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Kurdistán
“Las ideas de Abdullah Öcalan y la revolución en Rojava son un faro para la práctica revolucionaria”
Abdullah Öcalan es el líder político del movimiento de liberación del Kurdistán y del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), y lanzó la propuesta del Confederalismo Democrático que inspiró la revolución de 2012 de Rojava (oeste del Kurdistán situado en Siria) y el modelo político que desde entonces se ha construido con la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria. Para muchas activistas internacionalistas, las ideas de Abdullah Öcalan y del movimiento de liberación del Kurdistán son una fuente de inspiración. “Es el movimiento revolucionario más vivo del mundo en estos momentos, el más confrontativo y el que tiene más poder real de cambio”, dice Maddi.
Libertades
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Maddi entró en contacto con el movimiento de liberación del Kurdistán hace diez años en lo que ella define como “un cambio de ciclo político” en Euskal Herria. “No solo fue el fin de la lucha armada, sino también el desmantelamiento de todo un movimiento político que se articulaba en la sociedad”, explica esta joven activista que, en busca de nuevos horizontes, participó en una brigada que fue desde Euskal Herria a Rojava. Ana y Sílvia también comparten la experiencia de haber estado en Rojava donde fueron a conocer el rol de las mujeres en la resistencia contra el Estado Islámico y el paradigma político y el modelo social que lo hicieron posible. Ona, que también pudo verlo en primera persona, destaca cómo le marcó conocer una “democracia que no es representativa, sino basada en que las personas se responsabilicen de resolver sus propias necesidades básicas y en la que se entiende que sin la liberación de las mujeres no podemos liberar al conjunto de la sociedad”.
Para ellas, conocer este pensamiento y esta práctica ha supuesto una nueva forma de entender la militancia como “una elección de vida, con más iniciativa y una fuerza propia”, dice Maddi. “Si buscas un camino de determinación en la lucha, sin renuncias, el movimiento kurdo es un ejemplo”, añade Sílvia. A su vez, acercarse a este movimiento ha representado para esta militante de la izquierda independentista una nueva forma de practicar el internacionalismo: “sabes perfectamente que somos camaradas y que podríamos luchar codo con codo aquí o en la otra punta del mundo y esto tiene una implicación hacia todas las luchas y movimientos revolucionarios”. En un sentido similar, Ana insiste en el valor de la lucha vinculada a un fuerte compromiso: “a mí me ha hecho sentir un poco más qué es la libertad, esa libertad de cuando estás luchando y vas con las compañeras a fondo con lo que sea”.
“El movimiento político basado en las ideas de Abdullah Öcalan es el más confrontativo y con poder real de cambio”
Ideas que traspasan territorios
Las ideas de Abdullah Öcalan no solo pretenden ser una propuesta para el Kurdistán u Oriente Medio, sino que representan un nuevo paradigma para orientar una revolución de escala mundial. Según Maddi, en Euskal Herria las ideas de Rever Apo (como también se conoce al líder kurdo) no han tenido un influencia suficiente en el actual contexto de debilidad del movimiento revolucionario político pero a su vez cree que “podrían ayudar a pensar críticamente nuestra historia revolucionaria y política y aportar nuevas visiones cuanto a la organización, teniendo en cuenta que el movimiento kurdo, como el vasco, surgió del marxismo leninismo pero se ha desarrollado de una forma más flexible y original, combinando elementos de otras ideologías, corrientes y culturas”.
Según Sílvia, “el movimiento de liberación kurdo ha contribuido a generar una mayor sensibilidad por la cuestión de la liberación nacional entre la izquierda no independentista”. Considera que a veces “es más fácil solidarizarse con la lucha de liberación nacional del Kurdistán, del Sáhara o de Palestina que con la que tienes a tu lado”. A su vez, cree que el ejemplo de la lucha kurda puede transformar las propias luchas de liberación nacional promoviendo que sean “no nacionalistas, no identitarias, inclusivas y democráticas”. Para Ana, ello tiene que ver con el hecho de que “el Confederalismo Democrático permite una organización territorial que sobrepasa las fronteras establecidas, teniendo en cuenta que donde habitamos hay muchas personas con diferentes orígenes, trayectorias, religiones o lenguas y se busca aglutinar en una propuesta política de liberación todas estas diversidades”. Además, Sílvia también siente que, de una forma u otra, Abdullah Öcalan, como líder del movimiento de liberación del Kurdistán y a su vez como líder del PKK, contribuye a cambiar la visión sobre las organizaciones políticas que existe entre los movimientos sociales más alejados de ellas. “Los partidos u organizaciones políticas no son nada sin la lucha masiva de su pueblo y, al mismo tiempo, las luchas masivas de los pueblos sin una organización política más a gran escala es difícil que logren superar el enfrentamiento con el estado, la OTAN y el capitalismo internacional”.
“Un elemento que nos puede ser útil es como se promueve la convivencia entre diferentes culturas, religiones, cuerpos, orígenes o nacionalidades”
Las distintas activistas coinciden en que el movimiento político basado en las ideas de Abdullah Öcalan ha impulsado lo que definen como una “ética revolucionaria”. “En Euskal Herria se han desarrollado mucho la disciplina, la forma de organización y la formación, pero quizá no se ha dado tanta importancia a esa ética revolucionaria, es decir, a las conductas, a las relaciones y a cómo nos vinculamos con gente no organizada”. Ana también destaca cómo el movimiento de liberación del Kurdistán pone en el centro los valores como algo esencial de la lucha revolucionaria y transforma la manera de entender las relaciones: “aquí tenemos una construcción más individualista y autorreferenciada, eres tú y las tuyas, y de repente pasas a sentir como compañeras a personas que estamos luchando desde diferentes frentes”. Sílvia coincide con la necesidad de esa apertura, “de romper con el dogmatismo y el ‘identitarismo’, entender el movimiento contradictorio de las ideas como un proceso colectivo de avanzar, y vivir la militancia no solo desde la cabeza”.
