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Cine
‘Ignífugas’, un documental sobre la resistencia de las mujeres
“Lo único que pasan son los años”, dice Paquita, mujer cándida de pelo cano, rostro afable y avanzada edad. Habla de las discriminaciones que viven las mujeres por el hecho de serlo, en el documental Ignífugas. El filme, que muestra los testimonios de mujeres blancas y racializadas, de clase trabajadora y de diferentes generaciones, sirve de termómetro social del feminismo: qué se ha conseguido y qué queda por hacer. Su elaboración corre a cargo de otras diez mujeres de entre 23 y 29 años que han convertido su interés por la voz femenina en una obra audiovisual única.
‘Ignífugas’ tiene como protagonistas a siete mujeres que se reconocen en vecinas, hermanas, primas, madres y abuelas de cualquiera
Ignífugas tiene como protagonistas a siete mujeres que se reconocen en vecinas, hermanas, primas, madres y abuelas de cualquiera. La audiencia puede encontrar las inquietudes de mujeres jóvenes y mayores con una conciencia feminista clara, que sufren situaciones de violencia en sus cuerpos; historias de lucha política contra la precariedad de los trabajos racializados de los cuidados o testimonios sobre las relaciones personales; entre otras cuestiones. El proyecto nació gracias a un amigo en común de las autoras y un grupo feminista. Es el resultado de la unión de un colectivo audiovisual formado por Ana García, Nuria Torrijos, Marina García, Alicia Segovia y Sheila Vicente junto con un colectivo feminista creado por Jimena González de la Calle, Lucía Martínez, Lucía Roquero, Paula Ramírez y Andrea Mariño.
Seis de las autoras reciben a El Salto en el restaurante-cervecería El Parador en Pacífico en Madrid, porque el bar en el que solían reunirse de forma habitual durante los dos años en los que han trabajado en la obra audiovisual está a rebosar. La entrevista se realiza entre tapas de aceitunas, máquinas tragaperras y conversaciones ajenas.
El hilo de continuidad de la opresión de las mujeres
Entre las autoras hay una conexión como la que se encuentra en amigas y compañeras que aman un mismo proyecto: respetan los turnos para hablar y se apoyan y contradicen con respeto. Explican que la chispa para iniciar el documental surge a raíz de un descontento que tenían con el movimiento feminista en general.
“Queríamos mostrar cómo hay un hilo de continuidad entre la opresión que podían vivir nuestras abuelas, mujeres más mayores, y nosotras”, cuenta Lucía Martínez, una de las autoras
“Queríamos generar un movimiento más de barrio, más cercano”, afirma Lucía Martínez. El objetivo principal de Ignífugas es que las mujeres hablen. “Queríamos mostrar cómo hay un hilo de continuidad entre la opresión que podían vivir nuestras abuelas, mujeres más mayores, y nosotras”, cuenta Martínez con la aprobación de sus compañeras. “Que cualquier mujer se sintiera identificada”, afirman varias de ellas casi al unísono.
La obra está llena de mujeres que no se queman ni se dejan quemar. Mujeres con discursos que destilan una potencia que embarga y se expande con la rapidez del fuego. Rafaela Pimentel, portavoz del colectivo Territorio Doméstico, se contagió de la ilusión de las autoras y aceptó colaborar en la cinta sin titubeos. A través de videollamada, destaca la necesidad de construir un relato femenino común para “que no se pierda la historia de tantas mujeres que han luchado y que siguen luchando”, afirma. “Hay una perspectiva feminista en todas: en esas mujeres de 70 años, de diez, de quince y de treinta años”, determina Pimentel, que ayuda a las personas jóvenes a tener referentes feministas de la calle, que quedan fuera de las grandes historias.
A semejanza con la vida que rodea a las autoras, las protagonistas del documental son mujeres de clase trabajadora. “Las mujeres que hemos ejemplificado son para nosotras la realidad”, afirma Sheila Vicente, quien destaca la imposibilidad de “reflejar algo a nivel de producción audiovisual o a nivel de discurso político que no nos identifique”.
