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Ecofeminismo
¿Pueden el veganismo y la ganadería extensiva darse la mano?
En Saltamontes teníamos muchas ganas de este debate. Cada vez que publicamos una entrada, en uno u otro sentido, obtenemos muchísimos comentarios, muchos de ellos airados. Y nos preguntábamos si realmente veganismo y ganadería extensiva (de pequeña escala y ecológica) son dos posturas tan irreconciliables como aparentan en redes, entendiendo que ambas se basan en una conexión profunda con la naturaleza. Por eso convocamos a dos mujeres a las que admiramos y que nos parecen referentes incuestionables de una y otra perspectiva: Marta Tafalla y Elisa Oteros. Y nos dijeron que sí.
Además, urgidas como estamos por la crisis ambiental sin precedentes y de una magnitud que todavía no somos capaces ni de imaginar, creemos firmemente que hay que tender puentes que nos permitan trabajar juntas para frenar el deterioro ambiental y para ofrecer alternativas justas ante la crisis social. No se trata de aunar posturas, ni de convencernos unas a otras, sino de encontrar todo lo que compartimos para poder colaborar. Aunque, claro, en el debate nos dimos cuenta de que, tal vez, es algo que nos gustaría a Saltamontes, pero que aún no es posible. Demasiados puntos irreconciliables, de momento.
En esta entrada del blog queremos rescatar, por una parte, aquellas cuestiones que nos parecieron cruciales a nosotras para entender las discrepancias y, también, las posibles conexiones. Y hemos aprovechado para pedirles a las dos que nos contaran alguna cosa que se les hubiera quedado en el tintero. Por supuesto, es imposible recoger todos los matices e ideas sugerentes que se vertieron en el debate. Si no lo viste, te animamos a verlo aquí.
Un mundo sin mataderos
Marta Tafalla le preguntaba a Elisa Oteros, antes del debate, si no sería mejor el mundo sin mataderos. Este es uno de los puntos en los que hay acuerdo, pero también diferencias. La ganadería extensiva de pequeña escala y en ecológico también se opone a los macromataderos convencionales, en los que la situación de los animales es espantosa, de una crueldad atroz. Y en contra del traslado de los animales en condiciones lamentables. Así lo expresó Oteros en el debate. Sin embargo, la pequeña ganadería reclama poder matar a los animales que cría, de la forma más respetuosa posible. Nos explicaba Oteros que una de las reivindicaciones de esta corriente es que se permita de nuevo matar en las propias fincas, o que haya pequeños mataderos municipales por comarca, públicos, controlados. O mataderos móviles, que se puedan desplazar a las granjas que lo soliciten, evitando así tener que trasladar a los animales. “Creo que el mundo sería mejor sin macromataderos. También creo que el mundo sería mejor sin invernaderos, que generan muchísima contaminación de acuíferos por nitratos, muchísima contaminación por plásticos, y que dependen de muchos insumos agroquímicos que provienen de combustibles fósiles”.
En efecto, este es uno de los puntos irreconciliables, ya que el veganismo no contempla que el ser humano pueda dar muerte a animales sintientes bajo ningún concepto.
¿Cómo se entiende la muerte?
Quizás esto sea uno de los aspectos que resultó más reveladores del debate. Detrás de estas dos perspectivas hay dos maneras radicalmente opuestas de entender la muerte de los animales y resulta clarificador escucharlas explicitadas. Marta Tafalla afirmaba en el debate que es cierto que todos morimos, pero que la diferencia radica en que no nos crían con el objetivo de matarnos. Queremos vivir hasta el final. Y eso es lo que se reclama también para los animales.
