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Crisis climática
¿Emergencia? Creatividad... y resistencia
Mientras más tiempo se espere para tomar medidas fuertes que atajen el proceso de descomposición menos posibilidades habrá y peor y más intenso será el deterioro en todos los órdenes. En diciembre se realiza la cumbre mundial del clima en Madrid con miles de políticos de todo el mundo. El éxito o no de la manifestación del 6 de diciembre condicionará la repercusión de la contracumbre. Desde Extremadura saldrán autobuses para Madrid.
1. La emergencia es real, integral y profunda.
Parece que vamos haciéndonos insensibles a los datos, cada vez peores, que los medios nos ofrecen descontextualizados y a cuentagotas. Unas imágenes del hielo ártico o antártico desmoronándose y desapareciendo pierden su eficacia sí se nos presentan como un espectáculo más, sin relacionarlos con otra multitud de fenómenos más que preocupantes ni con la voracidad de este capitalismo tardío, insertados además entre anuncios consumistas y noticias de que “la vida sigue igual” que siempre.
Incluimos sólo algunos comentarios por si ayudan a situarnos y entender, más allá de los datos y las imágenes:
- No se puede dar por supuesto que el deterioro de la situación va a ser paulatino, ni mucho menos que siempre esté en nuestras manos revertir la situación. Lo “normal” es que el deterioro lento dé lugar a un colapso acelerado y que las posibilidades de actuación, existentes cuando la situación aún evoluciona lentamente, desaparezcan.
- La emergencia es integral. No se trata sólo del clima, del incremento del nivel del mar, de la acumulación de gases de efecto invernadero, de la extinción de especies, de la aparición e incremento de enfermedades en territorios nuevos, del deshielo del permafrost (sobre el que hay datos recientes terribles conectados al efecto invernadero), de la deforestación, de la multiplicación de eventos climáticos catastróficos (huracanes, sequías, inundaciones, heladas, olas de calor…) y de sus efectos sobre las cosechas y la fauna, de la escasez y encarecimiento de los combustibles fósiles, etc. etc.
- Hay que hablar también de emergencia social (del incremento de la miseria y el sufrimiento de los de abajo, de la desmesurada y ostentosa concentración de la riqueza en los de arriba, de la angustia y el miedo de las capas medias ante las posibilidades reales de ingresar en el creciente número de los excluidos…) y de emergencia política (del descrédito creciente de la política profesional, del alejamiento de los centros de decisión de la ciudadanía, del ascenso del autoritarimo, del ultranacionalismo, de los métodos coactivos y violentos por parte de las instituciones, de las explosiones de protesta, de los fundamentalismos de todo tipo, de la aceleración de la carrera de armamentos y del número de guerras de “baja intensidad”, con multitud de víctimas…).
La emergencia es integral. No se trata sólo del clima: también del incremento de la miseria y el sufrimiento de los de abajo, de la desmesurada y ostentosa concentración de la riqueza en los de arriba, de la angustia y el miedo de las capas medias ante las posibilidades reales de ingresar en el creciente número de los excluidos…
- Incluso habría que hablar de emergencia ética. La mentira, el cinismo, el odio a lo diferente y a la misma diversidad, la justificación de procedimientos violentos para imponer privilegios… han convertido el compromiso solidario, la fraternidad/sororidad, la compasión, la empatía, la vida sencilla, el no consumismo… en expresiones ridiculizadas.
- Ya nada podrá volver a ser como antes. Ni en los países del norte, ni en los países del sur, ni es posible volver al supuesto “estado del bienestar”, ni acercarse a los niveles de “desarrollo” de los países ricos. Empeñarse en ese horizonte imposible es una quimera e impide centrarse en cambiar por completo de enfoque, en hacer aquí y ahora lo que es posible, necesario y urgente. Si seguimos pensando en el crecimiento de la producción, el consumo y el empleo basado en la inversión capitalista… estamos fuera de la realidad.
No se trata de que nos asustemos, sino de que nos tomemos la situación en serio. Con toda la seriedad y la urgencia que la propia situación exige. No se trata ya de datos científicos que nos comunican (poco y mal) sino de lo que vemos con nuestros propios ojos. Por la voluntaria ceguera del sistema y sus instituciones, por nuestra propia pasividad, la realidad no sólo confirma las peores previsiones, sino que éstas se han quedado cortas.
2. Muchas cosas son ya inevitables, pero otras no
No estamos diciendo que todo esté perdido. Todo lo contrario. Insistimos, con toda la fuerza de la que somos capaces, en que se pueden todavía hacer muchas cosas y que ahora es el momento.
No es lo mismo que el nivel del mar suba menos de un metro o que suba más de 3. No es lo mismo que haya 2 o 3 episodios anuales de crisis climática (inundaciones, huracanes, sequías…) a que haya una decena o más… Mientras más tiempo se espere para tomar medidas fuertes que atajen el proceso de descomposición menos posibilidades habrá y peor y más intenso será el deterioro en todos los órdenes.
