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Agresiones sexuales
Jana Leo recopila imágenes de agresiones sexuales para cambiar el imaginario de la violación
El proyecto Postal asalto sexual surge como reacción al juicio por la violación múltiple de los Sanfermines. La autora de Violación Nueva York quiere crear un archivo que documente agresiones sexuales más allá del estereotipo que muestra la cultura popular.
“El aspecto que ella tenía, la ropa que llevaba, dónde estaba, cómo reaccionó u otros prejuicios son irrelevantes para mostrar el hecho. Es una agresión sexual y esta es su imagen.”
Son palabras de Jana Leo sobre una postal, la primera del proyecto Postal asalto sexual con el que invita a otras mujeres que han sufrido agresiones sexuales a compartir imágenes. Artista, doctora en Filosofía, creadora que combina escritura, vídeo, cine y foto, Leo explica que esta ha sido la forma de llevar a la práctica una idea que pasaba por su cabeza desde que este verano estuvo presentando Violación Nueva York, el libro en el que disecciona la violación de la que fue víctima entre las 13 y las 15h. del 25 de enero de 2001.
“Estaba barajando varias ideas, todas ellas querían ser una crítica de la falta de entendimiento sobre lo que es una violación, y todas buscaban crear un objeto, de ahí viene la idea de la postal”, cuenta Leo a El Salto. La rabia para ponerlo en marcha, explica, ha llegado hasta Nueva York desde Pamplona.
“Normalmente una violación no tiene testigos ni vídeos desde el teléfono; pero en este caso hay mucha evidencia y lo que está ocurriendo es que la parte documentada, la evidencia, se intenta devaluar por juicios de valor, que intentan juzgar a la víctima, para quebrar su integridad”, dice Leo.
Jana Leo sabe de lo que habla. La forma en la que ha documentado la agresión de la que ella misma fue víctima pone en evidencia su estilo ordenado, notarial, preciso. Las imágenes que invita a otras mujeres a enviar a janaleo@fundacionmosis.com servirán para crear un archivo de violencia sexual, explica. No tiene prisa: “Mis proyectos suelen durar entre 5 y 15 años”, dice, y especifica que, aunque ella ha puesto su nombre y apellidos junto a las imágenes, deja a elección de las participantes la posibilidad de identificarse o no.
“Pensé en complementar el elemento del delito de una violación (en el contexto penal de la criminología), con el elemento del traumatismo (en el contexto médico): al pensar en la foto que yo tenía de de mi propia violación me di cuenta de que esa imagen era la imagen de la mujer violada”, sigue. Porque una agresión sexual, explica, atenta contra el cuerpo.
La artista quiere con este proyecto contrarrestar las imágenes que maneja el imaginario colectivo de la violación, imágenes procedentes del cine en las que aparecen “mujeres tumbadas en el suelo con la ropa rota y el pelo tapándole la cara, algunas con moretones en la cara, las medias bajadas; suelen llevar falda que deja entrever la sangre corriendo entre los muslos”. Además, “más allá de los elementos físicos, el imaginario colectivo de la mujer violada o violable es la mujer abierta, fácil, sin valor”.
¿Pueden las imágenes cambiar estos estereotipos? “Hace poco viendo una exposición sobre Operación Cóndor y hablando sobre la psicología de la violencia a nivel social, quedaba claro que si todos nosotros sabemos de los campos de concentración nazis y no todos sabemos de la Operación Cóndor en los que los gobiernos se unieron para torturar, aniquilar a los revolucionarios contra las dictaduras es entre otras cosas porque no hay memoria colectiva de ese asesinato masivo. La necesidad de registrar el daño, viene de que este se recuerde y actúe como elemento disuasorio”. Porque, para Leo, “el violador y la cultura que protege al violador, o sea la represión, funciona mientras que el juego se pueda seguir jugando: ella estaba de acuerdo, aquí no pasó nada”.