En cambio, Elisa Oteros nos comentaba, después del debate, que no conciben la muerte con culpa, un concepto de culpa derivado del judeocristianismo, sino con agradecimiento. Al saberse interdependientes y ecodependientes, se entiende la muerte del animal como algo que agradecer. Esta visión entronca con culturas de otras latitudes que honran a aquello que matan. “Muchas de las ganaderas que conozco tienen la vida de sus animales en el centro de su interés, es el centro de su trabajo. A su vez, cuando ellas consumen, o yo consumo carne, en lugar de sentir la culpa siento agradecimiento, a la naturaleza, que igual que nos brinda castañas o bellotas, nos brinda la carne. Se hace un ejercicio de honrar la vida que te da vida a ti también” nos decía después del debate Oteros.
La relación con otras culturas es otro de los aspectos recurrentes. Elisa Oteros estructuró su intervención primera en cinco puntos, y uno de ellos fue la vinculación y respeto a otras cosmovisiones. En el debate se afirmó que la defensa de los animales, tal como la entiende el veganismo, es propia de la cultura urbana del Norte global. Marta Tafalla nos aclara después del debate “que también en el Sur Global y en el mundo rural hay movimientos en defensa de los derechos animales y hay veganismo. La ética animal es una disciplina académica tan antigua como la filosofía occidental: ya estaba presente en la Grecia clásica y está presente en todas las épocas de la historia de la filosofía. Asimismo, también aparece en filosofías no occidentales como el budismo y el jainismo.”
La cuestión cultural
Desde Saltamontes este nos parece otro de los puntos en los que todavía no se pueden acercar posturas. Desde la ecología social, el ser humano es parte de la naturaleza, y sus modos de vida tienen que contemplarse a la hora de plantear propuestas ecológicas. ¿Qué perdería el mundo sin los doscientos millones de familias de pastoras y pastores que viven de esta actividad? Oteros defendió que el mundo rural vivo, poblado de ganaderas y ganaderos, nos ha alimentado y sostenido durante siglos. Sus saberes y su modo de vida han generado cultura, la cultura de la que formamos parte. Concibe la ganadería como un manejo holístico.
Después del debate, Marta Tafalla nos recordaba “una idea básica en ética filosófica: la mera existencia de algo no justifica que ese algo sea éticamente correcto. Por poner un ejemplo sencillo: también la tauromaquia ha generado acervo cultural. Si una cosa buena tenemos los humanos es la capacidad de cambiar: dejar atrás culturas basadas en la explotación y la violencia y avanzar hacia culturas más pacíficas y simbióticas”.
En un mundo de crisis sistémica
Una de las conexiones claras entre las dos ponentes, no sabemos hasta qué punto entre las dos perspectivas, es el decrecimiento. Ambas concuerdan en que la situación de emergencia climática y pérdida de biodiversidad es tal que hay que tender a consumir local, de temporada.
Tafalla empleaba con fin didáctico la imagen de la cadena trófica para explicar que, en los ecosistemas, las plantas tienen muchísima biomasa, son muy abundantes. Los herbívoros también lo son, aunque en menor medida, mientras que los carnívoros y los omnívoros tienen muy poca biomasa, son muy escasos. En cambio, el ser humano actualmente está comportándose como carnívoro pero con una biomasa “de herbívoro”. El planeta no puede soportar a tantos seres humanos comiendo carne. La superpoblación nos obliga al veganismo.
Ante esta idea, Oteros insistía en que los ecosistemas no se comportan como una cadena sino como una red trófica. La interdependencia y la ecodependencia son conceptos clave. De todos modos, el nivel de producción de carne industrial, acompañado del maltrato animal que conlleva, son completamente insostenibles, y por ello hay que reducir el consumo de carne. La producción de metano, un gas de efecto invernadero más potente que el CO2, asociada a la ganadería, o el consumo de agua, son dos de los aspectos que se señalaron. El ecologismo insiste en el consumo local y de temporada, y Tafalla argumentó que, si bien esto es importante, la parte fundamental de la contaminación está asociada a la producción del alimento. Oteros nos hizo llegar puntualizaciones una vez finalizado el debate. “Los pastizales en el mundo son un reservorio de carbono. Si se retiraran los herbívoros domésticos de esos ecosistemas, serían ocupados por herbívoros silvestres, que igualmente son rumiantes y emiten gases de efecto invernadero. Hay mucho debate en torno a las mediciones y contabilidad de los gases asociados a la ganadería extensiva. Lo mismo ocurre respecto a la huella hídrica. Se comentan siempre las diferencias sobre el consumo de agua en la producción de los distintos alimentos. El problema es que no se distingue el tipo de agua y no toda el agua es igual. Se habla de agua verde, agua gris y agua azul. Es cierto que, si no se distingue el tipo de agua, producir un kilo de carne requiere más litros de agua, pero si esta carne es de ganadería extensiva la mayor parte es agua verde, forma parte del ciclo del agua del ecosistema”.
