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“Construyendo memoria antirracista” es el lema de la manifestación que tendrá lugar el próximo domingo 17 a las cinco de la tarde y avanzará de Cibeles a Sol. Convocada por la Asamblea antirracista, la marcha es el colofón de un mes de campaña, que inició el pasado 12 de octubre con la acción “12 de octubre, nada que celebrar”. Se trata de la tercera edición de una movilización que colectivos migrantes y racializados vienen convocando desde 2017, primero un 12 de noviembre, y después un 11, en fechas cercanas al aniversario del asesinato de Lucrecia Pérez.
El 13 de noviembre de 1993 cuatro hombres encapuchados entraron en la discoteca Four Roses, en el acomodado barrio madrileño de Aravaca. Abrieron fuego contra un grupo de personas que allí cenaban. Lucrecia Pérez, una mujer dominicana de 33 años que llevaba pocas semanas en el país, recibió dos disparos que le causaron la muerte. Sus asesinos: un guardia civil y tres menores que habían decidido atacar a un grupo de inmigrantes en una localidad donde eran corrientes las pintadas racistas y anti inmigración.
El de Lucrecia fue el primer asesinato calificado judicialmente como un crimen racista. Por aquellos años los grupos neonazis que se reunían en la capital en la plaza de los Cubos atacaban a inmigrantes y a antifascistas. Era una época en la que la población inmigrante rondaba el 1% del total pero ya eran comunes los discursos contra los extranjeros. 27 años después, Vox, un partido de extrema derecha que señala a la inmigración como uno de los principales problemas del Estado y que alimenta la hostilidad hacia las personas inmigrantes con discursos de odio y datos falsos, ha obtenido 52 diputados en el congreso de los diputados, generando alarma por su rápido crecimiento.
Infancia migrante
Deportar o linchar a menores
“Queremos visibilizar que las personas inmigrantes y racializadas existimos dentro del Estado español. No somos una entidad que se nombra, pero que no se ve, como se nos nombró durante las elecciones —sobre todo para mal— por parte de algún partido político”, reclama Paula Guerra. Presidenta de SOS Racismo Madrid, Guerra forma parte de la asamblea que lleva semanas preparando la manifestación del domingo, una marcha convocada y liderada por personas migrantes y racializadas que quieren un año más hacer escuchar sus reivindicaciones para avanzar hacia un cambio en la sociedad de la que forman parte. Además de SOS Racismo, Sedoac, La asociación Abya Yala, el sindicato de manteros, Espacio Afro, o Ayllú son algunas de las organizaciones que participan en la asamblea antirracista, junto a muchas personas que se suman a título individual.
“Seguimos sufriendo violencia racista a manos de vigilantes de seguridad en la red de transporte público. Nuestrxs niñxs y jóvenes son criminalizades y padecen violencia y acoso racista en la escuela y en la calle, y en lugar de recibir socorro en dependencias policiales, se nos detiene y expulsa”, denuncia la asamblea en el manifiesto que convoca la movilización del domingo. La violencia institucional ejercida en los mecanismos de acogida, en los servicios públicos o en los CIE y la vulneración de derechos en la frontera Sur se sumaban a la lista de discriminaciones y agresiones.
“Siempre se está hablando de nosotras como sujetos pasivos. Fuimos protagonistas sin desearlo del debate electoral por todo el discurso del odio que expresó Vox, cosificando totalmente a las personas, deshumanizándolas
“Siempre se esté hablando de nosotras como sujetos pasivos. Fuimos protagonistas sin desearlo del debate electoral por todo el discurso del odio que expresó Vox, que hablaba desde ese punto de vista que aborda el tema de la inmigración ilegal, de los MENAS, cosificando totalmente a las personas, deshumanizándolas”, denuncia Guerra, que identifica en esta manera “criminalizadora y violenta” de hablar de la inmigración, un discurso de odio que “fomenta la violencia verbal y física sobre nuestros cuerpos. Nadie se refirió a la población migrante en términos de derechos”. En este sentido Guerra señala “la poca valentía” de los partidos de izquierda cuando tocaba defender los derechos de las personas migrantes: “han estado más preocupados pensando en los votos que podían llegar a perder”.
Votar precisamente es lo que no puede hacer un amplio número de personas inmigrantes y racializadas. Personas que estudian, trabajan, pagan impuestos en el país desde hace décadas, otras que habiendo nacido y vivido en territorio español, no tienen aún la nacionalidad, lo que les impide votar. En una campaña denunciando la exclusión del voto de la población migrante, SOS Racismo denunciaba que un 70% de las personas en situación regular no podían votar. En total, las voces de 5 millones de votantes quedaban excluidas del juego electoral.“Dificultades a la hora de encontrar vivienda o trabajo, el tema de los CIE, los menores en los centros de primer internamiento y de primera acogida, esto en referencia a migrantes recién llegados. También existen demandas respecto a las personas que no son reconocidas como españoles a pesar de haber nacido y crecido en el Estado español”, enumera Zenib Laari Inoune cuando se le pregunta por las razones para salir a manifestarse. Ella es una de esas personas que participan en la asamblea a título individual después de dos años de acudir como una más a la manifestación. Ella misma, que es hija de migrantes, nació en Madrid “pero parece que hacen falta muchas generaciones de personas que hayan nacido aquí para que se te pueda considerar como española y tener pleno derecho en todos los sentidos”.
