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La región de Casamance, considerada el granero de Senegal, representa el 15% de la superficie del país y es unas de las regiones más verdes y ricas en recursos naturales, especialmente en el sector pesquero —que lleva años en decadencia por la ocupación de los caladeros por parte de barcos europeos y chinos—. Pero también es muy rica en recursos forestales, principalmente madera y cáñamo, incluso algunas fuentes hablan de petróleo aun sin explorar.
En esta región de Senegal, fronteriza al sur con Guinea Bissau, la vegetación cambia, dejando atrás la flora característica del Sahel presente en el resto del país, donde abundan las tierras de pasto y sabanas, con áreas de matorral, y dando paso al bosque subtropical. De esta forma, en Senegal puedes encontrarte en el norte, a las puertas del desierto, y en el sur a las puertas de la selva tropical, que es lo que predomina en el país vecino.
Contexto histórico
La población de Casamance siempre se ha sentido discriminada por Senegal. No sólo de forma geográfica —pues está separada por Gambia del conjunto del Estado y de la capital Dakar— sino, también, por tener una religión, cultura e historia diferentes a la del resto del país. La región tiene una historia de colonización de origen portugués —distinta a la del norte del país que siempre ha estado colonizada por Francia— que la acerca más a su vecino Guinea Bissau que a Dakar. Al mismo tiempo, preserva la cultura tradicional, el animismo, que no han conseguido eliminar ni la colonización europea, ni las religiones monoteístas con amplia presencia en la zona (catolicismo e islam), ni tampoco la cultura y lengua exportada de la capital senegalesa, el wolof, principal etnia del país y que domina Dakar, recordemos una de las grandes ciudades y motor económico del África del Oeste.
Se puede decir que las personas que habitan Casamance están orgullosas de sus tradiciones y costumbres, pese al proceso de islamización creciente en el país. Además, desde siempre ha existido una clara política de reubicación de la etnia wolof en la región, por parte de los distintos gobiernos capitalinos, tanto de quien fuera presidente por décadas, Abdoulaye Wade, como del actual Macky Sall, en el poder desde abril de 2012, luego de aprovechar el descontento canalizado a través del movimiento Y'en a marre.
Las personas que habitan Casamance están orgullosas de sus tradiciones y costumbres, pese al proceso de islamización creciente en el país
Para ilustrar la diferencia de la Casamance con respecto a Senegal, y pese a los esfuerzos por cambiar su demografía en favor de la población wolof, en las elecciones presidenciales de 2019, Sall fue reelegido presidente obteniendo la victoria en 12 de las 14 regiones del país (a excepción de Ziguinchor y Diourbel). En definitiva, el mosaico étnico en Casamance se compone de diolás pero también hay una importante presencia de mandingas, manjacos, peuls/fulas y otras etnias menos numerosas que comparten con Guinea Bissau y Guinea Conakry, como la balanta que es la etnia mayoritaria en Guinea Bissau y que domina su ejército desde hace décadas.
La guerrilla
El denominado Mouvement des forces démocratiques de Casamance (MFDC) fue fundado en 1982 por el padre Augustin Senghor que reivindicaba la independencia de Casamance con respecto a Senegal. En sus inicios era un movimiento pacífico y fue apoyado por el histórico presidente de Guinea-Bissau, Nino Vieira, también cuando deciden formar su brazo armado en 1985 dirigido por su hermano Bertrand Senghor, conocido como Diamacoune—muerto a inicios de 2007— que reivindicaba la independencia de Casamance con respecto a Senegal, por la discriminación sufrida históricamente por parte de Dakar y las enormes diferencias ya comentadas con respecto al conjunto del país.Posteriormente, el MFDC participa activamente en la Guerra Civil de Guinea Bissau de 1998, donde es derrocado Nino Vieira tras un año de conflicto —acaba exiliado en Portugal— entre otras cosas debido al apoyo senegalés al bando sublevado que decide la contienda en el país vecino.
