Energía nuclear
Taxonomía: el maquillaje criminal de la energía nuclear

La aprobación del reglamento de la Comisión Europea, denominado Taxonomía de Actividades Sostenibles, que clasifica a la energía nuclear y al gas como tecnologías de transición que contribuyen a la lucha contra el Cambio Climático, constituye una de las más desvergonzadas y dolosas operaciones de lavado de cara verde de energías contaminantes y enemigas del clima.

En las inmediaciones de los dos reactores atómicos de Almaraz nadie discute que estamos en situación de Emergencia Climática. Sin rastro de lluvia en todo el invierno, los campos sedientos amarillean dramáticamente, el sector ganadero tiembla y reza para que al menos llueva un poco para salvar en algo los pastos, el sector agrícola ya da por hecho que sería un milagro que la primavera fuera tan húmeda que permitiera los riegos necesarios para la temporada de cultivos. Los embalses de la cuenca del Tajo a 1 de febrero no alcanzan ni el 46% de reservas, y los del Guadiana ni rozan el 30%; las temperaturas otoñales estuvieron muy por encima de la media y el invierno lleva el mismo camino, de modo que la vegetación está empezando a florecer anormalmente pronto, tenemos incendios forestales graves en pleno invierno…

Los embalses de la cuenca del Tajo a 1 de febrero no alcanzan ni el 46% de reservas, y los del Guadiana ni rozan el 30%

Mientras aquí abajo agonizamos de sed y desertificación en los palacios de allí arriba siguen conspirando contra el clima y contra la vida: en el Acuerdo de París y en las sucesivas escenificaciones de las COP, Europa se proponía llegar a la neutralidad climática en 2050 y alardeaba de estar a la vanguardia mundial de la lucha contra el Cambio Climático, pero cuando sus señorías vuelven de esas cumbres se quitan el disfraz verde y se pliegan a las servidumbres del mundo real en el que manda quien manda: el negocio.

Centrales nucleares
Opinión Centrales nucleares, energías renovables y desafíos del movimiento ecologista
Paca Blanco, veterana militante ecologista, llama la atención sobre los desafíos actuales en la lucha antinuclear y la necesaria búsqueda de consensos ante la avalancha del negocio de las energías renovables.

La inefable presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, que sabe mucho de guerra porque fue la ministra bélica de Merkel entre 2013 y 2019, ha decidido emprenderla ahora también contra el clima: pese a no contar con consenso, ha aprobado un reglamento que clasifica a la energía nuclear y al gas “natural” licuado como fuentes de energía que contribuyen a la lucha contra el Cambio Climático. No se trata sólo de otra absurda boutade de las muchas que sueltan por su boca nuestros políticos y burócratas europeos y a las que estamos tan acostumbradas. El reglamento aprobado, denominado Taxonomía de Actividades Sostenibles, pone en el mismo nivel al gas y la nuclear que a la eólica y la solar, constituye todo un espaldarazo económico al lobby nuclear y gasístico, que canalizará ingentes inversiones y fondos económicos tanto públicos como privados hacia estos dos sectores que seguirán en el “mix energético” europeo hasta finales de este siglo, o hasta el colapso.

El reglamento aprobado, denominado Taxonomía de Actividades Sostenibles, pone en el mismo nivel al gas y la nuclear que a la eólica y la solar, constituye todo un espaldarazo económico al lobby nuclear y gasístico

Todo obedece a los intereses económicos cortoplacistas de las élites oligárquicas alemanas y francesas, que tienen grandes inversiones en el sector del gas (las alemanas) y en el sector atómico (las francesas). Así queda en evidencia que, en el fondo, la Unión Europea con toda su complejidad institucional y burocrática es un imperio dominado por las oligarquías de estos dos países centrales, un imperio capitalista en el que el resto de los países importan y deciden muy poco y las poblaciones nada.

Aquí, en Almaraz, en 2021 hemos tenido 4 incidentes en el reactor 1 y tres en el reactor 2; 7 incidentes en un año, 1 cada dos meses, afortunadamente ninguno grave si es que hay que fiarse del mantra con que Endesa, Iberdrola y Naturgy edulcoran todos los comunicados al respecto: “sin riesgos para la población ni afecciones al medio ambiente”. Empresas que, todo hay que decirlo, no pueden presumir ni de transparencia informativa ni de respeto ambiental.

