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Partidos políticos
El 28M ha muerto. Larga vida al 23J
La noche del 28M fue, para muchos, una auténtica pesadilla. Sin embargo, a la mañana siguiente, la decepción dejó paso a la incertidumbre y, en algunos, a la esperanza. Con la intención de dar un golpe de efecto, Sánchez, de forma completamente inesperada, anunció que, menos de dos meses después, las urnas volverán a los colegios electorales en toda España y el Gobierno de coalición no agotará la legislatura. No obstante, para poder llegar al 23J hay que comprender qué es lo que ha ocurrido el 28M.
Desde el PP, con Feijóo, Ayuso y Almeida en el balcón de Génova completamente eufóricos, y VOX, con un Abascal con la vista puesta en las negociaciones que tendrán lugar en cada una de las CC AA donde la derecha ha sumado mayoría, se ha tratado de imponer el relato de que en España se había producido un ‘tsunami’ de cambio en contra del Gobierno de coalición, el ‘sanchismo’ y sus socios, entre los que se encuentra EH Bildu.
En este sentido, aunque el PSOE ha perdido el Gobierno en la mayoría de comunidades autónomas —sólo han aguantado en Asturias, Navarra y Castilla-La Mancha, donde se encuentra la voz más crítica con Pedro Sánchez dentro del PSOE, Emiliano García-Page— y en la mayoría de las grandes ciudades —antes del 28M, Sevilla, la cuarta ciudad con más población de España, era la más grande con un alcalde del PSOE; después del 28M, la más grande será Las Palmas de Gran Canaria, la novena ciudad con más población de España—, el fracaso de los socialistas no se ha producido porque hayan sufrido una drástica pérdida de votos, puesto que, en las elecciones municipales, han pasado de 6.695.553 a 6.291.812 votos.
La razón que ha motivado la caída de los Gobiernos de izquierdas en la Comunidad Valenciana, Aragón, La Rioja, Cantabria, Canarias, Extremadura o Baleares es, en mayor o menor medida, el hundimiento de Unidas Podemos
Una caída de unos 400.000 votos, algo más de un punto porcentual que, en un contexto tan desfavorable para el PSOE como el de las últimas dos semanas, es , aunque pueda parecer contradictorio, una muestra de resistencia por parte de los socialistas, puesto que algunas voces estaban llegando a hablar de que el PSOE sufriría un auténtico descalabro.
La razón que ha motivado la caída de los Gobiernos de izquierdas en la Comunidad Valenciana, Aragón, La Rioja, Cantabria, Canarias, Extremadura o Baleares es, en mayor o menor medida, el hundimiento de Unidas Podemos, que se desploma de manera generalizada en el conjunto de España, desapareciendo de los parlamentos en algunas de estas comunidades autónomas —como es el caso de la Comunidad Valenciana o Canarias— o, en aquellos donde logra representación, quedando reducidos a la mínima expresión.
Asimismo, en la Comunidad de Madrid, donde la izquierda no tenía ninguna posibilidad de victoria, pero el objetivo era el de evitar la mayoría absoluta de Ayuso, Unidas Podemos también se ha quedado fuera de la Asamblea —y del Ayuntamiento de Madrid— al perder unos 100.000 votos que no han ido a parar ni a Más Madrid ni al PSOE, que no han sabido capitalizar esta caída. Por lo tanto, la conclusión última del 28M no es la de un ‘tsunami’ de cambio en España a favor del PP —como el que tuvo lugar en 2011—, sino la del hundimiento de las formaciones a la izquierda del PSOE —con algunas excepciones, como en el caso de Más Madrid y EH Bildu— y, con ello, la caída de los Gobiernos a los que daban su apoyo.
Análisis
Elecciones 28M Tristeza con cuchillos o solo tristeza
De esta manera, con un PSOE que ha perdido la mayor parte de su poder territorial —a excepción de Asturias, Navarra y Castilla-La Mancha— y un PP que ha logrado teñir de azul el mapa de España, los meses que quedaban hasta las elecciones generales iban a ser, sin duda alguna, una auténtica sangría para Pedro Sánchez y el PSOE, que, arrinconado por la presión mediática y territorial de los barones del PP, iba, sin duda alguna, a perder las elecciones.
Por ello, Pedro Sánchez, en una muestra de audacia política y, sobre todo, de pragmatismo, anunció la convocatoria de elecciones anticipadas la mañana del día siguiente al 28M, jugándoselo todo a un cambio de ritmo electoral, propiciado por la derrota, y, sobre todo, a que se active el fenómeno del ‘voto útil’ en torno al PSOE, una vez más, en base al temor a que el PP y VOX —que se encontrarán en plenas negociaciones de cara a la investidura de los candidatos del PP en la mayoría de comunidades autónomas durante las semanas previas al 23J— puedan llegar a la Moncloa.
