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Tribuna
Así llegó Amazon a Asturies: caja de herramientas políticas
El 29 de enero de 2021 explotaba la bomba: el alcalde del municipio de Siero, queriendo apuntarse un tanto electoral, estallaba las discretas negociaciones que había mantenido, desde hacía un año, el Gobierno asturiano con Amazon. El gigante americano se iba a instalar en Asturias, a escasos kilómetros de Oviedo y Gijón, y anunciaban 2.000 puestos de trabajo en un centro que sería de referencia para el norte de España y Portugal, y que abriría sus puertas en agosto de 2022. Las declaraciones a medios de comunicación del alcalde de Siero llegaban antes de que el Gobierno asturiano tuviera amarrada la operación. Ipso facto, durante las siguientes horas, el vicepresidente asturiano Juan Cofiño, del PSOE, llamaría uno por uno a los portavoces de los grupos parlamentarios explicando que la operación requería mantenerse en un nivel de discreción absoluto y solicitando silencio al respecto. Pedía censurar cualquier intervención parlamentaria sobre la llegada de Amazon, al menos hasta que en un plazo de dos o tres semanas esta pudiera hacerse pública. Solo Podemos se saltaría esa directriz, preguntando de inmediato acerca de los estudios de impacto realizados antes de aceptar su instalación.
Reunión en el búnker
Pasaba el tiempo y poco se conocía de los planes de la multinacional americana. Para calmar las incertidumbres, o tal vez acrecentarlas, el vicepresidente Cofiño organizaría una ‘jornada de trabajo’ entre los representantes de Amazon y los partidos políticos. Sería el 18 de febrero. Durante una mañana, Amazon recibiría, a intervalos de una hora, a los portavoces de los partidos políticos asturianos. Los encuentros serían en la sala de reuniones del sótano del edificio de las consejerías del Gobierno. Ese encuentro sería discreto, fuera de agenda, y tendría carácter secreto para los medios de comunicación. O tenía que haber sido así. Decidimos comunicar a medios la reunión y convocar a la prensa a la salida de esta.
El día D nos encontraríamos a dos personas del departamento de relaciones públicas de la empresa, con look de incógnito, acompañadas de un complaciente vicepresidente del ejecutivo apoyando sus argumentaciones. Era la primera vez en la historia que un Gobierno organizaba una ronda de reuniones de una multinacional con los partidos. Durante una breve presentación de Powerpoint nos explicaron cómo la empresa iba a generar empleo y reforzar, con sus alianzas, al comercio local. Cuando les preguntamos por el número real de futuros trabajadores contratados y la situación del centro logístico, rebajaban el flow y los 2.000 empleos ya habían menguado a un número inferior al millar, dentro de un centro logístico que, pese a lo anunciado, no sería el de referencia en el noroeste ni en Portugal. Al preguntarles por el informe de Amnistía Internacional sobre sus políticas anti-sindicales, que la ONG nos había remitido días antes, alegarían que era un documento sesgado. A la salida, mientras el resto de partidos hablaban de vaguedades sobre el empleo generado mientras se imaginaban de futuros directores corporativos de la compañía, intentaríamos explicar a medios, y en un vídeo posterior, el contenido de la reunión.
El 25 de febrero recibimos un escueto escrito del Gobierno asturiano que señalaba que el consejero había firmado un acuerdo de no divulgación sobre la operación con Amazon y los contratos de ventas, una democracia secuestrada por los intereses corporativos
El expediente X
Desde el 29 de enero, y durante semanas, exigimos acceso a los expedientes administrativos de Amazon. ¿En qué condiciones se iba a instalar? ¿Cuáles eran los compromisos adquiridos por el gobierno? Nada de eso se conocía. Esos expedientes tienen carácter público y deben ser entregados, en un plazo de 15 días, a los representantes parlamentarios. Y los requerimos. Pero no llegaban. Finalmente, tras elevar dos quejas, recibiríamos el 25 de febrero un escueto escrito del Gobierno asturiano, que señalaba que el 11 de enero el consejero había firmado un acuerdo de no divulgación sobre la operación y los contratos de ventas, asociados a determinadas condiciones de entrega de la parcela en tiempo y forma. Según ese escrito, el Gobierno consideraba los expedientes de Amazon como información confidencial y, por tanto, fuera del escrutinio público. El asunto tenía miga: de aceptarse la posibilidad de firmar acuerdos confidenciales entre la administración pública y las empresas, estos acuerdos servirían para evitar el control sobre las decisiones de los gobiernos. Una democracia secuestrada por los intereses corporativos.
