“¿Por qué es tan difícil amar el mundo?”, se pregunta Hannah Arendt en su Diario de pensamiento. Nacida en 1906 en una familia judía y fallecida en 1975 en su país de exilio, Estados Unidos, nunca dejó de llamarse filósofa durante los “tiempos sombríos” de una Europa minada por el totalitarismo, la guerra y el antisemitismo. Convencida de que esos acontecimientos, que conmovieron su existencia personal, son los síntomas de una lógica más global, consagró su vida a la comprensión y a la crítica de aquello que los hizo posible. La obra de Arendt, edificada sobre las ruinas de las grandes tradiciones políticas modernas, es ecléctica y parece inasignable. Lo único constante es un esfuerzo infatigable por volverle a dar su sentido a la acción política, por recuperar “el tesoro perdido de las revoluciones” que los Estados modernos se han tragado.
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Amor mundi: “Yo lo entiendo [tener espíritu político] como tomar un gran cuidado por el mundo, que estaría antes de que nosotros apareciéramos y que estará después de que nosotros hayamos desaparecido, de nosotros mismos, de nuestros intereses inmediatos y de nuestras vidas [...]. Amor mundi: amor o más bien sacrificio por el mundo en el que hemos nacido.
Citado por É. Tassin en Le Trésor perdu: Hannah Arendt, l’intelligence de l’action politique, Payot, 1999.
Cabina electoral: “Nosotros queremos participar, declaran los Consejos, queremos discutir y expresar públicamente nuestra voz, queremos tener la posibilidad de determinar la orientación política de nuestro país. Ya que este país es bastante extenso y tiene bastante gente como para que nos podamos reunir todos con el fin de determinar nuestro futuro, necesitamos un cierto número de lugares políticos. Las cabinas electorales, en el interior de las cuales depositamos nuestras papeletas, es ciertamente demasiado estrecho, porque solo cabe una persona”.
“Politique et révolution”, entrevista con Aldebert Reif para la New York Review of Books, 12 de abril 1971.
Conservadurismo: “En política, esa actitud conservadora —que acepta el mundo tal como es y que lucha por preservar el statu quo— no puede llevar más que a la destrucción [...]. Porque el mundo está hecho por mortales, se hace uso de él; y porque sus habitantes cambian continuamente, corre el riesgo de devenir mortal como ellos. [...] Nuestra esperanza reside siempre en el elemento de novedad que cada generación lleva con ella”.
« La Crise de l’éducation », La Crise de la culture, Gallimard, 1989
Derechos humanos: “Los derechos humanos han sido definidos como ‘inalienables’ porque, supuestamente, son independientes de todo gobierno; sin embargo, se ha revelado que, en un momento u otro, los humanos se encontraron sin gobierno propio y que quienes tenían que conformarse con los derechos mínimos ya no se encontraban ni con la autoridad que les protegiera ni con institución alguna dispuesta a garantizarlos”.
“El imperialismo”, en Los orígenes del totalitarismo, Taurus, 1999.
Eichmann: “Lo que me impresionó [de Eichmann] fue una falta de profundidad evidente [...]. Los actos fueron monstruosos, pero el responsable [...] era completamente ordinario, como todo el mundo, ni demoníaco ni monstruoso. No había en él ningún rastro ni de convicciones ideológicas sólidas, ni de motivaciones específicamente malignas, y la única característica notable que se detectaba en su conducta [...] era de naturaleza meramente negativa: no era estupidez, sino una falta de pensamiento. [...] Esta ausencia de pensamiento —tan extendida en la vida cotidiana donde apenas se tiene el tiempo, y menos las ganas de tenerlo, para detenerse a reflexionar— era lo que despertó mi interés”.
Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, Lumen, 2001.
Felicidad pública: “[En el movimiento estudiantil], el juego político ha tomado una dimensión nueva: la acción parecía tener un lado agradable. Esta generación descubrió aquello que en el siglo XVIII se llamó la ‘felicidad pública’, es decir, que participar en la vida pública da acceso a una dimensión de la experiencia humana que, de lo contrario, permanecería desconocida y que esta experiencia es, en cualquier modo, inseparable de la completa ‘felicidad’”.
“Politique et révolution”, entrevista con Aldebert Reif para la New York Review of Books, 12 de abril de 1971.
Fórmulas: “En el corazón de la revolución, estaban ante todo los programas de los partidos que separaban a los Consejos de los partidos políticos; estos programas, en realidad, fueran o no revolucionarios, eran todos unas ‘fórmulas para todos los casos’ que no exigían ninguna acción, sino una ejecución [...]. Los Consejos no podían más que levantarse contra una política semejante, ya que la división entre los expertos del partido que ‘sabían’ y las masas populares diseñadas para aplicar ese saber no tenían en cuenta la capacidad del ciudadano ordinario de actuar”.
