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Cooperativismo
¿COOP 57 – Estremaúra?
Al cooperativismo le debe Extremadura una herencia, cultural, agraria e industrial, que se ha opuesto, en la medida de sus fuerzas, a una imposición de latifundios y a un modus operandi típico de un campamento minero: se acude a él para extraer, se dejan lodos contaminados y poca esperanza. La herencia cultural del cooperativismo queda representada en la presencia de esas costumbres en común, que dijera el historiador E. P. Thompson, tan extendidas por hogares, municipios y comarcas: cooperativas de consumo y agroalimentarias, cooperativas textiles y pequeños artesanos reunidos informalmente, cooperación para ayudarse en el campo o en la construcción de una casa, cooperativas municipales para “fabricar luz”, también apoyo mutuo para sobrevivir bajo diferentes formas de asociación sindical.
Hoy el cooperativismo anda algo cabizbajo. Apenas alcanza un 10% el número de empresas que se encuadran en la economía social. Destaca el sector agroalimentario, en el que figuran 30.000 socios y socias de nuestra región. Sin embargo, en el campo observamos que toma cuerpo la llamada integración vertical, la conformación de cooperativas sin cooperativismo en su interior, muy atentas a los mandatos de globalizar y monocultivar sus producciones, haciendo un uso insensato (en bastantes ocasiones) de bienes naturales como la fertilidad, la biodiversidad o el agua. Fórmulas más próximas a un gran almacén exportador que a un tejido social atento a sus lazos y a la defensa de su territorio.
Si los albores del siglo XX representaron el inicio de un cierto esplendor, merced en parte a los planes del Desarrollismo ligados al regadío, el siglo XXI da cuenta de su disminución en sectores productivos, de distribución de energía o de agua, o en servicios orientados a una industria artesanal. Completan este cuadro incompleto, la pervivencia de dinámicas patriarcales en lo que se refiere a participación, cargos de representación o tenencia de instrumentos productivos. Lo cual no exime de un trabajo de mujeres en estos sectores cooperativos, si bien son labores invisibilizadas en muchos casos. Las cooperativas extremeñas cuentan con menos de un 15% de mujeres afiliadas a las mismas, disminuyendo hasta el 5% cuando hablamos de las estructuras de representación.
Y, sin embargo, se mueve. En los últimos tiempos las propias cooperativas agroalimentarias tratan de emprender caminos hacia una mayor diversificación o transformación de productos. En el campo se recuperan prácticas como son las comunidades de regantes, en aquellos lugares como el Norte de Extremadura donde ya existía una tradición campesina de un uso compartido y reglamentado de las aguas. En paralelo surgen experiencias cooperativas en el terreno cultural, en el energético, a través de experiencias agroecológicas de producción y consumo, entre otras.
Las dinámicas cooperativas existirán, o dejarán de existir, en la medida en que se construyan experiencias capaces de incidir o exportarse a otras comarcas, nos aglutinemos y nos apoyemos desde dinámicas descentralizadas y más favorecedoras de un cooperativismo ligado al territorio
El mundo no es, el mundo está siendo: así lo entendía un pedagogo nacido hace un siglo, Paulo Freire. Las dinámicas cooperativas existirán, o dejarán de existir, en la medida en que se construyan experiencias capaces de incidir o exportarse a otras comarcas, nos aglutinemos y nos apoyemos desde dinámicas descentralizadas y más favorecedoras de un cooperativismo ligado al territorio, funcionemos desde puentes más equilibrados entre lo urbano y lo rural, con una mirada crítica frente al patriarcado, dispuestas a situar el beneficio y las necesidades de la ciudadanía en primera línea, atentas al colapso civilizatorio que se nos viene encima.
No tenemos soluciones, pero sí tenemos ilusiones, ilusiones acompañadas de propuestas para (re)pensar este tejido incipiente de la Economía social y solidaria en Extremadura. Para poder nutrirlo de articulaciones entre cultura y producción, campo y ciudad, distribución y apoyo económico, nos juntaremos este 16 de septiembre en La Fábrika de Toda la Vida (LFDTV, Los Santos de Maimona). Será a partir de las 10.30 de la mañana. Y lo hacemos para construir herramientas que nos apoyen: ¿cómo si no construir o alentar el cooperativismo?
Nos juntaremos este 16 de septiembre en La Fábrika de Toda la Vida (LFDTV, Los Santos de Maimona). Será a partir de las 10.30 de la mañana. Y lo hacemos para construir herramientas que nos apoyen: ¿cómo si no construir o alentar el cooperativismo?
En concreto, la andadura de Coop57 podría ser un ejemplo replicable en nuestra región: tener una sección de Coop57 asentada en Estremaúra. Coop57 nace de una huelga de trabajadores y trabajadoras frente a la editorial Bruguera, a finales de los 80. Con un fondo creado a modo de caja de resistencia se promueve una cooperativa de crédito que pretende animar iniciativas que tengan en mente fines sociales, que acudan a fórmulas cooperativistas de trabajo. El año pasado Coop57 llegó a realizar préstamos por valor de 22 millones de euros, a través de relaciones que buscan potenciar la articulación territorial de los proyectos y la confianza entre prestamistas (las personas socias de Coop57) y quienes quieren construir o relanzar una cooperativa.
El objetivo del próximo sábado en LFDTV es seguir conociéndose y conocer de primera mano el funcionamiento de esta estructura a escala estatal, con la presencia de tres personas muy involucradas en su funcionamiento. ¿Te animas a construir?