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Tribuna
CumEx: cuando los bancos están detrás de la estafa
Papeles de Panamá, del Paraíso, de Pandora, Lista Falciani, LuxLeaks... A base de repetirse, los escándalos fiscales corren el riesgo de normalizarse, volverse parte del paisaje de infamias y dejar de suponer un coste para quienes los cometen. Que sigamos llamando “paraísos fiscales” a esos agujeros negros, verdaderas cloacas de la equidad y la democracia, es otro síntoma de hasta qué punto hemos asumido hasta su gramática como parte del decorado. ¿Paradisíacos para quién? Pues eso. Pero incluso en la infamia hay grados. Y estos días hemos conocido un salto cualitativo que requiere una pausa. Tiremos del hilo.
En 2018 se destapaba el fraude masivo financiero conocido como CumEx. En aquel caso no hablamos de dejar de pagar impuestos ocultándolo en guaridas fiscales o a través de complejas ingenierías contables. Los CumEx Files destaparon un sistema de operaciones relativamente clásico: reducir la carga fiscal a base de compras y ventas en pocos días en torno a la fecha del pago de dividendos con el objetivo de pagar menos impuestos. Hasta ahí todo “normal” en el universo paralelo del fraude. Pero junto a estas operaciones de “lavado de cupón”, se descubrieron anexas otras más complejas a través de las cuales se engañaba a las haciendas de varios países haciéndoles creer que se habían pagado por esos dividendos impuestos que no correspondían y exigiendo, y a la postre recibiendo, su devolución.
Con el fraude CumEx, no hablamos únicamente de dejar de pagar impuestos y por lo tanto dejar de aportar lo que correspondería a las arcas públicas, sino de cobrar de los Estados por supuestos impuestos pagados
No hablamos por lo tanto únicamente de dejar de pagar impuestos y por lo tanto dejar de aportar lo que correspondería a las arcas públicas, sino de cobrar de los Estados por supuestos impuestos pagados. En otras palabras: el saqueo planificado de las arcas públicas a través de una auténtica vuelta de tuerca de la ingeniería fiscal.
Cuando esta trama saltó a la luz pública hace tres años, se estimó que la suma de dinero público “devuelta” ascendía a 55.000 millones de euros. Sin embargo, una actualización publicada este jueves por el mismo consorcio de investigadores que destaparon el escándalo original ha triplicado la cantidad: a lo largo de 20 años, 150.000 millones de euros habrían sido saqueados a las arcas públicas a través de estas operaciones. Estamos hablando del mayor fraude fiscal conocido de la historia. Y España sería el cuarto país más afectado, por detrás de Alemania, Francia e Italia, con unos 18.900 millones de euros de dinero público saqueado a través de esta trama.
España sería el cuarto país más afectado, por detrás de Alemania, Francia e Italia, con unos 18.900 millones de euros de dinero público saqueado a través de esta trama
La práctica del “lavado de cupón” en el cobro de dividendos es una técnica ampliamente conocida en el mundo financiero desde hace muchos años. Lo que consiguió la publicación de los CumEx Files en 2018 fue desvelarla para el gran público y contribuir a situarla en la diana de fiscalías europeas como la alemana, la francesa o la finlandesa. Ahora bien, además de actualizar la cifra del expolio, la investigación coordinada por Correctiv que hemos conocido esta semana ha desvelado un dato aún más preocupante: que este tipo de estafa fiscal se ha seguido practicando en Europa después de la primera publicación hace tres años.
Esto no solo muestra la desidia y falta de voluntad política por parte de las instituciones europeas para erradicar este tipo de prácticas que expolian las arcas públicas, sino que deja patente la impunidad de la que gozan multimillonarios y multinacionales que se benefician de estas operaciones, pero también los bancos, esos intermediarios necesarios de este auténtico terrorismo fiscal. Desde la famosa Lista Falciani hemos comprobado cómo, escándalo tras escándalo, filtración tras filtración, la implicación de los bancos en los sucesivos delitos fiscales no era una cuestión ni circunstancial ni un caso aislado, sino un elemento central. Tanto el entramado de guaridas fiscales como el resto del sistema internacional de evasión y elusión no serían posibles sin los bancos que actúan como operadores de esta economía global en la sombra.
Los bancos “no pasaban por allí” mientras se robaba a manos llenas: los bancos son el engranaje del expolio fiscal organizado
Los bancos “no pasaban por allí” mientras se robaba a manos llenas: los bancos son el engranaje del expolio fiscal organizado. Los mismos bancos que, después de años de economía de casino y especulación salvaje, socializó sus pérdidas privadas, convirtiéndolas en deuda pública que pagamos todas y todos con recortes sociales. Esos mismos bancos no han dudado, todos estos años, en seguir practicando un terrorismo fiscal contra nuestros derechos y recursos públicos.
Algunos de estos bancos, como mostraron los Papeles de Panamá, ofrecieron servicios de dudosa legalidad a sus clientes, incluso estando bajo el Mecanismo Único de Supervisión (MUS/SSM), dependiente del Banco Central Europeo. En el caso de CumEx, nos encontramos participando de manera activa a más de 20 entidades financieras como Santander, Cater Allen (filial de Santander UK), Macquarie, ICAP, Link, Equinet, MF Global o Novus.
