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Violencia machista
La pandemia aumentó la ansiedad de las embarazadas y también la violencia obstétrica
Las madres han estado solas durante la pandemia. Una investigación ha encontrado niveles más altos de estrés, ansiedad y depresión entre las gestantes debido a la covid y sus consecuencias. Los confinamientos y el miedo al coronavirus habrían aumentado el riesgo de depresión entre las embarazadas.
Quedarse embarazada en tiempos de pandemia ha supuesto para muchas mujeres incertidumbre e inseguridad, tanto por las dificultades para acceder a los servicios sanitarios como por las medidas impuestas frente a la COVID. Las restricciones han sido fuente de preocupación para las mujeres, debido sobre todo a la soledad a la que se han enfrentado. El aislamiento social ha aumentado el sentimiento de soledad sobre todo en las poblaciones más vulnerables.
A ello se ha unido la preocupación por el covid. La posibilidad de contagiarse, las posibles complicaciones en el parto y las consecuencias para el bebé fue lo que más preocupó a las madres. Entre los factores que han aumentado la incertidumbre destacan: no poder acudir a las citas médicas o hacerse ecografías; el aumento de los partos en casa, o recurrir a la lactancia artificial, debido al desconocimiento inicial de si el virus podría transmitirse a través de la leche materna.
Así lo han observado también desde El Parto es Nuestro, una asociación que desde hace veinte años pretende mejorar las condiciones de atención a madres e hijos durante el embarazo, parto y posparto en España. Desde ella denuncian que durante la pandemia ha aumentado la “cultura biomédica” de atención al parto, debido sobre todo a la falta de recursos y de personal sanitario. Se ha producido mucha separación madre-bebé, por ejemplo, porque se temía que una mujer positiva pudiera contagiar al recién nacido.
“Desde el principio de la pandemia la OMS dejó claro que un positivo no era motivo para imposibilitar a las mujeres que parieran acompañadas, inducir el parto, hacer cesáreas, pero todo eso se ha estado haciendo en España”
“Desde el principio de la pandemia la OMS dejó claro que un positivo no era motivo para imposibilitar a las mujeres que parieran acompañadas, inducir el parto, hacer cesáreas, separar a las madres del bebé, impedir la lactancia materna o parir con mascarilla. Sin embargo, todo eso se ha estado haciendo en España”, asegura Virginia Murialdo, vicepresidenta de El Parto es nuestro y autora de una tesis doctoral sobre parto respetado, que considera que el enfoque de riesgo que se da en obstetricia, unido al miedo al virus, son los que han hecho que desde el principio de la pandemia se vetara la entrada de acompañantes tanto en consulta como durante el parto o que se obligara a las mujeres a parir con mascarilla.
“No tenemos constancia de hospitales que hayan permitido a las mujeres parir sin mascarilla”, asegura Murialdo, que cree que la medida no está justificada cuando parir supone un esfuerzo durante horas, mientras se ha podido salir a correr sin llevar mascarilla. Para la vicepresidenta de El Parto es nuestro, “nadie debería parir en esas circunstancias”.
Más empatía, menos ansiedad
Un estudio llevado a cabo en el hospital universitario Quirón y la Fundación Jiménez Díaz de Madrid entre más de 350 mujeres encontró un aumento de los niveles de ansiedad en embarazadas debido a la reducción de la jornada laboral y los ingresos que ésta conlleva, en un momento en que los gastos aumentan ante la llegada del bebé. La reducción de jornada laboral solo fue positiva para las mujeres que se pueden reducir sus ingresos.
Las mujeres que se han quedado sin trabajo o las que han dado a luz solas en centros sanitarios sin su pareja han sido las más afectadas. Estar separada o divorciada ha actuado, sin embargo, como factor protector frente a la violencia de género. Estas mujeres han tenido menos ansiedad, junto a las que fueron adecuadamente informadas sobre los síntomas del covid, los contagios o las posibles complicaciones debido a la enfermedad, especialmente si fueron atendidas por su matrona. La información contradictoria ha resultado perjudicial, igual que la incertidumbre o la soledad, que se asocian a riesgos para la salud a corto-medio plazo.
