Unión Europea
Cumbre Sánchez-Lula: la sociedad civil de Brasil califica el tratado de libre comercio con la UE de “colonial”

Los presidentes de España y Brasil celebran el fin de la era Bolsonaro, pero instan a concluir este año el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la UE que el líder ultraderechista impulsó.
Representantes de la sociedad civil brasileña en el Congreso español para mostrar su rechazo al acuerdo de libre comercio entre el bloque del Mercosur y la UE.
Representantes de la sociedad civil brasileña en el Congreso español para mostrar su rechazo al acuerdo de libre comercio entre el bloque del Mercosur y la UE.

“Brasil ha vuelto”, fue la frase más repetida en el encuentro de los presidentes de Brasil y España, Lula Da Silva y Pedro Sánchez. Tras seis años de “aislamiento”, según el primero, en los que la principal potencia latinoamericana ha estado “ensimismada”, según el segundo, Brasil ya está en disposición de volver a ocupar un papel preponderante en la geopolítica regional y mundial.

En el encuentro mantenido este 26 de abril, ambos mandatarios celebraron el fin de la era Bolsonaro y la reconstrucción de “todo lo que la extrema derecha destruyó” en estos años. “Tenemos mucho trabajo para poner la casa en orden, pero lo lograremos”, dijo Lula. Pese al rechazo a la gestión de Bolsonaro, no ha habido cuestionamientos públicos a una de las principales herencias de su mandato, la negociación del último tramo del acuerdo de libre comercio entre el bloque del Mercosur y la Unión Europea.

Representantes del Frente Brasileño contra el Acuerdo Mercosur-UE, que agrupa a más de 200 organizaciones de la sociedad civil, hicieron acto de presencia en el Congreso español para mostrar su rechazo a un tratado que ha sido “negociado en secreto”, sin la participación de la población ni de los parlamentos, afirma Maureen Santos, integrante del Consejo de Participación Social, entidad inaugurada el 18 de abril de 2023 con la presencia de Lula. 

El objetivo de la visita, declara, es transmitir el rechazo de la sociedad civil a la forma en la que el “gobierno antidemocrático” de Bolsonaro negoció y firmó el tratado de libre comercio y también para exigir que el acuerdo “se abra a la participación” con consultas ciudadanas y el debate parlamentario, sostiene esta politóloga y ecologista. Ahora que ha asumido el nuevo Gobierno de coalición liderado por el PT, se han multiplicado las presiones para que Lula ratifique el tratado de libre comercio cuanto antes, afirma Santos.

“El hecho de que este acuerdo lleve tanto tiempo no es una luz verde para que se apruebe, sino todo lo contrario. Significa que es un acuerdo neoliberal y neocolonial que ya no está de moda”

“En Europa dicen que ya es tiempo de finalizar un acuerdo que tiene dos décadas de historia. Pero el hecho de que este acuerdo lleve tanto tiempo no es una luz verde para que se apruebe, sino todo lo contrario. Significa que es un acuerdo neoliberal y neocolonial que ya no está de moda”, sostiene Lucia Ortiz, presidenta de Amigas da Terra Brasil.

El contexto en el que se empezó a elaborar este tratado es radicalmente diferente al momento actual, afirma Ortiz, “en el que la agenda de justicia climática ya está en el centro, tanto en la UE como en el Mercosur, así como deberían estar en el centro los derechos humanos y los derechos de los pueblos”.

Que significa este acuerdo

La firma del acuerdo, subraya Ortiz, perpetúa una relación desigual y “colonial” entre Europa y el cono sur, en el que Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay aportan materias primas, cuya extracción genera impactos en la salud, en el medio ambiente y en las comunidades rurales, con numerosos conflictos abiertos, con la destrucción de la Amazonía y del débil tejido industrial como telón de fondo. Y sitúa a Brasil y a los otros países del Mercosur como importadores de lo que Europa “ya no necesita”, dice, en referencia a los coches de combustión —cuya venta será prohibida territorio europeo en una década— y los pesticidas —muchos de ellos ya prohibidos en la UE por su peligrosidad—.

Acuerdos comerciales
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Según señala, el propio acuerdo UE-Mercosur supone una batería de contradicciones con las promesas electorales de Lula: “La plataforma de Lula decía que no iba a haber más privatizaciones. El acuerdo tiene un capítulo sobre privatización de servicios”. Las compras públicas, otro de los elementos defendidos en campaña “como herramientas para hacer política social, de desarrollo local para combatir el hambre”, quedaría comprometida con la firma del tratado, contrapone Ortiz.

La presidenta de Amigas da Terra Brasil defiende la necesidad de renegociar el tratado de libre comercio apoyado sin fisuras por Bolsonaro y por el también derechista expresidente argentino Mauricio Macri. Esta renegociación debería incluir, añade, un proceso transparente, donde se garantice la participación ciudadana, de la sociedad civil y de los parlamentos de ambos lados del océano. 

En la reunión con Lula, el presidente español se mostró optimista con la posibilidad de aprobar definitivamente el acuerdo y vencer las resistencias de Francia, que recela de los potenciales peligros para su sector agrícola, durante la presidencia española de UE, que comienza el 1 de julio. Desde que llegó al poder, Lula declaró que era “necesario y urgente” aprobar el TLC con la UE, paso previo a abrir negociaciones con China. Al igual que su homólogo argentino, Alberto Fernández, se ha mostrado abierto a “revisar” algunos aspectos del texto para conseguir un tratado “equilibrado”, según definió Lula en su visita a Madrid.  

El tratado entre la UE y el Mercosur “beneficiará legislaciones que favorecen al comercio internacional” y “protegerá a los inversores globales, como bancos y multinacionales” en detrimento de las poblaciones y las empresas locales

Un manifiesto firmado por las 200 organizaciones sociales que forman el Frente Brasileño contra el Acuerdos Mercosur-UE señala que el tratado “beneficiará legislaciones que favorecen al comercio internacional” y “protegerá a los inversores globales, como bancos y multinacionales” en detrimento de las poblaciones y las empresas locales, que tendrán muy difícil competir en condiciones de igualdad con las multinacionales europeas. Para estas organizaciones, “las potenciales ganancias obtenidas por los sectores agrícola y mineral implicarán una mayor destrucción ambiental y un ataque a los derechos de los trabajadores”.

La diputada de ERC, María Dantas, nacida en Brasil, mostró su solidaridad con las representantes de la sociedad civil brasileña: “Siempre ha habido secretismo detrás de las negociaciones, nos hemos enterado de los avances en las reuniones por filtraciones en la prensa. Exigimos que el tratado pase por el Legislativo para que podamos hacer control del gobierno, que es lo que se supone que debe hacer el Parlamento”. 

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