Aquí en Almaraz en 2021 hemos tenido 4 incidentes en el reactor 1 y tres en el reactor 2, 7 incidentes en un año, 1 cada dos meses

La basura radioactiva se acumula en las piscinas de refrigeración a la espera de que algún gobierno decida dónde colocar un cementerio nuclear que nadie quiere, con lo que tenemos en Cáceres dos centrales nucleares obsoletas y peligrosas que acumulan incidentes derivados del envejecimiento y un cementerio nuclear chapucero e improvisado a cielo abierto para el que no se cuenta con una alternativa viable. Unos reactores atómicos que han cumplido ya con creces el período de actividad para el que fueron diseñados (30 años) y que han logrado prórrogas de los gobiernos de tirios y troyanos contra todo principio de precaución, que no es en vano que las eléctricas tengan en nómina a especímenes, más o menos jubilados de oro, tanto de troyanos como de tirios.

Energía nuclear
Extremadura Nuevo incidente en la central nuclear de Almaraz
Desde el movimiento ecologista denuncian el estado de los reactores de la central y que el CSN haya autorizado la ampliación por 10 años más de la vida operativa de la planta sin haberse producido ningún debate social, algo que ha sido calificado como “un peligro potencial” por estas organizaciones.

Y es que, se pongan como se pongan los pronucleares, no hay solución viable para unos residuos peligrosísimos, cuya actividad letal para la naturaleza y las personas (se me perdone la redundancia) tiene una duración de cientos e incluso miles de años. El argumento de que la energía nuclear es limpia porque durante su funcionamiento emite poco CO2 es profunda y deliberadamente capcioso y mendaz, porque no tiene en cuenta todo el ciclo de la generación atómica, que va desde una minería profundamente impactante y contaminante como es la del uranio, al transporte del mineral y su enriquecimiento, a la construcción y el desmantelamiento posterior de las centrales nucleares, a la vigilancia y seguridad de las instalaciones nucleares, al transporte y gestión de los residuos de baja, media y alta actividad, etc., actividades todas que emplean recursos fósiles a discreción y que son, por tanto emisoras, netas de CO2, envenenadoras de suelos, aguas y aire, enemigas letales de la salud pública y de la ambiental.

Y es que se pongan como se pongan los pronucleares no hay solución viable para unos residuos peligrosísimos, cuya actividad letal para la naturaleza y las personas tiene una duración de cientos e incluso miles de años

Enemigas también de la democracia, pues la energía nuclear promueve un sistema eléctrico centralizado y monopolístico que sólo beneficia a unas minorías oligárquicas que acumulan más poder que los gobiernos elegidos democráticamente: las eléctricas. Sólo así se explica y se justifica el vasallaje del “gobierno más progresista de la historia” respecto al lobby nuclear e hidroeléctrico.

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Crisis climática Los sumideros de carbono, el 'greenwashing' que elevará las hambrunas
Entre el 1 y el 12 de noviembre, la Cumbre del Clima se reunirá en Glasgow. “Es una oportunidad para acordar una auténtica reducción de las emisiones de carbono, pero existe el riesgo de que Gobiernos y grandes empresas se escondan tras una maraña de endebles compromisos para lograr cero emisiones netas en 2050”, advierte Oxfam, mediante el uso de sumideros de carbono.

Como sólo así se puede entender la rendición a los intereses más espúreos de los verdes alemanes que actualmente gobiernan en coalición con la claudicante socialdemocracia (el ex canciller Schroeder en Gazprom), una rendición que nos entristecería o sorprendería si no estuviéramos curados de espanto de ver la deriva de nuestros verdes divididos peninsulares y de los morados que iban a asaltar los cielos después del 15M. Esos que celebran la aprobación de leyes negociadas con Arrimadas y los de UPN salvadas in extremis con el voto del exalcalde de Trujillo, un presunto prevaricador que no atina con el dedo en el ordenador para votar sí o no, pese a haber atinado tanto con las contrataciones a dedo presuntamente cometidas durante su reinado o alcaldía.

Enemigas también de la democracia pues la energía nuclear promueve un sistema eléctrico centralizado y monopolístico que sólo beneficia a unas minorías oligárquicas que acumulan más poder que los gobiernos elegidos democráticamente: las eléctricas

El documento impuesto por doña Úrsula y sus cómplices tiene 4 meses para ser vetado en el Parlamento Europeo o en la Comisión, pero no parece probable que decaiga porque se necesitan 355 diputados en el Parlamento o 20 estados en la Comisión que representen a más del 65% de la población total europea que se opongan. La democracia europea es así: luego se extrañan de la baja participación en las elecciones europeas o del avance del euroescepticismo.

Dada la abrumadora mayoría en el Parlamento de las fuerzas que transitan con inusitada facilidad las puertas giratorias con el sector energético (populares y socialistas), y dado que solo hay 4 países que hasta ahora hayan expresado su oposición 4 países que son irrelevantes en la gobernanza europea como Austria, Dinamarca, Luxemburgo y España—, parece seguro que se aprobará.

