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Huelga
La venta del IMQ Bilbao no huele a limpio
El IMQ es una institución en Bilbao, como el Athletic. De hecho, es su aseguradora médica oficial. El Igualatorio Médico Quirúrgico es una empresa que nació en 1934 en Bilbao para ofrecer asistencia médica privada a la clase media, convirtiéndose en la aseguradora sanitaria más antigua del Estado y referente en el País Vasco, donde da cobertura a 354.000 pacientes. Tiene dos clínicas en la ciudad: la nueva en Zorrotzaurre, la antigua en Begoña (la Virgen Blanca). En ellas trabajan 80 mujeres y cuatro hombres. Cobran entre 16.000 y 18.000 euros brutos anuales, explican siete de ellas —Belén, Mercedes, Maika, Juan Antonio, Sara, Begoña e Izaskun— y el IMQ ha considerado que, a pesar de llevar décadas haciendo camas, limpiando baños y fregando el suelo, ya no son aptas para limpiar.
Ellas huelen que aquí hay gatos encerrados, uno se llama operación de venta de acciones de la compañía y otro brecha salarial. Mañana martes 7 de diciembre las trabajadoras de la limpieza arrancarán una huelga indefinida que podría paralizar la actividad en las clínicas y añadir sal a una herida mal cicatrizada —la venta a Adeslas quedó en punto muerto en junio a falta de que la Junta de Accionistas del IMQ revisara la letra pequeña de la oferta de la aseguradora de Mutua Madrileña y Caixabank, la cual ya tiene el 45% del accionariado—.
Las trabajadoras de la limpieza del IMQ llevan años peleando por sus sueldos. Han conseguido pluses de clínica, toxicidad y actividad. Aún así, los pluses no les equiparan con los sueldos de las trabajadoras más antiguas —antes de la llegada de las subcontratas que obliga a subrogar a todas las empleadas—: “Para que te hagas una idea, me llevo 1.100 euros al mes a casa trabajando de lunes a domingo”, aclara Belén, tras ocho años en la empresa. Los turnos de trabajo, al ser un hospital, deben cubrir fines de semana. “Los pluses por trienios son los que te suben el sueldo, pero durante siete años después de la crisis no se nos aplicó ninguno y, a más inri, luego el sueldo subió por debajo del IPC”, añade Juan Antonio, con 21 años de experiencia.
“El burofax es una represalia a la convocatoria de huelga indefinida ante la negativa de negociar un convenio propio y abordar la brecha salarial”, asegura Maite Leizegi, de ELA
Asimismo, los pluses conseguidos también siguen quedando lejos de los salarios de la limpieza viaria, un sector masculinizado cuyo convenio supone 8.000 euros más que el convenio provincial de Bizkaia de limpieza de interior de edificios, un sector feminizado. A través del sindicato ELA, las trabajadoras plantearon a IMQ negociar un convenio propio de empresa para abordar, entre otras cosas, la brecha salarial. Al mismo tiempo, interpusieron una demanda contra Gizatzen por incumplimiento del Plan de Igualdad. Por todo ello, las trabajadoras llevan cinco semanas concentrándose tres veces a la semana en las puertas del hospital de Zorrotzaurre. El 23 de noviembre consignaron el aviso de huelga; solo dos días después llegó el burofax de IMQ. “Ese burofax es una represalia a la convocatoria de huelga indefinida ante la negativa de negociar un convenio propio y abordar la brecha salarial”, asegura Maite Leizegi, de ELA. Este sindicato lleva tiempo luchando contra la brecha salarial en diferentes empresas, por ejemplo, el museo Guggenheim, donde hoy sus trabajadoras de la limpieza cumplen seis meses de huelga indefinida.
Las trabajadoras del IMQ se rigen por el convenio colectivo provincial de limpieza de edificios y la empresa de servicios Gizartzen es la actual subcontrata que gestiona su trabajo. Es la cuarta subcontrata para la que trabaja Juan Antonio, indica. El contrato de Gizartzen con IMQ termina el próximo 31 de diciembre y el Igualatorio comunicó por burofax que las trabajadoras no son aptas. “Esperan que Gizartzen nos lleve con ellos, como si pudieran. Nosotras somos trabajadoras del IMQ y cualquier subcontrata que entre está obligada a subrogarnos”, alertan las siete tras una concentración el 1 de diciembre en el hospital de Zorrotzaurre convocada por el sindicato ELA.
“Que digan que nosotras no somos aptas y que consideren que con lo que nos pagan les salimos muy caras es un insulto clasista lleno de desfachatez”, resumen siete trabajadoras de la limpieza del IMQ en Bilbao
Brecha salarial
Esto es la brecha salarial: un 30% menos de salario si barres en el interior
Un barrendero que escoba las calles de Bilbao cobrará este mes 1.477 euros, frente a los 1.028 euros de quien barre el interior de los edificios municipales. Ellos se ocupan del espacio público visible. Ellas, del invisible.
Obligación por convenio
A pesar de que esa obligación figura en su convenio, se sienten inseguras: “Si Gizartzen nos asumiera, crearían un precedente terrible”, por eso irán a la huelga. Creen que las fijas la secundarán porque “no tenemos nada que perder”; añaden que las eventuales “tienen miedo”, por lo que no saben qué decisión tomarán hasta que empiece la movilización.
Las siete trabajadoras entrevistadas consideran de mal gusto el calificativo no apto. “El IMQ perdió un distintivo de calidad por malas gestiones en caducidades y controles de personal de otras áreas ajenas a la limpieza. Que digan que nosotras no somos aptas y que consideren que con lo que nos pagan les salimos muy caras es un insulto clasista lleno de desfachatez”, resumen.
En una web de búsqueda de empleo, aparece una oferta laboral a través de una ETT para personal de limpieza en el IMQ. Se trata de una contratación indefinida, a jornada completa con un salario bruto anual de entre 21.000 y 24.000 euros. Las trabajadoras consideran que podría ser una jefatura para un nuevo equipo de limpieza y que la clínica aspira a contratar a limpiadoras por un sueldo menor que el suyo, empezando un nuevo ciclo de internalizaciones que acabaría, de nuevo, en subrogaciones cuando los trienios empiecen a despuntar del Salario Mínimo Interprofesional.