Fronteras
“Se viene una pesadilla”, así han vivido la victoria de Trump en los centros de migrantes de Tijuana

En el Espacio Migrante de Tijuana, a unos pocos kilómetros de la frontera, se reúnen personas en busca de esperanza. Algunas de ellas huyen de sus maltratadores, muchas ahogaron un grito desesperado cuando vieron que Trump ganaba las elecciones.
Tijuana.
Muro que delimita la frontera entre Estados Unidos y México. Álvaro Minguito

La valla fronteriza forma parte del paisaje urbano de Tijuana. Está presente en muchas de sus perspectivas. Este amasijo de hormigón armado y acero le ha dado votos a Donald Trump para su holgada victoria. Este ha basado su campaña en llamar criminales a las personas migrantes. Ha amenazado con cerrar la frontera. Ha prometido deportar a más de once millones de personas indocumentadas en Estados Unidos. Y el electorado ha votado a favor. Trump ha jugado con el miedo, con un discurso abiertamente xenófobo y violento. El miedo al otro, al diferente, al vulnerable. En esta gran antesala del sueño americano que es Tijuana aguardan muchos de esos “terroristas” a los que alude el ya presidente. ¿Quiénes son esas personas que quieren cruzar? ¿Cuáles son sus historias?

Selene es una de ellas. No es su nombre real, pero quiere proteger su anonimato porque su exmarido amenazó con matarla. Salió con lo puesto de su ciudad, en México, a 3.000 km de la frontera. Selene huyó con sus dos hijos menores de la violencia machista de la que fue víctima durante más de diez años. La gota que colmó el vaso, relata emocionada, fue cuando su vecina fue asesinada por su marido. Selene había denunciado a su pareja, pero su suegra tenía dinero y contactos en la justicia y archivaron su causa. Huyó primero a casa de su madre y su expareja la denunció por el secuestro de sus hijos. Migró. Pesa sobre ella una orden de busca y captura y desde marzo ha pedido asilo para ingresar en Estados Unidos.

México
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“Lo que más me dolía eran mis hijos, yo solo quería darles un futuro mejor”, relata. “Cuando llegué a la frontera me ayudaron con los trámites e ingresé a un albergue. Me dijeron que mi hija de apenas un año tenía graves signos de desnutrición, mi marido no nos daba dinero y no me alcanzaba ni para comprar comida”, cuenta emocionada. “Aquí han atendido a mi hija y estamos esperando a que se resuelva la petición de asilo”. Asume que, de media, hay que esperar entre seis y nueve meses.

Cuando vieron que Trump iba a ser el próximo presidente la desesperanza se apoderó del albergue: “Había mucho nerviosismo, algunos decían que se acabaron nuestras esperanzas”

“Mi hijo está yendo aquí a la escuela, y no es fácil, hay días que llora pensando que no volverá a ver a su abuelita”, cuenta. También reconoce que sus hijos son su motor, el mayor ha sido consciente de todo el proceso migratorio y confiesa que para darle ánimo le dice: “mamá, tranquila, algún día escribiré todo lo que hemos vivido, se llamará Viaje al norte”. Selene ya sabía lo que supone llegar hasta esta frontera. Relata que su prima intentó cruzar ilegalmente saltando, se cayó, se fracturó un tobillo y nadie la auxilió. “Acabó muriendo después de semanas de sufrimiento. Hay muchas mujeres que llegan hasta aquí huyendo de sus parejas y acaban desaparecidas, luego las encuentran en bolsas de basura junto al río”, relata emocionada.

Trump es una referencia para las personas que están en Tijuana, también para Selene. “Le diría que debería tener más empatía con los seres humanos, Quienes huimos y pedimos asilo político es porque realmente lo necesitamos, traemos historias muy duras”, denuncia con gesto de preocupación. Explica a El Salto que precisamente en el recuento de votos cuando vieron que Trump iba a ser el próximo presidente la desesperanza se apoderó del albergue: “Había mucho nerviosismo, algunos decían que se acabaron nuestras esperanzas”.

