Pista de aterrizaje
Fátima Ait-Benali: “Al final ganamos, vivimos donde queremos”

Turquía, Grecia, Albania... Tres años de travesía, penurias y adversidades. De vivir en la calle, de jugarse la vida a cada paso. Otro horizonte, un futuro. Fátima Ait-Benali dejó atrás su ciudad natal, Tan-Tan, en el sur de Marruecos, y en marzo de 2019 culminó su cruel periplo en Bilbao.
Fátima Ait-Benali, inmigrante marroquí
Fátima Aiti-Benali en su nueva ciudad, Santurtzi Selene Torrado
16 jul 2021 06:10

Intentaste emigrar desde muy joven.
Sí. Con 12 años, con mi hermano. Fue la primera vez. Iba con la mochila de clase. Caminamos los 25 kilómetros que hay desde mi casa hasta la playa y montamos en un bote, pero nos cogió la policía. Mi cabeza quería ir a Holanda.

¿Por qué allí?
No sabía dónde estaba, ni cómo era. Veía el Mundial de fútbol y Holanda era una de las selecciones que más me gustaba.

Has sido futbolista, jugaste en el Nahdat Tan-Tan, en la Primera División de Marruecos.
Fueron buenos días. Nuestro amor al fútbol nos hacía jugar hasta sin cobrar. Nos pagaban solo dos o tres veces al año y muy poco. Nos robaron todo nuestro dinero.

Y volviste a intentarlo.
En 2003 cogí una patera con unos amigos y después de 22 horas en el mar llegamos a Fuerteventura. Pero de nuevo me topé con la policía y tras un mes encerrada me devolvieron a casa.

Estudiaste mecánica en el instituto.
Eramos 25 chicos y una chica. Y terminaron echándome. El profesor siempre me decía que ese no era mi sitio, que mi lugar estaba en la cocina.

Abriste una tienda en el mercado.
Sí. Y ahí también tuve muchos problemas por ser mujer. Vendía frutas, verduras, pescado... pero los comerciantes, los hombres, no me dejaban trabajar y al final me tuve que ir.

“Sueño con tener papeles, trabajo, estudiar”

Y entonces, decidiste marcharte con Aziza, una amiga.
En Casablanca tomamos un avión a Turquía. Y allí, otra vez en patera, tras varios intentos, nos rescataron de un naufragio y llegamos a la isla griega de Samos. Estuvimos un mes y medio en un campo de refugiados y después nos fuimos en barco a Atenas. Entonces pensé que todo sería ya más fácil, pero me equivoqué. Pasamos casi tres años allí, los peores de mi vida. Sin conocer a nadie, sin dinero. Y con gente muy racista, que odia a los inmigrantes.

Por fin, conseguisteis volar a Barcelona.
Sí. Antes lo intentamos también a Italia, pero la policía descubrió nuestros documentos falsos en el control de embarque del aeropuerto. Más tarde, tratamos de pasar a Albania, a pie, por la frontera. Y tampoco. Ahí nos apedrearon, persiguieron. Y pensamos en regresar a casa, rendirnos. Pero no lo hicimos. Nada más aterrizar en Barcelona, sentí que había vuelto a nacer, que empezaba una vida nueva.

Hace más de dos años que llegasteis a Bilbao.
Me gusta vivir aquí. Estoy contenta, ya no pienso en irme a otra ciudad o país. Echo de menos a mi familia, mi vida de antes, todo, pero sé que no puedo hacer nada allí.

¿Y aquí?
No tengo trabajo, ni papeles, ni nada. Pero tenemos gente buena y amable alrededor que nos ayuda a vivir. A veces nos dan un poco de dinero para los gastos, para las cosas de comer.

¿Y qué te gustaría hacer?
Mi sueño es tener papeles, trabajo, estudiar. Pero, si buscas trabajo, no te dan, porque te faltan papeles y cursos. Quiero estudiar pero no tengo ayudas y así está difícil. Aunque sigo luchando. Me gustaría tener mi propio comercio.

Aquí colaboras con Ongi Etorri Errefuxiatuak en su almacén de ropa.
Me gusta ayudar porque a mí también me ayudó antes la gente. Me gusta repartir y dar a la gente que lo necesita.

No te falta energía.
Al fondo, en tu cabeza, está la fuerza. Cada persona tiene su manera de pensar y si es fuerte va a conseguir lo que quiere. Con mucha paciencia. No hay vuelta atrás. Pase lo que pase tienes que seguir adelante. Al final, hemos logrado lo que deseábamos, hemos ganado. Vivimos donde nosotras queremos.

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