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Opinión
El milagro de la fresa
Esta semana hemos conocido que se está organizando una delegación para viajar a Ecuador con el fin de seleccionar a 150 trabajadores. Iban a ser muchas más, pero esta vez el Gobierno ha penalizado al país andino, porque de las 500 personas seleccionadas en 2022 , solo 7 regresaron a Ecuador tras finalizar su contrato. Y claro este, no era el plan. Pero no es sólo Ecuador, sino que la estrategia de contratación en origen busca personas en Marruecos con 4000 mujeres, Colombia, Honduras, y este año 2025 también se ha incluido Guatemala que entra a formar parte del grupo de población puesta a disposición de la agroexportación española.
Se trata de los efectos de un acuerdo que el gobierno firmó con la administración Biden. Este pacto forma parte en realidad de una macropolítica migratoria que tiene a Estados Unidos como epicentro. La ampliación de la migración se refrendó en la pasada Cumbre de las Américas en Los Ángeles, donde el presidente estadounidense, Joe Biden, destacó la necesidad de “rebajar la tensión de la frontera sur” enviando migrantes centroamericanos a otros países, entre ellos, España.
Explotación laboral
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Por las declaraciones de las personas desplazadas allí que durante dos días han realizado la selección, casi podríamos pensar que están haciendo una intervención de ayuda humanitaria, un favor enorme a población más vulnerable de Guatemala. Dar trabajo a personas en situación de pobreza. Todos ganamos, las empresas agroexportadoras y los ciudadanos de Guatemala, Biden, vaya todos. Asistimos pues, a un milagro en directo, el milagro de la fresa.
Pero lamentablemente no creemos en milagros, y si nos fijamos bien lo que si que es un milagro es que una región como Huelva se haya convertido en pocos años en una mega plataforma agroexportadora que produce el 95% de la fresa española la fresa y frutos rojos y con más de 7.000 hectáreas dedicadas a su cultivo, fundamentalmente para la exportación.
Racismo
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Y para que este milagro funcione, necesita de un elemento clave, que no es otro que mano de obra barata, disponible y flexible. El milagro en realidad consiste en conseguir personas que estén dispuestas a trabajar bajo los plásticos, en torno a 100.000 trabajadores/as para la campaña de la fresa que dura 4 ó 5 meses entre enero y mayo. Y el mecanismo que lo hace posible se llama GECCO: gestión colectiva de contrataciones en origen.
Este procedimiento proporciona a las explotaciones frutícolas la mano de obra necesaria para las actividades de temporada a través de la autorización de residencia temporal. Además de coordinar las leyes de extranjería con los intereses agroexportadores, se crea un mercado laboral diferenciado, con menos derechos que el resto de la población. Esto es, traer contingentes de personas de otros países, en situación de pobreza y vulnerabilidad, y una vez acabada la temporada, devolverlos a sus países.
Las mujeres provienen de entornos empobrecidos. Se contrata básicamente a mujeres menores de 40 años, con hijos o hijas menores de 14 años a su cargo, así se asegura que aguanten más vulneraciones de derechos
Cada año ferris repletos de mujeres marroquíes desembarcan en Algeciras procedentes de Tánger. Miles de mujeres son reclutadas —después de un proceso de selección más que cuestionable—, transportadas y distribuidas en las diferentes explotaciones. Las contrataciones se realizan en Marruecos a través de la Agencia Nacional de Empleo Marroquí. Las mujeres provienen de entornos empobrecidos. Se contrata básicamente a mujeres menores de 40 años, con hijos o hijas menores de 14 años a su cargo, así se asegura que aguanten más vulneraciones de derechos y que regresen a sus países cuando finalice el período de explotación. Las trabajadoras vienen con contratos de tres, seis o nueve meses y son alojadas en las casas que los empresarios han construido en las propias fincas. Están aisladas de los pueblos, de manera que los mecanismos de control sobre el trabajo se prolongan al ámbito privado.
Según el informe jurídico de las Jornaleras en Huelva de 2020, cada año se registran casos de vulneraciones de derechos como la reducción de los salarios estipulados por convenio, la falta de retribución de las horas extra o la aplicación de sanciones de empleo y sueldo por no alcanzar objetivos productivos que son arbitrarios. Además son conocidos los múltiples casos de violencia sexual que de han producido contra estas trabajadoras.
Si bien las personas trabajadoras temporeras extranjeras con permiso de residencia temporal cotizan al mismo nivel que las residentes, en la práctica no se benefician de los derechos de prestación por desempleo
Además, si bien las personas trabajadoras temporeras extranjeras con permiso de residencia temporal cotizan al mismo nivel que las residentes en suelo español, en la práctica no se benefician de los derechos de prestación por desempleo (a partir de 270 días de cotización) ni de jubilación o maternidad. Las temporeras y temporeros tienen que pagar una cantidad mensual por el seguro de vejez y desempleo, aunque el sistema está diseñado para que nunca puedan beneficiarse de él.
Hemos logrado normalizar y legalizar todo un marco institucional discriminatorio al servicio de la competitividad de la agroindustria, generando así diversas estrategias destinadas a ofrecer la cantidad necesaria de personas trabajadoras, con una actitud no conflictiva, durante el tiempo que sea necesaria su actividad y a un coste lo más bajo posible. Se observa también que en el logro de este objetivo han jugado un papel fundamental las estrategias de sustitución étnica y la externalización del reclutamiento de la mano de obra, mediante la utilización de, programas de contratación en origen o empresas de trabajo temporal. Ya ven lo que parecía una ayuda en realidad es otra cosa bien distinta.
Todo esto en un estado democrático, social y de derecho, y que se parece mucho a lo que ya existía en el siglo XVI, al llamado «asientos de negros» que puso en marcha la Corona española . Las colonias americanas necesitaban mano de obra, sobre todo para las plantaciones agrícolas agroexportadoras, debido a que la población local había sido eliminada por diferentes vías. Se ideó entonces la contratación, en origen, de personas esclavas africanas para trasladarlas a las explotaciones americanas. De ello se encargaban particulares que obtenían el permiso (el asiento) por parte de las autoridades españolas para capturar la cantidad de población necesaria y enviarla, de manera «legal a las haciendas caribeñas. Todo es legal, siempre fue legal.