Una nueva queja dirigida a la mesa del Parlamento era resuelta favorablemente por los letrados del Parlamento el 19 de marzo y daba tres días al Gobierno asturiano para hacer públicos todos los expedientes relativos a Amazon. La ya histórica argumentación jurídica de los letrados señalaba que no se había identificado ninguna norma legal que fundamentara la denegación de esa información, que no se podía negar el acceso en su conjunto porque habría tramitaciones no confidenciales, que los tribunales habían declarado inoperantes las cláusulas contractuales de confidencialidad frente a las solicitudes de información de los Diputados y que se había avalado por la Agencia de Protección de Datos y el Consejo de Transparencia. Así concluía el informe de los letrados: “Si los sujetos del sector público sometidos al control parlamentario pudieran oponer como impedimento del mismo, definitivo o temporal, cláusulas de confidencialidad libremente estipuladas por ellos mismos, el control parlamentario quedaría en buena medida a su aleatoria disposición, invirtiéndose con ello los roles de controlador y controlado”. Finalmente, tras dos meses de intensa batalla jurídica, el Gobierno asturiano desclasificaba los expedientes de Amazon. Victoria.
El 19 de marzo, los letrados dle Parlamento dieron un plazo de tres días para hacer públicos los acuerdos, ya que no habían identificado ninguna norma legal que fundamentara la denegación de esa información
Un proceso urbanístico ‘dopado’
Abogados, expertos en urbanismo y militantes sociales estudiarían durante días los cientos de páginas de expedientes. Era normal que el Gobierno buscara ocultar esta documentación. Aparecieron varios datos relevantes. El primero, la revelación de las condiciones del acuerdo entre Amazon y el Gobierno asturiano firmado el 29 de enero de 2021. Ese acuerdo, dentro del contrato de compraventa de las parcelas, imponía unos plazos para la entrega de la parcela, incluyendo las autorizaciones correspondientes, que en caso de incumplirse implicaría una condición suspensiva: la salida sin coste de la compañía y una indemnización por valor de 300.000 euros que debería abonar la administración asturiana.
Era normal que el Gobierno ocultara esa documentación: incluía la salida sin coste de Amazon y una indemnización por valor de 300.000 euros que debería abonar la administración asturiana
Decía textualmente el acuerdo, que debían cumplirse antes del 30 de abril de 2021 las siguientes condiciones: “La aprobación definitiva, firme y no sujeta a reclamaciones administrativas y/o contencioso-administrativas de terceros por la Comisión de Urbanismo y Ordenación del Territorio del Principado de Asturias (“CUOTA”) de la Modificación del Plan Parcial y de la Modificación del Proyecto (...) La adquisición en pleno dominio y no sujeta a impugnación por parte del SOGESPROA [empresa pública de promoción de terrenos del gobierno asturiano] de la Finca Adicional (...) La inscripción en el Registro de la Propiedad de Pola de Siero (...) Emisión por el Ayuntamiento de Siero de la licencia de obras definitiva e incondicionada que autorice la construcción de la nave logística”. Es decir, Amazon se garantizaba que si los permisos o trámites urbanísticos se retrasaban, por lentitud de la administración o por denuncias de terceras partes, podría ser indemnizada por el Gobierno. Ese fue el motivo por el que, durante dos meses, se bloqueó el acceso a esta documentación: evitar recursos o dificultades en un procedimiento administrativo a la carta de Amazon y de sus pretensiones urbanísticas. Posteriormente, el presidente asturiano Adrián Barbón se defendería así de las críticas: “Confunde secretismo con discreción, la discreción es fundamental y más para proyectos desde el punto de vista de estrategia empresarial”. Su número 2, Cofiño, diría “hay un momento para la confidencialidad y hay un momento para la transparencia”. El 6 de abril de 2021, ante una pregunta del diputado podemita Ricardo Menéndez Salmón contestaría que era su responsabilidad “conciliar los intereses por preservar una inversión en Asturias, con las cautelas y la confidencialidad debidas, con la necesaria información pública” hasta que la inversión y los condicionantes de los contratos se cumplieran. Para el diputado de Podemos, “parecía imponerse aquí un código de omertà territorial (...) esta información incompleta, amputada y anónima que favorece los intereses de una multinacional, a la que ustedes han sentado gustosamente a la mesa del Consejo de Gobierno”.
