Opinión
Sobre la cancelación de Georgina Orellano en el Foro ESPAL 2025

La cancelación de Georgina redunda en esta incapacidad para escuchar a las trabajadoras sexuales y en el pánico que tienen de que se las escuche. Denota inmadurez política, cerrazón dialéctica y pacatería moral.
Georgina Orellana_2
Georgina Orellana en Madrid Álvaro Minguito
28 mar 2025 09:35

Imagina un foro de derechos humanos. Un foro llamado Encuentro de Solidaridad con los Pueblos de África y Latinoamérica cuya consigna para 2025 reza ‘Un mundo donde quepan muchos mundos’. Suena bien, ¿verdad? Democrático. Participativo. Valiente. Un foro de derechos humanos donde sus organizadoras deciden, partiendo de la creencia de que operan con autonomía y en virtud de un lema que convidaba a la participación y a la debida generación de espacios donde las voces silenciadas puedan hablar, convocar una mesa de diálogo titulada “Nadie está mejor sin derechos”. Una charla que contaría con Georgina Orellano, secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina, AMMAR, y Vicky Columba, del Movimiento Regularización Ya. A priori, sea dentro de un foro de justicia social o en otro contexto, deberíamos estar de acuerdo con esta premisa, porque ¿quién está mejor sin derechos? ¿Quién desea un mundo donde solo quepa el suyo, su sesgada visión de lo humano y su voluntad?

La presencia de Orellano, trabajadora sexual y autora del libro Puta feminista, versaría sobre trabajo sexual y conciencia de clase como herramienta para confrontar el avance de la extrema derecha y el fascismo. Los retrocesos en la libertad de expresión y movimiento, la defensa de la democracia y de logros adquiridos durante décadas de lucha que ahora peligran en distintos lugares del mundo bajo presidencias y alianzas políticas violentas, racistas, coloniales y misóginas. En el cartel del evento, su perfil era presentado así: “Los discursos del odio se sostienen a través de la violencia institucional, social y la precarización que sostiene un sistema que ha decidido relegar a los márgenes a colectivos por desafiar la normatividad y/o la colonialidad impuesta. Frente a este sistema las trabajadoras sexuales son un referente de colectividad y lucha feminista. Georgina Orellano, tal y como expone en su libro, nos hablará de la complejidad de la relación entre libertad, opresión y derechos, desde la vivencia de una mujer de clase obrera que “no podía elegir: optaba”, hoy, además, en el contexto de la Argentina de Milei". 

Quien no conociera a la ponente podría ubicarla a través de internet y comprender el alcance de su trabajo. Georgina en una avenida transitada de Buenos Aires, de noche, enfrentándose a un policía que pretende detener a una compañera. O haciendo que una diputada mire de frente la realidad de tantas mujeres precarizadas que resisten en condiciones extremas la vida y el trabajo sexual en la calle. Georgina organizando un comedor colectivo, jornadas de prevención de VIH o tareas de formación para que las clases populares del barrio -vendedores ambulantes, personas migrantes, trabajadoras sexuales- se defiendan de los abusos policiales. Georgina al frente de una marcha por la educación pública. Georgina junto a otras referentes de la política nacional como Milagro Sala o las Abuelas de la Plaza de Mayo. Georgina golpeada por cuatro agentes, reducida a la fuerza en el suelo, esposada y metida en un coche patrulla para ser conducida al calabozo debido a las denuncias realizadas como secretaria general de AMMAR por la violencia y el hostigamiento contra los colectivos referidos en el barrio porteño de Constitución. Georgina hace activismo, política y lucha sindical allí donde no llegan las ayudas sociales, donde desaparecen las ONG, la iglesia y los proyectos salvadores del feminismo hegemónico, donde no hay nada más que un empobrecimiento terrible.