Asimismo, la premura de la decisión ha provocado una situación de incredulidad entre las formaciones que estaban llamadas a confluir en Sumar, que lo habían fiado todo a que la cita electoral tuviera lugar durante los últimos compases del año —como había asegurado el presidente del Gobierno en más de una ocasión— y, por lo tanto, pudieran construir la unidad sin demasiadas prisas. De esta manera, se favorece aún más la dinámica del ‘voto útil’, puesto que el PSOE será el único que esté realmente preparado de cara al 23J.
En consecuencia, Sánchez ha logrado dos objetivos con este anuncio. En primer lugar, han pasado a la ofensiva, evitando así que el PP y VOX puedan aprovechar la victoria para imponer el marco del ‘cambio de ciclo’, preparándose así durante el verano y el otoño para, a final de año, llegar a la Moncloa. En segundo lugar, obligar a Sumar, Podemos y el resto de formaciones a su izquierda a construir la unidad a la fuerza y en menos de diez días, reduciéndoles así a la mínima expresión.
Así, el 23J es, para el PSOE, una cita donde, de una u otra forma, podrán lograr una victoria, aunque no del mismo calibre. Si Sumar logra articularse de manera contundente, logrando reagrupar a las diferentes afinidades, identidades y, sobre todo, formaciones políticas que hay en el conjunto de España bajo el paraguas de Yolanda Díaz, la victoria de la izquierda podría materializarse, evitando que el PP y VOX se hagan con la mayoría absoluta y, por lo tanto, logrando que el Gobierno de coalición continúe una legislatura más.
Si Sumar y Podemos se presentan por separado, aunque la derrota esté asegurada, es probable que el PSOE pueda atraer a los desencantados con la división en la izquierda, lo que situaría a Sumar y a Podemos en una posición muy precaria
Ahora bien, si esto no ocurre y Sumar y Podemos se presentan por separado, aunque la derrota esté asegurada, es probable que el PSOE pueda atraer a los desencantados con la división en la izquierda, lo que situaría a Sumar y a Podemos en una posición muy precaria y, de esta manera, el PSOE, ya sin Pedro Sánchez, pero con una cifra considerable de escaños que sea capaz de minimizar la caída, pueda afrontar su reconstrucción en una posición mucho más fuerte, siempre con la vista puesta en 2027.
En este sentido, la izquierda, Sumar, Podemos y Yolanda Díaz se encuentran en una tesitura muy complicada. La convocatoria del 23J deja un margen de sólo diez días para llegar a un acuerdo, algo que, obviamente, resulta especialmente difícil cuando hace menos de un mes había una auténtica guerra abierta en el espacio de la izquierda por el papel de Podemos en Sumar y el apoyo de Yolanda Díaz a las diferentes candidaturas de cara a la campaña electoral. Así pues, la voluntad para el acuerdo existe, aunque más por una suerte de obligación moral y, sobre todo, mecánica –debido al funcionamiento de nuestro sistema electoral–, que por una fuerte convicción.
Partidos políticos
La cuenta atrás Los primeros contactos con Sumar decepcionan a Podemos, pero ambos confían en acordar
En definitiva, el conjunto de la izquierda, que ya ha perdido a Alberto Garzón, que renuncia a la primera línea de la política en una clara alusión a sus contrapartes en Podemos, tiene que decidir si lo que quiere construir es la ‘unidad de la izquierda’, donde puedan estar Podemos, Sumar, Izquierda Unida, Más País o Compromís, o, por el contrario, la ‘unidad popular’, el objetivo inicial de Yolanda Díaz y Sumar, que va mucho más allá de los partidos políticos.
Lógicamente, que sean capaces de lograr esto en menos de diez días es muy complicado, pero es la única manera de que la izquierda pueda afrontar las próximas elecciones en una posición de fortaleza. Por el contrario, podría ocurrir algo similar a lo que pasó en Andalucía hace un año, donde la unidad se logró, pero no tuvo efecto. Por ello, no se trata sólo de estar juntos, sino de trabajar juntos, cooperar y hablar con una única voz. La ‘unidad popular’ no garantiza que el Gobierno de coalición pueda continuar, pero es indispensable para que pueda hacerlo.
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Sumar arriba tard i mal, ara ja només pot ser una repetició de l'operació Más País. Si van units, a Barcelona, Madrid i potser València, encara es pot treure alguna cosa. A la resta de circumscripcions, llei electoral en mà, el vot útil al PSOE està servit. L'esquerra espanyola haurà de començar de zero.
Yo creo y espero que llegue el ansiado pacto, pero tiene que ir más allá, y estar entrelazado con sindicatos y movimientos sociales de clase, porque sin las calles, no hay conciencia de clase.
La decisión de Alberto ha sido muy valiente, anteponiendo la unidad de la izquierda popular a los puestos políticos, ya me gustaría ver a la derecha haciendo lo mismo.