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Racismo
Las Vidas Negras Importan solo cuando están en EE UU
La reciente ola antirracista que se ha expandido en manifestaciones y marchas por todo el mundo reproduce la lógica centro-periferia, exigiendo justicia por la gente racializada del norte, olvidando los muchos asesinatos racistas cometidos en los sures.
Hay sures dentro de los sures. Hay negros y negros. Lesbianas y lesbianas, marikas y marikas. Pobres y pobres. Decir que todas las vidas racializadas en el mundo sufren la misma opresión debido a la estructura global racista es un error. Decir que habitamos un mundo configurado en lógicas de organización social racistas sin hacer la debida lectura sobre las brechas de valor entre las vidas racializadas ubicadas en los nortes y las vidas situadas en los sures de la periferia del mundo también sería un grave error de análisis.
Debemos llevar esta reflexión al campo de la economía, y la pensamos desde la teoría “Sistema – Mundo” de Wallerstein (1970), donde el mundo opera desde los polos: centro (países sobre-desarrollados, potencias tecnológicas, económicas y militares) y periferias (países subdesarrollados, de subsistencia, no tecnológicos, rurales y agrícolas), los cuales funcionan a través de una dañina relación tóxica de explotación de los primeros hacia los segundos, y donde existe también una semi-periferia (economías emergentes) que explota a los segundos, pero son dominadas por los primeros. Con el riesgo a equivocarme en la lectura de este enfoque, quisiera entender que dentro de la subalternidad, dónde se construye la “otredad” como negra, india, racializada, no ilustrada, empobrecida, no cisheterosexual y feminizada, existen “otros” de primera (semi-periferia) y “otros” de segunda (periferia).
Parece que las vidas negras que importan son las vidas geopolíticamente localizadas en los centros del mundo, a pesar de que sean vidas subalternas dentro del marco de la alteridad del norte económico.
Es decir, parece que las vidas negras que importan son las vidas geopolíticamente localizadas en los centros del mundo, a pesar de que sean vidas subalternas dentro del marco de la alteridad del norte económico. Aunque existen movimientos postcoloniales en lugares como Asía, África y anticoloniales/decoloniales en territorios como América Latina, que vienen denunciando las crisis, las democracias fascistas, los regímenes dictatoriales y las políticas racistas de los Estados criollos de la región, con profunda historicidad, parece que los temas de racismos y discriminación racial, solo son escuchados cuando son pronunciados por voces gringas y con hashtags taquilleros como #BlackLivesMatter.
Lo que nos lleva a decir, que dentro de esta ola de recientes movimientos (muchos asimilados por la moda activista del capital, que solo le vemos la cara por medio de la pantalla y los reflectores de Instagram y Twitter) y el despertar de voces antirracistas, que se han hecho presentes en marchas y manifestaciones públicas para pedir justicia por asesinatos como el del #GeorgeFloyd, solo alzan la voz cuando se trata de una víctima norteamericana, y no por la violencia generalizada y los asesinatos ocurridos en territorios otros, ubicados en los sures, como en México, Brasil, Colombia o República Dominicana. Parece que lo único que enciende la llama y el clamor de justicia global, provocando la activación simultánea de marchas y el derribamiento de monumentos coloniales, es cuando se apaga una vida subalterna del norte.
Hace unos días, en México masacraron a 15 personas de la comunidad indígena Ikoot de Huazantlán de Rio, en la región del Istmo de Tehuantepec, entre las cuales había dos mujeres —por cierto, no escuchamos a las feministas blancas pronunciarse con la misma vehemencia con la que se oponen al trabajo sexual—. La cuestión es que frente a este acto genocida y de extrema crueldad, no vimos a los movimientos antirracistas indignarse con la misma furia y llamar a una acción contra el racismo estructural que arrebató estas vidas indígenas.
No veo movilizarse a la gente, en especial a las muchas personas gringas que se congregaron en el Ángel de la Independencia y próximos a la Embajada de los Estados Unidos en la Ciudad de México el 4 de junio con velas en las manos, diciendo #BlackLivesMatter en homenaje al afroamericano #GeorgeFloyd. En el acto, denuncié la necesidad de que la gente blanca se encargue de sus privilegios y de la obligación de no solo hablar de las vidas negras que sufren por el racismo estructural en el norte del mundo, sino también de la necesidad de indignación y solidaridad encarnada, por la violencia cotidiana y el asesinato sistemático de vidas prietas, negras, indias y racializadas en México, en la región y en otros lugares periféricos del planeta.
¿Será casualidad que solo el mundo habla de racismo cuando son las vidas racializadas del norte las que lo sufren? Porqué no hablamos y tenemos la misma indignación por las 72 personas migrantes centroamericanas masacradas, torturas y asesinadas en Tamaulipas, gente racializada, precarizada y empobrecida que cruzaron el territorio mexicano en condiciones no-humanas, y que después de 10 años, aún sus muertes no solo siguen en total impunidad, sino que tampoco despiertan la más mínima indignación y rabia.
