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Contracultura
Morti Jaleo, cartografía de una artista punk aflamencá
Quedo con Morti en El Viajero Sedentario, llegamos a la vez reconociéndonos rápido y la última mesa libre de la terraza nos está esperando. “Voy a una entrevista a la semana, tía” me dice contenta al poco de empezar a charlar. No es para menos. Una de ellas ha venido de la mano de las compañeras de La Poderío, donde Antonia Ceballos cuenta con una delicadeza abrumadora las motivaciones que llevan a Morti Jaleo a escribir “Autodefensa Feminista”, el tema que estrenó con motivo –o a causa– del #25N.
El tema compuesto por Morti Jaleo parte de “la rabia y la ira” para cantar a la impotencia que le produce ver “lo indefensas que estamos las mujeres ante la injusticia”. El tema producido de forma autogestionada cuenta además con un videoclip dirigido por Isi Aranda y cuenta con la dirección fotográfica de Ángela Cotta. Para la voz, Morti está acompañada de “sus niñas”, porque como cuenta “era un tema demasiado grande como para cantarlo yo sola”.
Sin apenas darnos cuenta, nos tomamos la conversación casi a modo de continuación a la entrevista que nos precede y nos centramos en temas que atraviesan y convierten a Morti Jaleo en lo que es hoy. Nos dejamos llevar por la geografía de la península y nos encontramos con los orígenes de una artista punk underground, que lo mismo canta en el puente de Triana que organiza un ‘Jaleo Abierto’ para propiciar el encuentro de la escena más alternativa sevillana “porque hace falta juntarnos y sentirnos”. Un evento organizado de manera conjunta con Juan Rodot y que tiene lugar un jueves al mes en la Sala Even del barrio de la Macarena.
Marta Bruno salió de su Murcia natal y pasó por varias ciudades hasta llegar a una Sevilla que por ahora la acoge con ganas y la conocen más por Morti Jaleo. Una trayectoria marcada por casas okupas, música punk, y una educación académica en la que no terminaba de sentirse cómoda pero que como buena “trinchera” que considera que es, se ve volviendo en algún momento.
Cartagena, la Polla Records y Murcia sin fronteras
A nadie se le escapa que una camiseta de La Polla Records pueda ser problemática en un colegio de curas. Tampoco que el negarse a rezar sea un motivo de sanción, pero para Morti Jaleo fue el inicio de una vida que ya no dejaría. “En mi colegio había que rezar todos los días y un día me negué, encima ese día llevaba una camiseta del grupo y me pusieron un parte” relata Morti contando su paso por la escuela que estaba cerca de la casa de sus abuelos.
Más tarde, las ganas de estudiar historia y “enseñar otras realidades a los chavales” la llevaron a Murcia. Una ciudad más alternativa y donde se topó por primera vez con movimientos estudiantiles, el auge del movimiento feminista y donde comenzó a conocer la historia de la región murciana y que cuenta con conocimiento: “Murcia fue conquistada por la corona mucho antes que otras partes de lo que sería Andalucía y se convierte en frontera, un lugar donde nadie quería ir y que incluso se indultaba a la gente para que fuera a luchar contra Al-Ándalus” algo que comenta que fue la separación sociocultural de Murcia con su territorio vecino, pero del que cree que siguen teniendo mucho en común.
Santiago de Compostela y el inicio de su punk –que no pank–
Viajó por estudios al norte por un año y se quedó tres, con cambio de expediente incluido. Antes de que el folclore gallego invadiera las redes sociales, Morti nos cuenta que “las gallegas me enseñaron muchísimas cosas del amor a la tierra, de militancia y de música”.
Tanto la música como la educación tienen el mismo fin para mí
Eran los primeros comienzos de alguien que va a llevar enlazado siempre la educación y la música porque como recalca “ambas tienen el mismo fin”. Este primer acercamiento a la música llega a través de los grupos de punk, “que no pank, el punk” bromeamos. Unas influencias que podemos observar en su música, en sus frases directas y en un sonido a veces roto y que nos recuerda que el punk siempre ha ido más allá de la propia música.
