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Antifascismo
El antifascismo en el País Valencià acumula 169 años de prisión y miles de euros en multas
El pasado sábado 11 de noviembre el Manyà —un centro social autogestionado ubicado en Massamagrell, València— acogió un grito de ayuda urgente: “169 años de prisión y miles de euros en multas”. Este es el destino que acecha a 26 antifascistas que, desde Castellón hasta Alicante, han decidido enfrentarse al fascismo en todas sus manifestaciones.
En la mesa redonda organizada en Massamagrell por la organización Antifeixistes País Valencià y CSA El Manyà se denunció la “constante criminalización y persecución del movimiento antifascista” y se reclamó la impunidad y amnistía de los 26 antifascistas acusados alrededor del País Valencià.
Entre las filas de aquellos que han plantado cara a la creciente fuerza ultraderechista se encuentran els Catorze Encausats de Pego, els Quatre Antifes de València, els quatre de la Universitat d'Alacant, les Subversives de Castelló, los Dos de la visita del Rey en Castelló y un militante antifascista de la Cosa Nostra de Castelló. Los tres primeros han participado en el acto. En su afán por combatir el fascismo, estos grupos han encontrado en el Estado español, dicen, a un férreo oponente, con su “blanqueamiento de la derecha” y una legislación a medida.
Els 14 de Pego
El 18 de octubre de 2020 marcó un antes y un después en Pego. Alrededor de una treintena de Gandiblues, los ultras del equipo de fútbol de Gandia, invadieron Pego de forma impune. Pintadas y cánticos de enaltecimiento del fascismo resonaron en las calles, mientras dejaban huella de su paso con adhesivos con la cara del dictador nazi.
La respuesta por parte de Pego fue inmediata. Ante la inacción de las autoridades, un centenar de personas de clase trabajadora se congregaron frente al campo de fútbol donde se jugaba el partido con el compromiso de enfrentarse al auge del fascismo.
Ninguno de los ultras de Gandia se enfrentó a persecuciones mientras que la fiscalía centró su atención en los jóvenes antifascistas de Pego
Una vez concluido el encuentro, todos abandonaron el lugar excepto los hooligans, que quedaron dentro del estadio custodiados por la Guardia Civil. La intervención de la Guardia Civil española terminó en detenciones esa noche y los días subsiguientes. Ninguno de los ultras se enfrentó a persecuciones mientras que la fiscalía centró su atención en los jóvenes antifascistas de Pego. “Los antifascistas fueron los considerados extremistas”, se lamenta Guillem, uno de los encausados. “Ahí es donde se vio la doble vara de medir”. La fiscalía, aparentemente ciega ante los ultrajes fascistas, insiste, no tomó represalias contra los ultras. “No actuaron en la causa, pero sí que tuvieron una respuesta firme en las consecuencias”. A Guillem le solicitan nueve años de prisión, una sentencia que se suma a los 104 años exigidos para el resto de los acusados de Pego.
Guillem concluye con orgullo que “A pesar de tener nueve años de prisión, lo volveríamos a hacer”. Y añade con firmeza: “Nos reafirmamos como antifascistas”.
Els quatre antifes de València
El 30 de julio de 2021, en un contexto de una Valencia donde la presencia de la extrema derecha está ganando terreno, cuatro antifascistas se vieron envueltos en un incidente con un grupo de extrema derecha cerca del Mestalla Camp de Futbol en Valencia. Lo que comenzó con provocaciones racistas escaló rápidamente a un enfrentamiento físico, en el que intervino la policía nacional.
Tras los insultos y agresiones, la policía actuó, a punta de pistola, para identificar a los involucrados. Cinco días después, las autoridades citaron a los antifascistas, esta vez para detenerlos tras recibir las denuncias del grupo de extrema derecha. El hecho se agrava con la difusión por parte de las brigadas de datos sobre los acusados. Ahora se enfrentan a acusaciones de lesiones y delito de odio. Se les pide de 4 a 6 años de prisión y una multa de 7.500 euros. A la espera del juicio, los 4 mantienen su posición y denuncian el caso como una injusticia.
