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Culturas
Izaskun Mata: “Estoy entre Alejandro Sanz y Evaristo”
Su familia vivió en Llodio hasta 1999, cuando los alquileres le obligaron a marcharse a Ugao. Sus antepasados vinieron de Madrid, Galicia, Zaragoza y La Rioja. En sus genes hay fusilados de la Guerra Civil, huelgas del metal en Tubacex, trabajadoras en fábricas de telas, orfelinatos, amas de casa, limpiadoras y camareras. En el Trabajo de Fin de Grado universitario encontró y restauró dos trincheras del Cinturón de Hierro, entre Pagasarri y Ganekogorta. Fue jugadora de fútbol y regentó una taberna. Ahora forma parte de la asamblea del centro social autónomo Katakrak de Iruñea, donde también se gana la vida. Organiza y participa en slams, y tiene un grupo de poesía musical con su hermana.
Denominación de origen: 100% clase obrera.
Currelas de toda la vida, con banda sonora de Los Pecos, Triana o Los Chichos. Ya sabes, “lo que hay es lo que hay, y a fuego con ello”, y “me siento bien con lo que soy, y disfruto del momento”. Mi madre, con la hostelería, la crianza y los cuidados de la generación anterior. Mi aita montó un pequeño taller de mecánica de camiones, en plan cooperativa. Quebró, y ahora anda entre Iveco y Volvo.
¿Cómo era una infancia en la Aiaraldea de los 90?
Fui una niña alegre que se pasaba el día en la calle. Era una marichico: me gustaba jugar con los niños, andaba en bicicleta con el aitite, jugaba al tenis, hice taekwondo. Luego vino el fútbol.
¿La quintaesencia del deporte machista?
A mí me empoderó desde el primer momento. Con 12 años nos pusimos a recoger firmas para que se hiciera un equipo femenino. El club no veía la necesidad, pero hicimos la campaña y lo conseguimos. Somos las que más alegrías le han dado dado al pueblo y las que más llenábamos el campo, pero mientras los chicos tenían primas hasta por empatar, a nosotras no nos pagaban ni el fisioterapeuta ni los viajes. Siempre haciendo sorteos o vendiendo camisetas para cubrir gastos aunque, eso sí, una vez tiramos el pregón de fiestas. En la noche de Bilbao comprobé que muchas jugadoras, ¿cuántas son muchas? Eran bolleras como yo.
El fútbol me empoderó desde el primer momento
¿Fue fácil salir del armario?
Un día mi ama me comento que me habían visto con una chica y le contesté que era cierto. Ella me respondió “que sepas que te voy a apoyar en todo, pero no quiero que te hagan daño”.
¡A eso se le llama un buen comienzo!
En mi familia, con los amigos y en mi cabeza siempre fue bien, pero lo complicado estaba ahí afuera. Todavía es una pelea cotidiana y tienes que elegir cuándo agachas la cabeza y cuándo la levantas.
¿Son frecuentes las microagresiones o las tanganas?
Todas las semanas tengo movidas y, de vez en cuando, un par de veces al año, se lía gorda. Hace 15 días, atendiendo de cara al público, entra un señor y me dice: “Caballero, ¿le puedo poner un cartel?”. Hago mis cálculos mentales a toda prisa, pienso para mis adentros que bueno, que vale, y le respondo: “Venga, sí, ahí arriba”. Entonces suelta un “muchas gracias, caballero”, y la señora que le acompañaba le comenta: “¡Que es una señorita!”. Él me mira de arriba a abajo y se le escapa un “¡cómo vas a ser tú señorita, venga, anda!”. Yo le respondo que “lo que sea te da igual”, y él hombre sigue con un “perdóname, eh, que yo no vengo aquí a que me jodas la tarde”, así que le despido con un “te he dejado poner el cartel y ya está, así que agur”. Me pasa continuamente, en la calle, en los servicios, que son una zona hostil para mí, y hasta en las txosnas. Casi siempre son hombres de más de 30 años. Con las mujeres es mucho menos frecuente y, aunque tampoco se cortan un pelo, son más respetuosas.
Tienes una larga experiencia en improvisación...
Tienes que ser creativa. A mí me ayuda que me gusta escribir y que oigo todo tipo de música. Estoy entre Alejandro Sanz y Evaristo, o sea, que tengo tablas en un registro amplio. Lo de organizar y participar en Poetry Slams seguramente me viene de ahí, porque es una mezcla de boxeo y bertsolarismo.
¿Cómo en la vida real?
Más o menos. El jurado, que es el público, sería la calle. Tienes que recitar textos propios que te has preparado antes, o puedes improvisar, pero se hace poco. Eso serían tus ideas, tus valores, tu creatividad. No puede haber atrezzo ni música, como en la vida real. Y hay un máximo de tres minutos por persona, así que no te puedes andar por las ramas.
¿Cómo cuándo un imbécil te falta al respeto?
Tal cual.