Amazon se garantizaba que si los permisos o trámites urbanísticos se retrasaban, por lentitud de la administración o por denuncias de terceras partes, podría ser indemnizada por el Gobierno
Pero hubo mucho más que discreción. El plazo de tres meses para aprobar la modificación del plan hacía imposible culminar ese proceso siguiendo el procedimiento ordinario. Se requeriría tramitación ambiental, aprobación inicial, periodo de información pública, informe de alegaciones, informe sectorial, informe del Consejo Consultivo y aprobación del Consejo de Gobierno. ¿Cómo se logró cumplir ese plazo? Muy sencillo: el procedimiento se inició antes de que el contrato se firmara. Mientras el Principado y Amazon negociaban en secreto los términos de la compraventa, la Consejería ya había puesto en marcha la maquinaria para modificar el plan, sin mencionar al beneficiario. Se ocultó la identidad de la empresa, en una macrooperación urbanística.
La tramitación del expediente administrativo de Amazon batió récords de celeridad. Un ejemplo: El 17 de febrero la CUOTA, órgano que debe autorizar el proceso, pide un informe al Consejo Consultivo, y sólo dos semanas después, el 5 de marzo, ya está emitido, a pesar de que la media de resolución se situaba en cuatro meses. Es más, la propia autorización del Consejo Consultivo, paso último administrativo, se lleva a cabo antes de recibir el informe de la Dirección General de Transportes y Movilidad. Este informe preceptivo debía haber evaluado los impactos sobre la movilidad generada por la llegada de Amazon (incrementos de tráfico, medidas compensatorias, carriles bici, alternativas de tráfico peatonal, incremento de transporte público, zonas verdes), incluyendo una propuesta de financiación por los propietarios de los costes generados por el incremento de movilidad, o de la conexión con redes de peatones, bicicletas, vehículos y transporte público. Es decir, la mayor plataforma logística de Asturies se instaló sin analizar qué tráfico iba a generar y cómo iba a impactar en las carreteras de la zona. El tiempo apremiaba.
El expediente administrativo incluía también la modificación del plan del polígono de Bobes, donde se iba a instalar la empresa. Una nueva zonificación, nuevos cómputos de edificabilidad… En definitiva, consistía en permitir agrupar parcelas, no computar los espacios de almacenamiento y aumentar el número de alturas máximas. Eso quería decir que se autorizaba la construcción de un edificio que podría llegar a tener un volumen mayor que lo que estaba planeado para ese polígono industrial y, por tanto, un impacto paisajístico más grande.
El precio de venta sería otro de los asuntos más polémicos. A pesar de que el Gobierno asturiano repetiría hasta la saciedad que Amazon llegaría sin ayudas ni subvenciones, el estudio de los expedientes dejaba dudas sobre ello. El precio de venta de las parcelas fijado en la página web del Principado situaba la parcela en 105 euros por metro cuadrado (su precio inicial de comercialización en 2011 oscilaba, según la empresa pública, entre 160 y 190 euros), pero el precio definitivo sería de 79 euros por metro cuadrado, cuatro millones y medio de euros de rebaja sobre un total de dieciocho millones, fruto de aceptar las obras de urbanización interna que Amazon iba a realizar en ese terreno para adaptarlo a sus necesidades como parte de un pago en especie de cuatro millones. La suma de las obras de urbanización de Amazon y el precio pagado alcanzaría 101,87 euros por metro cuadrado, en torno a 538.000 euros de rebaja sobre el precio oficial. Sin ningún criterio técnico, ese precio quedó determinado por medio de una nota explicativa que carecía de fecha ni firma de ningún funcionario, que encontramos dentro del expediente.
