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Bilbao
Ehunka envía al Ayuntamiento una propuesta para convertir el edificio de Telefónica en un espacio comunitario
Lleva años cerrado y vacío. Se trata del edificio de Telefónica ubicado en el número 23 de la calle Cortes de Bilbao. Por un acuerdo con el Ayuntamiento, en breve, su titularidad cambiará y será municipal. Ehunka, la Red comunitaria de Bilbao la Vieja, San Francisco y Zabala, lleva desde enero impulsando una iniciativa que presentaron el pasado sábado para que la gestión del espacio sea compartida y el edificio, comunitario.
El origen de la propuesta se enmarca en dos precedentes: el acuerdo de Gobierno de la pasada legislatura para que la Casa de Mujeres Koloretxe de Bilbao se ubique en ese edificio y las experiencias comunitarias del tejido asociativo del barrio San Francisco, y aledaños, en la epidemia del cóvid. Bilbao es la única capital vasca sin casa de mujeres.
El edificio de Telefónica, ubicado en la calle Cortes 23, cambiará de titularidad en breve y pasará a ser municipal
Dede enero, Ehunka (un juego de palabras en euskera entre cientos y tejer), ha estado trabajando en la propuesta, que el jueves hizo llegar a todos las formaciones políticas del Ayuntamiento. Toda la oposición —EH Bildu, PP y Podemos— y el PSE ya ha accedido a reunirse con la Red comunitaria. Falta por pronunciarse el PNV.
Ehunka ha trabajado con equipos de la universidad pública vasca (Perte Hartuz), de Deusto (la coordinación del máster en Psicología de la Intervención Social) y de Mondragón (Humanidades Digitales Globales) para elaborar la propuesta y ha visitado experiencias similares existentes en Iruña (Geltoki y Plazara!), Bizkaia (Astra, Karmela y Bizinahi) y Barcelona (La Lleialtat Santsenca y Can Batlló).
El siguiente paso será impulsar un proceso de participación, para el cual disponen una donación. Esperan que las peticiones que surjan del proceso sean plasmadas en el proyecto final.
De momento, Ehunka plantea una planta baja con una ventanilla única de información, un servicio de orientación laboral, un espacio de tetería y cafetería, donde todas las personas puedan sentirse “cómodas y como en casa”. La primera planta estaría dedicada a un espacio polivalente con zonas de exposición, una cocina “para crear comunidad cocinando”, zonas para hacer deporte y otras salas para la creación artística y musical, así como zonas de juegos para todas las edades —incluidos los adolescentes y jóvenes— y un taller de reparación.
La segunda planta sí tiene un objetivo claro: la Casa de las Mujeres Koloretxe, que tendría un acceso directo desde la calle. El resto de la planta, nombrado Bilgune, se podría destinar a diferentes salas multiuso abiertas a actividades y reuniones de las asociaciones y grupos del barrio. La tercera sala está proyectada como una zona de terraza ajardinada transitable, con capacidad para albergar desde conciertos a exposiciones y actos públicos.
En total, el edificio dispone de 4.000 m2 y la iluminación es escasa, por lo que requiere una intervención arquitectónica para introducir luz natural y adecentar el espacio, y convertirlo en accesible para todas las personas.
Para la gestión de este espacio comunitario se plantean dos opciones: la autogestión o la gestión compartida con el Ayuntamiento. Es decir, la gestión público comunitaria. El edificio estaría abierto de día y requiere de varias personas trabajando. En esta zona de Bilbao, los espacios públicos cerrados son escasos —la biblioteca es pequeña— e incluso el parque infantil de la haurreskola está vallado y cerrado.
Desde Ehunka, Yolanda Jubeto, que también pertenece a Koloretxe, destaca que “el espacio serviría para ofrecer aquellos servicios que carecemos en el barrio, dado que la oferta es muy limitada para juntarse cómodamente las diferentes generaciones que vivimos aquí, en el edificio podrían estar desde criaturas pequeñas en la ludoteca, mayores leyendo los periódicos, adolescentes conectados a la wifi, jóvenes haciendo deporte y gente cocinando y pasando un rato en compañía”.
San Francisco, Bilbao la Vieja y Zabala son barrios que “arrastran históricamente, y que perduran, graves problemáticas de pobreza y exclusión social”, recuerda el dosier de presentación. Iniciativas como el día de los Arroces del mundo, en el que cada cuadrilla hace un arroz en la plaza, enseñan que la convivencia en espacios públicos genera diversión, diálogo y tranquilidad, lejos de estigmas y problemas estructurales. Y esa iniciativa ya va por la vigésima edición.