Para Ona un elemento clave de la ideología de Öcalan que nos puede ser útil es como se promueve la “convivencia entre diferentes culturas, religiones, cuerpos, orígenes o nacionalidades”. A su vez, según esta activista del movimiento de la vivienda, el Confederalismo Democrático, que consiste básicamente en la autoorganización de la sociedad, lo tenemos más cerca de lo que creemos: “por ejemplo, el sindicalismo es justamente eso, un grupo de personas que luchan para mejorar las condiciones de trabajo. Asimismo, en el feminismo tenemos muy presente la cultura de la autoorganización”. Aun así, considera que “la diferencia o aquello que podría aportarnos el pensamiento de Abdullah Öcalan o la lucha de los compañeros y compañeras del movimiento kurdo es entender que a esa autoorganización le hace falta una estrategia muy clara, saber de dónde viene, dónde está y a dónde va”.
Jane, —que entró en contacto con el movimiento de liberación del Kurdistán a raíz de conocer a personas refugiadas kurdas en Grecia— , cree que este pensamiento puede ser útil ya que “dada la diversidad que hay en los espacios que habitamos sobre todo en el País Valencià, nos ayuda a tener una visión política más global, integradora y analítica”. Para ella, “el pensamiento de rever Apo hace que nos veamos como consecuencias de momentos históricos y nos impulsa a buscar el cambio a través de nuestros orígenes y analizando el momento actual”.
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Entre los impactos que para estas activistas nos deja el pensamiento de Adullah Öcalan también está una nueva manera de entender el conocimiento a través de la propuesta de la jineolojî. “La jineolojî es la ciencia de las mujeres, de la vida, y parte de que el conocimiento científico no ha podido solucionar los problemas sociales y, por lo tanto, lo que necesitamos es una nueva forma de entender el mundo que debe ser construida desde las mujeres y también para la liberación de las mujeres”.
El aislamiento de Abdullah Öcalan como castigo colectivo
El 15 de febrero de 1999 Abdullah Öcalan fue detenido en el aeropuerto de Nairobi mediante una operación que involucró a los servicios de inteligencia y de seguridad de varios países, incluyendo la CIA, el MI5 y el Mossad. Desde entonces se encuentra en la cárcel de la Isla de Imrali, condenado a cadena perpetua y en régimen de aislamiento. Öcalan no ha podido ser visitado por su equipo legal desde agosto de 2019 ni por su familia desde marzo de 2020. En 2022, hubo 98 solicitudes de reunión con abogados y abogadas y 49 peticiones de visita familiar, que quedaron sin respuesta. El Comité de Prevención contra la Tortura (CPT) de la ONU ha denunciado en nueve investigaciones las vulneraciones a los derechos humanos de Öcalan en la prisión y el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos (TEDH) dictaminó en 2023 que el Gobierno turco había violado su derecho a un juicio justo y a las comunicaciones con abogadas y familia.
“El encarcelamiento de Abdullah Öcalan pretende encerrar también a la idea, a la posibilidad del pensamiento libre y revolucionario”
“Abdullah Öcalan cumple una función de activar al pueblo, de ofrecer ideas y esperanza revolucionaria. En ese contexto es importante simbólicamente su encarcelamiento porque se pretende encerrar también a la idea, a la posibilidad de un pensamiento libre y revolucionario”, atribuye Maddi a la situación de vulneración de derechos que se cierne sobre el líder del PKK. Esa misma idea transmite Ana para quien “Öcalan no es sólo una persona, sino que es un símbolo, una idea, y los estados —el turco, pero también los estados occidentales— no quieren que se pueda desarrollar y extender”. Para Jane “es un acto desesperado del sistema ante el poder que ha llegado a conseguir el pueblo kurdo con la reivindicación de su propia identidad, y si esto se extrapolase a otros territorios y cada pueblo, uno por uno, levantase la cabeza, al poder no le quedaría más remedio que agacharla”.
Del 1 al 10 de octubre está teniendo lugar una semana de acciones a nivel global para la liberación de Abdullah Öcalan, a raíz de la campaña “Libertad para Öcalan, una solución política para el Kurdistán” que empezó el año pasado tomando como referencia la fecha del 9 de octubre de 1998 cuando el líder kurdo salió de Siria hacia Europa en busca de una solución política y empezó lo que se ha denunciado como un “complot internacional” que acabó con su detención. Desde entonces son ya muchos años de campañas, vigilias diarias frente al edificio del Consejo de Europa en Estrasburgo, huelgas de hambre en las cárceles turcas y fuera de ellas, manifestaciones, acciones de protesta y recogidas de firmas masivas que no han logrado hasta ahora romper el aislamiento, pero que no cesan en su intento. Sílvia cree que esto muestra que “aunque reprimas —contra la guerrilla, las personas que hablan kurdo en Turquía, las madres que se autoorganizan, o la zona liberada del norte y este de Siria—el conflicto no se soluciona. La represión que ha sufrido el pueblo kurdo a lo largo de su historia es enorme, al igual que la que hemos sufrido otros muchos pueblos del mundo, pero mientras no se solucione el conflicto, seguirá estando”.
Para Maddi, la amplia movilización por la liberación de Abdullah Öcalan tiene que ver con el hecho de que “su visión y la revolución en Rojava son un faro importante para la práctica revolucionaria”. Y añade que “como preso revolucionario, para el estado es importante acallar su fuerza y, como pueblo y movimiento revolucionarios, es necesaria su libertad igual que la libertad de cualquier otro preso político; igual que la libertad de la palabra del pueblo”.