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Sanidad pública
Atención primaria: una historia de recortes y olvido

La puerta de acceso a la sanidad, hoy colapsada en la sexta ola de la pandemia, perdió casi 2.000 millones de euros entre 2010 y 2018. Una herida de la que aún no se ha recuperado y con un futuro incierto ante la falta de relevo profesional por las duras condiciones laborales.

“El sistema sanitario no es solo salvar vidas. Entre medias hay situaciones de mucho sufrimiento, mucho dolor. Por eso son tan necesarios nuestros cuidados”. Miguel Melguizo es médico de familia desde hace 32 años en el barrio de Almanjayar, uno de los más deprimidos de Granada. Asegura que el elemento de cohesión de las vecinas y vecinos de esta comunidad es el centro de salud. “Evita las desigualdades sociales y permite a las personas que sufren un problema de salud que este no suponga una pérdida de oportunidades indefinida a lo largo de toda su vida”, explica a El Salto. Recuerda cómo antaño, cuando empezó, su agenda no superaba los 25 pacientes al día. Hoy, entre atención presencial, telefónica, correo electrónico y visitas a domicilio puede asistir a 60 personas al día.

Susana Aldecoa es médica de atención primaria en el centro de salud de Beiramar, en Vigo. Lleva 25 años pasando consulta. Echa la vista atrás y recuerda que, cuando empezó, sus agendas rondaban los 25-28 pacientes al día. Hoy tiene unos 50. “Y si falta algún compañero, sumamos la parte correspondiente del reparto. Llegamos a picos de 60”.  Más allá de la labor asistencial, se queja de que ya no puede hacer tareas de prevención que era donde se sentía más cómoda. Recuerda con anhelo aquellos años donde se podían hacer visitas a colegios y centros de mayores con actividades de promoción de la salud. Nada de eso se conserva. “Tengo un complejo de bombero tremendo”, asegura. “Estamos trabajando a demanda, ya no somos proactivos. Ya no podemos hacer ni seguimiento a los enfermos crónicos, que ahora vienen cuando han empeorado, y eso no puede ser”, sentencia esta médica, presidenta de la Asociación Galega de Medicina Familiar.

“Cuando a mis pacientes les veía con su historial en papel estaban mejor atendidos”, expresa Ana Hoyo, médica de familia del Centro de Salud Paseo Imperial de Madrid. Lleva desde 1997 en este ambulatorio. Asegura que era raro el día en que llegaban a 40 pacientes. Eran casos excepcionales. Hoy ha llegado a atender a 69 en un día. Estos días navega por un mar de tareas burocráticas entre las que destaca la tramitación de bajas y altas laborales por covid-19, faena que descansa sobre los hombros de las médicas y médicos de familia y que les desborda. “Y hay centros que están peor, en otras zonas de Madrid como Parla o Villaverde hay compañeros que han atendido a 100 pacientes al día”, afirma. Zonas obreras de rentas más bajas donde, asegura, predominan los trabajos presenciales, por lo que las bajas para evitar contagios se multiplican. “Por otra parte —añade— no creo que lo relevante sea si vemos 60 o 100 pacientes. Lo fundamental es hacer que la población se pregunte si debería sentirse satisfecha si partimos de agendas en las que lo previsto son cinco o seis minutos por paciente. Esa ya es una agenda inaceptable”, añade esta integrante de la Plataforma de Centros de Salud de Madrid, para quien la histórica demanda de diez minutos por paciente queda lejos. Muy lejos.

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Atención Primaria en la sexta ola Los médicos de familia se plantan ante la tramitación de bajas
Con agendas que rondan los 60-70 pacientes al día, médicos de Madrid alertan de que no tramitarán más bajas, que suponen ya el 50% de su trabajo, hasta que no se atienda a todos los pacientes citados, ante la insostenible carga burocrática que se vive en las consultas.

La tijera en la primaria

Los tres profesionales consultados coinciden en que los recortes que siguieron a la crisis económica han hecho mella en este nivel asistencial en todas las categorías de los centros de salud, desde la medicina de familia hasta la pediatría, la enfermería o la administración. Unos recortes que han abierto grandes huecos en las plantillas de los 13.000 centros de salud existentes en el Estado, que atienden 364 millones de visitas y 29 millones de urgencias al año. Según los datos del Ministerio de Sanidad, entre el gasto de 2010 y el gasto de 2018 en Atención Primaria se perdieron en España casi 200 millones de euros, pasando de representar el 15,2% del total de la inversión sanitaria al 14,6%. Mientras, la atención hospitalaria ha incrementado sus cifras en este mismo periodo en casi 5.000 millones de euros, pasando de representar el 56,2% del total al 61,8%.

