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Argentina
Roberto Di Sandro, testimonio vivo de la masacre de Plaza de Mayo
Está con sus manos metidas en su abrigo marrón, parado en el Patio de las Palmeras, en el mismo espacio donde en el período colonial fue la Casa de los Virreyes o Palacio Real y ahora es el Patio de Honor de la Casa Rosada, la sede histórica del Gobierno argentino.
Hace frío en Buenos Aires, está nublado, igual que en aquel 16 de junio de 1955. La mirada de Roberto Di Sandro, El Tano, se pierde en otro tiempo del cual son solo testigos él y las palmeras yatay, al menos las tres que fueron plantadas en 1904. El Tano, decano de los periodistas acreditados en la Casa de Gobierno, levanta su mirada y se detiene un instante a observar la copa de una de las palmeras y sostiene: “Desde el año ‘47 que estoy acá. Voy a cumplir 75 años de Gobierno”.
Frente a sus ojos pasaron los acontecimientos políticos e institucionales más importantes de la historia del país, la historia viva. Y también podríamos decir que es una suerte de bombardeado que vive, si parafraseamos la idea del “fusilado que vive” que acuñó el escritor y periodista Rodolfo Walsh para referirse en su texto cumbre, Operación Masacre, a uno de los sobrevivientes de las ejecuciones de militantes peronistas un año después, en 1956, en un basural de la localidad de José León Suárez. Pero aquel mediodía del 16 de junio de 1955 no hubo fusilamientos como los que más tarde llevaría adelante el golpe autodenominado Revolución Libertadora al mando del general Pedro Eugenio Aramburu. Sí hubo bombardeos contra una población civil, contra trabajadores y trabajadoras. Fue la antesala del golpe de Estado contra el Gobierno del presidente Juan Domingo Perón que se iba a concretar tres meses después.
Aquel jueves 16 de junio de 1955 estaba programada una exhibición aérea militar en homenaje al héroe de la independencia argentina, el general José de San Martín, que fue aprovechada por los golpistas para ejecutar su plan. Desde la Base Naval de Morón partieron los primeros aviones. Luego se le sumaron otros aviones Gloster salidos de la Base Aérea de Punta Indio, a orillas del Río de la Plata. El centro de la ciudad presentaba entonces el movimiento normal de un día de semana. La plaza se había llenado de trabajadores que, advertidos de la intentona golpista, acudieron a defender a su líder político. Pasado el mediodía se escucharon las primeras explosiones.
Para matar a un tipo, mataron 300 personas. Acá se produjo. Lo echaron a Perón, lo bombardearon, bombardearon al pueblo
Sobre la Casa Rosada cayeron en total 29 bombas, de entre 50 y 100 kilos cada una. Una de ellas destrozó un trolebús repleto de pasajeros, matando a un grupo de niños y niñas. Fue el ataque terrorista más grande de la historia argentina con más de 350 personas muertas y unos 600 heridos que hicieron colapsar los hospitales. Los ataques también fueron dirigidos contra otros edificios como el Departamento Central de la Policía Federal y la sede de la Confederación General de Trabajo (CGT). Los aviones de la Marina y la Aeronáutica lucían en su fuselaje la inscripción “Cristo Vence”, el grito de guerra que acuñaron ese día los sublevados. El frente “gorila”, tal como se denominó entonces a las fuerzas antiobreras y antiperonistas, contaba entonces con la participación activa de la Iglesia Católica argentina, que días antes había encabezado una celebración del Corpus Christi que terminó siendo una manifestación antiperonista.
Mientras tanto, el 16 de junio de 1955, Roberto Di Sandro ingresaba a Casa Rosada cuando las primeras bombas impactaron en el centro político de la ciudad de Buenos Aires. Lo recuerda parado en el mismo lugar de los acontecimientos ocurridos hace 67 años.
¿Cuál era el clima que se vivía en esos momentos?
Había cierto resquemor con Perón. Había enfrentamientos. Las Fuerzas Armadas, la Marina fundamentalmente, con un sector del Ejército y de la Aeronáutica, estaban en contra del entonces presidente de la nación. Y también los sectores civiles, empresariales. Había un clima que se veía. Podía haber un cambio pero no un bombardeo. Tal es así que cuando Perón se enteró que iban a bombardear la Casa de Gobierno, a las 12h recibió a Albert Nuffer, el embajador de Estados Unidos en la Argentina. Y a las 12:15h se plantó en el medio del pasillo y dijo: “Abandonen la Casa de Gobierno porque van a bombardearla”. No hubo tiempo de abandonarla. Hubo gente que se fue, pero nosotros nos quedamos dentro, alrededor de 150 personas más o menos. Para matar a un tipo, mataron 300 personas. Acá se produjo. Lo echaron a Perón, lo bombardearon, bombardearon al pueblo”.
¿Qué estabas haciendo ese día? ¿Dónde estabas?
Yo trabajaba en Télam [la agencia oficial de noticias]. Venía de despedir a Remorino, que era el canciller de Perón que iba a Chile. Y cuando llegamos se produjo el bombardeo. Entré con la primera bomba, 12:40h. Una bomba cayó sobre la Sala de Periodistas y al lado había una cafetería… y mató al cafetero. Y en la Sala de Periodistas después los Granaderos pusieron todo el armamento para defender la Casa de Gobierno. Estuve acá adentro hasta las 17:30h o 18:45h. Es decir, en ese tramo, en ese momento se bombardeó toda la ciudad de Buenos Aires. Las tropas leales enfrentaban a las rebeldes, que eran los aviones de la Marina. El primer golpe de efecto del bombardeo fue el de un avión de la Marina que cayó sobre la Casa de Gobierno. Y ahí fue donde cayó la bomba que mató a este cafetero que estaba a pocos pasos de la Sala de Periodistas. Y después todo el desastre acá adentro. Soy sobreviviente, soy sobreviviente de eso, con otros 12 o 13 Granaderos que estaban ahí. Murieron 14 Granaderos.
Fue el ataque terrorista más grande de la historia argentina con más de 350 personas muertas y unos 600 heridos que hicieron colapsar los hospitales. La masacre de la Plaza de Mayo, el 16 de junio de 1955 fue la antesala del golpe militar que echó a Juan Domingo Perón
Y cuando saliste, ¿con qué te encontraste?
Vi un hecho tremendo, enorme, dramático, sanguinario. Un trolebús donde cayó una bomba y mató a un montón de chicos que venían del colegio. Y ahí lo vimos junto con cinco periodistas, porque éramos acá adentro cinco que estábamos en ese momento.
¿A dónde fue eso exactamente?
Acá a la vuelta, en Paseo Colón casi Hipólito Yrigoyen. Ahí vi cuando cayó, fue tremendo el momento ese. Y después el resto de la gente corriendo por la calle. Lo demás lo aguanté acá adentro y fue de casualidad.
¿Fue el momento más duro que te tocó vivir aquí en Casa Rosada?
Y fue el más duro que me tocó vivir en mi vida. Un bombardeo no es fácil. Vienen de arriba las bombas, en un tiroteo es distinto. Pero ahí era un bombardeo donde las bombas caían y había ametralladoras que tiraban desde los aviones. Y bueno, ese es uno de los momentos más difíciles que pasé en mi vida. Bueno, permanecí acá hasta ahora.