¿Por qué razón un hombre negro migrante muere en México por causa de la brutalidad policial, y la gente no hizo un llamado nacional? ¿porqué el mundo no hizo convocatorias conjuntas para alzar la voz en busca de justicia?
¿Por qué no salimos a pedir justicia por el hombre haitiano que el pasado 9 de enero de 2020, fue arrestado por elementos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana Municipal (SSPCM), cuando sufría un ataque de asma, recibiendo palos, golpes y malos tratos, hasta que terminó muerto? ¿Por qué razón un hombre negro migrante muere en México por causa de la brutalidad policial, y la gente no hizo un llamado nacional y porqué el mundo no hizo convocatorias conjuntas para alzar la voz en busca de justicia? ¿Por qué no se prendieron velas en el Ángel y en todo el planeta, y porqué no se dijo en una misma sintonía #BlackLivesMatter?
La lista es interminable, en México la crisis y la violencia contra personas racializadas es una constante. Dónde se niega lo indio y lo negro, como parte elemental de la construcción identitaria del país, siempre racista y aspiracional a lo blanco-moderno. Un país donde la blanquitud garantiza mayor acceso a derechos y oportunidades.
Estamos justo en México, donde la población indígena es la más pobre del territorio, dónde asesinan a líderes de comunidades indígenas por defender la autodeterminación y sus derechos colectivos frente a capitales extractivistas de saqueo por medio de megaproyectos de explotación traídos por empresas canadienses, estadounidense y europeas, en una clase de neocolonización. ¿Dónde está la gente, en especial la gringa, europea y blanca, que han hecho suya la consigna #BlackLivesMatter movilizándose contra las empresas propias que exportan a la periferia proyectos mineros, de construcción de aeropuertos, autopistas, presas hidroeléctricas, parques eólicos y acueductos? ¿Dónde están? ¿Por qué no hablan? ¿Acaso a las personas indígenas que asesinan de mano de actores estatales y paraestatales, por la defensa de sus territorios no son crímenes racistas? ¿Por qué no hay una manifestación global y simultanea denunciando esto?
Estamos justo en México, donde la población indígena es la más pobre del territorio, dónde asesinan a líderes de comunidades por defender la autodeterminación y sus derechos colectivos
No veo la misma indignación por los asesinatos de líderes indígenas en la Amazonía, los cuales han aumentado en estos últimos diez años. Tan solo los asesinatos de personas indígenas representan un 37% de todos los asesinatos en zonas rurales de este año, comparado con el 7% de 2018 en Brasil. Ante este panorama de violencia institucional ¿Por qué no salimos a nivel global por el asesinato de Erisvan Guajajara, joven indígena de 15 años, quien fue encontrado muerto con múltiples puñaladas en la Amazonía brasileña? ¿Acaso la violencia sistémica y estructural que sufren comunidades indígenas, negras y racializadas en la región no son suficiente racismo? ¿Acaso las narrativas inscritas en el discurso hegemónico de derechos civiles y segregación racial de los EE UU, es el único discurso válido para reivindicar los derechos de la gente negra y llamar a la acción global usando las palabras #BlackLivesMatter?
No sé por qué aún no salimos diciendo #BlackLivesMatter con la misma intensidad que lo hacemos cuando matan a un afroamericano, con la grave situación de discriminación racial de personas de ascendencia haitiana en República Dominicana o con el caso Anderson Arboleda, joven negro, colombiano, de 24 años y que recibió una golpiza de parte de un policía hasta morir.
Denuncio como heredero colonial e infectado por el universalismo de la razón neoliberal blanca, toda instauración de un discurso mainstream que dentro de la subalternidad, pone en el centro la experiencia de las vidas negras del norte geopolítico, e invisibiliza las experiencias otras de negritudes situadas y sus procesos de racialización contextualizada de paisajes periféricos en las geografías de los sures. Gente prieta, negra, marrón y pobre que no vive en Europa ni en Estados Unidos, por lo que sus muertes no son lo suficientemente indignantes para movilizar protestas globales.
Los casos son numerosos, y no podríamos agotar aquí las muchas muertes de personas negras y racializadas que son brutalmente asesinadas por lógicas racistas, en territorios del sur global y que no despiertan la misma indignación que cuando esto sucede en países centrales. Con esto no niego la solidaridad transnacional con nuestros hermanes negres sin importar la nacionalidad o lugar, porque creo también que el racismo es estructural y eso lo convierte en asunto global presente en toda la organización del mundo. Lo que sí me gustaría, es ver la misma rabia y llanto mundial, cuando asesinan a vidas racializadas en espacios no fijados en los centros económicos del planeta. Ojalá que realmente todas las vidas negras importen.
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Tema interesante, aproximación necesaria, redacción atroz.
El "academiqués" para los papers.