Volviendo a Senegal, tras esta derrota a finales de la década de los 90, la guerrilla del MFDC decide asumir un perfil bajo y recomponerse escondiéndose en los amplios bosques y en las comunidades de Casamance, pues siempre han contado con un importante apoyo de la población local, al menos en esa época. Finalmente, Agustin Senghor firmó un acuerdo de paz con el gobierno de Abdoulaye Wade en el año 2004. Sin embargo, varias facciones del MFDC se negaron a participar en el acuerdo de paz y continuaron su lucha, entre las que se encontraba la liderada por su hermano Bertrand que mantuvieron diversos escarceos durante los últimos años con ataques puntuales o asaltos para poder mantener sus actividades.
Estaríamos ante una lucha por el control del tráfico ilegal de madera entre los ejércitos de Senegal y Guinea- Bissau y los rebeldes del Mouvement des forces démocratiques de Casamance
Según fuentes oficiales del gobierno senegalés —hasta el año 2000— la guerra en el país vecino había provocado unas 60.000 personas desplazadas y 231 pueblos abandonados por los enfrentamientos armados. En la actualidad, veinte años después de esos datos, diversas ONG internacionales, presentes desde hace años en la región, hablan de 5.000 muertos hasta la fecha y hasta 783 comunidades desplazadas, entre las cuales aproximadamente un 30% se encuentran en Guinea Bissau y Gambia. Las consecuencias de la contienda se reflejan igualmente en la economía de la zona y afecta a la numerosa ciudadanía que perdió su hogar, su tierra y los recursos de los que dependían sus familias, con el agravante de entrar en una situación administrativa complicada desde hace ya demasiados años.
¿Qué está pasando en la actualidad?
Los rebeldes hoy día ya no cuentan con tanto apoyo por parte de población. Al no haber una política de reinserción y abandonados por el MFDC se dedican a robar en las comunidades y cultivar cáñamo. Tras años en los que la situación se relajó —pues había sido declarada la tregua en 2004— y donde apenas se habían registrado algunos asaltos en carreteras por parte de la guerrilla, con el objetivo de mantener sus actividades, el conflicto se reactivó con el creciente tráfico ilegal de madera que comenzó a darse a partir de 2015. De esta forma, a principios de 2018, se produce una masacre de 14 hombres que habían ido a buscar leña cerca de Ziguinchor, capital de Casamance. Posteriormente, el ejército arrestó a unos 16 sospechosos, que aún están a la espera de juicio.Pues bien, el MFDC ha acusado en las últimas semanas al ejército Senegalés de realizar operaciones en la zona para reavivar el conflicto y de contar con la ayuda del ejército de Guinea-Bissau, pues ambos gobiernos mantienen buenas relaciones en la actualidad. De esta forma, y siempre según habitantes de las comunidades de la zona —con las que hemos podido hablar—, desde el 26 de enero se escuchan disparos, en un área cercana a la frontera con Guinea-Bissau, concretamente en la Fôret de Bissine y la Fôret de Blaze, unos bosques fronterizos entre la región de Ziguinchor y la vecina Región de Sédhiou del sur senegalés.
Finalmente destacar que —según fuentes consultadas para este reportaje— tanto el ejército senegalés, como el de Guinea Bissau podrían estar detrás también de ese tráfico ilegal de madera. Es decir, estaríamos ante una lucha por el control del mismo entre ambos ejércitos —que nunca se han llevado bien entre ellos pese al acuerdo actual entre los gobiernos Bissau y Dakar— y los rebeldes del MFDC. En los próximos meses podría haber algún intento de desestabilización en Guinea Bissau, donde, una vez más, la población de la zona será la principal damnificada de este conflicto por sus recursos y donde sacan tajada empresas de capital extranjero.
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Es lo que pasa, creando inestabilidad, se crea más guerrillas y más emigración, después preguntan porque emigran.