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Series
Estrés en el trabajo de tus sueños
Silicon Valley es una de las pocas series que pone el foco en la enfermedad del s.XXI.
La mejor radiografía sobre la necesidad la protagonizó Frank Sobotka cuando dejaba que lo peor de Baltimore se asomara por su sindicato y el muelle para que todo el mundo llevara un sueldo a casa. The Wire come en otra mesa.
Se pueden contar con los dedos de las manos las series que han hecho referencias al estrés laboral. Referencias honestas y nobles, no de las que sirven para rellenar un episodio de una temporada. Silicon Valley es una de ellas.
Richard Hendricks es el amargado protagonista de la serie de HBO que echó el telón el pasado 2019. Y Richard suda por las noches. Se levanta empapado y todo el mundo cree que se ha meado encima. Ese sudor lo genera el estrés de ver cómo todo lo que propone para sacar la cabeza del agujero se hunde de una u otra manera.
En un mundo en el que perseguir un sueño es casi una obligación para no ser considerado un parásito, Silicon Valley es un pequeño reproche a las aspiraciones faraónicas y a los arranques de creatividad. No desprecies nunca un entorno laboral donde sales a tu hora y nadie insulta a nadie.
Una serie cómica y llena de drama sobre cómo un puñado de, llamémoslos informáticos, acude a Palo Alto para revivir el sueño de Steve Jobs y fundar una empresa desde el garaje de casa. Como si todos los que quieren formar un grupo de pop se pasaran unos meses en Hamburgo como hizo The Beatles. El mercado laboral confunde la lógica con la repetición.
Hendricks es dueño de una empresa tan original como ruinosa que lucha por sobrevivir entre tiburones, por escapar de la precariedad y por ser capaz de generar cuatro salarios dignos para los protagonistas. Una quimera, visto lo visto. El protagonista experimenta la frustración de descubrir que en el trabajo de sus sueños hay noches sin dormir, bronca y displacer.
El leitmotiv de la serie es el estrés y la frustración. El miedo a no salir del pozo y reconocer desde el fondo: “Pues sí, aquí sigo”. Perseguir un sueño es bonito, pero puede acabar contigo. Richard acude al médico una vez por temporada y siempre le dice lo mismo: tu empresa te va a matar. Él mismo lo reconoce. En una de las varias ocasiones en las que se encuentra sin salida, cuando su idea va a ser engullida/superada/comprada/denunciada/robada/copiada por algún competidor, acaba por venirse abajo ante Mónica (Amanda Crew). Si su jornada se debate entre diarreas, sudores, ataques de ansiedad, dormir en una litera y compartir piso con cinco personas, puede que ver cómo su sueño se viene abajo sea el mejor futuro posible.
Sillicon Valley deja un amplio espacio para las penurias laborales del s.XXI, material difícil de encontrar entre las producciones de calidad. Esta serie muestra las continuas negociaciones en busca de alianzas win-win pero lo que termina por plasmar es el apabullante lose-lose (expresión que, si no existe, debería) al que se somete a todo trabajador. Los que tienen formación en trabajos que inundan el mercado cobran poco porque son fácilmente sustituibles; los formados en materias con pocas salidas cobran poco porque 'el premio' es tener trabajo. Estás atrapado.
Como casi todas las series que se alargan innecesariamente, Silicon Valley acaba traicionándose a sí misma para desdecirse de todo ese abanico de valores y sinsabores que afrontan los protagonistas. Arrancan la serie con sueños de conquistar Internet, pero a los pocos capítulos se encuentran atrapados en ese sector que tanto aman. La serie acaba regodeándose tanto en los dolores de sus protagonistas que les hace caer para volver a levantarse y así caer de nuevo, varias veces por temporada. Incluso el estrés desaparece y los informáticos son felices nadando entre la miseria. Como ya pasara con El Séquito, las comedias de HBO tienden a ser tan circulares que acaban mareando y proponiendo las mismas tramas una y otra vez.
Por tanto, aunque los capítulos avancen y el espíritu original se difumine, el mensaje debe persistir: si el sueño de tu vida te produce arcadas, pon en orden tus prioridades.