La cooptación del discurso por parte del sistema capitalista
Durante el debate, Marta Tafalla sostuvo que la defensa de la ganadería extensiva está sirviendo a los fines de la ganadería industrial, puesto que se emplean sus imágenes y su discurso (fotos de vacas felices, gallinas criadas en suelo,...) y eso sirve de gancho para que continúe el consumo de carne industrial. En el debate se sostuvo también que es peor la investigación sobre carnes de laboratorio, sin sufrimiento animal, pero con un impacto ambiental altísimo. Tafalla nos ha hecho llegar sus puntualizaciones acabado el debate:. “Respecto a relacionar veganismo con carne de laboratorio, tan solo señalar que los veganos nos alimentamos con plantas y no necesitamos ninguna carne, ni tradicional ni de laboratorio. Quienes piden carne de laboratorio son sobre todo personas tan adictas a la carne que no quieren renunciar a ella y por eso demandan ese tipo de productos. El veganismo debe ser también una apuesta por el consumo de verduras de producción local, de temporada y ecológica, claro que sí. Y ha de ir unido a un proyecto de decrecimiento.”
Ética animal: recomendaciones de lecturas
Nos faltó tiempo para hablar más de ética, materia en la que Marta Tafalla es experta. En Saltamontes nos hubiera gustado mucho preguntar más por las relaciones entre esta ética animal y la ecología social.
Tafalla recordaba “Elisa Oteros afirmó que los animales no tienen interés en la libertad y que la idea de que los animales necesitan libertad es un invento humano reciente basado en una visión romántica de la naturaleza. Me ha sorprendido mucho que alguien de Ecologistas en Acción dijera algo así. Recomiendo leer a la filósofa Alicia Puleo, quien en su libro Ecofeminismo para otro mundo posible (Cátedra, 2011) muestra que la concepción de los animales como seres carentes de libertad se inventó en los orígenes de la modernidad precisamente para justificar su explotación. Así mismo recomiendo leer al etólogo Carl Safina, Mentes maravillosas. Lo que piensan y sienten los animales (Galaxia Gutenberg, 2017), al primatólogo Frans de Waal, ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? (Tusquets, 2016) y al historiador Jason Hribal, Los animales son parte de la clase trabajadora (Ochodoscuatro, 2016).”
Oteros, en cambio, más cercana a la ecología social, insistía “no es cuestión de una decisión individual, sino de qué modelo queremos. A nivel individual, tengo la suerte de que vivo en la cuenca euromediterránea, con una altísima agrodiversidad, y puedo acceder a una dieta rica en nutrientes solo a base de vegetales de origen local y de temporada. Sin embargo, eso no es así en todos los lugares. Y no quiero perder mi aportación al paisaje cultural y social que sustenta mi vida”, sostiene Oteros.
