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Crianza
¿Quiénes y cómo estamos cuidando?
Entre un 20% o 30% de las mujeres que asumen los trabajos maternos los solapan con dobles o triples jornadas de trabajo. Hacen 16 horas de trabajo donde se acumula el trabajo llamado “productivo”, más el trabajo materno, más el trabajo de logística doméstica.
A estas alturas todas sabemos que el 84% del trabajo de cuidar de menores lo asumen mujeres porque son trabajos devaluados, o lo que es lo mismo, trabajos sin valor político, ni económico, ni simbólico. Trabajos que, cuando se realizan en el ámbito familiar, no están remunerados. Ni apoyados económicamente. La mitad, aproximadamente, lo asumen mujeres que no están asalariadas en otros trabajos “productivos”, ya que su curro consiste en el cuidado de los menores a cargo más el trabajo de logística y manejo de todo lo doméstico, bien porque lo han decidido —en baja proporción— o porque no tienen acceso a un trabajo “productivo” asalariado digno o, también se da el caso, que la actividad económica que realizan no llega a una facturación mensual con la que les rente darse de alta como autónomas.
Decir que el 84% del cuidado es asumido por mujeres es hablar de millones de personas que están viendo endurecidas sus condiciones de vida durante esta pandemia. Es hablar de millones de mujeres que no se ajustan a las condiciones socioestructurales, laborales y vitales de esa falacia de “universalidad” en la que nos metió bienintencionadamente —y con logros más que evidentes— el feminismo igualitario español en su estrategia de emancipación en los años ochenta.
Pero es una estrategia que ya ha tocado techo, y está pasada de vueltas, pues se nos dice que todas habitamos —incluidas aquellas que vienen de contextos atravesados por violencias y opresiones brutales y son obligadas a asumir condiciones laborales en regímenes de semiesclavitud una vez aterrizan en suelo español— en las coordenadas vitales de un hombre cis clase-media-blanco-burgués-asalariado, que no ha cuidado en su vida, y que ha sido educado/enfocado para poner toda su potencia en un faloproyecto vital individualizado donde lo otro, las otras, los cuidados, la interdependencia no existe.
El hombre metro ochenta, estudios superiores, entorno urbanita, a tope privilegios primer mundo, no entiende nuestro agotamiento ante la falta de apoyos para la crianza desde marzo porque se cerró el cole, los comedores, los parques, las extra escolares
Este hombre cis, blanco, metro ochenta, delgado, estudios superiores, entorno urbanita, hablando dos idiomas, a tope privilegios primer mundo, te dice que no entiende nuestro agotamiento psicofísico como cuerpos maternos ante la falta de apoyos para la crianza desde marzo porque se cerró el cole, los comedores, los parques, las extra escolares, las redes de comadres, los grupos de crianza.
Esa diabólica pregunta encierra toda la negación que deja al trabajo materno arrinconado y ninguneado, dejando clarinete que su proyecto vital está muy por encima de ese trabajo “excéntrico” que hemos decidido hacer: aquello de criar menores a cargo. Mucho menos contar con él para colectivizar lo de la crianza, y ni pensarlo si no hay consanguineidad genética.
Además no entienden que lo llamemos curro, antes se hacía y punto. Olvidando que criar era asumido desde el silencio de la opresión más bestia, la del matrimonio, donde se normalizaba todo un sistema de esclavitud doméstica y sexual. Y claro para el cuerpo hombre cis clase-media-blanco-burgués-asalariado este sistemita de privación de derechos y libertades, ni le rozaba, ni le roza.
Igual tampoco saben, ni las señoras del poder, ni esa ficción de universalidad, que aproximadamente la mitad de las mujeres que asumen los trabajos maternos los sostienen con todo en contra. Sin otro salario. Sin ayuda estatal. Ni prestaciones por criatura a cargo (cosa que sí pasa en la Europa del Bienestar), y además siendo conscientes —aunque muchas no tengan estudios superiores ni sean urbanitas saben cómo funciona la historia— que el trabajo que asumen, el que hace posible la continuidad de la vida de toda su unidad familiar y de personas dependientes a ellas, intensifica relaciones familiares de dependencia, abusos varios y manejos extraños de lo emocional sujetos al poder económico. Es decir, asumen un curro que lleva soterrado mucho lío logístico-emocional. Además ven que se destinan (si es que algún día llega) Ingresos Mínimos Vitales para mitigar la violencia económica en hogares jodidos por este sistema expropiador/depredador, pero que su práctica diaria (curro) no recibe ni un euro.
