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Juegos olímpicos
La lucha por la medalla olímpica de Imane Khelif frente a los prejuicios
El domingo 4 de agosto, Imane Khelif venció su combate de cuartos de final en la categoría de menos de 66kg y se asegura una de las medallas en los Juegos Olímpicos de París 2024. Nada más terminar, bajó del ring, se echó a llorar y descargó la tensión. Su actuación está generando titulares en todo el mundo y sobre ella han opinado desde Elon Musk o JK Rowling pasando por Donald Trump o Giorgia Meloni. Demasiada presión para una deportista que, hasta hace dos días, solo era conocida dentro del mundo del boxeo femenino.
Que el boxeo femenino podía generar polémica en estos Juegos de París 2024 se podía prever. Al fin y al cabo, la Asociación Internacional de Boxeo (IAB en sus siglas en inglés) quitó el año pasado las licencias tanto a Imane Khelif como a la taiwanesa Lin Yu-Ting, pero el Comité Olímpico Internacional (COI) se las devolvió al cumplir con los criterios necesarios para participar en París 2024.
Que la ultraderecha italiana podía utilizar esta polémica como altavoz para sus ideas machistas se podía prever desde que se supo que la argelina Khelif se enfrentaría a la italiana Angela Carini. Así lo demostraron los mensajes de algunos ministros italianos o del propio Matteo Salvini, antes de que diera comienzo el combate de los octavos de final de los JJ OO.
No era tan previsible, sin embargo, que Carini fuera a abandonar el combate entre lágrimas a los 46 segundos, pero este hecho contribuyó a amplificar la dimensión de la polémica. El resto lo aportaron los numerosos bulos difundidos en las redes sociales, para que, en poco tiempo, se extendiera la versión de que un hombre había dado una paliza a una mujer en un combate de boxeo de los Juegos Olímpicos.
La polémica se pudo haber cerrado cuando el portavoz del COI, Mark Adams, explicó que “la boxeadora argelina nació mujer, fue registrada como mujer, ha vivido su vida como una mujer, ha boxeado como una mujer y tiene un pasaporte de mujer”
La polémica se pudo haber cerrado cuando el portavoz del COI, Mark Adams, explicó que “la boxeadora argelina nació mujer, fue registrada como mujer, ha vivido su vida como una mujer, ha boxeado como una mujer y tiene un pasaporte de mujer”. Ha quedado claro que Imane Khelif es una mujer y que cumple con todos los requisitos para competir en la categoría de menos de 66kg de los JJ OO; sin embargo, todavía hay quien trata de estirar la polémica y darle mayor recorrido a unas teorías que se han demostrado falsas.
IAB vs COI
La IAB mantiene desde hace años un conflicto con el COI que derivó en la primera exclusión de una federación internacional en la historia del movimiento olímpico y la organización del torneo olímpico por parte del propio COI. La acusaciones sobre la IAB incluían errores en decisiones arbitrales e irregularidades contables en la federación, aunque el conflicto encierra también otras luchas políticas, relacionadas con los vínculos entre el presidente de la IAB, el ruso Umar Kremlev, la empresa Gazprom y el presidente Putin.
Bajo este clima, la IAB expulsó el pasado año a Khelif y Yun-Ting del Campeonato del Mundo de boxeo femenino al “no cumplir con los criterios de elegibilidad para participar en la competencia femenina”, según ha informado la IAB en un comunicado en el que también explica que “las atletas no se sometieron a un examen de testosterona, sino a una prueba independiente y reconocida, cuyos detalles se mantienen confidenciales. Esta prueba indicó de manera concluyente que ambas atletas no cumplían los criterios de elegibilidad necesarios y se determinó que tenían ventajas competitivas sobre otras competidoras femeninas”. La IAB no ha explicado qué tipo de pruebas se les realizaron a las boxeadoras, ni los resultados de las mismas, a pesar de asegurar que demostraban sus ventajas competitivas.
Cuando el COI decidió asumir la organización del torneo olímpico, volvieron a admitir a las dos boxeadoras al cumplir con todos los requisitos para participar en los JJ OO. A partir de ese momento, su participación en París se vio afectada por el conflicto entre la IAB y el COI. Tras el combate entre Khelif y Carini y la posterior polémica, la IAB anunció que otorgaría a la italiana el mismo premio, 50.000 dólares, que dará a la ganadora de la medalla de oro; una decisión con la que desafía la autoridad y los criterios del COI. Thomas Bach, su presidente, había explicado recientemente al respecto: “Nunca ha habido dudas respecto a que sean mujeres. Lo que vemos ahora es que hay quien quiere apropiarse de la definición de lo que es una mujer”.
El calvario de las mujeres intersexuales
No es la primera vez que una deportista con rasgos físicos que no encajan con los estándares de feminidad ve cuestionada su identidad sexual al destacar a nivel deportivo. Ya le ocurrió a la atleta sudafricana Caster Semenya, campeona del mundo y olímpica de 800 metros, quien ha vivido un calvario desde de que sus actuaciones deportivas despertaron las dudas de sus rivales. Igual que Khelif, Semenya es una mujer intersexual y tiene, por tanto, características sexuales que no encajan con el concepto binario masculino-femenino. Tanto en el caso de Semenya como en el de Khelif, su identidad de género ha sido siempre reconocida como mujer.
La atleta mozambiqueña María Mutola, también campeona del mundo y olímpica de 800 metros, es intersexual también e igual que Semenya o Khelif, tuvo que pasar por numerosos problemas para poder competir con normalidad y se cuestionó su legitimidad para competir en la categoría femenina.
