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Italia
La muerte de Ramy Elgaml recrudece la indignación de la juventud migrante en Italia
—¡Joder, no se han caído!
—¡Córtales el paso, venga que se cae, nooo, mierda, no se han caído!
—¡Ha perdido el casco!
[…]
— ¡Se han caído!
—¡Bien!
En su edición de la noche, el telediario del tercer canal de la RAI difundía el martes 7 de enero un vídeo grabado desde un vehículo de los Carabinieri en el que se observaba la persecución que tuvo lugar la noche del 23 de noviembre a Ramy Elgaml y Fares Bouzidi, dos chavales de 19 y 22 años de Corvetto, un barrio de la periferia de Milán. Ambos huían en moto tras haberse saltado un control policial.
Durante los ocho kilómetros que duró la persecución, los carabineros golpearon en dos ocasiones la Yamaha T-Max conducida por Fares. Tras el primer golpe, el joven conductor —desprovisto de carné de conducir— consiguió mantener el control. Unas decenas de metros más adelante, Ramy perdió su casco en un bandazo, hecho del que, como demuestra la grabación, se dieron cuenta los perseguidores, sin que esto les provoque aparentemente ningún tipo de preocupación por el joven.
En noviembre, la muerte de Ramy hizo que explotara la rabia en el barrio de Corbetto, produciéndose fuertes enfrentamientos entre la policía y jóvenes del barrio
Minutos después, tras una segunda embestida y para gran satisfacción —explícita— de los carabineros, la moto cae al suelo. Ramy golpea violentamente la cabeza contra el asfalto, motivo por el cual morirá pocas horas después en el Policlínico de Milán. Fares, en coma, es trasladado al hospital San Carlo, donde no recobrará la conciencia hasta una semana más tarde. Actualmente el joven de origen tunecino está imputado, acusado de homicidio en la carretera y resistencia a la autoridad.
Por otro lado, en las imágenes difundidas por la televisión pública italiana se observa cómo, tras la segunda embestida, dos carabineros se acercan y hablan con un joven que pasaba por allí, el cual declarará más tarde a varios medios que lo había grabado todo, pero que los agentes le ordenaron borrar el vídeo.
“Estas protestas cuentan algo que va más allá de Corvetto: nos hablan del racismo sistémico y del clasismo que permea nuestra sociedad”, ha denunciado Ilaria Salis
En noviembre, la muerte de Ramy hizo que explotara la rabia en el barrio de Corbetto, produciéndose fuertes enfrentamientos entre la policía y jóvenes del barrio. Tras los disturbios, el ministro del Interior Piantedosi se reunió con el prefecto de Milán. «La llegada de refuerzos es inminente, entre finales de diciembre y enero […] llegarán 600 agentes extra —declaraba el ministro tras el encuentro—, un beneficio significativo en términos de control del territorio. Ya había sido programado, independientemente de los recientes sucesos». El 30 de noviembre, cientos de personas se manifestaron en el periférico barrio milanés bajo el eslogan «Verdad para Ramy». Gracias a estas movilizaciones, el asunto consiguió penetrar en el debate público. Actualmente, hay varios agentes investigados por la Fiscalía acusados de homicidio en carretera y ocultación de pruebas, mientras que los abogados de la familia de Ramy insisten en que se trató de un homicidio voluntario.
Tras la difusión del vídeo la semana pasada, las protestas se han reactivado, esta vez saliendo de los límites de Corvetto. El jueves, dos manifestaciones, en las que participaron cientos de personas, atravesaron las calles centrales de Milán y Turín, «por Ramy y todas las muertes de Estado». El sábado se organizaron manifestaciones aún más numerosas en Brescia y Roma. En varias de ellas se han producido enfrentamientos con la policía, con cargas y lanzamiento de gases lacrimógenos. Como respuesta, representantes de la coalición de gobierno han anunciado que intentarán acelerar la tramitación del tristemente famoso «Decreto Seguridad 1660» (DDL1660), una reforma penal y administrativa que muchas voces críticas consideran un auténtico paso adelante hacia el Estado de policía.
Pensamiento
William I. Robinson “Hay un desfase entre unas masas sedientas de cambio radical y un proyecto izquierdista transnacional viable”
El enemigo necesario
La mayoría de grandes periódicos italianos han tratado de dar una imagen muy concreta de Ramy y Farez, subrayando el hecho de que ambos tenían antecedentes penales y hablando —con auténtico desprecio por la presunción de inocencia— de los objetos que se les encontraron tras la persecución, “de proveniencia desconocida, probablemente procedentes de algún robo”. Por otro lado, distintas voces han denunciado el ensañamiento que demostraron los agentes durante la persecución, indicando que puede hablarse con pocas dudas de un caso de perfilado racial, esto es, la aplicación de un criterio por el cual las características físicas, la forma de vestir o de hablar de una persona constituyen elementos predictivos de una identidad criminal. Una tendencia común a todos los países europeos.
La muerte de Ramy puede verse como la punta del iceberg de un conflicto social que, en los últimos años, se ha recrudecido en el país transalpino. Tal y como explicaba un representante del colectivo Jóvenes Palestinos durante la manifestación en Corbetto, “Ramy representa una narración más amplia contra el racismo y el clasismo. No se trata solo de una vida perdida, sino de una lucha continua por la igualdad”. El joven de origen egipcio era un “italiano sin nacionalidad”, igual que otros cientos de miles de jóvenes que nacen y crecen en Italia y que, no obstante, están legalmente imposibilitados para solicitar la nacionalidad italiana antes de los 18 años. Una legislación migratoria que, al mismo tiempo, concede automáticamente la nacionalidad a cualquier persona que demuestre tener un antepasado con nacionalidad italiana, aunque la persona en cuestión no haya pisado en su vida el suelo del país transalpino.
En la misma línea abundaba la eurodiputada antifascista Ilaria Salis en un post publicado en sus redes: “Estas protestas cuentan algo que va más allá de Corvetto: nos hablan del racismo sistémico y del clasismo que permea nuestra sociedad, el cual se manifiesta en la falta de oportunidades para quienes viven en la periferia y, a menudo, en abusos de poder. La juventud proletaria y mestiza de los barrios populares ha alzado la voz, rechazando que se les trate como a ciudadanos de segunda clase”.
El tratamiento mediático e institucional de la muerte de Ramy también nos habla de cómo el poder político gestiona determinados consensos sociales. Según el investigador social Tommaso Sarti, el caso de Ramy se coloca en un contexto más amplio de construcción de retóricas y lógicas securitarias que presentan a ciertos sujetos a través de estereotipos, con el objetivo de crear un “enemigo necesario” para fortalecer la comunidad “interna” en tiempos de crisis, así como para tapar la violencia policial que se produce de forma cotidiana en los barrios periféricos, especialmente contra personas jóvenes y migrantes.