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Juicio del 1 de Octubre
Los contornos de la sedición
Y yo, natural de La Serena, extremeño exiliado en Cataluña, el lunes intenté ir al Aeropuerto del Prat. Lo que allí se respiraba y se vivía era un espíritu que tenía más de libertario que de creador de un nuevo Estado. El lunes en el Prat no había dioses, reyes ni tribunos. Cada uno fue por un motivo.
"Los contornos del delito de sedición quedan cubiertos cuando del simple requerimiento a quienes permanecían aglomerados y compactados se pasa al necesario intento de anular su oposición". Con estas palabras tan barrocas y al mismo tiempo tan medievales se expresa la justicia española en su condena contra los líderes independentistas catalanes. Yo creo que jamás escuché hablar de sedición antes del 2017. Puede que quizás en alguna clase de historia o de latín ese concepto se deslizase como tantos otros por entre las páginas de los libros de texto, pero no es siquiera una palabra que saliese de mi boca hasta que la judicatura española comenzó a utilizarla como amenaza. Tras dos años en prisión, este lunes Jordi Sánchez y Jordi Cuixart (líderes de ANC y Ómnium Cultural) han descubierto que la sedición tiene contornos y que la icónica imagen de estos dos líderes subidos en el Patrol de la Guardia Civil es justamente el skyline de este delito.
Y yo, natural de La Serena, extremeño exiliado en Cataluña, el lunes intenté ir al Aeropuerto del Prat a unirme a la tarea de dibujar más contornos para la sedición. Digo intentar porque fue complicado. Lo que allí se respiraba y se vivía era un espíritu que tenía más de libertario que de creador de un nuevo Estado. El lunes en el Prat no había dioses, reyes ni tribunos. Cada uno fue por un motivo. Había una marabunta independentista entre la cual aparecían tanto otros manifestantes que no necesariamente lo eran como turistas arrastrando maletas por medio del campo en el tramo que conecta las dos terminales de dicho aeropuerto. Una protesta inspirada en las de Hong Kong que sin embargo tenía un punto surrealista, como de versión española (o catalana, si se prefiere). Toda esa gente, extraordinariamente dirigida por el Tsunami democràtic, acabó dibujando un caos a mi juicio mucho mayor que la sedición cuyos contornos le han costado a los Jordis 9 años de prisión.
En el momento en el que escribo estas palabras, de hecho, arde el Passeig de Gràcia de Barcelona, en enfrentamientos entre manifestantes y unos agentes de policía que el lunes dejaron ciego a un chaval de 22 añosEl tsunami continúa y este martes whatsapps, telegrams y hasta las pausas para el café en la oficina eran un caos de gente buscando códigos QRs. Tras el éxito de las primeras convocatorias y casi a modo de gymkana, los organizadores reparten ahora unos códigos con los que acceder a la App en la que irán dando avisos de nuevas convocatorias. El tiempo de las manifestaciones de los Jordis, de aquella sedición con sus contornos, ha dado paso a la gamificación de la protesta. Puro desborde: nadie sabe qué esperar, pero todos quieren saber. Nadie sabe (ni siquiera el ministro Marlaska ni el CNI) quién está detrás de este tsunami. Posiblemente el tsunami nos lleve a un punto desde el cual ir hacia otro donde puede que nos espere otra prueba que a su vez difumine otra vez esos trazos delimitantes del delito de sedición. En el momento en el que escribo estas palabras, de hecho, arde el Passeig de Gràcia de Barcelona, en enfrentamientos entre manifestantes y unos agentes de policía que el lunes dejaron ciego a un chaval de 22 años.
Esos 9 años que los Jordis estarán en prisión son los mismos que nos podrían caer en Extremadura cuando nos alcemos por un tren digno, cuando hagamos una huelga general o cuando el 40% de población extremeña en el umbral de la pobreza se levante
Y como digo, todo esto os lo cuenta un humilde hijo de Extremadura que está siguiendo de cerca estas protestas e intentando ser parte activa de ellas. Lo hago por patriotismo extremeño. Más allá de lo que opine de la cuestión nacional catalana, estos contornos de la sedición son una soga en el cuello de todas y cada una de las personas que alguna vez nos hemos manifestado. Esos 9 años que los Jordis estarán en prisión son los mismos que nos podrían caer a Extremadura cuando nos alcemos (ojalá siguiendo el ejemplo de este tsunami catalán) por un tren digno, cuando hagamos una huelga general, cuando reivindiquemos salir de nuestra economía de colonia o cuando el 40% de población extremeña en el umbral de la pobreza se levante. Porque el derecho de manifestación y la libertad de expresión son condiciones de posibilidad para comenzar a avanzar hacia unas vidas dignas en Extremadura y esa sedición delimitada y asfixiante que ha dictado esta semana el Tribunal Supremo no entenderá de fronteras. Desbordemos el tsunami y hagamos que sus olas desdibujen todos los contornos posibles. La solidaritat és la tendresa dels pobles.
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Bien expresado, ánimo. La batalla no es entre Cataluña y España, ni entre algunos catalanes y España, es entre los pobrecitos desgraciados traicionados por políticos miserables enriqueciendose como todo aquel heredero de la dictadura, con lo que fue robado al perdedor. La marea debería pasar por cada región, y confluir en Madrid para quemar, al fin, la cúspide de la jerarquía.