A pesar de que el Gobierno asturiano repetiría hasta la saciedad que Amazon llegaría sin ayudas ni subvenciones, el precio de venta del terreno incluía una rebaja de 4,5 millones de euros sobre un total de 18
Para atar cabos, el 29 de abril se remitía un nuevo informe firmado por el consejero donde explicaba que el precio de venta se encontraba dentro de la horquilla de rebajas habitual por la compra de parcelas de una extensión similar; es decir, que los proyectos estratégicos podían tener un tratamiento especial con precios singulares. En este escrito, se explica la cronología de la llegada de la compañía: primero, un contacto de la consultora inmobiliaria CBRE y la Cámara de Comercio sobre los terrenos que desembocaría en la firma de un contrato de exclusividad el 30 de junio de 2020 entre Amazon y la empresa pública del gobierno asturiano, a partir del cual se comenzaría a modificar un mes después el Plan Parcial del polígono industrial de Bobes.
Culminado el procedimiento administrativo y las licencias, comenzarían las obras. El trabajo durante las 24 horas generó molestias en la zona que serían descritas por la prensa como poco problemáticas, “por la alegría de los vecinos por la generación de empleo futuro”, en una línea editorial siempre sería positiva a la compañía, una constante durante los meses de su aterrizaje. Llegaba la última fase del acuerdo: construir a Amazon un acceso directo a la autovía. En tiempo récord, el gobierno asturiano proyectaba, licitaba y comenzaba las obras, por un valor de 23,4 millones de euros, para enlazar la planta de Amazon con la autovía A-64. La puntilla llegaría unos pocos meses más tarde con la instalación de un segundo centro logístico de Amazon en Asturias en el polígono de La Lloreda, para el reparto de proximidad en la ciudad de Xixón.
“Estáis en contra de Amazon: ¿Qué sois Amish?”; la propaganda
“Estáis en contra de Amazon. ¿Qué sois, amish? ¿No tenéis teléfono móvil?”. Así fueron los argumentos para justificar el apoyo a Amazon, durante la reunión que manteníamos con la dirección de la Cámara de Comercio de Oviedo el 14 de abril de 2021. La Cámara se había involucrado como intermediaria en la llegada de la empresa americana en 2020, defendiendo sus virtudes para la internacionalización del comercio asturiano. Les preguntamos acerca de los impactos de la compañía sobre el comercio autóctono. No veían posible que alguien no apoyara a la multinacional. La conversación, que en ese punto se recrudeció, se cerraba con una advertencia por nuestra parte: “No seremos nosotros, sino vuestros propios asociados los que dentro de dos o tres años tal vez os rindan cuentas por no haberles defendido a ellos sino a una multinacional que impactará radicalmente sobre sus ventas”.
Esta anécdota muestra con crudeza cómo lo más difícil fue la lucha contra un sentido común mayoritario. La soledad comunicativa. Sin redes activistas conformadas, sin ningún otro partido participando en el debate público, y con unos periódicos que día tras día abrían sus portadas con reportajes panegíricos sobre la compañía de Jeff Bezos, ¿cómo contraponer un debate ante la opinión pública? Es difícil saber si la falta de escrutinio de los medios de comunicación tenía que ver con publicidad pagada por el gobierno, o con las expectativas futuras de financiación por esa empresa. O simplemente con seguir la corriente de la opinión pública, donde escasean demasiado las buenas noticias como para aguar la fiesta cuando llega una multinacional.
Las críticas a quienes señalábamos los riesgos de Amazon eran rocambolescas. Un ejemplo lo aportó el alcalde de Siero el 2 de abril de 2021. Cuando alertamos de los favores políticos que estaba recibiendo el gigante del comercio electrónico, lanzó esta surrealista declaración: “Si nos ponemos en el año 2030 y gobernase Podemos, en Asturias quedaríamos 250.000 habitantes [frente al millón actual], habría muchos osos, jabalíes, lobos y seguramente los que quedaríamos recuperaríamos la huerta y compraríamos unas vacas y unas cabras y estaríamos todos muy felices”. La clave, como el ejemplo de los amish, es ridiculizar, impedir imaginar una alternativa que no pase por entregar nuestra soberanía comercial a una de las cinco mayores empresas del mundo.
