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Deportes
La Euskal Selekzioa y el sueño de jugar un partido oficial
Cuatro años después de su último partido, este sábado 23 de marzo vuelve a reunirse la Euskal Selekzioa masculina de fútbol, para el encuentro amistoso que le enfrentará a la selección de Uruguay en el estadio de San Mamés. Con la vuelta de Marcelo Bielsa a Bilbao como atractivo y con el objetivo de que haya una buena entrada, a pesar de la ausencia de los futbolistas convocados por la selección española. Como declaró a Naiz Irratia el seleccionador vasco y entrenador de Osasuna, Jagoba Arrasate, “se juegan dos partidos, uno el de la reivindicación y el otro, el que se va a jugar en el campo. Nuestra intención es ganar los dos, aunque sabemos que va a ser difícil”.
La lucha por la oficialidad de su selección es vieja, como lo es también la propia selección vasca. Ya en 1915, cinco años antes del debut de la selección española, disputó sus primeros partidos la selección de la Federación Regional del Norte, que incluía a jugadores vascos y cántabros.
La selección vasca debutó en 1930 bajo el nombre de Vasconia y enfrentándose a la de Cataluña. Durante la guerra civil, el gobierno vasco organizó una gira de la selección de Euzkadi, con el objetivo de recaudar fondos y hacer propaganda en favor de la causa republicana
La selección vasca, propiamente, debutó en 1930 bajo el nombre de Vasconia y enfrentándose a la de Cataluña. Durante la guerra civil, el gobierno vasco organizó una gira de la selección de Euzkadi, con el objetivo de recaudar fondos y hacer propaganda en favor de la causa republicana. Con la derrota en la guerra, algunos de aquellos jugadores terminaron jugando al fútbol en México, Lángara fue máximo goleador del campeonato argentino y Ángel Zubieta llegó a ser una de los grandes ídolos del club San Lorenzo de Almagro.
Después de la dictadura franquista se volvieron a disputar partidos amistosos de la selección vasca y a partir de 1993 se empezó a organizar, por lo menos, un partido por temporada. Con el tiempo, ese partido anual de la selección vasca se convirtió casi en una tradición navideña que mezclaba el encuentro deportivo con la reivindicación política, bajo el objetivo de lograr el reconocimiento oficial de la selección de Euskadi.
Una reivindicación histórica
La de la oficialidad de las selecciones es una reivindicación que se ha mantenido, con mayor o menor intensidad, a lo largo de los años. Si en los años 90, el partido de la selección vasca llenaba San Mamés y se convertía en una fiesta en defensa de su reconocimiento oficial, ya entrados en el siglo XXI, la polémica alrededor de la denominación del equipo o la falta de avances hacia el objetivo de la oficialidad enfriaron el ambiente en torno a la selección.
En 2008 buena parte de los futbolistas profesionales vascos firmaron un comunicado negándose a jugar bajo la denominación de selección de Euskadi. Esta había sido la denominación habitual, pero el año anterior se adoptó, a petición de los futbolistas, el nombre de Euskal Herria. Para el partido de 2008, la Federación Vasca de Fútbol (FVF) decidió recuperar el nombre anterior y tras la negativa de los jugadores, finalmente se canceló el partido. Esta polémica sobre el nombre del equipo encerraba disputas políticas y las diferencias no terminaron hasta dos años después, cuando se acordó la denominación de Euskal Selekzioa.
Coincidiendo con los años de esplendor de la selección española, la falta de avances hacia el reconocimiento oficial de la selección vasca hizo que decayera la ilusión y la asistencia a los partidos fue bajando hasta tocar fondo en 2016
Coincidiendo con los años de esplendor de la selección española, la falta de avances hacia el reconocimiento oficial de la selección vasca hizo que decayera la ilusión y la asistencia a los partidos fue bajando hasta tocar fondo en 2016, cuando alrededor de 15.000 personas presenciaron en San Mamés el encuentro entre la Euskal Selekzioa y Túnez. Aquel fue el último partido que se disputó en fechas navideñas y, desde entonces, la selección vasca solo ha disputado tres partidos más.