Salud
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Según los autores de la investigación, las mujeres más vulnerables a sufrir ansiedad en el futuro son las que han visto reducida su jornada laboral y los consiguientes ingresos debido a la pandemia, las que sufren altos niveles de preocupación y menos acceso a información fideligna sobre la covid, el parto, el postparto y la lactancia, así como las que se han informado a través de la televisión. Los investigadores recomiendan que se implementen protocolos adecuados para asegurar que profesionales adecuadamente formados y empáticos proporcionan suficiente información de calidad, previniendo así los altos niveles de ansiedad en las embarazas durante ésta y futuras pandemias.
“Los profesionales sanitarios tenemos mucho que hacer aquí”, asegura María Caballero, una de las autoras del estudio, que explica que la empatía disminuye la ansiedad de las gestantes y recuerda que éstas necesitan a los profesionales de la salud. Los sistemas sanitarios, por su parte, deberían incluir información confiable como parte del abordaje frente a las pandemias, según los investigadores, que recomiendan que autoridades y obstetras tengan en cuenta la importancia de informar sobre salud mental a los grupos vulnerables. “Muchas mujeres que han sufrido ansiedad y angustia no están preparadas todavía para afrontar lo que ha pasado”, según la vicepresidenta de El Parto es nuestro, Virginia Murialdo.
En muchos hospitales, las unidades de obstetricia y maternidad se han usado para atender a los pacientes de covid. “En algunos hospitales se ha negado la epidural a mujeres a las que se había inducido el parto, cuyos dolores son mucho peores que los de las contracciones, por no estar disponible el anestesista o porque no se ha garantizado que esté en todo momento”, aseguran desde El Parto es Nuestro. “Hay hospitales en los que se han hecho cesáreas innecesarias a mujeres que habían dado positivo por covid, lo que va a traer consecuencias negativas”, en opinión de Virginia Murialdo. “En los hospitales donde han tenido la capacidad organizativa de reorganizarse y garantizar los derechos de las mujeres no ha pasado” este tipo de cosas. En gran parte de los hospitales privados, por ejemplo, sí se ha mantenido en cierta medida una relativa normalidad con respecto a la atención del parto, según han observado desde la asociación.
Violencia en el parto
Muchas mujeres en todo el mundo sufren un trato irrespetuoso, ofensivo o negligente durante el parto en sus centros de salud. Es la violencia obstétrica, un tipo de maltrato que consiste en que durante el embarazo, el parto y el puerperio, se trate a las mujeres de manera irrespetuosa y ofensiva. El Observatorio de Violencia Obstétrica de España la define como “el desconocimiento de las necesidades emocionales de la madre y del bebé en cualquier momento del embarazo, del parto y del puerperio inmediato, así como de la autoridad y autonomía que la mujer tiene sobre su sexualidad, su cuerpo y sus bebés y las posturas, ritmos y tiempos que requiere el parto para desarrollarse con normalidad”.
Se considera violencia obstétrica la que se da en el momento del parto. “Muchas de las complicaciones que estamos observando desde hace 20 años tiene que ver con la aplicación de prácticas y medicamentos no necesarios desde el inicio del parto”, explica Virginia Murialdo, vicepresidenta de El Parto es nuestro. “No son casos aislados, sino consecuencia de un sistema que mezcla una cultura patriarcal con el modelo biomédico de atención al parto, que genera actitudes irrespetuosas y machistas con las mujeres”, denuncia Murialdo, que es autora de una tesis doctoral sobre parto respetado.
Investigaciones publicadas en revistas científicas como Lancet sugieren que el trato irrespetuoso y ofensivo a las mujeres durante el parto en centros de salud es bastante frecuente.
Investigaciones publicadas en revistas científicas como Lancet sugieren que el trato irrespetuoso y ofensivo a las mujeres durante el parto en centros de salud es bastante frecuente. “Una de las cosas que denunciamos desde El Parto es nuestro es la cascada de intervenciones que se suceden por el personal de salud de forma innecesaria”, explica su vicepresidenta, Virginia Murialdo. Se trata de una experiencia silenciada y sistemática en todo el mundo. Así lo reconoce la ONU. También la OMS ha pedido reiteradamente a los países que atajen este importante problema de salud pública y de derechos humanos.