Frontera con Tijuana 1
Una familia cruza la frontera por el cañón de Los Laureles, a las afueras de Tijuana. En esta zona los saltos son habituales, aprovechando un punto donde el antiguo muro se junta con el nuevo. Emilio Fraile

Espacio Migrante, Tijuana

El centro de acogida donde Selene y sus hijos recalan ahora se llama Espacio Migrante. Está apenas a cinco minutos caminando del principal cruce peatonal fronterizo. Tan cerca y tan lejos. En las calles aledañas se pueden ver carteles con fotos de migrantes que han desaparecido al llegar a Tijuana. Incluso un grafiti en la avenida perpendicular alude de manera artística a las desapariciones rezando: ‘404 Diana not found’, con una dramática analogía entre el error informático y la grave falla del sistema. Diana es una de tantas mujeres que desaparecen en esta huida hacia adelante.

Trump es gravemente perjudicial para la salud mental de las personas migrantes. Así lo expresa Elena, psicóloga de la Alianza para la Salud de las personas migrantes. “Lo que se viene va a ser una pesadilla, vamos a tener mucho trabajo”, asegura. “Cualquier pestañeo en EE UU nos afecta”, remata. La ONG en la que trabaja se fundó 2018 coincidiendo con las caravanas de migrantes que invadieron la zona fronteriza. Empezaron ayudando como pudieron y ahora cuentan con dos espacios donde ofrecen servicios de ginecología obstetricia, enfermería y también de intervención en salud mental.

“Esta coyuntura reactiva el trauma y el estrés postraumático, incluso se han declarado crisis psiquiátricas”, afirma Elena

“Ahora, las navidades, son fechas de mucho trabajo terapéutico. Los migrantes se sienten muy removidos, lejos de sus familias, vulnerables”, relata. Si a eso le sumamos los mensajes xenófobos de Trump y las promesas que truncan sus expectativas, el resultado es demoledor. “Esta coyuntura reactiva el trauma y el estrés postraumático, incluso se han declarado crisis psiquiátricas”, afirma Elena. Las votaciones en EE UU generaron ese efecto. “Hay mucha ansiedad y nerviosismo. Todos los días recibimos personas que quieren medicamentos para dormir por el estrés. No pueden conciliar el sueño”, apunta.

El equipo de la organización está formado por cuatro psicólogas, una educadora infantil y cuatro psiquiatras. Aseguran que diariamente atienden a entre siete y nueve personas, aunque en las peores épocas se ha multiplicado por cuatro. Critican que en la sanidad pública mexicana apenas hay acceso a psicólogos, la lista de espera puede ser de cuatro a seis meses. “Pero si eres migrante tienes otra gran barrera. En la mayoría de los casos acuden al centro de salud y no les atienden, se les niega este derecho básico. Se argumenta que no tienen la Clave única de Registro Público (CURP), otras veces si son haitianas rechazan atenderlas aludiendo a que no tienen intérpretes. Hay una larga lista de excusas”, protesta Diana, una de las terapeutas.

La infancia migrante

En el equipo de psicólogas hay una especialista en temática LGTBI que deja entrever que hay muchas personas que se ven obligadas a huir porque no pueden vivir con su identidad de género en libertad. “Muchas salen para poder tener acceso a tratamientos de transición y para tener reconocidos sus derechos”, cuenta Diana. Elena y Majo se dedican a trabajar con las infancias y adelantan que son la cara que no vemos de la migración, pero una de las más dramáticas. En su oficina rebosan los recortables, las pinturas y los murales hechos por niños y niñas.

Precisamente a muchos de esos niños y niñas se les puede ver jugando en la puerta del albergue de Espacio Migrante. Parecen ajenos al drama que se vive dentro. Una niña juega con los cojines mientras su madre se intenta comunicar con la trabajadora social. Utilizan un traductor en el móvil de persa a español. Llevan meses huyendo del infierno de Afganistán. A su lado varias trabajadoras comen y conversan sobre el menú de la cena de navidad. “Este año hay varias familias musulmanas, hay que evitar el cerdo”, previenen. En ese gran salón, el centro cultural, es donde se reunirán el medio centenar de personas que ahora se hospedan. “Quizá alguna tiene suerte y consigue cruzar antes”, comenta una de las huéspedes que hoy se está encargando de la lavandería.

