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Pacifismo
Si quieres la paz, prepara la paz
En 1906, bajo soberanía británica, el gobierno de Sudáfrica se disponía a aprobar un decreto mediante el cual todos los indios mayores de ocho años presentes en el país deberían presentarse ante las autoridades, dejar que se les tomasen las huellas dactilares y obtener un certificado que les permitiera circular, mientras quedaban identificados en un registro. El decreto no solo suponía una humillación para la población india, bastante numerosa y en régimen de explotación laboral, sino que además permitía a la policía sudafricana acosar a cualquier indio en la calle o entrar en su domicilio con la excusa de comprobar que se tenía el certificado, pudiendo ser multado, encarcelado o simplemente deportado quien no lo poseyera.
Gandhi, muy activo en el país sudafricano y ya entonces una pesadilla para los británicos, convocó el 11 de noviembre de 1906 un acto en el Teatro Imperial de Johannesburgo, ante miles de indios a quienes exhortó a desobedecer la ley y no acudir al registro para hacer los certificados, protagonizando un juramento colectivo en el que cada cual asumía el compromiso de oponerse con firmeza a la ley, pero sin violencia. Advirtió que esta oposición no consistía en un acto de resistencia pasiva, término que no le gustaba, sino una resistencia activa cuyo fuerte era la determinación del individuo, independientemente del apoyo colectivo de la masa.
Desobediencia
Holocausto y noviolencia
Después de aquel acto, de acuerdo con su imaginativo activismo, Gandhi ofreció un premio a quien diera un término que definiera ese tipo de resistencia. Un primo suyo propuso la expresión sadagraha, que significaba “firmeza para una buena causa”. Gandhi enmendó la palabra, sustituyendo “sada” por “satya”, que significa “verdad”, mientras que “agraja” significa fuerza, firmeza. Surgió así el término Satyagraja, todo un método de acción que fundamenta su éxito en el uso de la desobediencia civil noviolenta.
Este 30 de enero, Día Escolar de la No-Violencia y La Paz, se celebra en medio de la hipocresía de los gobiernos que dicen defender la paz, mientras se preparan para la guerra
Este 30 de enero, Día Escolar de la No-Violencia y La Paz, se celebra en medio de la hipocresía de los gobiernos que dicen defender la paz, mientras se preparan para la guerra. De haberla conocido, la misma celebración escolar, tan desvirtuada en relación a aquella que propuso Llorenç Vidal, hubiera decepcionado e irritado a Gandhi. La suelta de globos blancos que acabarán anegando de plástico los ríos, el cautiverio de palomas llevadas de aquí para allá sin tener en cuenta que son seres que sienten y no entienden de efemérides, el cántico del manido Imagine en los coros escolares mientras se graba con los móviles de última generación…, no casan muy bien con la idea que tenía Gandhi de la paz. Suponen, únicamente, actos simbólicos que vienen a rellenar una agenda que excluye conocer no solo el escenario de Ucrania y lo que se nos viene encima, sino también las otras 17 intervenciones militares del Gobierno español allende nuestras fronteras, el hecho de que España sea el séptimo exportador de armas del mundo (muchas de ellas a países que violan los derechos humanos) o la política inmigratoria que aboca a la muerte (o asesinato institucional) de miles de personas ahogadas en el Mediterráneo, con una patera como último lugar de tierra firme. En este sentido, llama la atención también la hipocresía de Unidas Podemos, que ahora pone el grito en el cielo a operaciones que dio por buenas en el Consejo de Ministros del 22 de diciembre de 2021, cuando se decidió prorrogar la participación española en las operaciones militares de la OTAN.
Filósofos como Johan Galtung y su paz positiva, fundamentada en los métodos, y no en los fines (no hay camino para la paz, la paz es el camino), no están en el ideario de los políticos que nos gobiernan, abducidos por el ansia de poder y su ejercicio frente a la fuerza que transmiten virtudes como la pureza, la humildad, la honradez. Si algo hemos aprendido de las últimas guerras en las que nos han embarcado los diversos gobiernos de España, sin distinción de signo político, es que la primera víctima de todas ellas sigue siendo la verdad.
Llama la atención también la hipocresía de Unidas Podemos, que ahora pone el grito en el cielo a operaciones que dio por buenas en el Consejo de Ministros del 22 de diciembre de 2021
Entre los poemas favoritos de Gandhi había uno escrito por su gran admirador y poeta Rabindranath Tagore, quien le otorgó el título de Mahatma, Alma Grande. Sus versos detallan muy bien el coraje y el valor de la acción noviolenta cuando se emprende como gesto individual de resistencia y de desobediencia, palabras que ponen en negro sobre blanco los sentimientos de todo aquel o aquella que, en alguna ocasión, haya tenido que enfrentarse en soledad a la mentira y a la injusticia consentida. Dicen así:
“Si no responden a tu llamada, camina solo.
Si tienen miedo y se esconden silenciosamente, la cara contra la pared,
Desgraciado de ti,
Abre tu espíritu y habla alto y fuerte.
Si se dan media vuelta y te abandonan en medio de la travesía del desierto,
Desgraciado de ti,
Pisotea los cardos bajo tus pasos,
Y viaja solo por el camino ensangrentado.
Si no te alumbran mientras la tormenta rasga la noche,
Desgraciado de ti,
Cuando la chispa del dolor queme tu corazón,
Que tu corazón flamee en la soledad”.
(Traducción del poema de Alberto Torrego, en Catherine Clement, Gandhi, profeta de la libertad, Aguilar Universal Historia, 1991).