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Destrucción de superficie forestal, cambios normativos en la protección del suelo, descatalogación, prevalencia del interés científico en detrimento del ambiental y uso de tecnología militar en la zona son algunos argumentos de ecologistas para oponerse al proyecto CEUS.

El Gobierno español, sabedor de su insignificancia, se permite así gesticular su músculo climático y verde anunciando que se opone a incluir el gas y la nuclear en la taxonomía verde, pero solo Austria y Luxemburgo planean llevar la decisión al Tribunal de Justicia de la U.E. Nada puede extrañarnos ya de la ministra Ribera, que milita en el mismo partido de un tal Felipe González que trabaja para Naturgy, empresa en la que también presuntamente trabajan o trabajaron otros flamantes socialistas como Cristina Garmendia, Narcís Serra, o los Solbes, Salgado, Majó, que trabajan para Endesa, o Amigo, Medel, Marín y Hernández Moltó en Iberdrola.

Nada puede extrañarnos ya de la ministra Ribera que milita en el mismo partido de un tal Felipe González que trabaja para Naturgy

El mismo partido que prorrogó el período de explotación de Almaraz hasta 2027 y 2028 contra toda la opinión pública mayoritariamente antinuclear, contra todo principio de precaución y contra toda lógica: no se atreven a elegir un emplazamiento para el cementerio nuclear de basura de alta actividad que les costaría votos en la zona condenada, pero siguen produciéndola para beneficio de la electrooligarquía.

El mismo partido que gobierna la Junta de Extremadura y que sigue sin acometer un plan de alternativas económicas y de empleo para las comarcas del Campo Arañuelo y circundantes que se han hecho dependientes del monocultivo nuclear, de modo que cuando llegue la hora del inevitable cierre, la Junta se irá a lloriquear a Madrid al grito de que no hay alternativa a la nuclear, y el “empleo über alles”, y necesito otra prórroga que tengo los sindicatos (cooptados por la nuclear) en pie de guerra…

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¿Qué hay tras las promesas verdes de Banco Santander?
Esta entidad financiera ha aumentado en un 102% la inversión en la industria de combustibles fósiles en los últimos cinco años, según el informe de Banking on Climate Chaos.

Como, además, la conciencia climática y antinuclear de nuestras sociedades civiles flaquea enormemente en cuanto se nos empieza a subir la factura de la luz y se nos amenaza con apagones y ocurre que dejamos de mirar al cielo para contemplar solo ya nuestro bolsillo, lo más previsible es que la mayoría se pliegue al chantaje eléctrico y nos la cuelen y tengamos energía nuclear hasta que nos estalle un Tchernobyl o un Fukushima, o nos envenenemos con los bidones de residuos radioactivos, y entonces veremos a muchos rasgarse las vestiduras, pero ya será tarde.

Por eso hay que insistir en explicar que la energía nuclear no es sostenible, ni verde, ni puede considerarse un camino de transición hacia otra cosa que no sea un desastre distópico de contaminación radioactiva y de autoritarismo político antidemocrático. La energía nuclear no es ni siquiera económicamente sostenible: requiere de inversiones y subvenciones públicas, externaliza los costes de seguridad y manejo de los peligrosísimos residuos que genera, se apropia del trabajo vivo de los ríos que deberían ser propiedad común, envenenándolos. La energía nuclear civil va unida a la militar, se olvida muy interesadamente que el parque nuclear español nació en las mentes calenturientas del tardofranquismo con el objeto de producir el plutonio que permitiera a la “una, grande y libre” nación poseer la bomba atómica.

Por eso hay que insistir en explicar que la energía nuclear no es sostenible, ni verde, ni puede considerarse un camino de transición hacia otra cosa que no sea un desastre distópico de contaminación radioactiva y de autoritarismo político antidemocrático

La energía nuclear es un crimen también contra las generaciones venideras, que no disfrutarán de la electricidad producida pero que tendrán que gestionar, cuidar y vigilar los miles de toneladas de chatarra venenosa que produjeron sus ancestros.

Nos gobiernan unas élites (también a nivel regional) que siguen jugando a amasar cantidades ingentes e inmanejables de dinero a costa de acelerar un Cambio Climático que nos conduce a un desastre catastrófico colectivo. El capitalismo, en esta fase terminal de su historia ya sólo es capaz de continuar la acumulación por desposesión, nos roban recursos económicos en la factura de la luz y el gas, nos roban el futuro acelerando la entropía y el cambio climático, roban las posibilidades de vida de las generaciones futuras de nuestra especie y de las demás… Nos gobiernan criminales de lesa humanidad, y como tal deben ser tratados.

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El documental "La mentira verde" (2018) de Werner Boote critica el fenómeno greenwashing.
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