España ha recibido varias recomendaciones del comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer, la última en marzo 2002, tras la denuncia previa en 1998 de una mujer que sufrió maltrato y falta de respeto. La ONU le dio la razón asegurando que la administración española no había aplicado los procedimientos de atención a la víctima.
La socióloga colombiana Ileana Olivares considera, sin embargo, que no se debe reducir a los momentos de gestación, parto y posparto, sino que los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres se ven vulnerados a través, por ejemplo, de procedimientos ginecológicos rutinarios, pruebas como las citologías o en diferentes etapas, como la menopausia. Este tipo de violencia se puede dar a través de comentarios de sesgo sexista, malos tratos físicos o debido a la patologización del cuerpo femenino. Esta consiste en ver los procesos sexuales y reproductivos de las mujeres como algo que está mal o debe ser sanado, ya sea por la medicina o por otro tipo de prácticas, dejando de lado los procesos ancestrales entre mujeres y para mujeres que se han dado a lo largo de la historia, como la partería.
Frente a la patologización del cuerpo femenino, Olivares propone comprender los procesos naturales y dejar de verlos como un problema. “Podemos apropiarnos de esos procesos que no son enfermedades, sino que pueden trabajarse”, explica la socióloga. En su opinión, frente a esos saberes tradicionalmente femeninos, el conocimiento científico responde a las necesidades en salud de las mujeres dejando a éstas en segundo plano. Para garantizar los derechos de las mujeres cree que se debe buscar el consenso entre ambos. Por eso pide que no se separe la ginecológica del resto de violencias contra las mujeres.
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La violencia obstétrica es un tipo de violencia contra las mujeres basada en el género. Este tipo de desigualdades siguen afectando los servicios de salud reproductiva en gran parte del mundo. Una revisión de 50 manuales de ginecología y obstetricia encontró que la mayoría están escritos por hombres. Desde El Parto es nuestro consideran que se debe incluir la violencia obstétrica necesariamente como un tipo de violencia sexual.
En España, el Ministerio de Igualdad incluirá en la reforma de la ley de salud sexual y reproductiva la violencia obstétrica como un tipo de violencia contra las mujeres “en el ámbito de los derechos sexuales y reproductivos”. La propuesta parte de la necesidad de reconocerla como violencia de género. Así lo explica Antonia Morillas, Directora General del Instituto de las Mujeres, que será el encargado de desarrollar la Estrategia de Salud Sexual y Reproductiva a través de medidas que atiendan a la prevención, la reparación o la investigación. Para erradicar determinadas prácticas, desde el Instituto de las Mujeres se considera necesario: formar a los profesionales sanitarios; investigar, de modo que se pueda recoger cuáles son y cómo se producen esas intervenciones, “para poder hacer después políticas públicas adecuadas”, así como adoptar medidas “para que en caso de que se produzca este tipo de violencia, haya procedimientos judiciales que protejan a las mujeres en el marco de los derechos humanos”, explica Antonia Morillas. El objetivo es “que las mujeres conozcamos que tenemos derecho a una atención humanizada al parto como proceso fisiológico y que se respete nuestra capacidad de tomar decisiones y autonomía”, en palabras de la Directora General del Instituto de las Mujeres.
El derecho a recibir cuidados en salud incluye el derecho a una atención digna y respetuosa en el embarazo y en el parto y a no sufrir violencia ni discriminación. Según el Alto comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos, las embarazadas tienen derecho a recibir un trato igual de digno que otras personas, a tener la libertad de solicitar, recibir y transmitir información, a no sufrir discriminación y a obtener el más alto nivel de salud física y mental, incluida la salud sexual y reproductiva. También la OMS reconoce el derecho de la mujer a recibir una atención de la salud digna y respetuosa en el embarazo y el parto.
Violencia machista
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Una experiencia silenciada y sistemática
La violencia obstétrica no solo viola los derechos de las mujeres a una atención respetuosa, sino que también amenaza sus derechos a la vida, la salud, la integridad física y la no discriminación. Estas prácticas podrían tener consecuencias adversas directas tanto en el bebé como en sus madres, que son especialmente vulnerables durante el parto, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta “violación de la confianza entre las mujeres y los profesionales de la salud que las atienden también puede ser un importante factor de desmotivación para las mujeres que buscan asistencia materna y utilizan estos servicios”.
