We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Italia
Rescates en el Mediterráneo central: Italia dificulta la labor de los barcos de salvamento
A primera hora de la mañana del viernes 2 de febrero llegó al puerto de Livorno el Ocean Viking, buque de la ONG SOS Méditerranée que lleva a cabo acciones de búsqueda y salvamento en el Mediterráneo Central. El cielo aún está oscuro y sopla un viento frío de Grecale cuando a las 6.30 el barco atraca en Calata Carrara, Puerto de Livorno, Italia. A bordo viajan 71 náufragos rescatados en aguas internacionales frente a Libia, desde donde habían partido para intentar llegar a Europa.
“El 29 de enero hicimos el rescate”, explica Francesco Creazzo, responsable de comunicación de SOS Méditerranée Italia, que participó en la misión. Cuenta que “las personas iban a bordo de una barca neumática sobrecargada y precaria”. La información llegó de Seabird, el avión de la ONG Sea Watch. “Entre las 71 personas rescatadas”, prosigue Creazzo, “había también cinco mujeres, una de ellas embarazada, y 16 menores no acompañados. Son principalmente de nacionalidad eritrea y etíope, casi todos de la región de Tigray, que está en medio de una guerra. Luego, en menor número, algunos de Nigeria, Sudán y Ghana. Por lo general, los hemos encontrado en buen estado, aunque algunos están quemados por el combustible”.
Migración
Fronteras Las organizaciones de rescate dan la alerta ante el abandono de las personas migrantes en el Mediterráneo Central
Inmediatamente después del rescate, se asignó Livorno como puerto seguro. “Hemos puesto proa al norte”, relata Creazzo, “cruzado el corredor tunecino y llegado después de tres días de navegación”. A pesar de la larga travesía, las buenas condiciones meteorológicas permitieron un viaje tranquilo. “Lo que más me impresionó personalmente fue el silencio absoluto de la primera noche tras el rescate”, dice Creazzo, “probablemente fue la primera noche que esta gente durmió de verdad en años. Después de Libia, fue la primera vez que se sintieron seguros”.
Es la experiencia colectiva de cientos de miles de personas, entrelazada con una miríada de historias individuales. Como la de un chico y una chica que fueron rescatados por el Ocean Viking. Los rescatadores notaron que tanto en la barca neumática como en los botes salvavidas siempre estaban abrazados, separándose el tiempo suficiente para subir la escalera que los llevaba a bordo. Incluso en el Ocean Viking estaban siempre abrazados, excepto en los dormitorios, que están separados por razones de seguridad.
A bordo contaron su historia. Un amor imposible, o al menos nacido en condiciones imposibles. La joven había llamado la atención del hombre en un campo de detención arbitraria de Kufrah, en Libia, en pleno Sáhara. En este oasis, parada obligatoria durante el viaje por el desierto hacia las ciudades costeras libias viniendo de Jartum, hay numerosos centros de detención. En estos lugares, los migrantes son encarcelados en condiciones inhumanas, torturados, esclavizados, mientras se pide a sus familias que paguen un rescate. En uno de estos centros ambos se conocieron y se confesaron su amor. Decidieron huir juntos y, al cabo de un tiempo, lo consiguieron, llegando a Trípoli. Permanecieron en la ciudad durante un año, también allí en condiciones precarias. “Nuestro camino no puede acabar aquí” se dijeron en un momento dado, embarcaron juntos. Ella ya estaba embarazada. Desembarcaron juntos en Livorno, entre los primeros.
Pero, por desgracia, para la mayoría de los supervivientes no existen los mismos destellos de luz en la vida que dejaron atrás y que siempre permanecerá con ellos. “Entre las personas que rescatamos”, dice Carrazzo, “había un hombre que llevaba ocho años en Libia. Creo que eso ya lo dice todo”. Su historia es la que de muchas personas. Escapó del conflicto de Tigray para mantener a sus hijos, trabajando primero en Sudán y luego en Libia, hasta que fue rebotado una y otra vez de campo en campo, “vendido de campo en campo”, contó el hombre al personal de la ONG, “solían enviarme aquí y allá como una burla, para gastarse bromas unos a otros”.
Análisis
Necrofrontera Naufragios en el Mediterráneo central: negligencia, abandono y muerte
Cada campo significa, obviamente, condiciones de vida inhumanas y, después, nuevos acosos, torturas, chantajes. Intentó vías legales, entrevistándose varias veces con las autoridades que van de vez en cuando a los campos. Fue inútil, estuvo esclavizado durante un tiempo, trabajó gratis bajo las órdenes de unos amos, hasta que una vez consiguió escapar. “Le preguntamos si había tenido miedo en el mar, durante el viaje”, cuenta Carrazzo. Su respuesta no deja lugar a comentarios: “No tuve miedo, ¿miedo de qué? Sabía muy bien que podía morir, ya estaba muerto. En Libia yo ero hombre muerto y usted me devolvió la vida”.
Las operaciones de desembarco se desarrollaron en presencia de un amplio despliegue de fuerzas policiales, así como de personal de Frontex. Las autoridades locales presentes explicaron la situación a la prensa. “En 13 meses han llegado a Livorno diez barcos de ONG y han desembarcado unas 1.000 personas”, declaró el alcalde de Livorno, Luca Salvetti, mientras hacía balance: “Seguiremos acogiendo, pero falta una política de integración”.
La valoración de estos 13 meses para SOS Méditerranée es mucho más severa y clara: “El balance es absolutamente negativo”, declara Creazzo, “evidentemente la política de puertos lejanos unida al decreto Piantedosi impone un compromiso de facto a nuestra capacidad de salvamento e intervención. Una capacidad ya de por sí limitada, porque ciertamente no tenemos la capacidad de los Estados, que serían los sujetos destinados a efectuar el salvamento en el mar”.
Para la ONG, esto no es casual: “El objetivo”, prosigue el portavoz, “es mantenernos lo más lejos posible de las zonas de operaciones durante el mayor tiempo posible. Desgraciadamente, esto está resultando eficaz con las injustas detenciones administrativas y la larga distancia que hay que recorrer simplemente para llegar a los puertos”. El hecho de que los barcos, en lugar de desembarcar a los náufragos en el puerto más cercano a la zona de rescate, se vean obligados a remontar toda la península, constituye, explica Creazzo, “un estrés adicional para personas que ya han sufrido varios traumas, de los cuales el viaje por mar es solo el último”.
Migración
Fronteras Italia y Malta convierten el Mediterráneo en un callejón sin salida para mil personas migrantes
Luego está el problema económico de los gastos, así como el problema medioambiental relacionado con el enorme consumo de combustible: “La política de puertos lejanos nos cuesta unos como 400.000 euros al año”, explica el portavoz de la ONG. “Cada viaje cuesta entre 25.000 y 30.000 euros. Todo esto es dinero que sale de los bolsillos de nuestros donantes, más del 90% de los cuales son particulares, porque organizaciones como SOS Mediterranée se mantienen gracias a la voluntad de la sociedad civil”. El motivo para Creazzo es claro: “apartar la mirada y les testimonies de lo que está ocurriendo en el Mediterráneo Central”, sigue el portavoz, “como sabéis, en 2017 se estableció la zona SAR libia y esto conlleva que los estados europeos abandonen tanto el rescate como, en cierta medida, la coordinación de esa zona marítima, vaciándola de hecho de medios de rescate, aumentando exponencialmente la cifra de mortalidad”.