3. Hay muchas cosas que podemos cambiar, como personas y como colectivos, pero hay cambios que deben ser adoptados por las instituciones del sistema.
Nos referimos a todas las instituciones, desde las más próximas e identificables, a las más remotas e incrontrolables. A pesar de que las instituciones locales hayan perdido casi todo su poder legal, siguen teniendo la posibilidad de reclamar y asumir poderes reales. A pesar de que los poderes supraestatales estén lejos y “acorazados” también es posible influir en ellos. Las instituciones autonómicas y estatales están más claramente a nuestro alcance, ni tan cerca como las locales ni tan lejos como las supraestatales. Nuestra acción ante/contra ellas tiene una ventaja: puede ser masiva.
No estamos diciendo que todo esté perdido. No es lo mismo que el nivel del mar suba menos de un metro o que suba más de 3. No es lo mismo que haya 2 o 3 episodios anuales de crisis climática (inundaciones, huracanes, sequías…) a que haya una decena o más…
Se trata de forzar a las instituciones a que tomen medidas que son imprescindibles y a que dejen de tomar medidas que nos acercan a la catástrofe. A todas ellas, sin menospreciar la importancia de ninguna. Sabemos que se trata de conseguir un cambio de sentido, ir en un sentido contrario a aquél que nos ha conducido al borde de la catástrofe, pero lo que reclamamos de las instituciones se ciñe a propuestas concretas, a convertir en factible lo que podría, hace nada, parecer imposible.
Si como personas y como colectivos vamos realizando los cambios en nuestros valores, en nuestras ideas, en nuestros sentimientos, en nuestras acciones cotidianas y en nuestras luchas, las que están realmente en nuestras manos -no sin esfuerzo, ni sin fracasos- estaremos en mejores condiciones para que las instituciones nos hagan caso. Queremos conseguir con nuestra creatividad y nuestra resistencia su cambio. No se trata de fiar la transformación imprescindible a las instituciones, pero tampoco ignorar su poder y limitarnos a nuestros cambios personales y colectivos. Necesitamos movernos en los dos escenarios, en lo “local” y en lo “global”.
4. Los y las profesionales de la política no van a moverse si no se les presiona y no van a moverse seriamente si no se les presiona seriamente.
Sin nuestra presión la mayoría de ellos seguirán haciendo como que hacen. Es a lo que están acostumbrados. No quieren escucharnos, no quieren un cambio real de sentido. Esto les obligaría a una transformación comprometida, arriesgada e incómoda. En cierto sentido, a dejar de ser lo que son. Por tanto, sus primeras reacciones serán, en el mejor de los casos, intentos de calmarnos, aburrirnos y despistarnos.
En el peor, reprimirnos, silenciarnos, desprestigiarnos, culpabilizarnos y “castigarnos”. Sí se puede hacer cambiar de rumbo a las instituciones del poder. Se ha hecho muchas veces y se hará muchas más. Nadie dice que vaya a ser fácil, sino que puede hacerse posible lo que parece imposible.
Si conseguimos abrir los ojos, limpiarnos las telarañas de la manipulación y la comodidad, si conseguimos poner la emergencia climática en primer plano, en el centro del debate… sí será posible. Nos jugamos mucho. Por nosotras y por nuestra descendencia.
Las primeras reacciones de la clase política será, en el mejor de los casos, intentos de calmarnos, aburrirnos y despistarnos. En el peor, reprimirnos, silenciarnos, desprestigiarnos, culpabilizarnos y “castigarnos”El 6 de diciembre tiene que marcar otro punto de inflexión. Se trata de una cumbre mundial, que concita la atención de muchísima gente y que tendrá una amplia repercusión en los medios de todo el mundo.
Se organiza entre los gobiernos de España y de Chile, tras el cambio de lugar “obligado” por la rebelión del pueblo chileno. Pero nosotras también organizamos nuestra contracumbre, del 7 al 13, cooperando entre los movimientos sociales de Chile y Latinoamérica y los españoles.
El éxito de la manifestación del 6 condicionará la repercusión de la contracumbre. Si la manifestación tiene la suficiente repercusión, la contracumbre también la tendrá.
Hay quien dice que el espíritu del 15M murió, hay quien dice que se perdió en las instituciones, pero nosotras decimos que estaba latente y ahora ha cobrado nueva vida... y viene muy fuerte: por la lucha feminista y por la lucha ecologista. Por la reconciliación con la naturaleza, por otra vida más natural, más igualitaria y más digna para todas.
Para viajar a Madrid a la manifestación del día 6
Para contactar con la Alianza Emergencia Climática Extremadura: emergenciaclimaticaextremadura@gmail.com