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Cine
‘Libertad’, terror animalista para desafiar las convenciones del cine militante
Impacte! Festival de Cinema y Derechos Humanos de Catalunya llega a su tercera edición con una amplia programación de largometrajes y cortometrajes. Las proyecciones tendrán lugar en cuatro localidades catalanas (Barcelona, Girona, Lleida y Reus), a menudo acompañadas de un debate posterior. El certamen también tendrá una rama virtual a través de la plataforma Filmin.
La misma naturaleza del festival implica la proliferación de películas marcadas por su temática. Abundan los documentales sobre problemas del presente que pueden tener tanto que ver con los derechos de las personas y el reconocimiento de sus diversidades. Lo que queda del camino explica las migraciones desde Guatemala hasta Estados Unidos, Tiempos difíciles – Cantos por los cuidados habla de la privatización de las residencias de personas mayores en Finlandia o Extraordinarias aborda la experiencia de ser mujer y padecer trastornos del espectro autista.
También habrá espacio para las luchas medioambientales o con las reivindicaciones antiespecistas en Impacte! Delikado, por ejemplo, trata de la deforestación en la Filipina de Duterte. Y Persona [no] humana retrata la lucha legal de una ONG para que dos simios cautivos en zoológicos accedan al derecho a la libertad. Además de la exploración de problemáticas del presente, también se difundirán películas en clave memorialisa (Palabras de silencio, sobre el genocido tutsi en Ruanda) o que establecen un diálogo entre el presente y pasado (El aviso en el muro traza paralelismos entre la violencia nazi y la violencia rusa en Ucrania).
La nueva edición del festival no solo incluye obras claramente delimitables como documentales, sino también algunas propuestas híbridas. En Hotel Savoy se mezclan el material de archivo y las escenificaciones para evocar una toma con rehenes de un hotel israelí por parte de miembros del Frente Nacional de Liberación de Palestina. Y las imágenes animadas sirven de método de invocación de imágenes irrecuperables en Aurora’s sunrise, una reconstrucción del testimonio de la superviviente del genocidio armenio Aurora Mardiganian.
Secuestrar para concienciar sobre la cautividad
La nueva edición de Impacte! acoge en su seno un pequeño OVNI audiovisual: Libertad, de Phil de Witte. Esta narración antiespecista no está hecha desde la simpatía o el guiño, sino desde un posicionamiento abiertamente militante. Y, aun así, sus responsables escogen un planteamiento espinoso: el protagonista de la ficción secuestra a varias personas para protestar contra el mantenimiento en cautividad de los animales.
En el cine mainstream abundan las películas donde alguna causa justa resulta desvirtuada por las acciones cuestionables de alguno de sus defensores. Los supervillanos antiimperialistas de Black Panther y su secuela, o la mujer sobreempoderada y villanizada de Wonder Woman 1984, pueden servir de ejemplo de la vertiente más carnavalesca de una visibilización de causas que acaba convirtiéndose en una loa a la moderación que termina invitando implícitamente a defender el estado de las cosas. El audiovisual superheroico también ha tenido sus supervillanos ocupados en asegurar la sostenibilidad a través del genocidio, como el Thanos del Universo Marvel.
‘Libertad’ se centra en una figura cotidiana a la que se retrata a través del prisma de ese thriller psicológico habitualmente habitado por asesinos en serie y secuestradores que viven en caravanas y acumulan llaveros y objetos personales de sus víctimas
Libertad, que se podrá ver en los Cines Screenbox de Lleida el 4 de mayo y en los Cines Girona de Barcelona el 5, no va exactamente por ahí, porque los actos cuestionables del personaje no conducen a un cierto cuestionamiento de su causa. Habíamos visto en las salas de cine a activistas de base por el medio ambiente y los derechos animales que detonaban acontecimientos apocalípticos de manera voluntaria o involuntaria (véase 12 monos o 28 días después). Libertad se centra en una figura más cotidiana a la que se retrata a través del prisma de ese thriller psicológico habitualmente habitado por asesinos en serie y secuestradores que viven en caravanas y acumulan llaveros y objetos personales de sus víctimas.
El protagonista del filme, Matt, es un joven apocado que trabaja de guía en un parque natural. Le vemos como un joven amante de las palabras de Thoreau y de Whitman, que es acosado en lugares públicos por la pareja de su antigua compañera sentimental. En paralelo, le vemos transformarse en justiciero en su trato con sus rehenes, a quienes les explica su situación a veces mediante un humor negrísimo. La alternancia de espacios abunda en una cierta dualidad del personaje: las escenas de paisajes naturales privilegiados coexisten con las imágenes de embrutecimiento y conflicto en la gran jaula donde conviven los cautivos.
De Witte parte de las convenciones del thriller de terror, a las ficciones alrededor de experimentos conductistas, y se acerca a la órbita del torture porn de Saw o Hostel. Su filme no incluye las escenas de violencia extrema que caracterizan a estos últimos títulos, ni los ecos misántropos que llegan a proyectar, pero sí transmite esa especie de abatimiento desolador que trasladan algunas obras de esta tendencia. La propuesta tiene algo de disruptivo, de contrahegemónico, porque se alinea con un ideario aunque se defienda a través de la tortura.
Todo termina con otra subversión de las inercias punitivistas del cine comercial. El castigo al protagonista no se contempla como un final feliz, sino como otra viñeta más en un circulo de dolor que sirve para poner en cuestión el sistema penitenciario. Aunque esto se escenifique a través de un lenguaje visual de un sensacionalismo chocante, que conecta más con las maneras del terror exploitation que con las convenciones del audiovisual activista.