Pero también se fue instalando una propaganda en favor de la llegada de Amazon. Cuatro mensajes fuerza se repetían incesantemente. El primero, una de las mayores empresas del mundo se ha fijado en nosotros, ergo, ‘somos especiales’. Este argumento, que vale para Zaragoza, Asturias o Illescas, se repite en todas las localizaciones receptoras de sus nuevos centros logísticos. La multinacional tiene un aura de empresa especial e innovadora que llena de orgullo a la ciudadanía de esos territorios. Se piensa en clave de las catedrales industriales del pasado, de los Arcelor, Citroën o Seat. Una de las mayores empresas del mundo ha elegido ese territorio de entre todos los demás de España. Y lo ha elegido para un proyecto económico de las cosas del futuro, para montar una especie de Silicon Valley. Nada más lejos de la realidad. Si miramos los detalles, la empresa cuenta con más de 30 centros de operaciones en la península, de los que una decena tienen la consideración de grandes centros logísticos. No es que esté eligiendo como especiales unos territorios sino que está desplegando en todas las zonas de España centros y personal suficiente para sustituir al comercio de proximidad, en todas y cada una de esas áreas.
Se fue instalando una propaganda en favor de la llegada de Amazon con cuatro mensajes fuerza que se repetían incesantemente: el volumen de la empresa, la generación de empleo, el progreso y la competencia
El segundo argumento, tiene que ver con la generación de empleo. En territorios con dificultades de empleo y donde se deslocalizan más empresas de las que llegan, ¿quién va a oponerse a nuevos puestos de trabajo? Sindicatos, partidos y ciudadanía celebran por igual los nuevos empleos, sin importar que la rotación media en un puesto de trabajo se produzca cada pocas semanas, que se realiza espionaje a los trabajadores -como señaló Fátima Aguado de CCOO ante la UE- o que el 90% del empleo generado sea sin cualificar (algo contraintuitivo, debido a que la ciudadanía relaciona a la firma de Jeff Bezos con empleo de alta calidad tecnológica). Los mensajes sobre una supuesta calidad del empleo, se repetían sin parar. Se hablaba de sueldos de entre 1.200 y 1.600 euros (cifra que se reduciría, dado que los contratos no llegan a las 30 horas semanales) y se intentaba vincular a Amazon con un (falso) oasis de excelentes condiciones laborales.
El tercer argumento tiene que ver con la inevitabilidad de este proceso. El desarrollo tecnológico y la globalización llevaría al comercio por internet y al predominio de monopolios digitales. Ir contra Amazon sería, por tanto, ir contra los tiempos, instalarse en el pasado. Se olvida que el consumo es una acción humana mediada por las actitudes y hábitos de compra y que, por tanto, es posible actuar en una u otra dirección con educación y políticas públicas. El cuarto argumento se basa en la competencia con otros territorios. Habría que aprovechar la oportunidad, dada la ausencia de fronteras del mundo digital. Se diría “mejor que compren a Amazon sí está situado aquí, a que compren y traigan los productos de la fábrica de Amazon en otra comunidad”. Veamos cómo se desplegaron estos argumentos en el debate parlamentario.