Hemeroteca Diagonal
Las Patronas, semillas de lucha y esperanza

Las Patronas dan refugio y alimentos a los inmigrantes en su pequeño comedor, ubicado a unos metros de las vías por donde pasa ‘La Bestia’, el tren que recorre México rumbo a Estados Unidos. Comenzaron esta labor hace años, cuando veían pasar el tren con cientos de personas encima. Dispuestas a ser solidarias con ellos, se enfrentan también a ese engranaje que cada vez pone más obstáculos a la solidaridad.


En la mesa contigua está Ana María, tiene 28 años, dos hijos y un pasado en San Salvador del que huye. Tampoco es su nombre real, pero advierte que ella y su hijo son perseguidos. El padre de su hijo mayor les abandonó nada más nacer, “después se emparejó con una pandillera de la pandilla 18”, cuenta bajando la voz. “Seguí con mi vida, estudié bachillerato, me volví a casar y tuve otra hija. Pero apareció la pareja del padre de mi hijo con dos hombres amenazándome con que querían llevarse a mi hijo”, relata visiblemente afectada. “Decían que el niño llevaba la sangre de ellos y tenía que entrar en la pandilla, me aterraba porque allí es muy común que capturen a niños y les fuercen a formar parte de las cuadrillas”.

Ahí comenzó su infierno. Se fueron a otra ciudad, pero les volvieron a encontrar. Se plantearon denunciar, pero al comentárselo a un amigo policía éste le recomendó que no lo hicieran porque iban a quedar vinculados al historial delictivo del crimen callejero y podría volverse en su contra. El padre de su hijo estaba en la cárcel, y gracias a eso aceleraron sus trámites para que pudiera salir del país con su pareja y sus dos hijos.

“Ojalá no hubiéramos tenido que salir de nuestro país, no nos vamos por gusto ni por ningún sueño americano. Yo solo quise poner a mis hijos a salvo”, denuncia Ana María

Llegaron a México el 24 de septiembre de 2023. Y aquí llegó el otro infierno llamado Tapachula. Ubicado en la frontera sur de México es conocido por ser uno de los lugares más hostiles de la ruta migratoria. “Fuimos a COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado) y un señor se nos acercó. Nos dijo que era abogado y que podía ayudarnos en nuestro caso. Nos mostró documentos con firma y sello de la institución y aunque en un primer momento nos negamos, acabamos pagando casi todos nuestros ahorros (1.500 dólares) por unos servicios que resultaron ser un engaño”, cuenta Ana María mientras se rompe.

Fronteras
Fronteras Mariné y los desaparecidos del Darién
La frontera que separa Colombia de Panamá es una de las más peligrosas del continente americano, sobre todo si eres mujer. Cada año decenas de personas son abusadas sexualmente o pierden la vida en esa travesía. Las más afortunadas son almacenadas en morgues o enterradas en fosas comunes. El resto quedan para siempre atrapadas en la selva.


Su entonces pareja la culpabilizó de haber arruinado la vida de la familia y les abandonó. “Fue muy duro porque estaba sola, y con mis dos hijos profundamente deprimidos, sobre todo la pequeña, que tenía un apego muy fuerte con su papá”, relata. “Recuerdo mucho la desesperación de las personas del albergue, había varios venezolanos que decidieron subir hasta la frontera norte y perdimos la comunicación, nunca más volvimos a saber de ellos”, relata.