Pero esto sigue, compañeras. Entre un 20% o 30% de las mujeres que asumen los trabajos maternos los solapan con dobles o triples jornadas de trabajo. Hacen 16 horas de trabajo donde se acumula el trabajo llamado “productivo”, más el trabajo materno, más el trabajo de logística doméstica. Y para que nos quede claro, esta última labor sería la que aglutina todas esas prácticas (cuya repetición y acumulación articula un trabajo) cuyo objetivo es el mantenimiento de la vida en condiciones de bienestar o buen vivir, que propicia que las menores a nuestro cargo estén bien comidas, con buen tono vital, con higiene emocional, viviendo en un entorno ordenado con rutinas que favorezcan un desarrollo deseable, con estímulos intelectual y sociales, y apegos sanos y seguros. Casi nada.
Cuidados
¿Cuál es el plan de conciliación planteado si viene una segunda ola?
Lo que necesitamos son políticas de distribución del cuidado que sean viables dentro de una posible oleada durante las gripes estacionarias. No continuar con esta deriva naturalizada que niega cuales son las necesidades reales mínimas para que podamos asumir las crianzas en condiciones dignas.
¿No sabemos que quienes asumen los trabajos maternos en un 50% aproximadamente no tiene sueldo, no están asalariadas, no reciben prestaciones? ¿Será que el disloque que provoca esta pandemia en los apoyos básicos públicos de la crianza, cuando se solapen las cuarentenas en los coles, es un buen momento para establecer un sistema de distribución de cuidados, prestaciones por criatura a cargo, ayudas para alimentación humana durante el puerperio (en la modalidad que sea que decidas alimentar), reducciones del 100x100 en todos los servicios públicos deportivos, culturales, ecosociales, ecoeducativos o vinculados con la naturaleza, programas de bienestar psicológico perinatal, etc y con todo esto proyectar un verdadero sistema de apoyo público a las crianzas? ¿Podemos establecer estrategias públicas que se ajusten a las circunstancias reales de los cuerpos que cuidan en el Estado Español durante esta locura vírica y no pensados desde esa lógica universalista que proyecta soluciones pensando que somos todas macho-blanco-burgueses-urbanos que no cuidan de nadie?
O quizá se da por hecho que vamos a volver al escenario, profundamente desigualitario, donde el manejo de la vuelta al cole lo vamos a ir amortiguando con nuestros propios cuerpos y recursos cuando comiencen a acumularse las cuarentenas en unidades familiares donde el cuerpo materno no tiene un salario, por lo tanto no hay bajas laborales.
¿Será que el aparato del poder con un Centro de Ciencias Sociales y Humanas CSIC a su disposición que rastrea e investiga sobre los trabajos domésticos, cuidados y comportamientos de esta sociedad no sabe los millones de mujeres no asalariadas que asumen las crianzas porque no han tenido otra posibilidad socioestructural? ¿No saben que el trabajo de las crianzas lo asumen cuerpos devaluados por este sistema? Mujeres migrantes, mujeres racializadas, mujeres con diversidad funcional, mujeres neurodivergentes, personas no asalariados, personas sin estructura heteropatriarcal, gente sin red consanguínea, cuerpos sin ayuda ni apoyos.
¿Podríamos aprovechar la oportunidad que se abre ante este disloque social vírico para replantear un sistema de cuidados donde se asume la responsabilidad pública del Estado sobre los mismos?
O quizá, ¿podríamos aprovechar la oportunidad que se abre ante este disloque social vírico para replantear un sistema de cuidados donde se asume la responsabilidad pública del Estado sobre los mismos para buscar equivalencias al valor de todo este trabajo no remunerado que hacen los cuerpos maternos? Para equilibrar el desajuste de ser una mujer que asume un curro tan intenso, como es el trabajo materno, sin euro a cambio y en una condiciones logísticas/familiares confusas y dependientes.
¿Podríamos asignar un valor a los recursos invertidos, es decir a la cantidad de horas de trabajo que se destinan en el desarrollo de los trabajos maternos, y así poder estimar por costo de sustitución o por costo de oportunidad cual es el valor económico de toda esta cantidad ingente de curro que asumen los cuerpos que cuidan?
Cuerpos que no habitan en las coordenadas del cuerpo hombre cis macho-blanco-burgués. Cuerpos que están asumiendo la intensificación de tener que cuidar, durante este movidón vírico, sin apoyo de nada ni de nadie. Cuerpos que necesitan soluciones políticas que se ajusten a sus realidades.
Cuidados
Los cuidados: la crisis contra la que no hay decreto ley ni medidas estrella
Con la llegada de la crisis sanitaria, las familias con menores se vieron privadas de dos herramientas fundamentales para su supervivencia cotidiana: los centros educativos y la ayuda de los abuelos. Tres meses después, la ecuación de cómo aterrizar en una nueva normalidad con niñas y niños en casa, sigue siendo una incógnita que el Estado no parece tener prisa en resolver.
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