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Violencia machista
Las víctimas de violencia de género en pareja denuncian pese al miedo y la precariedad porque no pueden más
Un estudio de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género refleja que la mitad de las mujeres están en situación de desempleo o realizan trabajo no remunerado cuando dan el paso de verbalizar su situación de violencia. El 50% declara entre los motivos de no haber denunciado antes el miedo al agresor y un 54% aseguró que dio el paso porque “psicológicamente se encontraba tan mal que tenía que salir”.
El Estudio sobre el tiempo que tardan las mujeres víctimas de violencia de género en verbalizar su situación de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género refleja que la mitad de las mujeres están en situación de desempleo cuando dan el paso de denunciar o verbalizar su situación de violencia. En concreto, un 36% declaró estar en paro y un 14% señaló que realizaba trabajo doméstico no remunerado cuando dio el paso. La misma tabla muestra que un 41% declaró tener empleo, bien por cuenta ajena (29%) o propia (5%) o en la economía sumergida (7%). El resto eran jubiladas o recibían pensión (5%), estudiantes (4%) o marcó “otra situación” (6%).
Por nivel de ingresos, el estudio realizado por la Fundación Igual a Igual sobre 1.200 entrevistas refleja que casi la mitad, el 49%, tenía ingresos de mil euros o menos, unas cifras que junto a las anteriores permiten interpretar que un buen número de mujeres da el paso de verbalizar o denunciar su situación pese a encontrarse en una precaria situación económica. El estudio pregunta a las mujeres por su situación en el momento de sufrir violencia de género en pareja y por su situación en el momento de denunciar o verbalizar la situación.
“Se podría decir que las razones por las cuales las mujeres denuncian no están exclusivamente ligadas a su situación económica, ellas no lo consideran como fundamental”, explica Ana Gómez Plaza, coordinadora del estudio y psicóloga especialista en violencia de género en pareja. La principal conclusión del estudio cuantifica el tiempo que las víctimas tardan en denunciar la violencia de género en pareja: una media de 8 años y 8 meses.
Sobre las variables económicas del estudio, Gómez Plaza advierte de que “la falta de recursos económicos” aparece en quinto lugar entre las respuestas que dieron las encuestadas a la pregunta por los motivos por los que postergaron el tiempo de verbalizar o denunciar su situación, con un 28%. La octava opción más marcada, “porque pensaba que no podría salir adelante con las cargas familiares que tenía en ese momento”, también sugiere una relación con los recursos económicos.
El primer motivo es el miedo al agresor (50%), seguido de “creer que podía resolverlo sola” (45%). Hasta un 36% dijo haber postergado la decisión por no reconocerse como víctima de violencia de género, un 32% dijo haberlo retrasado “porque se sentía culpable” y un 29% “porque sentía pena por el agresor”.
Sobre los motivos por los que las mujeres entrevistadas finalmente tomaron la decisión de denunciar o pedir ayuda a los servicios especializados, un 54% aseguró que el motivo fue que “psicológicamente se encontraba tan mal que tenía que salir” y un 41% marcó como motivo “las características de la última agresión”, lo que sugiere que denunciaron al estar en una situación gravísima de violencia. Solo un 1% dijo haber tomado la situación por haber mejorado su situación económica.
Para Gómez Plaza, “llega un momento en el que la mujer no pudo más, y cuando no puedes más, da igual que tengas o no piso, ayudas o dinero”. La coordinadora del estudio llama a la prudencia en la interpretación de los datos porque la muestra responde a un momento determinado y un perfil concreto, ya que todas las encuestadas son mujeres que ya están recibiendo atención en algún recurso. Para hacer las encuestas, explican, la fundación contactó con recursos de todas las Comunidades Autónomas, y fue a través de estos centros y servicios desde donde se hicieron las encuestas entre mujeres usuarias de servicios de atención a víctimas de violencia de género en pareja.