En 2018, la Federación Internacional de Atletismo (conocida en la actualidad como World Athletics) tomó la decisión de obligar a las mujeres a mantener sus niveles de testosterona por debajo de los cinco nanomoles por litro
En 2018, la Federación Internacional de Atletismo (conocida en la actualidad como World Athletics) tomó la decisión de obligar a las mujeres a mantener sus niveles de testosterona por debajo de los cinco nanomoles por litro. En caso de que, de manera natural, produzcan cantidades superiores, no podrán competir. Después de esta decisión, Semenya se negó a medicarse, denunció a World Athletics ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos y actualmente se encuentra a la espera de la sentencia definitiva. En palabras de su abogado, la atleta debió elegir entre “salvaguardar su integridad y dignidad personal siendo excluida de la competición” o “someterse a un trato nocivo, innecesario y supuestamente correctivo”.
Esta decisión de World Athletics choca con la evidencia de que buena parte de los mejores deportistas masculinos del mundo se benefician de una ventaja natural sin necesidad de ser cuestionados por ello. Muy al contrario, siempre se ha destacado la capacidad de salto de Michael Jordan, la envergadura de brazos de Michael Phelps o la capacidad pulmonar de Miguel Indurain. Tampoco se ha cuestionado el tratamiento para el crecimiento que permitió a Lionel Messi crecer unos centímetros fundamentales para convertirse en el mejor futbolista de la historia.
El componente racista
En 1999, la tenista suiza Martina Hingis declaró en Australia que su rival “es medio hombre” y añadió que “estaba allí con su novia”. Estas declaraciones machistas y homófobas hacían referencia a la francesa Amelie Mauresmo, que había sorprendido al llegar a sus 19 años a la final del Open de Australia. Hingis terminó ganando aquel torneo. Mauresmo sufrió burlas y comentarios a lo largo de su carrera por su orientación sexual y su desarrollada musculatura, pero no se cuestionó que pudiera competir.
La argelina Khelif, la mozambiqueña Mutola y la sudafricana Semenya, en cambio, han sufrido la incomprensión de la IAB y de World Athletics, incapaces de aceptar que una mujer pueda tener una ventaja competitiva natural que no corresponde con los rasgos tradicionalmente asociados a la feminidad. Y lo han sufrido por el racismo de unas instituciones deportivas que no aceptan la diversidad humana y que han tratado de limitar artificialmente esas ventajas de las que se benefician de manera natural.
El próximo martes, Imane Khelif se enfrentará en semifinales a la tailandesa Suwannapheng por una plaza en la final olímpica de menos de 66kg. Sabe que volverá a tener todos los focos sobre ella y volverá a hablarse sobre su condición. Un oro olímpico suyo podría revivir la polémica, pero podría convertirse también en una oportunidad para normalizar la intersexualidad y la diversidad de los cuerpos humanos.
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La ciencia avanza en todos sus campos. La biología va por un lado y nosotras, las personas comunes, aún seguimos repitiendo los viejos mantras que ya han sido desechados. Hace falta una labor pedagógica inmensa para acercar el saber a las masas, de modo que las rancias ideologías del pasado no puedan usar a la ciencia en sus discursos para defender lo indefendible y seguir justificando la exclusión.
La desinformación entre la prensa deportiva, incluso entre la especializada ha sido brutal. Somos muchas personas las que seguimos habitualmente el boxeo profesional y las artes marciales mixtas las que estamos atendiendo a las retrasmisiones de los deportes olímpicos de contacto (boxeo, judo, lucha, tae kwon do) Nos presentaron a Imane Khelif como una atleta transexual. Si a esto se le suma la actuación de Angela Carini, el lio está garantizado. Se cruzaron bulos ultras, con el machismo habitual (ese que obliga a las mujeres a llevar casco protector y a los hombres no, a pesar de estar demostrado que no son eficaces a la hora de prevenir conmociones cerebrales, pero ya se sabe las mujeres tienen menos masa muscular... o al menos es lo que dice la reglamentación) Como aficionado siento vergüenza ajena por los comentarios de la retrasmisión de Eurosport/MAX ya que cayeron en el bulo y colaboraron a distribuir una información falsa. Ahora los bulos de centran en la italiana, que si ya hizo "teatro" en otras ocasiones... El combate de Imane de cuartos de final se celebro con normalidad y pudimos disfrutar de un de nivel técnico excepcional (que es lo que queremos ver en los JJOO) Hoy pelea para meterse a la final.
Estamos hartos de ver las guerritas políticas, en este caso, parece, entre el comité olímpico y la federación de atletismo. Porque creo que esto es lo único que hay detrás de este asunto. Parece ser, que en este caso, siendo de izquierdas hay que apoyar al Comité Olímpico, que por cierto, tiene como miembro honorario a Henry Kissinger. En el otro lado de la polémica, parece ser también, está detrás un ruso- horror- amigo de Putin-más horror aún. Desde que soy niña, las atletas mujeres han sido de aspecto hombruno, fuertotas y poco acordes con los estándares femeninos de apariencia. Y nadie ha hecho polémica. Si hay un estudio genético y una boxeadora resulta XY, ya no es tan fácil la resolución. Pero no creo que a nadie le importe las consecuencias que pueda tener esto en el deporte, si es justo o no, qué baremos se precisan para medir las categorías femenino- masculino...se trata de avivar la guerra, y que nos sigamos entreteniendo en estas polémicas, mientras se configura el mundo en base a criterios de tener pasta o no tenerla. Que ha sido siempre la única y verdadera cuestión.