organizan para ir a misa a escondidas, por los familiares de un ser querido que ya no está y que se ponen de acuerdo con el párroco para oficiar aun así un rito fúnebre… Pero se trata también de colectivos que siguen, de una forma u otra, celebrando sus reuniones, de los grupos que siguen ensayando, y de los padres y madres que se organizan junto a una profesora para recuperar los libros del colegio de sus hijos. Éste último es un episodio, ocurrido en una ciudad de la región de Emilia, que contamos hace unos días.

Para recuperar los libros de primaria que llevaban un mes abandonados en el colegio, una maestra fue al centro, se llevó los libros escondidos en un carro de la compra y se los entregó a dos padres que vivían respectivamente cerca de una panadería y de una tienda de ultramarinos, de forma que el resto de padres y madres pudieran ir a recogerlos con la “tapadera” de comprar productos alimentarios, evitando así posibles multas. Los libros fueron entregados a los padres y madres bajándolos con una cuerda desde una terraza e introducidos en las bolsas de la compra o entre las barras de pan, como si fueran bombas de mano para la Resistencia. De esta forma sus hijos podrán, por lo menos, seguir el programa académico a través del libro junto con la maestra en vía telemática, y los padres podrán tener un apoyo al inevitable homeschooling.

Tras una fase de shock en la que prevalecían la obediencia incondicionada y la culpabilización recíproca, algunos sectores de la sociedad civil –e incluso “interzona” entre instituciones y sociedad civil– han empezado a reorganizarse «en clandestinidad». Dentro de esa reorganización resulta obligado considerar incongruentes, irracionales e indiscriminadamente punitivas algunas de las restricciones impuestas.

Por otro lado, al inicio de la emergencia, los chats de padres y madres se encontraban, en general, entre los peores focos de pánico, de cultura de la sospecha, llenos de mensajes de voz tóxicos e invitaciones a la delación. El hecho de que ahora algunos de esos chats se hayan usado para saltarse prohibiciones delirantes –¿por qué motivo una maestra no debería poder recoger los libros de texto que se han quedado en la clase? ¿Por qué para recuperar esos mismos libros una madre o un padre tienen que recurrir a subterfugios, manipular el formulario de autocertificación, etc.?– es la enésima demostración de que el mood ha cambiado.

Desobediencias provocadoras en grupo

Entra en esta casuística, por ahora escasa, la performance del trío de Rimini –un hombre y dos mujeres– que practicaban sexo en lugares públicos y colgaban sus vídeos en internet, aliñados con insultos a las fuerzas del orden.

Éstas últimas se lo han tomado especialmente mal, tanto que han considerado necesario señalar el execrable caso en sus redes sociales oficiales.

¿Y qué faltaba, en este catálogo? Faltaba…

…la desobediencia reivindicada en grupo

Una desobediencia colectiva visible, no ya solo clandestina.

Por un momento, temíamos que los primeros en ponerla en práctica fueran los fascistas. Precisamente usando la consternación de los creyentes ante la perspectiva de una Pascua “a puerta cerrada” y sin Vía Crucis, Forza Nuova [partido neofascista sucesor del Movimiento Social Italiano, N. del T.] intentó forzar la situación, distribuyendo panfletos en Roma en los que convocaba una procesión hasta la basílica de San Pedro el 12 de abril. Todo ello acompañado por eslóganes como «In hoc signo Vinces [con este signo Vencerás]» y «Roma no conocerá una Pascua sin Cristo».

Pero no han sido los fascistas los que han realizado finalmente este tipo de desobediencia. Han sido las compañeras y compañeros de Radio Onda Rossa y de los movimientos romanos en general, en el barrio de San Lorenzo, que han despedido a Salvatore Ricciardi con la que es, de facto, la primera manifestación política en la calle desde el inicio de la emergencia.

Ricciardi 3
Barrio de San Lorenzo, Roma, 11 de abril de 2020. Un enorme despliegue policial bloquea las calles del barrio para identificar a los participantes del funeral de Salvatore Ricciardi.


Salvatore Ricciardi, de 80 años, era un pilar de la izquierda antagonista romana. Expreso político, durante muchísimos años se ha ocupado del tema carcelario, de las luchas en las cárceles y las condiciones de los presos. Lo ha hecho en algunos libros y en innumerables retransmisiones en Radio Onda Rossa –que ayer le dedicó un conmovedor directo de cuatro horas–, y ha seguido haciéndolo, hasta hace pocos días, en su blog Contromaelstrom, escribiendo de encarcelamiento y coronavirus.

