Hemeroteca Diagonal
“Manuel Ballesteros ponía todo su empeño en la tortura, era un verdadero profesional”

Manipulacion, vida y muerte de Manuel Ballesteros en la cúpula policial desde fines de los años 60.

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Manuel Ballesteros comenzó su carrera en Valencia al frente de la Brigada Político Social (BPS), el instrumento policial de represión política por excelencia del franquismo. Su paso por la capital del Turia dejó un terrible recuerdo entre comunistas, sindicalistas y demócratas antifranquistas en general. El objetivo de la BPS era descabezar cíclicamente los movimientos antifranquistas de la época.

En la madrugada del 11 de noviembre de 1968, 36 militantes antifranquistas fueron detenidos y torturados salvajemente por Ballesteros y sus hombres de la BPS. Entre estos detenidos, el caso del dirigente comunista Antonio Palomares pasó a la historia de la infamia. Palomares, que años más tarde sería diputado en el Congreso y en las Corts valencianas por el Partido Comunista, recibió brutales palizas y fue sometido en repetidas ocasiones al tostadero, un somier metálico conectado a corrientes eléctricas. Palomares, fallecido el pasado marzo de 2007, resistió las torturas y no delató a sus compañeros. La cúpula del partido no cayó, pero salió de las sesiones de tortura comandadas por Ballesteros con dos centímetros menos de altura, con tres vértebras soldadas, el diafragma deformado y el ritmo respiratorio trastornado. Su foto, con el rostro destrozado, fue tan evidente que relevaron a Ballesteros de su cargo.

simulacros de ejecuciÓn

El filósofo y editor Vicent Raga recuerda perfectamente a Ballesteros. “Fui el último detenido de una redada iniciada contra el PC y Comisiones Obreras, y pasé cuatro días incomunicado, oyendo cómo pegaban a los vecinos de celda”, recuerda Raga, que contaba entonces con 18 años de edad. Fue detenido a finales de marzo de 1969. Enseguida sus padres se movilizaron para evitar que sufriera torturas. “Lo más pintoresco de lo que me pasó es que, sin pegarme ni un bofetón, el señor Ballesteros junto con otro policía me llevó ya de noche a El Saler, localidad muy próxima a València, y, en vez de aplicarme las descargas eléctricas, me sometieron a un simulacro de ejecución”, recuerda. “Incluso cuando volvíamos pensaba que el peligro no había pasado y pasé los días siguientes pensando que eso se podía reproducir”, añade. Tras cuatro días en comisaría pasó a la cárcel modelo de Valància. “Antes de ser liberado, en las duchas de la cárcel vi gente con el vientre ennegrecido, con las puntas de los dedos quemadas”, afirma y añade Palomares.

perdiÓ dos centÍmetros de altura

“El señor Ballesteros, que accedió en la transición a los puestos de la más alta responsabilidad de la lucha antiterrorista, estuvo de torturador profesional, fue responsable de torturas físicas”, exclama indignado un antiguo mando policial que conoció muy de cerca a Ballesteros en aquella época en la Jefatura Superior de Policía de València. Recuerda que “les atornillaba bien a los opositores al régimen. “Tenía una mala leche impresionante”, añade. Raga lo recuerda como un personaje frío que daba miedo. “El trato con él resultaba sobrecogedor, un señor capaz de todo, muy bronco y áspero. Estoy seguro de que Ballesteros intervino en las torturas a los otros prisioneros, las ordenó y las presencio, tenía una crueldad sin restricciones”, afirma. “Ponía todo su empeño en la tortura, era un profesional de la tortura”, destaca 39 años después de conocerlo en tan sobrecogedora situación.

figura llena de contrastes

El día siguiente a la muerte de Ballesteros, publicaba ABC una necrologica que ensalzaba su figura y señalaba que su carrera estaba llena de contrastes, pero que predominaban las luces sobre las sombras. La nota que saco El País supuso la respuesta lógicamente airada de muchas personas que pasaron por sus manos. Para El País, la carrera de este experto en antiterrorismo empieza en 1979 en la Comisaria General de Información y no existen ni las torturas ni su participación posterior en la guerra sucia del Estado, deberían revisar su propia hemeroteca porque el 19 de agosto de 1978 se publicaba en ese mismo diario que durante el tiempo en que Ballesteros ocupó el cargo de jefe de Policía en San Sebastián entre 1974 y 1976 se produjeron diversas denuncias de malos tratos. También las hubo posteriormente, durante su paso por la Jefatura de Policía de Bilbao. Xosé María Monserrat, dirigente del Movimiento Comunista de Galicia, denuncio haber sido torturado en A Coruña en 1977, cuando casualmente era jefe de Policia Ballesteros.

En 1975, tras ser detenido, Juan Miguel Goibure Mendizabal dijo haber sido golpeado personalmente por él. En 1981 se dicta prisión preventiva para cinco agentes de policía que participaron en los interrogatorios a José Arregui. Ballesteros dimite de su cargo en la Comisaria General, pero el gobierno de UCD le da ese mismo año el Mando Unificado de la lucha contraterrorista. Al llegar el PSOE al poder en el 82, cesa de este cargo, pero es recuperado pocos meses después por el ministro de Interior José Barrionuevo como jefe de operaciones especiales primero y después como director del Gabinete de Información del Ministerio de Interior, cargo que ocupó de 1987 a 1994.

En 1985 empieza, según El País, su calvario. Es condenado por la Audiencia de Bilbao y absuelto por el Supremo posteriormente por permitir, ordenándolo por teléfono, la huida a Francia de tres personas que dijeron ser confidentes de la policía y que eran sospechosos de haber ametrallado en noviembre de 1980 un bar en Hendaya donde murieron dos personas y 10 resultaron heridas. El atentado fue reivindicado por el Batallón Vasco Español. En 1994 volvió a ser condenado por la Audiencia de Bilbao y el Supremo volvió a absolverlo diciendo que era una infracción administrativa y no penal. La última referencia de Ballesteros es que pertenecía al Consejo de Personas Mayores (COPEMA).

unas cuantas anécdotas que ilustran la carrera de ballesteros

Durante el intento de golpe de Estado de 1981, según cuenta Armando Quinones en Canarias Semanal, algunos policías se acercaron a saludar afectuosamente a los sublevados que estaban en el Congreso de los Diputados gritando, eufóricos, “viva Espana”. Entre ellos estaba Manuel Ballesteros, que abrazó efusivamente al mismo teniente coronel Tejero, diciéndole, según testigos presenciales, “todo sigue igual”.

Un militante antifranquista que pasó por sus manos en València en 1971 le dijo que las cosas iban a cambiar muy pronto y que lo menos que le pasaría es que sería despedido de la policÍa. La respuesta de ballesteros fue: “Qué ingenuo eres, nosotros somos profesionales. Si hay que perseguir comunistas ahora, lo hacemos, y si en el futuro hay que perseguir a otros, lo haremos igualmente y seguiremos en el mismo puesto”.

Uno de los nuestros

El juez que revocó la sentencia de inhabilitación contra Ballesteros por el caso Hendayais, José Augusto de Vega Ruiz, se integró en el Consejo General del Poder Judicial en 1985 como candidato del PSOE y, al salir como titular de la sala segunda del Supremo, PNV e IU dijeron en ese momento que con ese nombramiento se iba a echar tierra a los GAL. De Vega absolvió a Guerra del caso Filesa y exculpó a Narcís Serra de un delito de financiación con fondos reservados. 

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