Un Gobierno entregado: el camino de rosas parlamentario
El 24 de febrero de 2021 el asunto llega por primera vez al pleno del parlamento asturiano, con una pregunta que realicé al presidente Adrián Barbón. ¿Cómo iba a garantizar que el empleo creado por Amazon fuera de calidad y permanente y no tuviera impactos negativos en el pequeño comercio?. La paradoja que planteaba era la siguiente: “cuanto más venda Amazon en Asturias, más empleo va a generar y, a la vez, más empleo se va destruir en el comercio local. Eso llevó a la Alcaldesa de Gijón, la de Barcelona o la de París a decir que no se comprase en Amazon, no por odio a la empresa, sino para proteger al pequeño comercio”. La respuesta del presidente se centró en su alegría por la inversión: “permítame que lo diga alto y claro: no solo nos alegramos de la llegada de esta inversión, sino que vamos a trabajar con toda nuestra fuerza para que lleguen otras muchas”. Posteriormente, volvería a lo que se convertiría en dogma de su defensa (ataque) ante las críticas: “Me da la sensación de que usted se opone a la inversión y, si es así, yo le pediría la valentía de decirlo, ¿De verdad que usted cree que, con la demanda laboral que existe, nosotros estamos en condiciones de decir que una inversión que genera cientos de empleos es mala?”. El segundo eje se centra en la ausencia de fronteras en el mundo digital: “¿Usted hubiera preferido, entonces, que este centro logístico se instalara en Zamora, Benavente, Valladolid o León? (...) si alguien cree que porque el Gobierno de Asturias rechazara esta inversión esta iba a desaparecer del mapa del noroeste español, entonces sabe poco de cómo funciona la economía hoy (...)”. Y se terminaría señalando la inevitabilidad: “Bueno, pues la mejor manera de que no haya movimiento desde el punto de vista laboral es liarse a martillazos con las máquinas y ya verás tú cómo así no había ningún problema. Recordemos de lo que estamos hablando: ludismo”.
Tres semanas después, el 15 de marzo, comparecería el vicepresidente socialista Juan Cofiño, responsable de las negociaciones. Desgranó los pasos seguidos cronológicamente hasta esa fecha y utilizó los siguientes argumentos: efecto tractor en la economía y el comercio local, creación de empleo de calidad, ausencia de fronteras digitales, y recordatorio de nuestra idiosincrasia (económica, de infraestructuras, de apoyo público), que nos haría especiales. Señaló que “he visto las experiencias de ubicaciones previas en Estados Unidos y en Europa de una instalación de esta naturaleza, y el efecto tractor en su entorno es enorme”. Defendió las condiciones laborales en la empresa “la inmensa mayoría del empleo de Amazon en España es empleo fijo, más allá de los picos comerciales. ¿Las relaciones laborales? Pues la compañía (...) se acoge a la normativa española” y señaló el impacto del empleo, que según la empresa, “se multiplica, tomando la ratio de empleos fijos, pues por 4 o 5 enteros” y que la empresa “no ha solicitado ni piensa solicitar ningún tipo de subvención ni beneficios fiscales”. En relación al comercio local defendió “que haya una sinergia con esta multinacional (...) tenemos que sentarnos con el pequeño comercio, con Amazon y sin Amazon, es decir, con Amazon para hacerles entender estas posibilidades, y sin Amazon, (..) hacia su presencia en el mundo digital”, pero remarcó que “Amazon ya está en Asturias desde hace mucho tiempo, como está en todo el mundo (...) y esta macroinstalación nada (...) aporta en materia de incidencia al comercio asturiano”. Insistió en la importancia de que Amazon se fijara en Asturies, por la existencia de suelo industrial, infraestructuras y “unas Administraciones públicas (...) que han colaborado, que han sido ágiles, que han encontrado lo que necesitaban.” El 6 de abril, ante otra pregunta, iría más allá en la beligerancia, repitiendo el “ustedes no quieren a Amazon”. Además, alabaría los beneficios que traería la multinacional: “Amazon se ha consolidado como una gran inversión en Asturias (...) va a crear miles de empleos, un elemento tractor de la economía. Y (...) les ha salido a los asturianos a coste cero. Esa es la verdad de la verdad”. La verdad de la verdad. ¿Para qué necesitaría la empresa un departamento de relaciones públicas cuando el gobierno lo hace por ellos?