Sobre los eventos de esta mañana se leen ya titulares de condena en la prensa mainstream. En esta llamada telefónica de una redactora de Radio Onda Rossa se puede escuchar [en italiano] una crónica más ajustada a la realidad, y acompañada por importantes valoraciones.

Entre otras cosas, la compañera señala que «tenemos filas kilométricas delante de las carnicerías todos los días, ¿y ni siquiera se puede despedir a los muertos? […] Estamos al aire libre, había pocas personas, en Roma no es obligatorio llevar mascarilla y aún así muchas la llevaban…». Y, a pesar de todo, la policía ha amenazado con utilizar los cañones de agua para disolver el rito fúnebre. La parte del barrio en el que se ha desarrollado la sediciosa concentración ha sido acordonada y todos los presentes han sido identificados.

Están preparados para usar instrumentalmente las normas sanitarias con el objetivo de impedir protestas y luchas colectivas

Durante esta emergencia hemos visto muchas escenas surreales –por poner solo un ejemplo, hoy mismo un helicóptero ha alzado el vuelo, derrochando dinero público a raudales, para echar de una playa siciliana a un solo ciudadano que paseaba–, pero el nivel de esta mañana todavía no se había alcanzado.

Salvatore Ricciardi
Salvatore Ricciardi. Wu Ming


Por nuestra parte, solo podemos decir chapó y expresar nuestra solidaridad a quienes han corrido y corren aún graves riesgos por reivindicar su derecho a vivir juntos –en el espacio público que han atravesado desde siempre con sus cuerpos y que han llenado con sus vidas–, junto con el dolor y el luto por la pérdida de Salvo, pero también la felicidad de haberlo tenido como amigo y compañero.

«Porque los cuerpos volverán a ocupar las calles.
Porque sin los cuerpos no hay Liberación.»

Esto escribíamos ayer, publicando el Canto del campo di el-‘Aqila. Repetimos nuestra convicción: sucederá. Y lo teme también el gobierno: ¿será casualidad que precisamente hoy Lamorgese [ministra del Interior, N. del T.], se ponga en guardia contra los «focos de expresión extremista»? En su llamada, la redactora de Radio Onda Rossa dice que la actual situación durará, grosso modo, un año y medio. Quien está en el poder querría que durante ese año y medio no existiera la posibilidad de protestar. Están preparados para usar instrumentalmente las normas sanitarias con el objetivo de impedir protestas y luchas colectivas. Gestionar la recesión con los derechos civiles sub judice representa un ideal para quien gobierna.

Desobedecer normas absurdas es legítimo

Señalamos una vez más que, mientras se mantiene a una población en arresto domiciliario, se impiden funerales, se prohíbe de iure o de facto tomar una bocanada de aire –un caso casi único en todo Occidente, a excepción de España– y se culpabilizan conductas como correr, salir «sin motivo», hacer la compra «demasiadas veces»; mientras se tiene en pie ese espectáculo de tres al cuarto, Italia sigue siendo el país con la mayor mortalidad por COVID-19 de Europa. A pesar de todos los que se han llenado la boca de un «modelo Italia» que el resto de los países querría imitar. ¿Quiénes son los responsables de tal destrozo? Responder no es tan difícil: quienes no han establecido a tiempo un cordón sanitario en Alzano y Nembro [pueblos de la provincia de Bérgamo identificados como focos iniciales de la epidemia, N. del T.] porque la patronal no quería; quienes han infectado los hospitales mediante una serie impresionante de errores; quienes han transformado las residencias de ancianos en lugares de muerte en masa por Coronavirus. Y también quienes, mientras todo eso sucedía, han desviado la atención hacían auténticas tonterías y comportamientos inocuos, utilizando multitud de chivos expiatorios. Esas sí son conductas culpables, criminales.

En todo el mundo la emergencia del Coronavirus resulta una ocasión de oro para restringir los espacios de libertad, ajustar cuentas con los movimientos sociales molestos, extraer beneficios de los comportamientos a los que la población se ve obligada, realizar restructuraciones en detrimento de los más débiles, etc.

En Italia, como suele suceder, a todo eso se le añade un extra de delirios.