Catalunya, la educación libertaria y una guitarra flamenca
“Llegué a Cataluña porque me quería formar en educación alternativa y se supone que allí estaba todo, al final hice las prácticas en un instituto público muy guay y que llevaba una educación por proyectos que tenía sentido” cuenta Morti de su llegada a su segundo norte.
Cuenta que fue una época en la que comenzó a dar clases de canto y de guitarra en centros cívicos, al mismo tiempo que corregía los exámenes de los niños del colegio en el cuarto de baño de un tren que no se podía permitir. En esta época comienza también a okupar. “Lo menciono porque el proceso de okupación forma parte de mí y de mi música”, recalca.
La okupación forma parte de mi y de mi música
Aquí empezó a investigarse a sí misma como cantautora, como música y salió a las calles de Barcelona a tocar “empecé a ir sola y cantar con la guitarra casi como juglar y ahí diría que empezó a forjarse mi identidad como Morti”, reconoce. Hablamos de lo que aporta tocar en la calle y reflexiona que “al final estás expuesta completamente, tú y tu arte y eso es una manera de reivindicar, de luchar tremenda” sobre todo, porque “es un aporte cultural muy necesario, que se ha hecho toda la vida y que se está perdiendo porque cada vez disfrutamos menos del espacio publico”. Morti cuenta los problemas que a veces existen por tocar en la vía pública y recuerda a algunos de los artistas gitanos flamencos que tocan por las terrazas sevillanas “nos están regalando su arte y están conservando el flamenco, que es una de las cosas que debemos agradecerle al pueblo gitano”.
La primera vuelta al sur
Una alegría por tangos sin autor, como todo lo popular, nos hace hablar de Granada. “Allí di mis primeros conciertos”, relata. “En Granada una amiga me acogió en la okupa donde vivía y pude estar un tiempo en una casa que estaba subiendo a la Alambra”, cuenta. Morti quería volver a un sur, “un sur distinto al mío” donde pudiera seguir acercándose a otras músicas, entre ellas, al flamenco.
“Quien no ha visto el atardecer en Graná, no ha visto na, no ha visto na” dice la letrilla que le recuerdo haberla escuchado versionar y Morti cuenta que su manera de acercarse al flamenco siempre ha sido “con ojos de aprendiz”. Explica que ha “bebido mucho de los artistas flamenco de la calle, con los que te juntas y compartes y también de los tablaos”. Cuenta entre risas que tardó un poco en meterse en una juerga “cuando me uní por primera vez y encima tocando la guitarra... fue bonito”.
Sevilla y su algarabía
En Sevilla cuadró todo y Morti empezó a dar tanto jaleo que el hecho acabó siendo su nombre. Cuenta ilusionada que aquí ha encontrado a gente con la que le gusta crear, las mismas con más que está terminando Algarabía. Entre ellas, Morti recuerda al artista sevillano Juan Rodot que ha sido pieza fundamental en la formulación de la idea y ejecución del disco.
A camino entre el EP y el LP, Algarabía está divido en tres partes: Alboroto, a modo de presentación, Alfileres, donde podremos escuchar versos con fuerte potencia feminista y Aljibe, más centrado en la tierra, los saberes y las raíces. La poesía de su paisano Miguel Hernández, el poderío de Carmen Linares y la presencia de sus amigos como referentes de su punk estarán presentes en un disco que pretende rescatar el legado andalusí y presentarlo ante la mezcla que representan sus creaciones.
Al final necesitamos ser visibles en la sociedad para cambiarla
Morti Jaleo es una artista consciente de sus contradicciones pero que intenta lidiar con ellas, porque “al final necesitamos ser visibles en la sociedad para cambiarla”. No pasar desapercibida es una manera de hacerlo, su desparpajo sonriente y su pelo fucsia nos recuerda que ella pisa firme y canta claro.
Morti seguirá cantando en puentes y organizando jaleos para favorecer el encuentro y la compañía musical a modo de algarabías. Seguirá confiando en que la gente apoye su música, como aquellos se paran curiosos a escucharla en algún lugar de Triana o comparten un banco en la Alameda cuando nos dejan. Porque quien habita la calle seguirá sonando.