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Literatura
Herramientas para saltar
Qué libro, qué discurso, qué títulos concretos son la bandera que ondea al viento del mañana.
Nuestra bandera es el libro, manifestó en la calle una minoría. Fueron días de fetichismo concentrado en esos rectángulos de tela que funcionan de capa, decoración de balcones, hatillo de filias y fobias pasados por un proceso de simplificación a veces demasiado visceral, al cabo de los cuales preguntaríamos, preguntamos, qué libro, qué discurso, qué títulos concretos son la bandera que ondea al viento del mañana.
En la novela feminista y de final feliz, aunque no ingenuo, Ann Veronica, de H. G. Wells (1909), “una tarde, en pleno silencio, la celadora oyó lanzar un grito repentino y angustioso, un inequívoco arrebato de ira:
- ¿Por qué quemé aquellas veinte libras en nombre de la virtud?”.
Este requerimiento, formulado desde prisión, funciona como el anuncio de un giro en la historia de Ann Veronica, la joven protagonista, e indica el vuelco hacia una suerte de rendición, remanso de paz aparente o sumisión al sistema que la enjuiciará y castigará por motivos hoy tan sorprendentes como el activismo por el voto y la emancipación de las mujeres.
En ese Londres con estallidos sufragistas y obreristas, la heroína luminosa de Wells, antes de pisar la cárcel, ha comprobado milimétricamente lo que significa pertenecer a una clase social más bien cómoda e hipócrita, también cómo violenta el asalto sexual de un hombre mientras insiste en su papel de servir a la dama y otro clásico patriarcal, ser su guía.
“¿Por qué quemé aquellas veinte libras en nombre de la virtud?”. En nuestra sociedad materialista la actualización de la pregunta de Ann Veronica pasaría por perder esa “virtud” sin que nadie se rasgara nada. Por su parte, el dato económico, veinte libras capaces de costear un curso de química y biología de la época, no ha perdido su vigencia al señalar el capital como el causante de los malestares padecidos por una mayoría creciente del planeta. En su intento por resolver su conflicto sistémico, la protagonista se sumerge en cuestionamientos, dudas de lo que hasta entonces conformaba un mundo estable, y vamos leyendo cómo se articula ese giro hacia la aceptación de “esto es lo que hay”, esa renuncia a la acción que desde aquí proponemos transformar.
Deslizaríamos en la escena en cuestión una herramienta para que fuera utilizada con fuerza, destreza y sentido, el libro de libros Karl Marx. Llamando a las puertas de la revolución. Antología. Edición de Constantino Bértolo (Penguin Clásicos, 2017).
Que siga ondeando esta bandera de novecientas páginas, hemos marcado un párrafo de la modesta introducción para que dé cuenta de nuestras motivaciones, nuestras acciones: “Leer a Marx es una experiencia vital, subjetiva y política, personal y social, en la que el tiempo histórico que está teniendo lugar en el momento de la lectura debe intervenir, sin censuras ni trampas pedagógicas, confrontando situaciones, preguntas y respuestas. Marx ofrece preguntas y también respuestas, pero no cierra o petrifica ni unas ni otras. La ‘herramienta Marx’ permite todavía hoy, con y desde las reimaginaciones necesarias, deconstruir el rompecabezas social, mirar por dentro las condiciones sobre las que el tiempo, individual y colectivo, transcurre. Permite conocer sobre qué suelo se apoyan nuestros pies y qué pasos habría que dar para encontrar, en común, caminos hacia lo común. Marx como horizonte, esa línea roja que hay que aprender a saltar con la acción, el deseo y la mirada”.