Antifascismo
Cinco décadas de antifascismo en el País Valencià: de Miquel Grau a Benimaclet
El lanzamiento en televisiones públicas de la película sobre Guillem Agulló y los hechos acontecidos recientemente en el barrio valenciano y en Pego han dotado de mayor visibilidad a un movimiento antifascista que, sin embargo, nunca ha estado ausente en el País Valencià.
Els quatre de la UA
El 28 de mayo de 2021, la Facultad de Educación de la Universitat d'Alacant se convirtió en el escenario de un enfrentamiento entre antifascistas y simpatizantes de la extrema derecha. Una actividad organizada por la ultraderecha, con la participación de figuras como Macarena Olona y Fernando Sánchez Dragó, generó una respuesta de rechazo por parte de activistas antifascistas.
La concentración de antifascistas en las puertas de la facultad fue la respuesta a las actividades que promovían el odio supremacista. Sin embargo, la Fiscalía Provincial de Alicante y el partido Vox presentaron acusaciones de atentado y amenazas contra cuatro personas, solicitando penas económicas considerables y años de prisión.
Las organizaciones en apoyo a los acusados de la UA buscan su absolución, señalando la naturaleza política de las imputaciones y solicitando solidaridad
Las organizaciones del grupo de apoyo a los acusados de la UA buscan la absolución de las cuatro personas acusadas, señalando la naturaleza política de las imputaciones y solicitando solidaridad en medio de esta nueva confrontación.
Subversives de Castelló
Nacido como una asamblea universitaria el 25 de noviembre de 2016, el colectivo feminista y anticapitalista Subversives Castelló se enfrenta a una ardua batalla judicial tras una querella presentada por Santiago Abascal, líder de Vox.
El conflicto se gestó el 25 de octubre de 2019, cuando el partido ultraderechista realizó un mitin en Castellón con la presencia de Abascal. Colectivos feministas y LGTBI convocaron una concentración de rechazo en forma de “besada popular LGTBI”. La protesta fue acordonada por agentes de la Policía Nacional, que cargaron en varias ocasiones, lo que tuvo como resultado la imputación de al menos dos personas.
Las consecuencias legales no tardaron en llegar. Una de las imputadas está siendo investigada por “desobedecer los mandatos de los agentes, al participar en una contramanifestación con la intención de boicotear un mitin político, haciendo caso omiso a los agentes”.
Pero la verdadera tormenta legal se desató meses después, cuando Abascal presentó una querella acusando a Subversives Castelló de delito de odio. La acusación se basa en la aparición de pintadas con la cara de Abascal y el símbolo feminista "Subversives Castelló”, cuya autoría es desconocida. El líder del partido exige tres años de prisión para la imputada, cinco años de multa para el colectivo y el cese de la actividad del grupo, así como el cierre de sus locales.
Subversives Castelló sostiene que se les acusa “por ser feministas, enfrentarse al fascismo y señalar la anormalidad democrática de la presencia de Vox en instituciones democráticas”
Subversives Castelló sostiene su resistencia, subrayando que este proceso es político y que se les acusa “por ser feministas, enfrentarse al fascismo y señalar la anormalidad democrática de la presencia de Vox en instituciones democráticas”. En vísperas del juicio, programado para el 22 de noviembre a las 12 del mediodía, Subversives Castelló ha convocado una concentración en apoyo a la imputada frente a los juzgados.
El militante antifascista de la Cosa Nostra de Castelló
En la ciudad de Castelló la libertad de expresión se ve de nuevo en el banquillo de los acusados. Un activista, vinculado a diversos movimientos sociales, se enfrenta a una condena de ocho meses de prisión y una multa de 500 euros en concepto de responsabilidad civil y el pago de las costas procesales.
Los hechos se remontan al 8 de marzo de 2020, cuando un autobús partió hacia Madrid desde la Plaza María Agustina con simpatizantes de Vox. En esa misma plaza, un muñeco colgaba boca abajo de un ficus, con manchas rojas simulando disparos y la palabra “Vox” escrita en verde en la cremallera. En la cabeza del muñeco, una fotocopia del rostro de Santiago Abascal con una mancha roja en la frente.