Su hijo no sabe por qué huyen, y su hija tampoco. “Me dicen que por qué no regresamos, que quieren volver a ir al colegio”, y se emociona al volver a imaginar las navidades de este año sin su red familiar. “Por momentos pierdo la esperanza, ahora que ha vuelto Trump no sabemos qué va a pasar. La noche de las votaciones había mucho nerviosismo, muchas personas asumían que no van a tener la oportunidad de cruzar”, relata. Preguntada por ese hostigamiento que ha hecho hacia los migrantes su alegato es contundente: “Ojalá no hubiéramos tenido que salir de nuestro país, no nos vamos por gusto ni por ningún sueño americano. Yo solo quise poner a mis hijos a salvo”, denuncia. Añade que han visto a personas cruzar México a la desesperada, que volvían a los albergues de Tapachula con los pies ampollados tras miles de kilómetros a pie y tras haber sufrido violencia y que aún así volvían a subir para intentar cruzar.

Con muchas de esas afecciones serias de salud se encuentran en la enfermería contigua. Allí prestan servicio las trabajadoras de la Alianza para la Salud de los y las migrantes. Leecette es una de las tres parteras, uno de los servicios más demandados. “Es muy duro lo que ves, mujeres tan vulnerables sometidas a todo tipo de violencias”, relata. “Aquí llegan muchas mujeres a abortar tras haber sufrido violencia sexual. También vemos laceraciones y todo tipo de lesiones genitales, hay muchas violaciones grupales. De hecho, muchas organizaciones del sur les recomiendan ponerse una inyección anticonceptiva por lo que pueden padecer en el camino”, asegura.

Antes de Trump, cuenta Xanic, “una vez que entraban tenían derecho a asilo, pero con él empezaron las llamadas devoluciones en caliente”

Uno de los casos más complejos que atendió fue el de una mujer venezolana. Consiguió volar a Cancún y allí fue raptada. “La explotaron sexualmente durante meses. Es uno de los grandes problemas, las mafias de trata de personas se aprovechan de la vulnerabilidad de las migrantes. Esta mujer tenía cáncer de cérvix y no sólo no pudo tener su tratamiento médico sino que fue sometida a sexo sin consentimiento y sin protección a diario. Las secuelas fueron muchas, físicas y psicológicas”, recuerda aún conmocionada.

“En otros casos hemos atendido a mujeres que se les mueren los hijos, o con menores que también han sufrido violencia física y sexual, es terrible”, relata esta sanitaria. “Con todo, nada les frena, pero ahora con la victoria de Trump hay mucha tensión. Nos preguntan qué va a pasar con sus procedimientos. El día de las votaciones estaban todos con el teléfono pendientes”. Reconoce que temen que el viraje político conlleve huidas a la desesperada que ya vivieron en 2018. “Esa desesperación les lleva a cruzar de manera ilegal, a hacer lo que sea. Muchos son capturados por mafias o mueren, por ejemplo, tratando de alcanzar a nado el otro lado”, apunta.

Xanic es otra de las parteras. Recuerda que en los picos de las caravanas de migrantes, que tuvieron lugar en la anterior legislatura de Trump, llegaron a atender a unas cuarenta mujeres al día, la mayoría haitianas. “Muchas creen que por estar embarazadas tienen más probabilidad de agilizar su tramitación de asilo pero no es así”, confiesa. Cuenta orgullosa que han conseguido a varias intérpretes de creole para poder comunicarse mejor con las mujeres migrantes. Asesoran a las gestantes sobre el parto como una experiencia no traumática y también para que identifiquen y denuncien cualquier práctica de violencia obstétrica. Incluso disponen de terapias naturales como acupuntura porque, cuenta, se encuentran con algunas que son reacias a la medicina tradicional. Y todo con donaciones privadas.

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Comparten parte del edificio con el albergue de Espacio Migrante, que Paulina Olvera Cáñez y dos compañeras fundaron en 2012. La situación se recrudeció en 2018 con la llegada de las caravanas “Trump implementó el título 42, amparándose en la emergencia sanitaria por la pandemia y restringió aún más el cruce. Antes, una vez que entraban tenían derecho a asilo, pero con él empezaron las llamadas devoluciones en caliente”. Cuenta que con Biden tampoco han mejorado mucho las garantías de asilo. “Implementó el CBP1, una aplicación para pedir en línea el asilo que es lo que hay ahora. No es garantista porque muchas personas no tienen acceso a smartphones u ordenadores y también discrimina a las personas con diversidad funcional”, critica. “Muchos se agolpan aquí esperando esa cita que nunca llega”.