Las exigencias de avances hacia la oficialidad se concretaron en 2018, cuando la FVF aprobó en asamblea solicitar el reconocimiento oficial por parte de UEFA y FIFA. Después de un tiempo sin movimientos y tras una carta de protesta presentada por algunos futbolistas vascos, en diciembre de 2020 se hizo oficial la solicitud en las sedes de UEFA y FIFA.
El gesto, sin embargo, tenía pocas posibilidades de éxito, ya que los estatutos de la UEFA exigen que “la federación solicitante pertenezca a un país reconocido como independiente por una mayoría de países de Naciones Unidas”, mientras que la FIFA puede aceptar a la federación de una región que no haya obtenido su independencia “con la autorización previa de la federación miembro del país del que dependa”, y la RFEF nunca ha tenido intención de dar ese paso.
Este sería el caso de las federaciones de Irlanda del Norte, Escocia, Gales e Inglaterra, que forman parte del Reino Unido pero son miembros de pleno derecho de UEFA y FIFA. De hecho, su existencia es anterior a la de la confederación europea y mundial, razón por la que no tuvieron problema para ser admitidas hace más de un siglo.
La Ley del deporte
En el caso de la selección vasca, el reconocimiento oficial se complicó cuando el gobierno presidido por Aznar presentó ante el Tribunal Constitucional un recurso a la Ley del deporte aprobada por el Gobierno Vasco. El fallo del Tribunal llegó en 2012 y decía que las selecciones de Euskadi solo pueden competir a nivel internacional en aquellas disciplinas en las que no existan federaciones españolas.
En 2019, el acuerdo entre el PNV y el PSOE para apoyar la candidatura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno incluía el desarrollo de las selecciones vascas en competiciones deportivas internacionales
En 2019, el acuerdo entre el PNV y el PSOE para apoyar la candidatura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno incluía entre sus puntos el desarrollo de las selecciones vascas en competiciones deportivas internacionales. Una medida que devolvió la ilusión al fútbol vasco y que terminó concretándose en la Ley del deporte 39/2022.
El artículo 48.2 de aquella ley establecía que “las federaciones deportivas autonómicas podrán participar directamente en el ámbito internacional, si la federación internacional correspondiente contempla su participación, en el caso de modalidades o especialidades deportivas con arraigo histórico y social en su respectiva Comunidad Autónoma o bien en el caso de que la federación autonómica hubiera formado parte de una federación internacional antes de la constitución de la federación española correspondiente”.
En tales supuestos, la participación de la federación deportiva autonómica en competiciones oficiales internacionales se producirá “previo acuerdo con el Consejo Superior de Deportes. Tal acuerdo conllevará el apoyo conjunto a la integración de la federación autonómica en la federación internacional”.
La aprobación de esta ley disparó la euforia en determinados sectores, sin embargo, apenas ha traído cambios significativos. Las dos únicas federaciones que cumplían el supuesto de la ley del deporte eran las de surf y pelota y, a día de hoy, sigue sin haberse concretado su reconocimiento oficial. Otras federaciones, como las de fútbol, ciclismo o baloncesto cumplen con el requisito del arraigo histórico y social, sin embargo, para su reconocimiento oficial necesitarían de un acuerdo con el Consejo Superior de Deportes y nada hace indicar que este pueda llegar a producirse.
En todo este tiempo, el respaldo a la selección entre la población vasca ha vivido altibajos, pero sigue siendo mayoritario. En una encuesta realizada en 2021 por el laboratorio Telesforo Monzón y la Universidad del País Vasco (UPV), un 63,5% de los vascos se mostraba a favor de que los deportistas pudieran representar al País Vasco en competiciones oficiales, frente a un 20,6% que se posicionaba en contra. Este sábado, la Euskal Selekzioa se enfrentará a Uruguay en lo que Arrasate ha definido como un doble partido. Vencer al combinado charrúa seguramente será más fácil que conseguir la oficialidad.