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Fotografía
Éxodo asimétrico
La demostración de músculo de la denominada España Vaciada en marzo de 2019, con una masiva movilización en Madrid, reorienta el debate público en materia de vertebración territorial hasta el punto de propiciar la creación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico un año después. Por primera vez, tras más de nueve décadas de fuertes movimientos de población desde la periferia hacia los municipios más grandes, los desequilibrios entre zonas rurales y zonas urbanas merecen una notable parcela en la agenda política española. Y a los argumentarios de todo el arco parlamentario les suceden los análisis en prensa sobre por qué se vacían los pueblos y cómo podría el Estado revertir esa agónica situación.
El diagnóstico y los posibles remedios, sin embargo, se han debatido desde entonces siguiendo un único prisma masculino, blanco y hetero y, pese a la existencia de polos de crecimiento económico en determinadas zonas rurales, el discurso sobre la España Vaciada sigue pivotando solo sobre el eje según el cual la gente abandona los pueblos por la falta de oportunidades laborales. Este proyecto, Éxodo asimétrico, pretende ofrecer otra perspectiva sobre el abandono del medio rural partiendo de las incomodidades que sufren las personas de sensibilidades no hegemónicas tanto en el espacio público (extimidad) como en el espacio privado (intimidad). Esta fina línea entre extimidad e intimidad, frecuentemente muy difuminada en un entorno que no conoce de anonimatos, será la guía sobre los usos y percepciones que surgen de cada ámbito de la vida en el municipio de Llucena, ubicado en el interior de Castelló y que cuenta con una población de poco más de 1.300 habitantes.
1. TOROS. La extimidad en los usos lúdicos del espacio público en el municipio de Llucena ejemplifica a la perfección la supremacía masculina y tradicionalista que puede encontrarse en una buena parte del medio rural. La imagen, de las fiestas patronales celebradas en octubre de 2021, muestra que los hombres son los únicos que protagonizan y acaparan los recursos destinados a un concepto muy concreto de diversión.
2. MINIFALDA. De la omnipresencia católica surgen parte de los machismos cotidianos con los que todas hemos crecido. Me compré esta minifalda en el Stradivarius de la calle Enmedio de Castelló en el año 2002 y la estrené para las fiestas patronales de septiembre. Desde entonces, la asocio con la primera vez que me llamaron puta en unas fiestas. Yo tenía 15 años.
3. COMUNIONES. Los domingos y demás días festivos, el espacio público se reserva a la tradición católica. La plaza del pueblo se somete a las entradas y las salidas de la iglesia, y la gente sigue confiando una parte importante del poder municipal en el párroco. En la imagen, la celebración de las comuniones en mayo de 2022.
4. FÁBRICA. Llucena, enclavada en la periferia de lo que se conoce como el Triángulo del Azulejo, ha disfrutado de una prosperidad económica bastante holgada desde la década de 1960. En el pueblo se mantienen todavía varias empresas de producción cerámica, siendo Fabresa la más antigua y emblemática. El paro, exceptuando el de la gran catarsis de 2008, suele ser anecdótico. Y la masa asalariada local presume de ser de las pocas de España que aún se rige por un convenio del sector industrial.
5. COCAÍNA. La intimidad asociada al bienestar económico en el pueblo se ha traducido en las últimas décadas en un consumo habitual y endémico de cocaína. La industria ofrece sueldos estables y la falta de alicientes culturales invita a buscar la emoción en espacios a puerta cerrada de bares, restaurantes y domicilios particulares, como es el caso de esta imagen. En un municipio en donde los servicios escasean y todos nos conocemos, comprar cocaína resulta mucho más sencillo que comprar unos sujetadores.
6. URBANISMO. La relación de los residentes con el trazado urbano encuentra el conflicto en una planificación caciquil que permite la sucesión de bloques sin coherencia estética. Por eso, el día a día en la extimidad del núcleo residencial es agresivo y desencaja con el patrimonio natural que envuelve la parte habitada. La percepción de este horizonte de hormigón hace que la realidad rural, lejos de resultar apaciguadora, se acabe postulando como un elemento más de tensión ambiental.
7. CAZA. De puertas afuera de cada casa solo existe una masculinidad válida y ampliamente aceptada. La masculinidad que es ruda, viril e indiscutiblemente hetero. En la imagen, un joven de Llucena de 24 años posa con su uniforme y con su escopeta de caza desde un mirador cercano a la zona que se conoce como el Barranc de les Parretes.
8. PANORÁMICA. Vivir arrojado al interior, lejos de los centros de creación y de programación cultural, confiere un carácter contundente e inamovible que dificulta cualquier intento de avance social. Las fronteras rocosas constriñen al disidente y homogeneizan al local, reforzando los roles enquistados con el paso de las generaciones. Vista actual de Llucena, abril de 2022.
9. CUIDADOS. La intimidad, aquello que acontece de puertas adentro de cada casa, sigue perpetuando el profundo desequilibrio entre géneros. En la imagen, mi madre (62) masajea las piernas de mi abuela (87), castigadas tras décadas al servicio de toda la familia. Es una rutina que realizan únicamente ellas, al margen del resto de integrantes masculinos de la familia.
10. CALLEJÓN. Hay otro espacio público que, por su discreción, hemos llevado al terreno de la intimidad. Se trata de un espacio integrado por el zigzagueo de calles alejadas de la plaza principal que nos permite resguardarnos de la mirada de los adultos para fumar un cigarrillo o, simplemente, besar a un chico. Es todo un continuo aprendizaje de aquello que es correcto y, por tanto, se puede hacer en público, y de aquello que es incorrecto y que debe esconderse del resto de la comunidad.
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Hola Emma, soy Lorena, me conoces, somos del mismo pueblo, de Lucena del Cid, del cual me siento muy orgullosa de pertenecer. Te voy a dar mi opinión, muy personal, he leído y releído tu artículo, no entiendo que pretendes ni adonde quieres llegar, estas hablando de un pueblo como si perteneciera a la época de la dictadura, de un pueblo que mi visión es totalmente contraria, no voy a rebatir cada punto que has comentado poque no tendría bastante espacio… ¿qué es lo que te ha pasado, o cuanto daño te ha hecho quien sea, para que odies así al pueblo en el que te has criado? Sea lo que sea, estas en tu derecho de irte, pero no hagas culpable a todo el pueblo por lo que te haya podido pasar, tendrás tus motivos personales para irte, los cuales respeto, pero que realices un artículo con tanto odio no lo entiendo y además publicarlo. Te aprecio mucho y lo sabes, me has decepcionado la verdad. Si vienes en San Miguel me gustaria quedar y hablar, no puedo aceptar bajo ningun concepto, que hagas este tipo de artículo de Lucena.
Una perspectiva diferente y certera. Clarividente diría yo. Creo que nunca he leído o escuchado una relación tan clara de motivos para irte del pueblo (o no ir a vivir a uno) si no eres macho, blanco y hetero.
Hay un dicho que dice "pueblos pequeños, infiernos grandes": una pena pero así es.
Gracias por el artículo Emma!!
Irse o criticar el pueblo por las cosas comentadas es de cobardes. En los pueblos hay muchas mas cosas que las mencionadas. Siempre existe gente y asociaciones que luchan por mejorar y cambiar todos estos temas.
No sera porque en las ciudades no existe todo lo comentado y mucho mas, solo un ejemplo de hace un par de semana, a un amigo le pegaron una paliza por llevar el pelo largo. Esto en los pueblos no pasa, por lo menos en el mio. La critica no ayuda, el trabajo y la lucha si.