Sobre la revolución, Alianza Editorial, 2011
Género humano: “[El mal radical, en el sistema totalitario,] es esencialmente: [...] el hecho de convertir al hombre en superfluo conservando el género humano, en el cual se puede, en todo momento, eliminar las partes”.
Diario filosófico, cuaderno I, Herder, 2006.
Heródoto: “Desde Heródoto, [la libertad] fue concebida como una forma de organización política en la cual los ciudadanos vivían juntos dentro de un estado de no dominación (no-rule), sin distinción entre gobernantes y gobernados. El término de isonomía expresaba esta noción de no dominación. [...] Esta estaba caracterizada porque la noción de autoridad (la ‘arquía’ en la monarquía y la oligarquía o la ‘cracia’ en democracia) estaba totalmente ausente”.
Sobre la revolución, Alianza Editorial, 2011
Judaísmo: “Manifiestamente, la pertenencia al judaísmo llegó a convertirse en mi problema, y mi problema era político. ¡Puramente político!”.
Entrevista con G. Gaus, 1964
Kant: “El poder de juzgar [es] una facultad específicamente política, en el sentido en que lo entiende Kant, a saber, la facultad de ver las cosas no solamente desde un punto de vista personal, sino desde la perspectiva de todos aquellos que están presentes; más bien, el juicio [es] una de las facultades fundamentales del hombre como ser político, en la medida en que le hace capaz de orientarse en el dominio público, en el mundo común”.
Conferencias sobre la filosofía política de Kant, Paidós, 2008.
Lessing: “Lessing tenía la opinión menos ortodoxa sobre la verdad. [...] Se regocijaba en que [la verdad] auténtica, si es que alguna vez la había habido, se había perdido; se regocijaba en la vigencia de la infinidad de opiniones posibles donde se refleja el debate de los hombres sobre el mundo. Si [la verdad] auténtica hubiera existido, esto habría implicado el fin del diálogo, y por lo tanto de la amistad, y por lo tanto de la humanidad”.
Hombres en tiempos de oscuridad, Gedisa, 2001.
Milagros: “Si es verdad que la acción y el comienzo son esencialmente la misma cosa, hay que concluir que una capacidad de realizar los milagros cuenta también entre de las facultades humanas”.
« Qu’est-ce que la liberté ? », La Crise de la culture, Gallimard, 1989
Nazis: “Nosotros lo sabemos hoy en día, el asesinato no es más que un mal menor. El asesino que mata a un hombre —un hombre que tenía que morir de todas formas— se mueve todavía en el dominio de la vida y la muerte que nos es familiar [...]. El asesino deja un cadáver detrás de sí y no pretende que su víctima no hubiera existido nunca [...]; destruye una vida, pero no destruye el hecho de la existencia misma. [...] Los nazis [hicieron prueba de un extremo] radicalismo en las medidas aplicadas para tratar a la gente como si nunca hubieran existido, y para hacerles desaparecer en el sentido literal del término [...]. El verdadero horror de los campos de concentración y de exterminio reside en que los prisioneros, incluso si llegan a escapar, son eliminados del mundo de los vivos de una forma más rotunda que si hubieran estado muertos; este es el terror imposible de olvidar”.
“El totalitarismo”, en Los orígenes del totalitarismo, Taurus, 1999.
Ojos y orejas: “La eficacia de [la propaganda totalitaria] pone a la luz una de las principales características de las masas modernas. Ellas no creen nada de lo que es visible, la realidad de su propia experiencia; ellas no confían ni en sus ojos ni en sus orejas, sino solo en su imaginación, que se deja seducir por todo lo que es, a la vez, universal y coherente en sí”.
“El totalitarismo”, en Los orígenes del totalitarismo, Taurus, 1999.
Ordenadores gigantes: “Todo lo que evidencian los ordenadores gigantes es que los tiempos modernos estaban equivocados [...] que la racionalidad, en el sentido de "cálculo de consecuencias", es la más elevada, la más humana de las facultades del hombre [...]. Es evidente que esta fuerza cerebral y los procesos lógicos obligatorios que ella engendra son incapaces de construir un mundo”.
La condición humana, Paidós, 2010.
Paria: “Desde el momento en que entra activamente en la escena política y traduce su estatus en términos políticos, el paria se convierte obligatoriamente en un rebelde. [...] El judío paria era un ser agradable, desde un punto de vista histórico, el producto de una ley injusta [...]; políticamente hablando, todo paria que rechazaba ser un rebelde era responsable en parte de su propia posición y, simultáneamente, de la suciedad que recaía sobre la humanidad de la cual era un representante”.
