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Trabajo doméstico
Dos de cada tres empleadas del hogar internas trabajan más del máximo de 60 horas semanales

Cuidan a pequeños y mayores y palian la permanente infrafinanciación estatal para la dependencia. Las trabajadoras domésticas son esenciales, pero muchas de ellas sufren horarios ilegales o pagos paupérrimos y en mano. Aunque las cifras de afiliación a la Seguridad Social han mejorado mucho en los últimos años, una gran cantidad de trabajadoras no está dada de alta en la Seguridad Social —la mayoría por no poder estarlo al encontrarse en situación administrativa irregular— o no tiene su contrato por escrito. Estas afirmaciones se desprenden de un estudio realizado por la Asociación de Trabajadoras del Hogar (ATH-ELE) de Bizkaia sobre las condiciones de este colectivo en 2024. “Queda mucho trabajo por hacer, pero los números van mejorando año a año”, valora Lorea Ureta, militante de la asociación.
Trabajo doméstico
Vivir trabajando
Si las trabajadoras internas no fueran internas, las familias que las contratan deberían emplear a tres personas entre semana, y a una cuarta el fin de semana, para que cambiaran cada pañal, recogieran cada caída y alimentaran cada comida. Además de llevar la casa y cumplir con las tareas del hogar. Cuando se abola el trabajo interno, desaparecerá un régimen de semiesclavitud, en auge en pleno siglo XXI.
Las trabajadoras internas son las que tienen peores condiciones. Cuatro de cada diez no llegan al salario mínimo interprofesional y dos de cada tres trabajan más de las 60 horas máximas permitidas (40 de trabajo efectivo y 20 de “presencia”). Además, menos de la mitad disfrutan las 36 horas consecutivas de descanso en fin de semana que recoge la legislación sobre empleo doméstico.
Las empleadas externas también sufren abusos en lo que respecta a la jornada máxima legal. Una de cada diez reporta superar las 40 horas y asegura que todo ese tiempo es de trabajo efectivo a pesar de que, pasado ese umbral, solo deberían estar a la espera, según la ley. El 46% de estas trabajadoras recibe su sueldo en mano y en efectivo.
Sin embargo, las acciones legislativas han propiciado un “cambio radical”, según Ureta, en los últimos diez años. La militante pone un ejemplo: “Antes era un sector en el que solo el 40% de las trabajadoras que podían ser dadas de alta en la Seguridad Social lo estaban, ahora hablamos del 95% en el caso de las internas”. “Más de la mitad de las trabajadoras tienen nómina, y ese es un dato que hace cinco años habría sido impensable”, añade Ureta.
Cuatro de cada diez trabajadoras internas no llegan al salario mínimo interprofesional y dos de cada tres trabajan más de las 60 horas máximas permitidas
La integrante de ATH-ELE culpa de las malas condiciones al Ejecutivo central: “Es el propio Gobierno español el que les niega el derecho a estar dadas de alta al no regularizar a las trabajadoras”.
ATH-ELE denuncia que el servicio vasco de salud Osakidetza no reconoce “en casi ningún caso” los accidentes laborales en el hogar y los cataloga como enfermedades comunes. El SEPE no reconoce la totalidad de la prestación por desempleo a las trabajadoras despedidas y el gobierno vasco no ha enviado ninguna inspección de trabajo a las agencias que colocan a las empleadas en los últimos cuatro años, denuncia la asociación, que habla de “falta de voluntad política”.
El estudio se basa en los datos recogidos durante las asesorías semanales de la asociación en Bilbao. Han participado 575 personas trabajadoras que han dado a conocer 710 casos (en el periodo de un año del estudio, algunas personas han tenido más de un contrato o situación diferente). El 58% eran trabajadoras externas y un 42%, internas. Solo una de cada diez ha nacido en España y el porcentaje de mujeres sobre el total de personas encuestadas es de 97,75%.
Trabajadoras internas
El trabajo doméstico como interna está íntimamente ligado a los cuidados. Solo el 1% de las personas cuya información recaba el informe asegura encargarse exclusivamente de tareas domésticas y, del 99% restante, un 2,7% se encarga de criaturas y un 97,3% de personas en situación de dependencia por edad avanzada, discapacidad o enfermedad.
A pesar de ser un trabajo esencial y delicado, más de la mitad de las empleadas no pueden disfrutar del descanso de fin de semana de 36 horas consecutivas y una de cada diez no puede descansar (salir del domicilio y tener tiempo libre) durante la jornada entre semana, a pesar de ser ambas cosas imperativos legales. Además, un 18% de las trabajadoras en este régimen ni disfruta ni cobra las vacaciones.
Ureta da la nota positiva: “Sigue siendo excesivo, pero en solo un año ha bajado en diez puntos el porcentaje de internas que no tiene descansos”.
Más de la mitad de las empleadas no pueden disfrutar del descanso de fin de semana de 36 horas consecutivas y una de cada diez no puede descansar (salir del domicilio) durante la jornada entre semana
De este trabajo de cuidados se encargan en un 99,33% mujeres que no han nacido en España. El estudio subraya que, del total de trabajadoras internas, una de cada cuatro está en situación administrativa irregular y tiene, por lo general, peores condiciones que sus compañeras. Por ejemplo, dos de cada tres internas contratadas para el turno de entre semana trabajan más de las 60 horas máximas legales, pero esta cifra asciende al 78% de las personas en situación irregular.
Sin embargo, Ureta señala que, cada año, el porcentaje de empleadas que trabaja por encima de la jornada máxima baja dos o tres puntos. En lo que respecta al control horario, la militante apunta al Gobierno: “El anteproyecto de reducción de la jornada laboral habla de modificar el Estatuto de los Trabajadores, pero no el decreto que regula las condiciones de las trabajadoras del hogar”. Ureta también critica ese decreto por falta de concreción, algo que considera “totalmente deliberado” porque “se utiliza el empleo del hogar para resolver el problema de cuidados que tiene este país”.
En lo que respecta a salarios, el 5% de las trabajadoras en situación regular no supera los 1.050 euros netos mensuales en 12 pagas, pero el número se multiplica por cinco entre quienes no tienen regularizado su estatus administrativo.
Trabajadoras externas
Las empleadas externas están, por lo general, en mejor situación que sus compañeras que pasan la noche en los domicilios, pero siguen lejos del ideal. Una de cada cuatro no está dada de alta en la Seguridad Social. De estas, poco menos de la mitad no cotiza por estar en situación administrativa irregular, pero el 55% podría constar en los registros de la Seguridad Social y no lo hace.
Un 84% de trabajadoras externas tiene un contrato parcial. Las que trabajan entre una y cinco horas semanales son las que tienen mayor probabilidad de que sus empleadores no las den de alta en la Seguridad Social
Este hecho está vinculado con la alta parcialidad de las trabajadoras externas: un 84% de ellas está empleada a tiempo parcial, y son las que trabajan entre una y cinco horas semanales las que tienen mayor probabilidad de no estar dadas de alta.
Un 46% de las trabajadoras en régimen externo cobra en B —frente al 35% de los datos globales de todas las trabajadoras internas y externas— y una de cada cinco de las personas participantes en el estudio afirma ni cobrar ni disfrutar sus vacaciones, un par de puntos porcentuales por encima de sus compañeras internas.
Para ATH-ELE, la solución a las malas condiciones en el empleo del hogar pasa por la regularización de las trabajadoras migradas y por una Inspección de Trabajo que revise contratos, controle horarios y visite domicilios, que no por ser la casa de alguien dejan de ser un centro de trabajo.