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Campo de cuidados
Voces
Te doy una canción, si abro una puerta /Y de las sombras sales tú.
Silvio Rodríguez
Cada viernes empezamos el grupo con una canción.
Una persona del grupo trae una propuesta. Escuchamos la canción. Nos escuchamos mientras escuchamos la canción, y luego hablamos.
Hay viernes en los que el inicio de la canción se retrasa, porque hay tantas ganas de saludar, de hablar de ayer, de antes de ayer, de hoy… pero siempre alguien recuerda que ha traído una canción y que quiere que la escuchemos.
Vive amedrentada por unas voces que escucha cada día y que quiere dejar de escuchar; atraviesan las paredes de su casa, la pantalla de la televisión o la del teléfono móvil [...] todas las capas que hay bajo su piel para penetrar en un interior que a veces siente que deja de ser un lugar propio y diferenciado del exterior. Los agujeros en la piel que limita su cuerpo son tantos, y la piel tan vulnerable…
El pasado viernes vino por primera vez Susana y tenía mucho miedo. Vive amedrantada por unas voces que escucha cada día y que quiere dejar de escuchar; atraviesan las paredes de su casa, la pantalla de la televisión o la del teléfono móvil. Después atraviesan su piel y todas las capas que hay bajo su piel para penetrar en un interior que a veces siente que deja de ser un lugar propio y diferenciado del exterior. Los agujeros en la piel que limita su cuerpo son tantos, y la piel tan vulnerable…
Vive con miedo, con terror, a que por cualquiera de esos agujeros se cuele una voz con un mandato que le dañe, con una amenaza que le doblegue, con un ataque que le haga querer esconderse de nuevo. Y cada vez hay menos escondites seguros, y cada vez menos refugios en los que sentirse a salvo.
Vive amedrentada por unas voces que escucha cada día y que quiere dejar de escuchar; atraviesan las paredes de su casa, la pantalla de la televisión o la del teléfono móvil. Después atraviesan su piel y todas las capas que hay bajo su piel
Ojalá las voces desapareciesen u ojalá aprendiese a convivir con ellas; a veces piensa una cosa, a veces otra. Y siempre, ojalá el sufrimiento desapareciese. Ese último ojalá, en un par de ocasiones, le ha llevado a intentar suicidarse. Pero en el último momento ha aparecido alguien con una voz de las que abrazan y el escondite se ha tornado refugio. Tiene mucho miedo de que alguna de las veces no sea así.
El viernes por fin consiguió venir al grupo por primera vez.
Campo de cuidados
Vecinas
Lo que estamos haciendo últimamente es elegir una canción y comentamos qué nos sugiere. Si quieres ser tú hoy la que lo elija.
Antonio le invitó y ella propuso. Escuchamos su canción. Nos escuchamos a nosotros. Ella explicó, casi con un susurro, que a ella esa canción le salvaba. La primera vez que la escuchó sintió alivio, sintió menos miedo. Cada vez que vuelve ese momento en el que siente tanto sufrimiento que quiere desaparecer, intenta escucharla. Tanto en lo que le dice la letra, como en lo que le dice la música, encuentra apoyo.
Sus compañeras y compañeros del grupo, después de escuchar la canción, hablaron de muchas cosas y ella escuchó. Ellos también habían vivido algo parecido a aquello que a ella le hacía querer esconderse o morir.
¿Tanto puede una canción? ―reflexionó una de ellas.
La canción trajo un lugar posible en el que encontrarse y reconocerse.