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Hidrógeno
Los planes de hidrógeno de la UE, la trampa que no resolverá la adicción a los combustibles fósiles
Un análisis de los top 100 en gastos de lobby en la Unión Europea revela que el del hidrógeno está en primera posición, con más de 75 millones de euros al año. Para dar una idea, esto es bastante más que las grandes tecnológicas (43,5 millones de euros) y las grandes finanzas (38,75 millones de euros). Y arroja algo de luz sobre las cifras recientemente publicadas por la Agencia Internacional de la Energía, que muestran que nada menos que un 99% del hidrógeno se produce a partir de combustibles fósiles.
Sí, los mismos combustibles fósiles que causan la crisis climática.
En 2022, la producción mundial de hidrógeno fue de 95 millones de toneladas (Mt), responsable de más de 900 Mt de emisiones de carbono. Superó por ejemplo a las emisiones de la aviación mundial, casi 800 Mt, o a las del estado de la UE más contaminante, Alemania, con 635Mt. Y aunque se da mucho bombo a los objetivos de la UE para el hidrógeno verde —20 millones de toneladas por año para 2030—, el hecho es que la producción mundial de hidrógeno verde sigue siendo insignificante.
El porcentaje real de hidrógeno verde es microscópico
En 2022, menos del 0,1% del hidrógeno mundial se produjo a partir de electricidad renovable. Y como ese 0,1 (0,087 Mt) incluye además del hidrógeno verde, el producido con electrolisis alimentada por energía nuclear. El porcentaje real de hidrógeno verde es microscópico.
En los últimos años, el hidrógeno se ha transformado en una piedra angular de la política energética de la UE. Veamos quién se beneficia de los objetivos exagerados, los subsidios masivos y otras medidas de apoyo.
Presentamos al 'lobby' del hidrógeno
No es ninguna sorpresa que las grandes empresas de petróleo y gas como Shell, Total, ExxonMobil, BP, Equinor y sus grupos de presión figuren en la lista de los cien que más gastan en actividades de lobby en la UE, según se puede extraer de datos de LobbyFacts.
Estos intereses, plenamente conscientes de que el hidrógeno será mayoritariamente producido con combustibles fósiles durante años, han promocionado con éxito el hidrógeno como una solución milagrosa a la crisis climática. Usan los objetivos poco realistas de la UE para el hidrógeno verde para colar hidrógeno fósil. Se aprovechan de su campaña para vender el hidrógeno “azul” —producido a partir de combustibles fósiles, principalmente gas, con parte de las emisiones de carbono “capturadas”— como limpio.
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Aunque a menudo se describe como un gas con bajas emisiones de carbono, bajas emisiones e incluso neutro en CO2, el hidrógeno azul es muy contaminante. De hecho, cuando se suman sus emisiones totales de CO2 y metano, la huella climática del hidrógeno azul y otros hidrógenos fósiles es mayor que la quema directa de combustibles fósiles. Sin embargo, se ha convertido en un salvavidas para la industria de los combustibles fósiles.
41 de los 109 proyectos están planificados en países que ya enfrentan un alto estrés hídrico, incluidos España, Namibia, Chile y Marruecos
También forman parte del lobby del hidrógeno dentro de la lista de los top 100 empresas de productos químicos y fertilizantes como BASF, Dow y Yara; de transporte como BMW y el poderoso lobby automovilístico ACEA; o fabricantes como Siemens y Bosch y el influyente grupo de lobby Hydrogen Europe.
En el contexto cada vez más urgente de la crisis climática, la trampa del hidrógeno ofrece una cobertura perfecta para las empresas contaminantes. ¿Por qué reducir el tráfico, transicionar a la agricultura agroecológica, o desmantelar los gasoductos fósiles cuando el hidrógeno les permite continuar con sus modelos de negocio destructivos?
Hacia un colonialismo verde
Perpetuar la era de los combustibles fósiles no es el único riesgo de inflar los objetivos de hidrógeno. Los planes de la UE profundizan las prácticas extractivistas neocoloniales, incluida la apropiación a gran escala en los países productores de tierra, agua y energía que de otro modo podrían usarse para satisfacer las necesidades locales de electricidad.
El nuevo informe de Corporate Europe Observatory con WeSmellGas analiza proyectos con una capacidad de producción prevista de más de 1 gigavatio de hidrógeno verde. En él, descubrimos que 41 de los 109 proyectos están planificados en países que ya enfrentan un alto estrés hídrico, incluidos España, Namibia, Chile y Marruecos.
Según cifras de la industria, el proceso de producción consume alrededor de 10 litros de agua ultrapura (se necesitan entre 20 y 30 litros de agua de mar o entre 12 y 13 litros de agua dulce) por cada kilogramo de hidrógeno producido. Esto impone demandas adicionales de agua en un contexto en el que la producción de alimentos y el agua potable ya están bajo presión.
Los parques eólicos y solares necesarios para la economía del hidrógeno también requieren grandes extensiones de terreno. Por ejemplo, con una superficie de 8.500 km2, el proyecto Aman en Mauritania —uno de los mayores proyectos de hidrógeno verde— cubre más territorio que muchas megaciudades globales. Además, muchos de los países que la UE considera candidatos potenciales para las importaciones de hidrógeno producen poca energía renovable. Por ejemplo, en los países del Golfo, menos del 1% de la electricidad provino de energías renovables en 2022 (la excepción son los Emiratos Árabes Unidos, con un 4,5%).
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Por razones similares, la Declaración sobre el Clima y el Desarrollo de los Pueblos Africanos, firmada por más de 500 grupos de la sociedad civil africana el 20 de septiembre de 2023, rechaza el hidrógeno verde como una “falsa solución”. “El hidrógeno verde para exportación no contribuye en nada a aumentar el acceso de los 600 millones de africanos sin acceso a la energía. Al contrario, convierte nuestra energía renovable en un producto de exportación y la envía al extranjero”.
Esto no significa que el hidrógeno verde no juegue ningún papel. Mohamed Adow, que dirige el instituto Power Shift Africa, describe lo que considera un “uso social, ecológico y económicamente apropiado del hidrógeno” en África: “De pequeña a mediana escala, para uso doméstico (no para exportación), no en regiones que sufren estrés hídrico, y para producir fertilizantes destinados a la soberanía alimentaria en lugar de cultivos comerciales para la exportación”.
Su visión no podría estar más alejada de la economía del hidrógeno controlada por las corporaciones y acaparadora de recursos que actualmente se está construyendo en la UE.