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Capitalismo
El capitalismo es una estafa piramidal a escala planetaria
Indrajit Samarajiva, más conocido como Indica, es un escritor canadiense de origen cingalés. Aunque ha creado varias revistas y páginas web y ha trabajado como redactor de contenidos y editor en línea de un periódico , en la actualidad todo su contenido se centre en su página web indi.ca, donde los temas recurrentes son el colapso, el cambio climático, el racismo imperial, la filosofía, la política, etc.
El capitalismo es una estafa piramidal planetaria. La principal defensa del capitalismo es que funciona, que genera riqueza, pero lo mismo sucede con las estafas piramidales. Funcionan durante un tiempo, generando riqueza para unos pocos, y después se derrumban. Eso es precisamente lo que está haciendo el capitalismo con toda la Tierra: está destruyendo el planeta entero y todos nosotros tendremos que pagar los platos rotos.
Según la estructura del sistema piramidal, quienes «invierten» primero se benefician de los recursos de los pardillos que vienen después. Sin embargo, este esquema no dura mucho hasta que toda la riqueza acaba en la cúspide y el sistema se derrumba. En el caso de nuestro sistema piramidal planetario, los primeros capitalistas han recibido dinero a costa de absorber los recursos planetarios de todas las generaciones futuras de la Tierra. Han hecho que los niños que ni siquiera han nacido sean unos pardillos. Nos han convertido a todos en pardillos.
Como he señalado en otras ocasiones, los países «desarrollados» son pobres en realidad. Si restamos el valor de su responsabilidad civil climática a sus activos, no valen ni un duro. De hecho, su riqueza es un auténtico timo; se la han arrebatado al planeta, se la han robado a otras personas y la han tomado prestada al futuro. Sus multimillonarios no son más que charlatanes en la cima de un esquema piramidal. Han estafado a miles de millones de personas y les han vendido la moto. No se trata únicamente de los magnates del petróleo y de las 100 empresas que se benefician de la mayor parte de este colapso, sino de países y poblaciones enteras que se han tragado el cuento de que el crecimiento infinito es bueno, sostenible y alcanzable y no un cáncer planetario como es en realidad.
Los penúltimos pringados de esta historia son los consumidores occidentales, que se han tragado que el consumismo sea su cultura y los bienes de consumo, lo único bueno. Se han comido con patatas eso de que los recursos son inagotables, que la codicia es buena y que quien diga lo contrario es un comunista lerdo.
La población occidental ha aceptado el aumento constante de la desigualdad y la irresponsabilidad como la única forma «viable» de salir adelante desde la década de 1970 por lo menos. El decrecimiento sigue considerándose una ilusión incluso entre los economistas rebeldes. La idea de que el PIB no siga aumentando supone un sacrilegio económico (y la economía no es más que una mala religión). Han priorizado el crecimiento ilimitado, que no beneficia a los seres humanos a partir de un momento dado, frente a los bienes públicos. A continuación, han exportado esta idea al extranjero con el nombre de neoliberalismo y han bombardeado o conspirado contra la mayoría de las alternativas hasta acabar con ellas.
Los países «en vías de desarrollo» son los grandes pardillos de esta estafa piramidal. Si siguiéramos el modelo occidental propiamente dicho, invadiríamos a nuestros vecinos, les robaríamos sus cosas y los venderíamos como esclavos. En cambio, nos vendieron una sarta de tonterías sobre instituciones, austeridad fiscal y «libertad» que Occidente nunca aplicó en su propio desarrollo.
Los países «en vías de desarrollo» son los grandes pardillos de esta estafa piramidal. Si siguiéramos el modelo occidental propiamente dicho, invadiríamos a nuestros vecinos, les robaríamos sus cosas y los venderíamos como esclavos.
El verdadero modelo de desarrollo occidental es la colonización, la guerra y la servidumbre forzada por la deuda, pero nos han vendido una patraña neoliberal que básicamente consiste en que nosotros hagamos todo el trabajo. De manera que nos quedamos en sus plantaciones de pasaportes y les hacemos más ricos, con la promesa de que algún día podremos subir de nivel en la pirámide. Pero es todo mentira. Recibimos un cheque que no podemos cobrar de personas que nos estuvieron mangando dinero y recursos reales durante todo este tiempo.
Hoy, la pirámide entera está en llamas. Podemos ver quiénes son estas personas. Al margen del cambio climático, estos desgraciados decidieron acaparar y eternizar una pandemia porque les salía rentable, porque el mundo puede irse a pique con tal de que su mercado de valores aumente. Ese es su modelo de desarrollo y así ha sido siempre desde que en el siglo XVII la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales creara el mercado de valores moderno. El colonialismo vino a por nuestros cuerpos y nuestras tierras y nunca ha cesado en su empeño. Ahora se ha apoderado del aire de todo el mundo. Y a esto lo llaman «modelo». Es una masacre.
Si todos los países se desarrollaran a semejanza del decadente Occidente, nuestros bisnietos vivirían en Venus, flotando sobre nubes de CO2. Actualmente ya estamos ocasionando extinciones masivas y sumiendo en el olvido ecosistemas enteros. Ya estamos iniciando reacciones en cadena que quedan lejos de nuestra comprensión. El modelo de desarrollo occidental nunca condujo a ninguna parte, excepto a una mayor cantidad de dinero para ellos y a la ruina para todos los demás. Nos vendieron la promesa de frigoríficos, ropa nueva y televisiones en color, pero acabamos fabricándolas para ellos. Todo cuanto nos queda es una Tierra convertida en invernadero llena de pobreza y conflictos.
No es más que un sistema piramidal y nos han dejado con el agua al cuello. Estos maleantes se lanzaron a crear algo totalmente insostenible (y que sabían que era insostenible desde los años setenta) y siguieron encontrando pringados cuanto pudieron. Y siguen ahí afuera. La gente no deja de decir que hay que «esforzarse más» y, mientras tanto, las inundaciones devastan nuestras ciudades. Aún no hemos despertado y es una lástima, porque vamos a morir mientras dormimos. El modelo de desarrollo occidental siempre ha seguido un mandamiento muy sencillo: que te jodan, págame.
No podemos seguir a esta gente. No podemos fiarnos de sus innumerables datos e informes, de sus lamentos y su culpabilidad. Olvidémonos de la negación, incluso los occidentales «bienintencionados» nos retrasarán hasta la muerte. Han convertido todo nuestro planeta en un sistema piramidal y es hora de desahuciarlos del poder. Esta minoría global insaciable es la causante del cambio climático y no será quien lo resuelva. La comunidad mundial tiene que despertar de una puñetera vez y darle la vuelta a esta pirámide. Se acabó la estafa. Los ladrillos están desmoronándose. Tenemos que encontrar la forma de salir de aquí.
- Producido por Guerrilla Translation bajo una Licencia de Producción de Pares
- Traducido por Lara San Mamésy editado por Silvia López
- Artículo original publicado en Indi.ca
- Imagen de portada de Wendelin Jacober
Guerrilla Media Collective es una cooperativa de traducción feminista y orientada al procomún. Somos un grupo internacional de profesionales empeñadas en preservar el arte de la traducción y concebimos la cooperativa como una herramienta de trabajo sostenible, digno y ético para las trabajadoras del sector del conocimiento. Traducimos, corregimos, editamos y diseñamos campañas de comunicación. Nuestro objetivo es ofrecer un resultado final impecable cuidando de las personas que lo hacen posible. Por eso abogamos por el cooperativismo como una alternativa justa y solidaria en un sector cada vez más precarizado.
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