Opinión
Vox y los negros

Que la extrema derecha no es única depositaria del racismo en nuestras sociedades es una obviedad que el movimiento antirracista no se cansa de señalar. En su obra ‘Infiltrado en Vox’, el periodista Moha Gerehou aborda esta evidencia con desparpajo.
Moha Gerehou obra
El periodista Moha Gerehou en la obra ‘Infiltrado en Vox’.
Sarah Babiker
21 mar 2025 10:12

El pasado enero, el provocador Bertrand Ndongo acosaba a la periodista Ana Pardo de Vera hostigándola micrófono en mano mientras ella entraba en un evento. Harta de lo que se ha convertido en un práctica habitual de este y otros agitadores de extrema derecha, la comunicadora se hizo con el micrófono y lo arrojó al suelo, ante el desconcierto de su acosador. Este acto de Pardo de Vera conectó con el hartazgo de muchas personas hastiadas con el personaje, que expresaron su apoyo en las redes sociales, celebrando que por fin se le pusiera límites. Muchos de los mensajes, sin embargo, mostraban otro gran abismo que, no menor al del avance de la extrema derecha, atenaza cualquier proyecto de sociedad igualitaria y justa. Traían consigo un racismo social que, una vez convertido Ndongo en una caricatura, puede emerger sin reparos desde el mismo campo que dice oponerse a la extrema derecha.

Antiguo asesor de Vox, el mismo Ndongo se ha denominado a sí mismo como el “negro de Vox”. Ridiculizado por una posición política que parece contradecir sus intereses, el camerunés, en el episodio del pasado enero, era llamado de nuevo “Mondongo” en tono jocoso, mientras que algunos tuiteros le invitaban a irse a su país. Pensar que una persona racializada no puede ser racista y criticarla asimismo tirando de repertorio racista muestra algunos rasgos menos evidentes de cuán arraigada está la cuestión racial en nuestras sociedades. 

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“Esa idea de que ser negro te hace antirracista o ser migrante te hace antirracista, está cambiando porque estamos viendo ejemplos por todas partes”, explica el periodista Moha Gerehou. Este activista señala cómo “personas racializadas y migrantes que son difusores paladines de los discursos racistas” conviven con la presencia de políticos descendientes de la inmigración en gobiernos que hacen bandera de vulnerar los derechos de las personas migrantes. “Por desgracia, la era Trump nos ha mostrado que ser una persona racializada no te convierte en antirracista”, concluye.

Porque es necesaria la pedagogía antirracista, Gerehou desbordó ya su faceta de periodista, escribiendo el libro Qué hace un negro como tú en un sitio como este (Península, 2021). El año pasado estrenó un nuevo “dispositivo” con el que aportar a la agenda antirracista: un monólogo teatral para el que tiraba de esa idea desconcertante de “el negro de Vox”, para imaginarse cómo sería infiltrarse en las filas del partido de extrema derecha. Infiltrado en Vox, que es como se llama esta propuesta, ha sido representada desde entonces numerosas veces en el Teatro del Barrio, a donde volverá pronto. Antes de ello, la obra viajará en el mes de abril al Miteu de Ourense.

Pensar que una persona racializada no puede ser racista y criticarla tirando de repertorio racista muestra cuán arraigada está la cuestión racial en nuestras sociedades

Encontrarse cara a cara con el público, interpelarle con humor, pero también con preguntas incómodas, tal vez abra vías de comunicación para las que el periodismo se nos esté quedando corto, reflexiona el comunicador. “Si bien las noticias y la información están ahí por todas partes, creo que no todo el mundo las consume de la misma manera”, explica Gerehou, que recuerda cómo en culturas como la senegalesa o la gambiana, la figura del griot transmite la información como una especie de cuentacuentos, como poesía, dinamizando otras formas de entender las cosas. En este sentido, para el periodista “aprovechar el teatro y el humor era interesante porque el humor abre puertas que de otra manera tal vez no se abrirían”, en definitiva, que el discurso antirracista puede tener un impacto diferente, llegar de otro modo.

