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Derecho a la ciudad
Recetas para que el parque del Retiro supere la crisis climática
Las alertas amarillas y rojas en los parques de Madrid, que conllevan su cierra parcial o total, se han convertido en una constante para indignación de unos usuarios ávidos de sombra en momentos calurosos como los del verano. Desde el 1 de julio hasta el 15 de agosto, algunas de sus partes o el parque de El Retiro al completo permaneció cerrado 34 días de los 46 contabilizados. Esto se debe al protocolo que guía al Ayuntamiento para tomar dicha decisión, basado en varios factores: previsión de rachas de viento por encima de los 65 km/h si la temperatura es inferior a 35 grados; en el caso de ser superior, que haya rachas de viento por encima de los 55 km/h.
Desde el Consistorio no aportan ningún dato que certifique si en esas más de 34 ocasiones en las que el parque estuvo cerrado, pues en una misma jornada puede encontrarse balizado varios periodos diferentes, se desprendió alguna rama. ¿Se trata de unas medidas excesivas de prevención?
Los árboles de gran longitud y porte que se pueden encontrar en el Retiro ya han causado la muerte de varias personas, como ocurrió en junio de 2015 cuando una rama de varios centenares de kilos cayó encima de un sargento que jugaba en el parque con sus hijos. La trágica escena se volvió a repetir en 2018, cuando un pino de gran envergadura cayó encima de un niño de cuatro años. La concejal de Medio Ambiente en aquel momento, Inés Sabanés, dijo que el ejemplar había sido revisado los días previos y que los técnicos del Consistorio habían ordenado cerrar el parque 40 minutos antes debido a las fuertes rachas de viento.
Demasiados beneficios para tanta restricción
Santiago Molina, biólogo integrante del Instituto Superior del Medio Ambiente, opina que la medida de cerrar un parque como el Retiro en las situaciones recogidas en el protocolo es “excepcionalmente prudente”, aunque entiende que si existen esos criterios el Ayuntamiento así los va a cumplir. “Seguro que se fijaron con un buen criterio técnico contrastado y un análisis exhaustivo de la situación, pero la evidencia de estos meses transcurridos y el tiempo que ha pasado desde que se puso en marcha el protocolo nos invitan, como mínimo, a revisarlo”, añade.
A este experto no se le escapa que ser prudentes es la mejor forma de evitar cualquier conflicto, que en este caso se materializaría en el daño que podría causar la caída de ramas. Aun así, y según sus propios términos, “la cantidad de beneficios que ofrece El Retiro para el modelo de ciudad que perseguimos nos indican que no deberíamos ser excepcionalmente restrictivos”.
La selección de especies podría mejorar la situación del parque para así poder incorporar otras más resistentes o con capacidad de asimilar escenarios de gran contaminación, como sucede en la capital
Este punto de vista encuentra su argumentación en que el Retiro no solo es uno de los puntos más importantes de contacto con la naturaleza de Madrid, sino que sirve como vía de escape y forma de interaccionar en una ciudad, como muchas otras capitales europeas, muy hostil para ello. Por eso necesitamos este recurso permanentemente abierto, parafraseando a Molina.
La solución: una gestión específica y la sustitución
“Quizá el secreto está en ser más cuidadoso y estar más atento a las necesidades de un parque de estas características. Si hay árboles singulares con un porte que implica una gestión específica, llevémosla a cabo”, agrega. Este experto, también asiduo del Retiro, defiende que la selección de especies podría mejorar la situación del parque para así poder incorporar otras más resistentes o con capacidad de asimilar escenarios de gran contaminación, como sucede en la capital.
En realidad, los parques urbanos tendrán un protagonismo muy importante en la mitigación y adaptación al cambio climático de las ciudades. Tal y como desarrolla Molina, “son un aporte imprescindible, pero no solo desde ese punto de vista medioambiental, sino también para la salud mental de la ciudadanía. Es imprescindible que tengamos espacios en los que podamos alejarnos, de alguna forma, de nuestra vida cotidiana, practicar deporte, conocer otras personas y que varias generaciones puedan estar juntas”.
¿Por qué se cae una rama cuando hay viento?, se pregunta el integrante del Instituto Superior de Medio Ambiente. Él mismo se contesta: “El viento es el desencadenante, pero el motivo puede ser que ese árbol ya haya alcanzado su máximo estado de madurez. No todos los árboles están destinados a ser centenarios ni todas las especies van a vivir tantos años”. Por tanto, sustituir algunos de ellos podría ser la solución para aminorar ese peligro que hace que el Ayuntamiento de Madrid decida cerrar el parque, o parte de él, cuando se prevén rachas fuertes de viento y elevadas temperaturas.
Daños causados al arbolado
Para saber el estado en el que se encuentran los árboles, Javier de la Puente tiene la solución. Él es el presidente de la Asociación de Amigos de los Jardines del Buen Retiro y recuerda el georradar que hace años se utilizó en el parque para saber el estado del arbolado. “Te hacía una radiografía de las raíces y detectaba cuáles estaban en mal estado. Eso es lo que tendrían que volver a poner en marcha para terminar con el miedo de que se caiga alguna rama y no cerrar lo más bonito que tenemos en Madrid, ahora Patrimonio de la Humanidad”, explica.
Según De la Puente, la mala conservación de algunos árboles procedería de que, durante algún tiempo en 2015, fueron regados con agua regenerada con alta concentración de sales que se quedaron en los vasos leñosos. “Al final prohibieron regar con esa agua, pero no analizaron los daños y muchos de los cedros que hay, árboles maravillosos de El Retiro, se han muerto”, añade.
Algunos de ellos centenarios, pues el parque data de 1630, también han sufrido un importante cambio en su “forma de vivir”, dice el presidente de la asociación. Se refiere a que, desde hace un tiempo, se riegan por medio de aspersores; un riego que no supera los 25 centímetros de profundidad. “Así no les llega agua a las raíces, que se convierten en superficiales, y facilitan que con un poco de viento se pueda caer”, dilucida.
A todo ello se suman las máquinas que cortan el césped en el que se asienta el arbolado, y que en ocasiones se acercan demasiado al tronco. “Hay muchos cortados porque las máquinas segadoras lo tocan, le causan heridas justo al principio de las raíces y eso provoca que entren agentes, como hongos, que terminan destrozando la raíz”, ilustra De la Puente.
Que concluyan los expertos
“Si hay que cerrarlo, que lo hagan, pero el protocolo es exagerado”, remarca este vecino del barrio de Ibiza, contiguo al gran parque, que nunca había visto tantos cierres del mismo. Para dicho protocolo, el presidente de la Asociación de Amigos de los Jardines del Buen Retiro alude a la Mesa del Árbol creada en 2015 por Inés Sabanés, integrante de la anterior corporación municipal, un espacio en el que expertos dialogaban sobre el estado de este tipo de vegetación.
“Hace un año, el actual Ayuntamiento creó el Consejo de expertos del árbol, compuesto por siete personas de reconocida valía en la temática; y no se le consulta o no se expresan”, critica De la Puente. Él, en nombre de su asociación, tan solo pide que se reúnan estos expertos y concluyan “si se están haciendo bien las cosas o son una exageración”, en sus propias palabras.
Asimismo, este ingeniero de montes de profesión relaciona el cambio climático con lo que está sucediendo: “Si va a seguir el cambio climático, que seguirá, lo que habría que cuestionar es por qué tenemos unos árboles tan altos que pueden matar a la gente. Habrá que tener un plan para quitarlos y tener un sitio abierto que pueda aprovechar la gente, y más viviendo en el centro de Madrid, donde se concentran altos niveles de contaminación”, concluye.