“Váis a flipar”: el entusiasmo de la oposición
Para conocer las opiniones del resto de grupos parlamentarios, tenemos que acudir al diario de sesiones del 15 de marzo de 2021. El PP basó su intervención en hablar del supuesto efecto tractor de Amazon: “a mí, literalmente, compañeros de nuestro partido en otras localidades nos dicen, literalmente, “vais a flipar, vais a flipar porque es muchísima, muchísima la influencia que se crea en empresas alrededor de la inversión principal”. No obstante, señalaron sus miedos sobre el impacto en el comercio local: “nosotros no queremos que se pierda el comercio tradicional, (...) de proximidad” y pidió al gobierno prever ese impacto. El resto de grupos se irían viniendo progresivamente arriba. Ciudadanos planteó que “debemos de ser los únicos quijotes a los se les presenta una oportunidad de inversión y ponemos pegas. (...) ¿de verdad estamos tan estupendos? (...) puede ser que Amazon, en vez de ser el jinete del Apocalipsis, al final se convierta en el arcángel san Miguel” y añadió los clásicos ‘mirar al futuro’ y la inevitabilidad: “Algunos desearían que siguiéramos en los tiempos de la locomotora a vapor, pero, los tiempos están cambiando (...) da igual que Amazon se instale en Asturias o en Cincinnati, el resultado va a ser el mismo”.
Ausencia de fronteras, buenas condiciones laborales, y digitalización fueron los argumentos comunes del resto de grupos. Vox señaló que “en la situación en la que estamos, en esta situación, no podemos permitirnos ser críticos con el empleo (...) el comercio local ya vende productos por Amazon, y la digitalización viene para quedarse”. Foro defendió que había “un clima laboral bueno” y salarios “que, con la actual crisis económica, muchas familias no pueden desdeñar”. Izquierda Unida mostró “sin ningún género de dudas, el apoyo al proyecto”, admitiendo que “pueda también suponer algún inconveniente (...) al pequeño comercio, también somos conscientes de que, si Amazon (...) se hubiese decantado por otras opciones, como Benavente o como Vitoria, sus molestias hubiesen sido las mismas”. No obstante, pidieron negociación colectiva con CCOO y UGT, sindicalización en la planta y un plan de digitalización del comercio asturiano.
Finalmente, el 28 de abril de 2021, Podemos Asturies llevaría a la Comisión de medio rural y cohesión territorial una proposición no de ley solicitando una evaluación de impacto estructural sobre los efectos de la llegada de Amazon, que sería rechazada unánimemente. Las respuestas de los grupos irían en sintonía con lo anterior. Vox insistía en que no se podía ir contra los tiempos: “los telares a mano desaparecieron, las hilanderas desaparecieron, se destruyó mucho empleo ahí también. No existen las cocinas de carbón, ahora son de gas; mire cuánto empleo creaba una cocina de carbón, había que llevar el carbón hasta las casas en una carretilla”. Argumentos similares fueron lanzados por IU “Los efectos sobre el pequeño comercio (...) van a ser los mismos aquí que si el polígono se hubiese instalado en la provincia de León (...) mejor que la inversión quede en Asturias”. Ciudadanos comparó la entrada de Amazon con la instauración de los ferrocarriles a vapor frente a los carros de caballos. El PP por su parte recordó que “no tenemos que evaluar las condiciones laborales de una empresa que venga a instalarse en Asturias ni su impacto en el mercado”.
Generar redes a contracorriente
A pesar del entusiasmo parlamentario, los mensajes optimistas no calaban para todos. La Unión de Comerciantes, que entre 2015 y 2019 apoyó un sistema de renta social en Gijón que convertía las ayudas sociales en vales para su compra en el comercio local, había alzado la voz. Sabían que suponía un grave riesgo la llegada de un competidor directo en un contexto donde buena parte del comercio local apenas se ha digitalizado. Para contrarrestar estas críticas, el Gobierno lanzaba la promesa de innovadores planes de digitalización para el pequeño comercio. Pero, con el paso de los meses, esos planes menguarían. El primer plan de digitalización para 2021 quedaba desierto. El presupuesto del segundo plan se elevaba en 2022 a 1 millón y medio, sumando hasta 5 millones en los tres años siguientes. Comparado con los más de veinte millones en infraestructuras para el gigante americano, no parece una competencia muy equitativa.
Explicar las problemáticas de la llegada de Amazon no es una cuestión sencilla. Mantener una posición crítica a la llegada a Asturies de la multinacional fue un asunto controvertido también internamente. La postura de CC OO, y por extensión de IU, era básicamente que cualquier empleo era bienvenido y que, posteriormente, ya se pelearían los derechos laborales por medio de la sindicación de los trabajadores de la empresa. Dentro del partido y, especialmente, en las zonas donde se iba a instalar la empresa, se apostaba por un perfil bajo que no entrara abiertamente en conflicto con la empresa americana.