Las acusaciones de proxenetismo contra Georgina Orellano a título individual constituyen un delito de calumnias y difamación por parte de quien las emite

Sin embargo, su intervención ha sido cancelada debido a presiones ejercidas sobre el Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana de Gran Canaria y la Concejalía encargada de la organización, a partir de una oleada de comentarios violentos, sesgados, desinformados y acompañados de denuncias falsas. Las acusaciones de proxenetismo contra Georgina Orellano a título individual constituyen un delito de calumnias y difamación por parte de quien las emite. Su propagación a través de las redes sociales solo demuestra la impunidad de la que gozan algunos sectores de la población y el estigma que pesa sobre otras. En el caso de AMMAR, las causas por proxenetismo y facilitación de la prostitución ajena fueron sobreseídas por los juzgados en Argentina, al carecer absolutamente de fundamento. En el caso individual de Orellano son inexistentes. Hay que ser muy inocente para no comprender que, en Argentina, el poder político y policial querría encarcelar a una mujer que los enfrenta permanentemente en las calles. Una mujer que convoca y encabeza manifestaciones, que participa en los paros nacionales intersectoriales y que representa, como pocas personas en el contexto internacional, una esperanza para la clase obrera. Georgina, leída como representante de diversas luchas interconectadas, conocida su capacidad para desplegar un discurso convincente, veraz, abarcador y ambicioso, es peligrosa para todas las formas de poder, también para ese que se ejerce desde el feminismo.

Quienes han promovido la cancelación de Georgina Orellano en el ESPAL pueden darse por satisfechas en el corto plazo. Han logrado cancelar la presencia de una activista en un foro de Derechos Humanos. Es decir, tienen poder. Lo detentan. Pueden decidir quién habla y quién es excluida con cuatro llamadas de teléfono hechas un viernes por la tarde entre las compras del fin de semana y el aperitivo. Pueden pasar la tarde cancelando a otras mujeres y usando sus armas y sus contactos para ejercer la presión adecuada en el lugar adecuado. Ya sabemos cómo funcionan la censura y la autocensura. Una indirecta sobre las subvenciones. Una duda razonable sobre la continuidad de los proyectos. La impunidad de esta cancelación ha sido tan evidente que las acusaciones infundadas de delitos penales campan a sus anchas sin levantar una mínima reacción solidaria. El poder está en manos de las personas que, en absoluta opacidad, mandan a cambiar el cartel de un evento. Quienes orquestaron la cancelación de Orellano son el poder. Pero si son el poder, no son el cambio. Si son el poder no van a movilizarse por nada que no sea mantener sus privilegios.

Siguiendo el planteamiento de Paula Sánchez Perera en Crítica de la razón puta sobre las posturas enfrentadas en torno al trabajo sexual, nos hallamos ante “un debate que no lo es”, ya que las posiciones de poder que detentan quienes se encuentran a uno y otro lado son radicalmente desiguales, como ha quedado demostrado con la cancelación de Georgina Orellano, decidida por el Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana de Gran Canaria, donde gobiernan PSOE y Nueva Canaria.

Ninguna mujer nace para explotar laboralmente a otra ni para ser abolicionista de la prostitución. No todo el trabajo sexual es trata y la trata no se circunscribe al trabajo sexual

Ser feministas no significa estar de acuerdo. Al contrario. No hay nada más burgués que la comodidad de un pensamiento que no necesita revisarse. Estamos aquí para pensar políticamente, para debatir sin repetir frases desprovistas de sentido que han sido contestadas miles de veces por quienes son el sujeto político de la cuestión. Avancemos. Ninguna mujer nace para puta es un mantra que la propia Orellano ha destripado cientos de veces. “Nadie nace para ser empleada de casa particular, nadie nace para lavarle las bombachas a una feminista blanca, nadie nace para policía. Nadie nace para nada. Nacimos empobrecidas”. Ninguna mujer nace para perseguir a otra ni acusarla de un delito que no ha cometido. Ninguna mujer nace para explotar laboralmente a otra ni para ser abolicionista de la prostitución. No todo el trabajo sexual es trata y la trata no se circunscribe al trabajo sexual.