La precariedad laboral y la salud mental de las mujeres
Pimentel comparte con María del Mar Jiménez, otra de las protagonistas del filme y portavoz de Las Kellys de Madrid, el desgaste físico derivado del trabajo de los cuidados y la facilidad de palabra. La primera ha trabajado en casas ajenas y añade la dificultad de ser una mujer racializada. La segunda se ocupa de preparar y limpiar habitaciones para otros, en hoteles. En el documental muestran con sus experiencias la necesidad de una lucha conjunta para mejorar el ámbito laboral de los cuidados, marcado en su totalidad por el género.
La situación de Pimentel y muchas de sus compañeras está sometida a la Ley de Extranjería y la vulnerabilidad frente a las familias empleadoras. “La falta de derechos es tan básica: el que coticen por ti, el que tengas un contrato, un tiempo de descanso, un tiempo de vacaciones… Es la mujer migrante la que más lo sufre”, asegura Pimentel. La actividad de Jiménez y las trabajadoras de hoteles también está supeditada a otros, en este caso, a las empresas externas de servicio de limpieza que las emplean, y a los grupos hoteleros que contratan esos servicios a bajo coste y con falta de derechos. “Si te pones mala, te dan de baja en la empresa y no te pagan esa baja porque no te necesitan”, ejemplifica Jiménez. La veterana lucha de ambas se centra en conseguir derechos laborales y sociales básicos para las mujeres que cuidan y hacen que el mundo siga funcionando.
Derivada de la clase social, la problemática relativa a la salud mental es una consecuencia que está muy presente en la vida de las mujeres. Para Nayra Infantes, mujer de 24 años de familia trabajadora y coprotagonista de la cinta, es esencial. “Sin dinero no te puedes permitir acceder a un psicólogo o a un psiquiatra”, afirma por videollamada. En este sentido, Jiménez cuenta que en la asociación de trabajadoras de hoteles “no creo que haya ninguna que no tome alguna que otra pastilla para ir a trabajar”. Para Infantes, está claro que la precariedad provoca que no viva de la misma forma “una persona que no tiene preocupaciones a final de mes a una que sabe que no va a tener un plato de comida todos los días sobre su mesa, o que en algún momento le van a cortar la luz, el agua, el gas, el teléfono, o cualquier otro suministro”, sentencia.
Las relaciones de pareja con los hombres también son importantes en las historias de las mujeres de la película por la superioridad masculina sobre la mujer que implica el machismo y que se vive en el ámbito privado. Jiménez recuerda una situación con su marido, quien le pidió que fuera a comprarle unos zapatos. “Tú te traes tres o cuatro modelos, yo me los pruebo, y te digo cuál quiero”, afirma que le exigió. Ella le respondió que fuera él y añadió: “Yo no soy ni tu madre, ni tu hermana, ni tu chacha”. Jiménez, que tiene un hijo, reconoce haberle educado en la empatía. Infantes también considera que la educación feminista debería ofrecerse en las diferentes etapas de la vida porque es el mejor modo de evitar que se repitan modelos vetustos. “Hablo hasta de las señoras jubiladas que van a hacer un curso de informática, y es que también necesitan saber que a lo mejor lo que pasa en su casa no es normal”, apunta Infantes.
Las autoras de ‘Ignífugas’ han sido invitadas a proyectar la cinta en institutos como herramienta didáctica
Para todas ellas, la respuesta contra esta vulneración de derechos es el feminismo. “Es la única manera de conseguir un cambio estructural en el mundo”, considera Pimentel. En relación con la educación, las autoras de Ignífugas han sido invitadas a proyectar la cinta en institutos como herramienta didáctica. “Nos hablaron muy seriamente de que hoy en día está habiendo un ramalazo contrario al feminismo en los adolescentes y que sería muy interesante proyectarlo”, explica Jimena González de la Calle.
El documental, estrenado en los cines de El Palacio de Hielo en Madrid en 2022, podrá verse el próximo 10 de marzo en la biblioteca municipal de Valdeavero en Madrid y cuenta con más proyecciones a lo largo del año. Además, tiene una banda sonora elaborada por la discjockey y productora revelación Andy Grey, que fusiona ritmos latinos con techno y afrohouse y es conocida por su trabajo como responsable de programación en Radio Gladys Palmera. La presencia y la resistencia de las mujeres queda patente en esta obra audiovisual en todas las secuencias de su elaboración. Nuria Torrijos apunta en boca de todas que lo más importante es “que el mensaje [de las mujeres] llegue” porque es la forma de que se las tome en serio.