Esta joven también ha vivido con tensión las últimas semanas: “yo creo que ha habido más agresiones hacia los menores, que ha habido más agresiones en los transportes públicos hacia personas migrantes y racializadas. Quienes agreden se están sintiendo apoyados y enaltecidos por políticos con un discurso muy populista y muy fácil, que es culpar a la gente de afuera sin realmente atacar los problemas internos”.
“Son idiotas, no lo han hecho en seis meses y lo hacen solo ahora que sube la extrema derecha, pero ya es tarde”, se enerva Malick Gueye, del sindicato de manteros de Madrid, cuando se entera de que, mientras él estaba trabajabando, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han anunciado un acuerdo para gobernar en coalición. “Sánchez es responsable de esta subida de la extrema derecha que es peligrosa para nuestra seguridad en el espacio público, a él no le afecta, pero a las personas inmigantes y racializadas sí que nos afecta porque se legitima el racismo: la gente se siente autorizada a tener actitudes racistas”, argumenta.
“Sánchez es responsable de esta subida de la extrema derecha que es peligrosa para nuestra seguridad en el espacio público. A las personas inmigantes y racializadas nos afecta porque se legitima el racismo: la gente se siente autorizada a tener actitudes racistas
Gueye, Guerra y Laari coinciden en identificar dos problemas: por un lado el racismo de siempre, el social y el institucional que se traduce en la ley de extranjería y los CIE, por otro lado la normalización del racismo que permite Vox. “No queremos caer en la dinámica del discurso del odio respondiendo con más odio, pero tampoco queremos parecer una gente super naif en plan, da igual lo que digan, creemos que tenemos que hacer de la indignación que nos produce este discurso, acción política, activismo político”; dice Guerra, “el racismo no nace con Vox”, afirma tras señalar la ley de extranjería, los CIE, las concertinas, las devoluciones en caliente, las identificaciones por perfil racial… racismos que afirma, las personas migrantes y racializadas llevan sufriendo desde mucho antes, “ahora, reconocemos que la existencia de Vox ha normalizado un discurso, y el peligro es que al normalizar ese discurso se pueden normalizar incluso actitudes violentas físicas contra nuestro colectivo”.
Racismo
El antirracismo político y las alianzas contra el fascismo
Los colectivos racializados interpelan a la sociedad y el Estado, a la izquierda y al feminismo, sobre racismo y colonialidad.
También Gueye alerta de cómo estos discursos se materializan en agresiones racistas que “suponen un riesgo para nuestra seguridad y nuestra vida”. Este activista no está particularmente entusiasmado con las perspectivas políticas: “no me sorprende nada de lo que venga del PSOE, el partido de la ley de extranjería, el de los CIE, no va a cambiar nada”, sentencia, señalando la responsabilidad de todos los partidos a la hora de normalizar el racismo. “No espero nada de ellos, la lucha la vamos a llevar a la calle con todos los movimientos antirracistas para denunciar el racismo y no vivir en una sociedad que lo normalice”.
Por su parte, Laari exige un compromiso real por parte de los partidos: “Tener gente con apellidos árabes, latinos, o africanos en tus listas no te vuelve antirracista”, apunta. Esta trabajadora de la Fundación Tomillo piensa que es a través de la educación, de grandes campañas “como se hace con el feminismo”, o de la condena pública de los actos racistas como debería plantearse la política antirracista: “que se reconozca que existen todavía actitudes racistas y que el propio Estado intente eliminar estas estructuras racistas y estas tramas administrativas que sufren los migrantes”.
Hoy 13 de noviembre a las 19:30 en Lavapiés se ha convocado un acto para conmemorar el asesinato de Lucrecia Pérez —en Aravaca, asociaciones vecinales, harán su propio homenaje—. Junto a Lucrecia Pérez, o Mame Mbaye, en su reclamo por una Memoria Antirracista, la asamblea recuerda en su manifiesto a las más recientes víctimas del racismo: “Eleazar García Hernández, asesinado por las fuerzas de seguridad cuando regresaba de ver un partido de futbol; a Maroune Abouobaida, muerto en el CIE de Zapadores; a Ilias Tahiri, de 18 años, inmovilizado y asfixiado bajo el peso de 6 agentes de seguridad en un centro de menores no acompañados de Almería; y Paloma Barreto, mujer brasileña transexual y trabajadora sexual, asesinada en Avilés”. El domingo a las 17 horas marcharán un año más de Cibeles a Sol. Razones no les faltan.
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Una precisión sobre el asesinato de Lucrecia Pérez: no estaban "en la discoteca". Era una de las personas pobres, sin casa, que dormían en un edificio abandonado. El crimen fue racista, pero la aporofobia es evidente: resulta más fácil probar el odio por racismo que el odio y desprecio a las personas pobres. Si Lucrecia hubiera tenido casa, no la habrían sorprendido mientras cenaba o dormía. Muy probablemente, no habría sido elegida como víctima.Y en el último caso citado en el artículo, la noticia dice que esa persona estaba en situación de prostitución, circunstancia de por sí que hacen vulnerable a otros odios y a múltiples formas de violencia por agresores difíciles de identificar. No se debe omitir esto.
Maravillosa idea esta manifestación, ¿quien la convoca? ¿Como se puede contactar con esa asamblea anti-racista? ¿Algún link?