Escritos judíos, Paidós, 2016.
¿Qué es la política?: “La política se basa en un hecho: la pluralidad humana. Dios ha creado al hombre; los hombres son un producto humano, terrestre, el producto de la naturaleza humana. Es porque la filosofía y la teología se ocupan en todo momento del hombre, porque todos sus pronunciamientos serían exactos aun cuando hubiera un solo hombre [...] o únicamente hombres idénticos, que ellas nunca han encontrado alguna respuesta filosóficamente válida a la cuestión: ¿qué es la política?”.
¿Qué es la política?, Paidós, 2009.
Realidad: “La realidad es diferente de la totalidad de los hechos y los acontecimientos y es más que ella misma, que, de todos modos, no puede ser determinada. Quien dice ‘lo que es’ afirma siempre una historia, y en esta historia los hechos particulares [...] adquieren una significación humanamente comprensible”.
Verdad y mentira en la política, Página Indómita, 2017.
Siglo XVIII: “A través de la compasión, el humanitarismo revolucionario [...] del siglo XVIII busca una solidaridad con la desgracia y la miseria, para remontarse a las fuentes mismas de la fraternidad. Pero [...] ni la compasión ni el reparto del sufrimiento es suficiente. No podemos extendernos sobre el mal que produjo la compasión en los revolucionarios modernos, intentando hacer felices a los afligidos, en lugar de establecer la justicia para todos”.
Hombres en tiempo de oscuridad, Gedisa, 2001.
Soberanía: “Es peligroso creer que solo se puede ser libre —en tanto que individuo o grupo— si se es soberano. La famosa soberanía de los cuerpos políticos ha sido siempre una ilusión que, además, no puede ser mantenida más que por los instrumentos de la violencia. [...] Si los hombres quieren ser libres, es precisamente a la soberanía a la que deben renunciar”.
« Qu’est-ce que la liberté ? », La Crise de la culture, Gallimard, 1989
Tiempo liberado: “[Los momentos de ocio] sirven, como se dice, para pasar el tiempo, y el tiempo vacío que se ha pasado así no es, hablando más propiamente, el tiempo de la ociosidad, es decir, el tiempo donde estamos libres de toda preocupación y actividad necesarias según el proceso vital, y, por eso, libres para el mundo; es más bien el tiempo que queda, [...] que queda después de que el trabajo y el sueño hayan recibido lo que se merecían. El tiempo vacío que los momentos de ocio supuestamente rellenan es un hiato en el ciclo biológicamente condicionado del trabajo. [...] Con las condiciones de vida moderna, este hiato aumenta constantemente: hay cada vez más tiempo liberado a llenar con los momentos de ocio, pero este aumento gigantesco del tiempo vacío no cambia en absoluto la naturaleza del tiempo. Los momentos de ocio [...] forman parte irrevocablemente del proceso biológico de la vida, y la vida biológica está siempre comprometida en el consumo o en la receptividad pasiva de la distracción, un metabolismo que se alimenta de las cosas devorándolas”.
« La Crise de la culture », La Crise de la culture, Gallimard, 1989
Universidad: “El objetivo de las ciencias es político. La universidad ha sido politizada, al servicio del Gobierno. De ahí la revuelta de los estudiantes: politizar la universidad contra el Gobierno”.
Diario filosófico, Herder, 2006.
Violencia: “Es particularmente tentador pensar el poder en términos de mando y obediencia, y por tanto confundir poder y violencia, en el análisis de lo que no es, en realidad, sino una de las manifestaciones características del poder, es decir, el poder del gobierno”.
Sobre la violencia, Alianza, 2011.
Walter Benjamin: “Walter Benjamin sabía que la ruptura de la tradición y la pérdida de la autoridad ocurridas en su época eran irreparables, y concluyó que era necesario descubrir un estilo nuevo de relación con el pasado. Por eso, se convirtió en maestro el día en que descubrió que en la transmisibilidad del pasado se había sustituido su ‘citabilidad’ por su autoridad, esta fuerza inquietante para situarse a trozos en el presente. [...] ‘Las citas, dentro de mi trabajo, son como los salteadores de caminos que se alzan en armas y despojan al paseante de sus convicciones’ (Schriften), I, 571)”.
“Walter Benjamin”, en Hombres en tiempos de oscuridad, Gedisa, 2001.
Zôon politikon: “[Los griegos] estuvieron juntos sobre el modo de hablar los unos con los otros y no sobre el de ser gobernado. Politeuein [hacer la política] significa arreglar todos los asuntos con la palabra. Zôon politikon [ser un animal político] y zôon logon ekhon [ser un animal dotado de palabra] son una y la misma cosa”.
Diario filosófico, cuaderno XVII, Herder, 2006