Entre 2010 y 2018 se perdieron en España casi 200 millones de euros en atención primaria. Mientras, la atención hospitalaria ha incrementado sus cifras en este mismo periodo en casi 5.000 millones de euros

Sin embargo, los centros de salud, que son la puerta de entrada al sistema sanitario, son más eficientes y resuelven más del 80% de los problemas con apenas el 14% del presupuesto total, tal y como se apunta en un breve análisis elaborado por Medicosmundi y la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública (FADSP). Para Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la FADSP, es un problema de voluntad política.

“La atención primaria no ha estado suficientemente considerada por parte de las administraciones. Entienden que el sector hospitalario es más importante, tiene más potencia mediática”, afirma. “Además —subraya—, la atención primaria es más difícil de privatizar. En la atención hospitalaria, con un uso importante de la alta tecnología, se pueden derivar prestaciones directa o indirectamente al sector privado”, destaca Sánchez Bayle, quien considera que, por ello, a algunas comunidades no les interesa centrar esfuerzos en el primer nivel asistencial.

Según las recomendaciones internacionales, el 25% del total del gasto sanitario debiera ir destinado a atención primaria, premisa que no cumple ninguna comunidad autónoma. Los datos del gasto sanitario de 2019, emitidos por el Ministerio de Sanidad, indican que a la cola se sitúa la Comunidad de Madrid, con un exiguo 11,2%. La penúltima es Baleares, con un 11,8%, adelantada por los pelos por Asturias, con un 11,9%, y Galiza, con un 12%. Lidera la tabla Andalucía, con un 18% del gasto sanitario dedicado a atención primaria, seguida de Extremadura, con un 16,2%. En tercer lugar se asienta Castilla y León, con un 15,8%. Y Sánchez Bayle avisa: “algunas comunidades hacen trampa e incluyen el gasto farmacéutico, las recetas, y así falsamente aumentan mucho el presupuesto”.

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En atención primaria solo se han repuesto el 10-20% de las jubilaciones que se han producido. “Esto derivó en una disminución de horarios en centros, hubo también cierres de consultorios periféricos y un aumento de las tarjetas sanitarias atendidas por cada profesional”

A la cola de Europa

A nivel general, cuenta Sánchez Bayle, esto se ha traducido en un recorte en plantillas. Así, solo se ha repuesto el 10-20% de las jubilaciones que se han producido. “Esto derivó en una disminución de horarios en centros, muchos pasaron de cerrar a las 21 a cerrar a las 18 horas de la tarde, hubo también cierres de consultorios periféricos y un aumento de las tarjetas sanitarias atendidas por cada profesional”, añade. No en vano, casi la mitad de los médicos de familia tiene más de 1.500 pacientes en cartera, siendo esta la cifra que los estándares consideran como tope.

En el Informe La década perdida: mapa de la austeridad del gasto sanitario en España del 2009 al 2018, Amnistía Internacional analiza este aspecto. Según sus datos, en 2018 en España la ratio de médico de familia por cada 1.000 habitantes es de 0,77, que varía desde el 0,62 de Baleares, Ceuta y Melilla al 1,11 de Castilla y León. Si comparamos con el resto de Europa, España se encuentra lejos de los países con las ratios más altas como Portugal, con 2,63 médicos por cada 1.000 habitantes, Irlanda (1,82), Países Bajos (1,61), Austria (1,56) o Francia (1,42).

La situación es aún más preocupante en el sector de la enfermería de atención primaria, donde no hay siquiera una profesional por cada 1.000 pacientes en ninguna autonomía

La situación es aún más preocupante en el sector de la enfermería de atención primaria, donde, con datos de 2018, esta ratio es de 0,66, que va del 0,49 en Madrid al 0,91 en Canarias. Esto significa que no hay siquiera una profesional por cada 1.000 pacientes en ninguna autonomía. “Calculamos que en España faltan 15.504 enfermeras, una auténtica barbaridad”, expresa María José García, secretaria general técnica del sindicato de enfermería SATSE.

Cuenta García que, al principio de la pandemia, toda la atención se centraba en los hospitales. Pero ahora mismo se está viendo cómo es la atención primaria la que está sufriendo el verdadero golpe. En medio del “caos”, las enfermeras siguen atendiendo a sus pacientes crónicos, como son los diabéticos o los hipertensos, desarrollan la vacunación de la gripe y las terceras dosis contra el covid-19 con plantillas sumamente deficitarias.

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Pandemia y precariedad Más de 3.600 sanitarias en el paro mientras las comunidades contratan personal jubilado
Casi mil médicos y médicas de familia y 2.700 enfermeros y enfermeras permanecen en las filas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) a diciembre de 2021 mientras las comunidades autónomas se apresuran en contratar jubilados, el “parche” autorizado por el gobierno estatal.