En su espectáculo, Gerehou no se priva a la hora de usar todos los recursos a su alcance. Desde la tradición del falso documental, permite hacer un repaso de la muy reciente memoria histórica, que va desde ese congreso de Vistalegre en la que se desplegó el orgullo facha en toda su soberbia, a las distintas vicisitudes que ha atravesado la nave de la ultraderecha. No faltan tampoco los personajes periféricos que son una apuesta segura a la hora de producir sorna, como el denostado Toni Cantó. Con el espejo de la sátira, el periodista también pone de relieve cómo se ha aprovechado a Vox como depositaria total del racismo, para no tener que mirarse el propio. Entre risas cómplices y referencias a todos los tropos fachas patrios, Grande-Marlaska se codea con Abascal en su desprecio a las vidas negras. 

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Volviendo al episodio en el que un personaje de extrema derecha recibe insultos racistas, Gerehou parte de lo evidente: “Es obvio que existen manifestaciones de racismo dentro de la izquierda, tanto a nivel social como institucional o cultural. Creo que es importante ir por la vida, no pensando que por estar en un entorno de izquierda, no vamos a estar expuestos al racismo, porque se trata de una discriminación estructural como el machismo, lo encontramos en cualquier ámbito”. Gerehou lamenta que, mientras el racismo “está en el corazón” de la ultraderecha, el antirracismo está muy lejos de ocupar el centro de las prioridades del espectro progresista, y eso tiene consecuencias cotidianas en la vida de la gente.

Con el espejo de la sátira, el periodista también pone de relieve cómo se ha aprovechado a Vox como depositaria total del racismo, para no tener que mirarse el propio

En tiempos en los que vemos desatado el odio racista que justifica genocidios, masacres en la frontera o deportaciones masivas, es fundamental comunicar la urgencia de abordar la opresión racial como entramado que configura los escenarios distópicos a los que nos enfrentamos. Buscar otros lenguajes que apelen a lo de adentro, a lo humano, a lo común, quizás movilice algo dentro de las personas, que la información por sí misma no está consiguiendo conmover. Desde hace un año, Gerehou —como tantos otros vienen haciendo en espacios culturales políticamente implicados como el Teatro del Barrio— traslada al escenario, entre risas, preguntas que movilizan y hacen pensar: “Me siento sorprendido de que tantos meses después muchas personas sigan viniendo al teatro, sigan saliendo con reflexiones. No pensaba que iba a tener este recorrido, tal vez porque soy novato en este mundo”. 

Archivado en: Teatro Racismo Opinión
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Antonino
22/3/2025 16:08

Recuerdo una entrevista a un hombre negro, africano, instalado en España, en la que decía que después de salir de su país para migrar hacia aquí, andando y tal, decía que descubrió por primera vez el racismo en Marruecos.

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Luis M
22/3/2025 13:06

Todos somos racistas, no asumir este punto de partida no va a permitir superar la cuestión. Por otro lado existe un racismo mucho más profundo y visceral que el llamativo odio a los negros, es el odio a los gitanos, que se hable tan poco de esto en los debates antirracistas da idea de su absoluta marginación. Es un debate muy complejo porque está lleno de matices y no es oro todo lo que reluce. La convivencia no es sencilla en muchos casos y las sinergias de tantas culturas y civismos no siempre casan facilmente. Además de la posición ingenua de que las personas racializadas son aliados en el movimiento antirracista y por extrapolación de los movimientos emancipatorios. Los guetos más chungos de misoginia y sumisión de la mujer no se dan en las parroquias, se dan en ciertos guetos árabes. Los poquísimos gitanos que apoyan a algún partido político es a Vox. Si los extranjeros pudieran votar me temo que sería el PP el que más votos recogería.

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