El maltrato, la negligencia o la falta de respeto en el parto son una violación de los derechos humanos fundamentales de las mujeres y así se considera tanto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 como en la firmada en 1993 para la Eliminación de la violencia contra las mujeres. Según la agencia de desarrollo internacional USAID, es más probable que las mujeres adolescentes, las solteras, las de nivel socioeconómico bajo, las que pertenecen a una minoría étnica, las inmigrantes y las que padecen VIH, entre otras, sufran un trato irrespetuoso y ofensivo.
En sus tratados sobre el trato irrespetuoso y ofensivo durante el parto en centros de salud, la agencia menciona un evidente maltrato físico, una profunda humillación y maltrato verbal, procedimientos médicos sin consentimiento o coercitivos (incluida la esterilización), falta de confidencialidad, incumplimiento con la obtención del consentimiento informado completo, negativa a administrar analgésicos, violaciones flagrantes de la privacidad, rechazo de la admisión en centros de salud, negligencia hacia las mujeres durante el parto —lo que deriva en complicaciones potencialmente mortales, pero evitables—, y retención de las mujeres y de los recién nacidos en los centros de salud debido a su incapacidad de pago.
Para alcanzar un nivel alto de atención respetuosa en el parto, los sistemas de salud deben organizarse y conducirse de tal manera que se garantice el respeto por la salud sexual y reproductiva, y los derechos humanos de las mujeres, según la Organización Mundial de la Salud. Para prevenir y erradicar el maltrato y la falta de respeto en el parto en centros de salud a nivel mundial, la OMS considera que es necesario un mayor respaldo de los gobiernos, así como iniciar, respaldar y mantener programas diseñados para mejorar la calidad de la atención de la salud materna, centrándose en la atención respetuosa como componente esencial de la atención de calidad. “Es necesario generar datos relacionados con las prácticas de atención respetuosa e irrespetuosa, los sistemas de responsabilidad y el respaldo profesional valioso”, además de involucrar a las partes interesadas, incluidas las mujeres, en los esfuerzos para mejorar la calidad de la atención y eliminar las prácticas ofensivas e irrespetuosas.
En muchos países no se han adoptado políticas para fomentar la atención materna respetuosa, o estas no son específicas o aún no se han traducido en acciones concretas de relevancia
Garantizar el acceso universal a una salud sexual y reproductiva segura, aceptable y de buena calidad, especialmente el acceso a los anticonceptivos y a la atención de la salud materna, puede reducir drásticamente los índices globales de morbimortalidad materna según la OMS. A pesar de ello, en muchos países no se han adoptado políticas para fomentar la atención materna respetuosa, o estas no son específicas o aún no se han traducido en acciones concretas de relevancia. Tampoco hay consenso internacional sobre cómo definir y medir, científicamente, el maltrato ni la falta de respeto, y se desconocen su prevalencia e impacto en la salud, el bienestar y elecciones de las mujeres. En 2014, más de 60 ONG e instituciones firmaron una declaración reclamando una acción más enérgica, diálogo, investigación y apoyo.
En España, todas las comunidades autónomas han consensuado la Estrategia de Atención al Parto Normal en el Sistema Nacional de Salud, con la finalidad de promover un cambio en el modelo actual de atención al parto, entendiendo tal como un proceso eminentemente fisiológico, en el que ha de prestarse una atención personalizada e integral a la parturienta en base a la evidencia científica y respetuosa con el protagonismo y el derecho a la información y a la toma de decisiones informadas que la legislación reconoce a las mujeres.
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Hola a todos ! Quiero contaros nuestra historia , aunque parece un poco terrible, pero bien que final es feliz . Somos una pareja de España que estamos luchando mucho tiempo con enfermedad mía. Por Cáncer me han quitado el útero. Pero el deseo de querer ser padres no nos dejaba vivir normal. Por recomendaciones hemos dirigido al centro de tratamiento de infertilidad de Feskov, que está en Ucrania . Para poder tener el bebé biológico ...tuvimos que empezar el proceso de gestación subrogada . Ahora somos padres felices de nuestro hijo . Sinceramente queremos decir gracias a todos médicos de esa clínica ! Nunca hemos arrepentido de nuestra decisión !
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