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Energías renovables
El Centro Cultural Palomeras quiere ser autosuficiente, los préstamos de sus vecinos pueden conseguirlo
150.000 euros, cuatro meses y el proyecto de convertir a un colegio de Vallecas en autosuficiente y sostenible con energías renovables gracias a pequeños préstamos éticos, desde 20 euros por parte de estudiantes universitarios hasta lo que cada uno pueda si desea usar sus ahorros para ayudar a la transición energética… y obtener una pequeña rentabilidad.
La Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y la cooperativa de renovables Ecooo se han unido con el Centro Cultural Palomeras, una cooperativa de docentes que nació cuando este barrio de Vallecas era un chabolismo, para conseguir que este sustituya sus dos calderas de gas por placas fotovoltaicas e instalaciones de aerotermia que rebajen su consumo, sus emisiones, mejoren la vida de profesorados y alumnado… y reduzcan facturas. Todo en un proyecto que implica a la comunidad tanto educativa como vecinal.
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“En el modelo de autosuficiencia energética, de transición, los colegios son un espacio fundamental, entre otras cosas porque actualmente tenemos colegios muy mal climatizados”, explica Genoveva López, de Ecoo, la compañía de instalaciones fotovoltaicas, consultora y también vehículo de inversión en renovables que se encarga del proyecto.
En el caso de la fotovoltaica “ahorran mucho porque el grueso de sus actividades las realizan en horas de sol, así que reducen su consumo entre un 60 y un 70%”. Pero, añade López, “también tienes la parte educativa. Así que cumples tres objetivos: menos emisiones, les das mayor confort a los niños y a la gente que trabaja en los centros y tienes pedagogía”.
El colegio nació en los primeros 70, casi con el barrio, cuando, como se ha visto en documentales recientes como ‘Un hombre sin miedo’ (2024), de Juan Luis de No, o ficciones basadas en hechos reales como ‘El 47’ (2024), de Marcel Barrena. Cuando la inmigración interior en busca de trabajo en la gran ciudad levantaba chabolas durante la noche porque, por ley, si tenían techo por la mañana no se las podían tirar.
“En aquél entonces el cole nace un poco así. Un grupo de profesores y profesoras daban clases a los hijos de la gente recién llegada, que dejaba a los niños allí mientras iba a trabajar, pero también ayudaba a que las aulas estuviesen en buen estado, a la limpieza… y hasta a fabricar las estanterías”, Elena García Rodríguez, coordinadora ambiental del Centro Cultural Palomeras.
AURORA, proyecto europeo
Con la urbanización reglada de la zona, ya en democracia, se trasladó hace ya 40 años a su actual situación, en suelo del IVIMA, y se presenta como “un centro concertado con espíritu público, porque tenemos un papel dentro del barrio”, que mantiene todavía su modelo de cooperativa de profesores y profesoras. Abarca de infantil a la ESO, toda la educación obligatoria, y ha sido pionero en la región en atención a alumnos de necesidades educativas especiales.
El proyecto europeo tiene el objetivo “ de crear la primera generación de ciudadanos con huella de carbono cercana a cero” y hacer es que la gente se involucre en el cambio de su entorno
El origen de todo es un proyecto europeo: AURORA (Achieving a new European Energy Awareness, que podríamos traducir como ‘Conseguir una nueva conciencia energética europea’), que busca transformar Dinamarca, Inglaterra, Portugal, Eslovenia y España “con el objetivo de crear la primera generación de ciudadanos con huella de carbono cercana a cero”. La danesa Universidad de Aarhus, por ejemplo, ha ejecutado un proyecto similar con la financiación de 140 ciudadanos comunes.
AURORA se basa en darle el protagonismo a los ciudadanos mediante diferentes estrategias, como la creación de comunidades energéticas. Ana Belén Cristóbal, profesora investigadora de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y coordinadora del proyecto en España, explica a El Salto que inicialmente lo que ahora es el proyecto fotovoltaico del Centro Cultural Palomeras iba a darse en la propia politécnica, “pero por problemas legales no se podía hacer, como tampoco con el Ayuntamiento de Madrid… o colegios públicos”.