Hay trata para la producción a destajo de prendas que visten muchas feministas. Trata para la agricultura, a través de los acuerdos de migración circular que implican el traslado de mujeres de países empobrecidos en condiciones de extrema precariedad para la recogida de fruta. Trata para la industria del control de fronteras que encierra a mujeres en campos de refugiados donde sufren las formas más abismales de violencia gracias a las políticas migratorias que se financian con nuestros impuestos. Políticas defendidas e implementadas por el PSOE sin oposición del feminismo, a excepción del feminismo antirracista. Las trabajadoras sexuales hablan de derechos laborales, no de instigar a ejercer el trabajo sexual. Igual que se lucha por el derecho al aborto y al divorcio sin que por ello se nos fuerce a abortar o divorciarnos. La cancelación de Georgina redunda en esta incapacidad para escuchar a las trabajadoras sexuales y en el pánico que tienen de que se las escuche. Denota inmadurez política, cerrazón dialéctica y pacatería moral. A la manida pregunta: te gustaría que tu hija se dedicara al trabajo sexual se ha contestado bastante. La respuesta es que tenga derechos. La única respuesta es que todas tengamos derechos.

Ahora, alejémonos un instante del ESPAL, abramos el foco a la realidad de Gran Canaria. Valoremos dos cuestiones que azotan a diario la vida y la muerte en las islas. De un lado, la explotación laboral que caracteriza su sector turístico, paradigma de la feminización de la pobreza. Mujeres devastadas por sus condiciones de trabajo, lesionadas y enfermas, medicadas para sostener jornadas abusivas que pueden provocarles la muerte. Del otro, la llegada de personas en tránsito migratorio provenientes de distintos lugares del continente africano. Gracias a Caminando Fronteras, sabemos que 421 mujeres y 1.538 niñas y niños han muerto en su intento de llegar a las costas españolas en 2024. En Canarias, la deshumanización del sistema migratorio implica la ocultación de las mujeres e infancias en la ruta, cuyas cifras no se desglosan por género ni edad. El informe anual Derecho a la vida indica que “la negación de la existencia de las mujeres y la infancia en las rutas migratorias, y por ende entre las víctimas, forma parte de la estrategia de propaganda del relato hegemónico sobre el control en la necrofrontera. Las dos claves para entender esta invisibilización se encuentran en la criminalización de la infancia migrante y en la violencia estructural contra las mujeres, que funcionan de manera específica en las fronteras. En la mayoría de los discursos, especialmente aquellos que promueven el racismo y el odio, las mujeres migrantes y la infancia son instrumentalizadas. Estas dos colectividades se utilizan, por un lado, para perpetuar un sistema de muerte y, por otro, como piezas centrales de una propaganda que presenta al ‘salvador blanco’ como el único garante de su supervivencia”.

Luchar contra la industria del control fronterizo requiere más arrojo que postear comentarios y hacer llamadas de teléfono. Se precisa superar el paradigma del feminismo blanco con su racismo y su aporofobia 

El paralelismo se genera solo. Pero luchar contra la industria del control fronterizo requiere más arrojo que postear comentarios y hacer llamadas de teléfono. Incluso mucho más que asistir a las asambleas del 8M todo el año y convocar manifestaciones. Se precisa superar el paradigma del feminismo blanco con su racismo y su aporofobia. Callarse y escuchar las realidades de estas “otras” mujeres migrantes, racializadas y empobrecidas. Hacerse a un lado para que puedan reivindicar con su propia voz aquello que decidan autónomamente. No aliarse con ningún partido político y con ninguna oenegé. Como decía Dolores Juliano, salvar a otras personas es un proyecto más atractivo para las salvadoras que para las salvadas. Pero las trabajadoras sexuales autoorganizadas se salvan solas. Salvemos entre todas la poca democracia que nos queda. Las hijas y las nietas de este nefasto presente nos lo agradecerán.

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