Para compensar estas dudas, se impulsó una jornada de formación titulada “Bienvenido, Mr. Amazon”, con trabajadores de la compañía, comerciantes, expertos en legislación ambiental y en economía internacional, y activistas y sindicalistas de otros territorios. De igual forma, se lanzarían varias campañas intentando desmontar las principales críticas que nuestra posición estaba recibiendo. Y para incrementar la búsqueda de aliados en el pequeño comercio, se continuó con la campaña “Nun seyas fatu: Compra en casa”, que iba acompañada de vallas publicitarias y que había sido lanzada la navidad anterior a la llegada de la compañía.
Oponerse a Amazon requiere una táctica en zig zag, alertando de los riesgos, mientras se incrementan las alianzas con colectivos afectados, desde sindicatos y trabajadores a empresas de paquetería o comerciantes de proximidad
A nivel social, el primer respaldo, vendría del occidente asturiano. Las redes de activistas asturianos y gallegos se alarmaban de los riesgos de Amazon en el comercio de la zona. Cuajaría, eso sí, meses más tarde un conversatorio sobre la compañía, impulsado por Coop57, en la capital del concejo de Siero. Pero actuar ante Amazon requería de una acción coordinada a nivel estatal e internacional. Por eso comenzamos a participar en las redes internacionales sobre Amazon. En España, con la secretaría de internacional de la Federación de servicios a la ciudadanía de CCOO, con relaciones con sindicatos de otros países que estaban sufriendo problemas similares con esta empresa. A nivel internacional, comenzamos una productiva relación con Uniglobal, y con Good Job First.
Otra de las vías activistas ha sido la batalla jurídica contra Amazon en materia de relaciones laborales. La compañía ya contaba en Asturies con un pequeño centro logístico, en el que sus trabajadores llevaban desde el inicio de su actividad denunciando terribles condiciones laborales. Las ruedas de prensa las daban de espaldas, para evitar que la empresa tomase represalias. Pero el debate público sobre Amazon les ayudó a perder el miedo. Cada semana, nos contactaban nuevos trabajadores por las redes sociales a la asesoría laboral que acabábamos de poner en marcha, en colaboración con la Corriente Sindical de Izquierdas, y que coordinaba Francisco Suárez, abogado laboralista y ex portavoz de Podemos Asturies. Hasta la fecha, se han producido una más de una decena de victorias, tanto judiciales, como a través de acuerdos extrajudiciales, ya que Amazon tiene pánico a llegar a juicio y que las sentencias creen jurisprudencia. Pudimos probar no sólo la evidente cesión ilegal de trabajadores sino que las propias empresas que trabajan subcontratadas para la compañía son una herramienta jurídica creada ad hoc por Amazon para esquivar sus obligaciones laborales con sus repartidores y pagarles mucho menos, unos 500 euros mensuales menos. Para que cualquiera pueda entenderlo, se trataría de la versión evolucionada de los falsos autónomos: los falsos empleadores, empresas encargadas de las contrataciones de personal sobre las que tiene pleno control Amazon a través de sus aplicaciones con las que pueden llegar a saber la ubicación en cada momento de los empleados, la cantidad de veces que frenan, velocidad, volantazos...
Hay victorias y movilización social. Las razones están de nuestra parte, aunque hay una sinfonía perfecta de partidos, organizaciones empresariales, medios de comunicación e incluso formaciones de izquierda, para justificar la llegada del gigante americano. Actuar frente a Amazon es posible y urgente. En Estados Unidos, la mitad de las ventas en navidades se producen ya por medio de su plataforma. ¿Imaginamos el tremendo impacto si llegamos a una situación similar? Oponerse a Amazon requiere una táctica en zig zag, alertando de los riesgos, mientras se incrementan las alianzas con colectivos afectados, desde sindicatos y trabajadores a empresas de paquetería o comerciantes de proximidad. Conocer los argumentos y las prácticas en el aterrizaje en un territorio de los de Jeff Bezos, por su parte, nos ayudarán a organizar una caja de herramientas políticas y activistas.