La solución fue el Palomeras, “¿por qué? Porque el objetivo es hacer es que la gente se involucre en el cambio de su entorno. Y habíamos implicado a los alumnos de la Politécnica, así que nos fuimos a hablar con un colegio que está muy cerquita del Campus Sur, a menos de un kilómetro, y que lleva aquí toda la vida. Este campus es de 1971 y ellos de 1972. Y los dos estamos implicados en la vida de la propia Vallecas”, explica.
¿Por qué se puede hacer en un centro concertado y no es un público? Porque estos pagan sus suministros, y si obtienen ahorros, pueden devolver a la gente que ha invertido sus préstamos.
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“Lo que proponemos a mucha gente es que, en lugar de tener sus ahorros en el banco y financiar no se sabe qué inversiones, los use en proyectos de transformación social...”, añade Genoveva López, de Ecooo
“Donar, dona quien le sobra”
El modelo que ejecutan empresas como ECOO es de préstamo ético, “no crowdfunding o donación”, añade Genoveva López. “Donar, dona quien se le sobra. No creemos en modelos de filantropía. Lo que proponemos a mucha gente es que, en lugar de tener sus ahorros en el banco y financiar no se sabe qué inversiones, los use en proyectos de transformación social, en la que va a recibir una pequeña rentabilidad. Apoyas la transición energética y otros modelos económicos. En este caso, una rentabilidad de 1,5% antes de impuestos.
En estos momentos ya tienen 45.000 euros de financiación asegurados, frente a 50.000 que cuesta la instalación de placas solares. El plazo es hasta abril, así que llegar a los 150.000 totales no parece imposible. Además de actuaciones para dar a conocer el proyecto y buscar inversiones, se están haciendo reuniones con comercializadoras éticas de energía renovable. El objetivo final es, mediante una instalación de aerotermia, poder sustituir las calderas de gas y complementarse con el suelo radiante y los radiadores para enfriar en verano y calentar en verano el centro.
“Fuimos a hablar con ellos, los conocimos y vimos los programas que ya tenían implementados para concienciar sobre el cambio climático”, explica Cristóbal, de la Politénica. “Y ya está, eran perfectos. Así que les hicimos el estudio de qué se podría hacer: usar el tejado para fotovoltaica y complementarlo con aerotermia. Reemplazar las dos calderas de gas que tienen, o al menos una”.
“Cuando nos lo propusieron desde la universidad vimos que encajaba con nuestro proyecto, porque partía de hacer conciencia ciudadana y con el espíritu de colaboración, explica Elena García, del Centro Cultural Palomeras
“Cuando nos lo propusieron desde la universidad vimos que encajaba con nuestro proyecto, porque partía de hacer conciencia ciudadana y con el espíritu de colaboración que siempre ha tenido el Centro Cultural Palomeras”, explica García. El colegio ya participaba en programas de concienciación sostenible de la Comunidad de Madrid o el Ayuntamiento y tenía iniciativas de reciclaje, reutilización de materiales o creación de espacios verdes o renaturalización en sus patios.
La docente aclara que “esto era un proyecto mucho más grande, de otra índole y con un presupuesto económico que a nosotros se nos escapaba. Hasta que no nos han hecho el estudio y nos han presentado un poco las opciones que teníamos y hemos empezado a pedir ayuda económica a todo el mundo que quisiera participar, pues estábamos en ello, pero no en algo tan grande como esto”.
Añade que “en los primeros años económicamente no lo vamos a notar tanto, porque habrá que devolver las inversiones, pero es algo a largo plazo”. Un colegio “tiene un consumo muy alto, pero sobre todo de calefacción. Al ser un centro grande, donde se abren y cierran mucho puertas y ventanas, para mantenernos calientes se hace un gasto muy grande. Tenemos una caldera que gracias a Dios lleva muchos años con nosotros y siempre estamos ahí en plan, ‘que nos dure, que nos dure’. Pero cuando hace frío el gasto se dispara. Así que se va a notar, claro que sí”.
Genoveva López, de ECOO, recuerda que para completar la financiación han contactado con asociaciones vecinales, antiguos alumnos del centro e incluso Bukaneros, la célebre peña del Rayo Vallecano. “Vallecas le da un plus por ese componente de barrio luchador, que ha movido mucho servicio público desde la autogestión y la contestación, por lo que es el lugar ideal para un proyecto de movilización ciudadana de este tipo”.