La excepcionalidad de nuestro “modelo” de gestión de la emergencia se encuentra en la completa inversión de la lógica científica. Porque una cosa es imponer –a las buenas (Suecia) o a las malas (cualquier otro país)– el distanciamiento físico, necesario para reducir la posibilidad de contagio, y otra muy distinta confinar a la población en sus viviendas e impedirla salir si no es por motivos comprobables por parte de las autoridades policiales. El salto de una cosa a la otra se ha impuesto junto a la idea –infundada– de que “en espacios cerrados” se está a salvo del virus, mientras que “al aire libre” se está amenazado.

Todo lo que sabemos de este virus nos dice exactamente lo contrario, es decir, que la probabilidad de contraerlo al aire libre es inferior y que, si se mantiene la distancia de seguridad, ésta se vuelve casi nula, en comparación con los ambientes cerrados. En base a esa obviedad, la mayor parte de los países afectados por la pandemia no solo han considerado innecesario impedir a las personas salir al aire libre –como mucho han limitado el radio de tal posibilidad, como en Francia–, sino que, en ciertos casos, incluso lo han aconsejado explícitamente.

En Italia el mencionado radio es, en la mejor de las hipótesis, de doscientos metros desde la propia vivienda, pero existen ayuntamientos y regiones que lo han reducido a cero metros. Para quien vive en una ciudad, un radio semejante equivale a media manzana de calles de asfalto que, por otro lado, son mucho más propensas a las aglomeraciones respecto a un espacio abierto fuera de la ciudad. Por otro lado, para quien vive en el campo o en áreas poco pobladas, un radio de doscientos metros resulta igualmente absurdo, puesto que la probabilidad de encontrarse con alguien y de tener que pasar cerca es infinitamente menor que en un centro urbano.

Pero no solo: hemos visto que poquísimos países han introducido la obligación de tener que justificar la propia presencia al aire libre con un formulario de autocertificación, tickets de la compra y un preciso cálculo de las distancias con Google Maps. También éste es un pasaje importante, ya que implica poner a la ciudadanía a la merced de la policía.

Hemos recogido casos de personas hipertensas con prescripciones médicas que recomendaban el movimiento cotidiano por motivos de salud ser multadas con 500 euros; o personas multadas porque paseaban con la compañera embarazada, a la que el médico había aconsejado caminar. La lista de abusos y estupideces es larga, en nuestro blog hemos coleccionado muchísimas.

La incertidumbre jurídica, el comportamiento arbitrario de la policía y la limitación ilógica de comportamientos para nada peligrosos son elementos esenciales del Estado policial.

Tener que respetar una norma ilógica, irracional, es el ejercicio de obediencia y sumisión por antonomasia.

Nunca será «demasiado pronto» para rebelarse a esa obligación.

Hay que hacerlo ahora, para que después no sea demasiado tarde.

Giap
El presente artículo es una traducción libre de Pedro Castrillo de un post publicado en el blog Giap, coordinado por el colectivo de escritores Wu Ming. La difusión de todo su contenido, incluido el presente artículo, está regulada por una licencia Creative Commons.
Sobre este blog
El blog de luchas sociales a lo largo del planeta, conflictos internacionales y propuestas desde abajo para cambiar el mundo. El Salto no comparte necesariamente las opiniones volcadas en este espacio.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Fronteras
Fronteras Italia libera al jefe de la policía libia acusado por homicidio, secuestro y desaparición de migrantes
El general Najeem Osema Almasri Habish, jefe de la policía de Libia, fue detenido en Italia con una orden de la Corte Internacional acusado de torturas, homicidio y desaparición de refugiados. Las autoridades italianas decidieron liberarlo
Italia
Racismo La muerte de Ramy Elgaml recrudece la indignación de la juventud migrante en Italia
La muerte de un joven de origen egipcio que vivía en Italia ha puesto de relieve las políticas de exclusión y de mano dura policial que sufren los jóvenes migrantes en este país.
#57552
18/4/2020 20:51

No sé en qué tipo de disidencia encajan los rebeldes de Ohio y Michigan.

2
1
#57538
18/4/2020 19:10

Gracias, gracias, gracias por el artículo.
¡Arriba la disidencia!