También denuncia que el ejecutivo mexicano de López Obrador, en colaboración con Trump, creó la Guardia Nacional para proteger la frontera e implementó un programa disuasorio llamado “Quédate en México”. La idea era que quien llegase a territorio mexicano permaneciese y se aprovechó la mano de obra migrante para megaproyectos como el Tren Maya. “No tenían garantías legales porque se les daba un estatus parecido al de turista con el que no podían trabajar legalmente”, critica Paulina.

Esa militarización de la frontera con la Guardia Nacional ha sido ampliamente criticada por las organizaciones pro derechos humanos. “Recientemente, el 2 de noviembre, dispararon a un grupo de colombianos que intentaban cruzar y mataron a dos de ellos, y el gobierno sigue sin dar explicaciones”, denuncia. “Por estos largos tiempos de espera muchos intentan cruzar a la desesperada y ahí está la Guardia Nacional para atacarlos. Lo que está haciendo México es un papel de contención, que no pasen, y yo me pregunto: ¿en qué afecta a México que alguien necesite protección internacional?”, explica.

Una caravana migrante con más de 2.500 personas ya está cruzando el país desde Chiapas con una manta blanca en la que en letras rojas se lee: ‘No más sangre migrante’

En este punto Paulina me señala un gran mural en la fachada del centro que rinde tributo a Yosean, una mujer camerunesa que llegó hace cinco años. Ella era enfermera y cuando inició el conflicto armado en su país la amenazaron por haber auxiliado a heridos. Nos cuenta el periplo que tuvo que vivir: voló a Ecuador y cruzó todo Centroamérica hasta llegar a Tijuana. Cuando le asistieron para hacer la petición de asilo junto con la reunificación familiar para traerse a sus hijos, fue una absoluta carrera de obstáculos. Como México apenas tiene embajadas en África tuvieron que hacer la burocracia a través de la embajada en Nigeria. Estuvo varios años esperando poder entrar a Estados Unidos y padeció el recrudecimiento de las medidas con la primera era Trump.

“Me preocupa que este ahora ha ganado con gran ventaja. La verdad es que Biden no logró revertir todos los retrocesos en derechos de migrantes que recortó Trump y ese es el gran drama, el punto de partida cada vez es peor y no logramos recuperar esas garantías”, critica Paulina fundadora de Espacio Migrante. “México es un lugar peligroso para los migrantes, especialmente para las mujeres”, asegura. Y relata que han visto pisoteos de derechos humanos inauditos, especialmente en la anterior legislatura de Trump, cuando en plena emergencia se les negaba la asistencia sanitaria.

Preguntada por si reciben algún tipo de subvención o ayuda institucional, Paulina, del Espacio Migrante ríe: “No solo no recibimos ayuda, sino que nos piden ellos la ayuda. Es decir, el gobierno deriva aquí a personas para que les prestemos nosotras la asistencia humanitaria”, critica. Desde Espacio Migrante y también desde la Alianza para la Salud de los y las migrantes les están prestando la ayuda que nadie les da en su espera eterna a ingresar en Estados Unidos. Y ese temor que han advertido de que la llegada de Trump produzca un efecto llamada con flujos migratorios a la desesperada es ya una realidad.

Una caravana migrante con más de 2.500 personas ya está cruzando el país desde Chiapas con una manta blanca en la que en letras rojas se lee: ‘No más sangre migrante’. Su lucha por tener una vida digna, lejos de conflictos o persecuciones de todo tipo, podría chocar frontalmente con un muro que según ha advertido el nuevo presidente será aún más infranqueable y, en consecuencia, más peligroso para las personas migrantes.

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