Tribuna
Luxemburgo: una cloaca fiscal en el centro de Europa
Como afirma el economista portugués Francisco Louça, asistimos a la paradoja de que, mientras que la respuesta a la crisis financiera desatada por el crack de 1929 fue reducir la agresividad del sistema financiero, la respuesta a la crisis financiera generada por el estallido de la burbuja en 2008 ha sido todo lo contrario: dejar crecer esa agresividad y quitarle a los bancos las pocas correas que aún les quedaban para poder dar rienda suelta a su instinto depredador. Si un zorro ha atacado el gallinero, abramos las puertas de par en par. Estupenda contramedida...
Así que no: las entidades financieras no solo pasaban por allí. Su papel es central en toda esta trama. Ocultan los nombres de los dueños del dinero evadido, crean sociedades pantalla y filiales en guaridas fiscales, y animan a sus clientes VIP a utilizar estos agujeros negros. Y, si hace falta, financian estas estafas fiscales, como ha desvelado los CumEx Files. Según un informe de Oxfam y la Fair Finance Guide, los 20 principales bancos europeos, entre los que se encuentran el Santander y el BBVA, aparcan en guaridas fiscales el equivalente al 26% de sus beneficios (25.000 millones de euros), un porcentaje que no tiene nada que ver con la actividad económica que desarrollan en esos territorios.
El ejemplo más paradigmático de la impunidad de la que gozan los grandes bancos privados es el HSBC. En 2009, la Lista Falciani reveló que 130.000 evasores fiscales tenían cuentas no declaradas en la sede de Ginebra de este banco británico. En 2012, tanto el Senado estadounidense como la DEA (agencia federal antidrogas de este país) señalaron a la filial mexicana de HSBC por lavado de dinero de los principales cárteles de la droga colombianos y mexicanos. Dos años después, en 2014, el Gobierno argentino presentó una denuncia contra el banco y 4.000 ciudadanos por evasión fiscal y asociación ilícita, afirmando que los directivos de HSBC intervinieron para ayudar a los contribuyentes argentinos a evadir el pago de sus obligaciones impositivas. Ese mismo año, un juez belga acusó de fraude tributario y lavado de dinero a la filial suiza del banco por ofrecer a comerciantes de diamantes y otros clientes ricos formas de esconder su dinero y evadir impuestos, llegando a emitir una orden de arresto contra sus directivos por falta de cooperación. Antes de que acabase 2014, HSBC fue multado por manipular el London Interbank Offered Rate (Libor), el tipo de interés que se aplica al crédito interbancario y que condiciona, entre otras cuestiones, los tipos a los que se conceden las hipotecas. Por no hablar de la manipulación del mercado de divisas destapada por el escándalo Forex.
Y esta es solo una pequeña parte de los escándalos que se le conocen. Más que un banco, parece una asociación de directivos con el único propósito de delinquir. La mayoría de estos casos se han saldado con una multa, siempre muy inferior a los beneficios obtenidos por la realización de estas actividades ilícitas. Así que, entre inacción y reacciones ridículas, la impunidad de la gran banca privada se asienta como red de seguridad para seguir operando en un mundo regido únicamente por una norma: la lex mercatoria del máximo beneficio.
Para poder atajar el sumidero de recursos, de equidad y, porque no decirlo, de democracia, que supone la evasión y elusión fiscal, resulta fundamental señalar a la banca privada
Estamos asistiendo a una auténtica revuelta de los privilegiados en la que multimillonarios y multinacionales se niegan a pagar impuestos, practicando un verdadero terrorismo fiscal con la ayuda cómplice de un sistema bancario al servicio del desfalco de las finanzas públicas. ¿Cuantos escándalos más estamos dispuestos a soportar sin meterle mano a la impunidad con la que actúa la mafia bancaria en Europa? Para poder atajar el sumidero de recursos, de equidad y, porque no decirlo, de democracia, que supone la evasión y elusión fiscal, resulta fundamental señalar a la banca privada, colocarla en el centro de la trama y actuar en consonancia. Hay que acabar de una vez por todas con el secreto bancario, las empresas pantalla o las filiales en guaridas fiscales que solo benefician a la minoría peligrosa que las utiliza.
Poco dice de las autoridades públicas que la mayoría de estos escándalos vean la luz por el trabajo de investigaciones impulsadas por medios de comunicación, ONG o filtraciones de individuos independientes. Aún así, cuando se conocen, toca aplicar sanciones realmente disuasorias, desde multas a la altura de la cantidad robada hasta la pérdida de la licencia bancaria a toda entidad financiera que se demuestre que permite, colabora o favorece la evasión y elusión fiscal. Hoy más que nunca la lucha contra la evasión fiscal y por la justicia fiscal se torna en un cuestionamiento del orden mundial neoliberal imperante de esta especie de bancocracia en la que vivimos, sus abusos y su impunidad. Atacar por ese frente es situarse en el centro de la batalla. Y los de arriba no tienen ninguna duda de que están en una guerra.