1
1
Sobre este blog
El blog de luchas sociales a lo largo del planeta, conflictos internacionales y propuestas desde abajo para cambiar el mundo. El Salto no comparte necesariamente las opiniones volcadas en este espacio.
Ver todas las entradas
Hidrógeno
Descarbonización Los planes de expansión del hidrógeno en Europa chocan con la falta de energía verde para producirlo
La escasez de hidrógeno producido con renovables y el exiguo desarrollo del aluvión de proyectos anunciados ponen en entredicho la estrategia de descarbonización en Europa, según un informe de Global Energy Monitor.
Pensiones
Revalorización de las pensiones Los pensionistas no se fían y salen a la calle tras el rechazo al decreto ómnibus
Coespe convoca a manifestarse este viernes 31 frente a la sede del PP tras la “posición negativa de la derecha ultranacionalista, sea española o catalana”.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Sin materiales, sin protección adecuada y sin financiación: los bomberos de Madrid denuncian “abandono”
La contaminación de los equipos de protección de cinco bomberos en un incendio en una nave de reciclaje hace levantar de nuevo la voz de los sindicatos, que ya tienen denunciada ante el TSJ de Madrid, la falta de financiación.
Cine
El Salto recomienda Diez películas y series en Filmin para acercarse a la diversidad de Andalucía
Una selección realizada por la periodista de El Salto Aurora Báez Boza sobre las mejores películas y series para descubrir las diversidades que habitan dentro de Andalucía
Salario mínimo
Pacto bipartito Trabajo y sindicatos acuerdan la subida del salario mínimo en 50 euros sin el apoyo de la patronal
Díaz anuncia un acuerdo con los sindicatos que llevará al Congreso de Ministros de forma “inminente” la propuesta del Ministerio de Trabajo. Los sindicatos proponían una subida de 66 euros y la patronal, de 34 euros.

Últimas

Madrid
Justicia El fiscal general del Estado, en el alambre, declara como investigado ante el Supremo
Álvaro García Ortiz acude al alto tribunal a explicar su versión de las filtraciones denunciadas por el entorno de la pareja de Isabel Díaz Ayuso. Es la primera vez que un fiscal de su categoría declara como investigado.
Energías renovables
Energías renovables en Madrid El Centro Cultural Palomeras quiere ser autosuficiente, los préstamos de sus vecinos pueden conseguirlo
Una universidad pública y una cooperativa de energías renovables lideran el proyecto de préstamos que quiere convertir en autosuficiente al histórico centro educativo vallecano, y que busca reunir 150.000 en financiación ciudadana a un interés ético.
Israel
Sionismo Maccabi - Baskonia: no colaboremos con la banalización del mal
El partido de basket en Gasteiz es una oportunidad de oro para mostrar nuestra determinación a no contribuir al blanqueamiento del Estado genocida de Israel, oponiéndonos decididamente
Crímenes del franquismo
Víctimas de la dictadura Admitida a trámite otra querella por los crímenes del franquismo en Madrid
Carlos Serrano Suarez denuncia que fue sometido a torturas por parte de cinco policías de la Brigada Político Social. El juzgado número 41 ha decidido abrir el caso, algo que desde CEAQUA califican como “excepcional”.
Más noticias
Dana
Tres meses de la dana “Aquí no llovió casi nada”
VV.AA.
Un vecino de Benetússer explica cómo la riada arrasó y cambió para siempre las vidas de miles de personas.
Opinión
Opinión Monetizadores de la estupidez
Ser un chalado anticiencia puede llevar a pasearte por radios, televisiones y streamings porque eres rentable para gente sin un mínimo de ética periodística.

Recomendadas

Crímenes del franquismo
Isabel Alonso Dávila “El franquismo fue una máquina de fabricar miedo y dolor hasta el final”
Detenida en Granada en 1974 y 1975 por su vinculación con el movimiento estudiantil antifascista de la época ha presentado la primera querella en Andalucía por Crímenes contra la Humanidad en la dictadura franquista
Jaén
Andalucía Lopera no quiere que Greenalia especule con sus olivos
Decenas de pequeños olivareros de la Campiña Norte de Jaén podrían perder sus terrenos en beneficio de una empresa que quiere talar los árboles para instalar siete parques fotovoltaicos.
Redes sociales
Nuevas normas Meta abraza el discurso de odio y desafía la normativa anti discriminación
La plataforma de Mark Zuckerberg anunció cambios en sus normas: cuando empiecen a aplicarse, los comentarios misóginos y LGTBIAQ+fobos no violarán su política, pero existen herramientas para denunciar el discurso de odio.
Cómic
Cómic Cómo la gentrificación del webcómic explica el estado de internet y de la cultura actual
Las nuevas generaciones leen viñeta a viñeta en la pantalla del móvil y las plataformas rentabilizan la parte del león de las visitas e influyen en el tipo de historias y estilos que se leen o no.