Ante esta situación, para la representante del SATSE lo más sangrante es que hay personal de enfermería en el paro. Así, según los datos de diciembre del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), 2.763 enfermeros y enfermeras esperan en sus listas; 350 especializadas y 2.413 sin especialidad. “A fecha de diciembre, y en plena pandemia, se han rescindido muchos contratos”, explica García. A esto se une un exceso de temporalidad, con contratos que pueden ser de hasta un día. “Tú le dices a una enfermera que le vas a dar seis meses en un centro de salud y parece que se le ha aparecido la virgen. Y esto debería ser lo mínimo. En atención primaria esto se da mucho, contratos por días sueltos en diferentes centros de salud. Esto afecta a los pacientes y a los profesionales porque lo ideal es establecer el vínculo enfermera- paciente que genera una confianza muy positiva”, explica García, quien recuerda que la accesibilidad y la longitudinalidad en la relación profesional-paciente, son las claves diferenciales de este nivel asistencial.

¿Soluciones?

Con este escenario de fondo, y en plena sexta ola, las comunidades autónomas se reunieron el 15 de diciembre con el Gobierno para aprobar, en el seno del Consejo Interterritorial de Salud, una estrategia para salvar a la primaria. Nacía así el Plan de Acción de Atención Primaria y Comunitaria para los años 2022 y 2023, una propuesta no vinculante que incluye objetivos como reducir el 8% la temporalidad de las plantillas o contratar al 65% de los médicos y médicas que acaben su residencia.

Pero adolece de un detalle: no se asigna presupuesto. Rosa Cuadrado, responsable de Acción Sindical de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CC OO, avisa de que desde hace un lustro se llevan arrastrando diferentes planes para reflotar la primaria. Y en este falta concreción; medidas concretas, tangibles. “No hay una financiación finalista para la atención primaria en todas las comunidades. No hay una concreción en el aumento de recursos humanos con unos ratios definibles. Tampoco se fija hasta dónde llega lo tolerable en la demora de la asistencia cuando no es urgente. La realidad es que en los centros de salud hay demoras desde siete hasta 10 días para ser atendido y en comunidades como Madrid llega a 15 días”, explica.

Tampoco se asignan fondos para la atención primaria en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia en su componente 18. Los fondos que el Gobierno ha repartido para reflotar el sistema tras la pandemia asignan más de 1.000 millones de euros a tareas como un plan de inversión en equipos de alta tecnología, acciones para reforzar la prevención y promoción de la salud o aumento de capacidades de respuesta ante crisis sanitarias. Cero euros para el fortalecimiento de la atención primaria y comunitaria, aunque se recoge entre sus objetivos.

“No hay voluntad política. Las comunidades tienen transferidas las competencias pero el ministerio tampoco está liderando la coordinación. Ha habido una situación de abandono de la atención primaria. Y, a raíz de esto, muchos profesionales han salido del sistema por las malas condiciones profesionales”

Fuga de profesionales

“No hay voluntad política. Las comunidades tienen transferidas las competencias pero el ministerio tampoco está liderando la coordinación. Ha habido una continua dejación por parte de todas las administraciones. Ha habido una situación de abandono de la atención primaria. Y, a raíz de esto, muchos profesionales han salido del sistema por las malas condiciones profesionales”, explica Cuadrado.

“Dicen que no hay médicos pero la verdad es que han salido huyendo”, apoya la médica Ana Hoyo, quien pone cifras a esta afirmación: “En Madrid, en mayo del año pasado han terminado la residencia en primaria 224 facultativos y facultativas, solo 11 han aceptado estas condiciones de trabajo”. Una comunidad en la que en cinco años se jubilará el 40% del personal, situación que se repite en otras autonomías. “En Galiza ha habido oferta de empleo público pero ni siquiera se llegan a cubrir todas las plazas, hay mucha gente que se ha ido al extranjero o a mutuas, las condiciones de trabajo son muy malas”, añade la médica Susana Aldecoa.

“La atención primaria se ha salvado por nuestra profesionalidad. Por llevarnos trabajo a casa. Por salir más tarde. Aún no he comido y acabo de llegar a casa”, explica Miguel Melguizo cuando son las cuatro de la tarde. Un profesional que afirma sentirse muy ligado a su comunidad tras 32 años en su centro. Una longitudinalidad en la atención que conserva como un tesoro y que hace fuerza para que no se desmorone.

“Hemos sido abandonados. En el momento en que se devalúa la atención primaria se produce una situación de desigualdad entre la ciudadanía”

“Hemos sido abandonados. De la misma manera que el soporte y el pilar de un buen sistema educativo es la atención infantil, primaria y secundaria, no sé por qué no se aplica el mismo criterio respecto al sistema sanitario. En el momento en el que se devalúa la atención primaria se produce una situación de desigualdad entre la ciudadanía”, concluye.

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