“Se puede decir que las mujeres denuncian cuando la situación es insostenible; mientras tanto, mantienen una esperanza de cambio, de que la cosa pueda mejorar”, apunta Natividad Hernández, psicóloga de la Comisión Malos Tratos. Hernández subraya la complejidad de la violencia de género en pareja, donde se da una relación en la que “el maltratador no está siempre maltratando, tiene etapas en las que es encantador y todo eso les confunde mucho”.
La psicóloga Natividad Hernández explica que suele haber una gota que colma el vaso. “Si no la hay, como han normalizado lo que les ocurre, acaban acostumbrándose a esa vida”
Según esta psicóloga experta en violencia de género, suele haber una gota que colma el vaso. “Si no la hay, como han normalizado lo que les ocurre, acaban acostumbrándose a esa vida”. Ese detonante puede darse en forma de información, sobre todo en ciertos tramos de edad, y de ahí la insistencia de las expertas en la necesidad de las campañas.
“Es posible que recibir información de la violencia de género y que así perciban que esa relación que están manteniendo sigue los patrones exactos de una conducta de maltrato pueda servir también como detonante”. No ocurre lo mismo entre las mujeres mayores, para quienes “es mucho más difícil que esto funcione, porque tienen muy interiorizadas pautas culturales estereotipadas”.
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Para Ana Gómez Plaza, esto indica dos cosas. Por un lado, que hay mujeres que llevan toda la vida sufriendo violencia, para las que la violencia es parte intrínseca de su relación. Por otra, que la línea de trabajo de las instituciones es la adecuada, “porque estamos consiguiendo que las mujeres más jóvenes que están recibiendo mucha información tienen conciencia de lo que es la violencia y saben que pueden salir”.
Sobre si la denuncia depende o no del empleo, la Comisión Malos Tratos advierte: “El hecho de que una mujer no tenga independencia económica es absolutamente determinante, es un obstáculo insalvable; además, las personas que no dedicamos a esto no podemos ofrecerles ninguna solución”. “Con las chicas jóvenes luchamos contra la idea del amor, pero con una mujer que no tiene independencia económica luchamos contra una impotencia muy grande”, añade.
EMPLEO Y VIOLENCIA
A finales de 2018, el informe de Adecco Un empleo contra la violencia concluíaque sus datos “venían a afianzar la conclusión de que existe cierta relación entre desempleo y violencia”. En este informe realizado con una muestra de 500 encuestas, un 65% de las encuestadas manifestó encontrarse desempleada en el momento de sufrir violencia de género.El mismo informe señalaba el desempleo como uno de los principales frenos para que las mujeres den el paso y pidan ayuda: un 71% destaca el paro y las situaciones de precariedad como principales frenos para denunciar. Un porcentaje superior, el 80%, subrayaba en este estudio el miedo a las represalias como freno.
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El “miedo” se sitúa a la cabeza como principal freno de las mujeres a la hora de plantearse dar el paso de denunciar la violencia que sufre
En ese sentido, ambos estudios son claros sobre algunos aspectos. El primero, que el “miedo” se sitúa a la cabeza como principal freno de las mujeres a la hora de plantearse dar el paso de denunciar la violencia que sufre. El segundo, que si bien la situación económica se percibe como un freno, lo cierto es que cuando la violencia alcanza un punto de gravedad máxima, esta se antepone a cualquier miedo que tengan las mujeres, que denuncian pese a las situaciones de precariedad en las que puedan encontrarse en ese momento.
Pese a lo que sugiere el título del estudio de Adecco y afirmó el líder del PP en el debate previo a las elecciones generales, Gómez Plaza advierte: “Un empleo es positivo para apoyar a las mujeres en su autonomía, ahora bien, tú no vas a erradicar la violencia de género con un empleo”. “En nuestro estudio se ve que las mujeres que sufren violencia de género, en muchos casos tienen empleo; la causa de la violencia de género es social”, subraya.