Los límites de la ciencia
Las dos ponentes reflexionan sobre el papel de la ciencia y la ética y sus relaciones. Oteros reflexiona sobre cómo y para qué se utiliza la investigación científica. “Como científicas, tenemos una responsabilidad de ser críticas y conscientes de cómo se utiliza la ciencia. Sabemos que se publican estudios en todos los sentidos, que dependen mucho de cuál sea el marco conceptual de partida, y lo importante es contextualizarlos bien. No debiéramos utilizar esa legitimidad que da el sistema como un arma arrojadiza, ni encumbrar el conocimiento científico como algo que no es”. Marta Tafalla, a su vez, nos hacía una petición: “por favor, leed ética filosófica. No solo ética animal, sino ética en general. Uno de los peores problemas que tenemos es que en las facultades de ciencias no se ofrece formación en ética. La ética es una disciplina académica milenaria que ayuda a entender cuestiones fundamentales y a argumentar con rigor sobre estos temas difíciles. También os pido que os atreváis a imaginar sociedades mejores: en una sociedad justa no caben mataderos, ni jaulas, ni cadenas.”
Mil debates más
Nos quedamos con la idea de que hay mil cuestiones más por debatir: los servicios ecosistémicos de la ganadería, los postulados del resalvajamiento o rewilding, la fertilización de los suelos en uno y otro modelo, cómo se plantean el uso de tracción animal en un contexto probable sin combustibles fósiles… Tenemos muchas preguntas por hacer. El debate quizás no sirvió para aunar posturas pero agradecemos mucho la profundidad con la que las dos ponentes abordaron el tema. A las preguntas que ya teníamos se han unido muchísimas reflexiones más. La diversidad nos hace crecer.
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El debate no es de los fáciles desde luego.
Pero merece la pena explorarlo.
Creo que al final es sobre todo una cuestión de límites.
Los dos puntos de vista coinciden en que los hemos excedido todos en nuestra relación con la naturaleza.
La industrialización de la ganadería es un síntoma más del despropósito que habitamos.
Tratamos a los animales como mercancía, exactamente igual que hacemos con todo lo demás, incluídos los seres humanos, que también somos animales.
Una propuesta es volver a la ganadería extensiva, agroecológica, de pastoreo. Es decir, volver a los límites campesinos en nuestra forma de interactuar con el resto de seres vivos de la biosfera.
La otra propuesta parece plantear una posición ética más exigente todavía, un regreso a la cultura cazadora-recolectora, renaturalizando los espacios mediante la estrategia del rewilding.
En el centro de las discrepancias, la acusación cruzada de antropocentrismo viene a remover nuestras creencias más profundas con respecto a nuestro lugar y función en el ecosistema.
Tal vez nos ayude reconocer que ambas partes nos sentimos auténticamente conmovidas e igualmente preocupadas por la situación actual, pese a que los límites que propongamos como solución se situen a diferentes distancias del modelo industrializado.
Además de las cuestiones medioambientales, para mi la cuestión es el "estatus" que les damos a los animales, a los animales que no son "de los nuestros", a los otros. Diría que el interés màximo de todo animal, incluidos los humanos, es la propia vida. Luego, alimentarse, y relacionarse con sus iguales a su manera. No ser esclavizado, explotado, etc. porque eso no es vida, es maltrato y muchas veces tortura. Se los ve como negocio o alimento, directamente. O bien como "mascotas" tontitas o juguetitos. Y en el caso de las hembras, la explotación y la apropiación de su trabajo, de sus cuerpos, de su sexualidad y de su reproducción es por partida doble. A las feministas debiera sensibilizarnos también esto. En cuanto a las de leche, una mamífera (me incluyo) da leche después de un largo embarazo y la produce para alimentar a sus crías, no para que le sean robadas y ella siga de por vida como una fábrica de leche.
Trabajadoras sin salario, y sin poder decidir absolutamente nada. No ha sido su decisión formar parte de nuestra sociedad y nuestra organización. En fin, me alargaría demasiado.
"...siento agradecimiento, a la naturaleza, que igual que nos brinda castañas o bellotas, nos brinda la carne..."
Otero no entiende que los animales tienen un fin por si mismos, un sentido, no son algo que se nos ofrece a los humanos como si fuéramos algo superior y ajeno a la Naturaleza.