El juez consideró estos actos como amenazas no condicionales contra el líder de Vox y condenó al activista por un supuesto delito de odio. Un episodio que ha generado un debate sobre la línea entre la protesta artística, la libertad de expresión y la respuesta judicial.
Centros sociales
“La Cosa Nostra lleva tiempo sufriendo actos de represión”
Antifascistas de Benimaclet del 12 de octubre
El barrio de Benimaclet, conocido por su resistencia antifascista, acogió el 12 de octubre de 2020 una concentración por la causa. La protesta concluyó con tres detenidos y diez personas identificadas. Los jóvenes se enfrentan a cargos por delitos de odio, atentado contra agentes de la autoridad y robo con violencia.
Durante una marcha de antorchas convocada por España 2000, un neonazi acusó a los antifascistas de robarle un móvil, lo que llevó a la detención de los tres jóvenes alrededor de las seis de la tarde. Pasaron dos noches detenidos en el complejo policial de Sapadors y, después de comparecer ante el juez, quedaron en libertad con cargos y sin medidas cautelares ni fianza, a la espera del juicio. Durante la detención, los agentes de la Policía Nacional golpearon y empujaron a los detenidos e incluso uno de ellos resultó hospitalizado.
Antifascismo
El barrio de Benimaclet planta cara al odio en una jornada histórica
Cerca de mil antifascistas se concentran en el barrio de Benimaclet mientras una convocatoria de la ultraderecha apenas logra reunir a medio centenar de personas que han sido abucheadas desde los balcones durante todo su desfile.
En solidaridad, activistas y vecinas antifascistas se congregaron en una manifestación que reunió a mil personas, con fuerte presencia policial. La protesta formó parte de la jornada “Benimaclet lliure d’odi” (Benimaclet libre de odio), que denunciaba la normalización de discursos de odio y discriminación por parte de la extrema derecha. Simultáneamente, una convocatoria de España 2000 apenas reunió a un centenar de personas en la plaza de Benimaclet, acompañadas por un amplio despliegue policial, cacerolazos y gritos antifascistas desde los balcones del vecindario.
Solidaridad social y respuesta ciudadana
En un panorama donde la incapacidad para contrarrestar las protestas ultraderechistas se mezcla con la legitimación de estas, la fuerza fascista se consolida en el País Valencià. La lucha contra los movimientos reactivos, en ocasiones, encuentra el amparo de la justicia y el estado español.
La solidaridad de clase emerge como escudo contra la represión frente a la maquinaria judicial que busca silenciar las voces disidentes
Sin embargo, ante la intención de intimidación, la respuesta de aquellos que desafían al fascismo es “un grito colectivo de libertad”, un acto de resistencia frente a la criminalización y persecución del movimiento antifascista por medio de procesos judiciales. Para ellos, la solidaridad de clase emerge como escudo contra la represión. Frente a la maquinaria judicial que busca silenciar las voces disidentes, la respuesta no es el silencio, sino la resistencia. “Seguimos fuertes gracias a estos espacios. La solidaridad de clase es lo más bonito que hemos sacado de esta causa”, asegura Guillem.
Actualmente hay 26 personas criminalizadas en el País Valencià por enfrentarse a movimientos fascistas. El fascismo no murió con Franco; la esencia del fascismo de los años 30 ha quedado en el folklore y la estructura perdura con una carcasa distinta, denuncian los colectivos. El blanqueo de la extrema derecha se apoya en una estructura que permite ataques impunes a la libertad, mientras que aquellos que combaten el fascismo son perseguidos por la justicia del Estado español.
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Pretender sostener de buena fe que en esta PODRIDA ESPAÑISTÁN la justicia no está completamente podrida de personajes con criterios, prejuicios, motivaciones, odios de tipo nazi-fascista-estalinista-liberticida-totalitario-etc. sólo significa que quienes tal cosa pretenden sostener de buena fe no son más que unos pobres oligofrénicos profundos de baba. Simple y llanamente esto: algo que es completamente obvio y de Pero Grullo para cualquier persona que tenga al menos un dedo de frente.